Capítulo 1
Sakura Haruno, se situó en la ventana de su dormitorio y miro afuera sin ver nada. No es que hubiese mucho que ver—solo otro edificio de ladrillo, aburrido, exactamente como el suyo.
A veces la gente dejaba las ventanas abiertas y Sakura podía ver a la gente moverse en sus apartamentos pero rara vez había algo que valía la pena ver.
Sin ser capaz de verlo, ella sabía que había otra estructura idéntica poco más allá de la opuesta. Los tres edificios juntos formaban Torres junto al lago, las viviendas de bajos ingresos, donde se había mudado con su madre dos años antes, cuando tenía 11 años. Era un bonito lugar, triste, pero estaba en casa, y ella no estaba muy emocionada con la perspectiva de salir de ella.
El cielo gris y la lluvia constante afuera no mejoraban para nada su estado de ánimo.
Ella se apartó de la ventana y fue a su cómoda. Tomo el lápiz negro y agrego otra capa a la que ya tenía en la línea que rodeaba los ojos, y dio un paso atrás para admirar el efecto. Las pestañas con rímel, el pelo corto, en puntas de color rosa, camiseta, pantalones vaqueros de color negro…
Sin embargo, no tenía tatuajes o piercings pero tenía un palo de diamante falso en su fosa nasal derecha, y parecía real. Ella esperaba generar sobresaltos – tal vez incluso shock—a quién se podía cruzar con ella.
En el espejo, detrás de su propio reflejo, podía ver la maleta vacía abierta sobre la cama. Haciendo caso omiso de ella salió de la habitación. El sonido de sus pasos sobre el suelo desnudo hizo eco en el departamento prácticamente vacío. El silencio le puso los pelos de punta. Había pasado un tiempo a solas antes aquí, por supuesto pero siempre sabía que su madre llegaría en poco tiempo.
Esta vez era diferente. Su madre permanecería en el centro de rehabilitación en el hospital durante dos semanas. El hecho de saber esto hizo que Sakura se sintiera aún más sola.
Consideró encender el televisor para alguna compañía, pero luego recordó que todo lo que oiría sería estática y vería la falta de definición de la pantalla. Su madre no había pagado la factura de cable por tres meses, y el servicio había sido cortado hace un tiempo.
En cambio ella fue a la cocina y abrió la puerta del refrigerador, a pesar de que sabía que no había nada comestible. Sacó una botella medio vacía de refresco. No tenía efervescencia en el, pero era mejor que nada, y se sentó en la mesa destartalada de la cocina a beber.
¿Qué estaría haciendo su madre ahora? Se preguntó. ¿Estaría gritando a una enfermera? ¿Exigiría un gin-tonic? Sakura quería ser optimista. Tal vez su madre lo lograría esta vez, pero no podía contar con ella. Su madre ya había intentado dejar de beber antes, pero nunca había pasado más de un día o dos.
Esa misma mañana antes de que ella se fuera escurrió todo que quedaba en una botella y anunció que ese era todo el alcohol, y que no bebería jamás.
Sakura había tratado de leer su mente, para obtener una imagen más precisa de la determinación de su madre esta vez, pero no podía entrar en su mente.
Era divertido cuando Sakura consideraba la facilidad con la que leía la mente de los demás. Joven o viejo, hombre o mujer, inteligente o estúpido – la mayoría de la gente le dejaba ver sus pensamientos más privados. Pero había alguno a los que simplemente no tenía acceso.
Al igual que a su madre.
Solía pensar que su mente estaba demasiado nublada y en mal estado como para ingresar en ella. Entonces pensó que tal vez había otra razón, como la sangre familiar, que le impedía leer la mente de un miembro de la familia. Desafortunadamente, no había miembros de la familia a su alrededor, por lo que no podía poner a prueba esa teoría. Nunca había conocido a su padre, de acuerdo con su madre, se había ido antes de que ella naciera. No tenía hermanos o hermanas, y su madre había dejado a su familia cuando era joven por lo que Sakura no había conocido a ningún abuelo, tía, tío, o primos.
Una cosa que la hacía dudar de su capacidad para leer la mente de su madre era porque su madre era la única conexión familiar. Hace apenas seis meses cuando había sido colocada en la clase especial de "dotados" en Konoha School, se encontró con que no podía leerle la mente a la profesora, una mujer a la que llaman Madame. Lo había intentado varias veces, pero ella la había bloqueado completamente, no había podido entrar en su mente, y ella se había dado por vencida. Tal vez era porque la Madame conocía muy bien todos los dones y era capaz de protegerse de los estudiantes dotados.
Dones…
Era una extraña manera de describir sus habilidades únicas, Sakura pensó. Ella no se sentía con talento.
Una vez que termino su refresco, se levantó y se fue a su habitación. La maleta en la cama le recordó que todavía tenía mucho que hacer. Ella no tenía ganas de hacerlo. Decididamente ella miró hacia otro lado y se concentró en la habitación de la que se despediría, durante las próximas dos semanas, por lo menos.
Le gustaba su habitación, ella había pasado mucho tiempo convirtiéndola en un lugar especial para ella, su propia cueva privada, acogedora, en la que pudiese encerrarse y apagar los sonidos de la fiesta de su madre y sus amigas. Las paredes eran de un color gris barro. Ella hubiera preferido el negro, pero los mendigos no podían elegir la pintura había sido gratis.
Ella había encontrado latas de pintura medio vacías de color blanco y negro en el suelo detrás del contenedor de basura, y los mezcló lo suficiente para cubrir las paredes. El trabajo de sacar a pasear los perros de los vecinos le había dado suficiente dinero para comprar una colcha negra impresa con calaveras blancas y cortinas a juego.
Había dos carteles de películas de vampiros uno de ellos mostraba al vampiro atacando a una mujer, el otro era un primer plano del mismo vampiro con sangre goteando su boca. Justo después de la primer navidad, alguien en su edificio había tirado un conjunto en perfecto estado de las luces centellantes, con solo unas pocas bombillas rotas. Las había acomodado alrededor de la puerta como guirnaldas, y cuando se apagaba la luz en un abrir y cerrar de ojos daba un efecto bien espeluznante.
¿En qué tipo de habitación quería dormir esta noche? ¿En la mazmorra del sótano? ¿En algún lugar de color rosa y blanco, con cortinas de volados y estantes para Barbies? No podía decir qué sería peor. Tantas imágenes la hicieron estremecer.
Su triste fantasía fue interrumpida por un golpe en la puerta principal, y se quejó. Por un momento consideró no acercase a la puerta fingiendo que no había nadie en casa. Con el tiempo el visitante se iría.
Solo que ¿cuál era el punto? Ella sabía que estaba de pie junto a la puerta, ella sabía que la mujer no se rendiría fácilmente. Incluso si se distanciaba, regresaría, posiblemente con un oficial de policía o algún tipo de autoridad. Y ellos romperían la puerta para entrar si tenían que hacerlo.
No era probablemente una ley. A las personas de la edad de Sakura no se les permitía vivir solas, ni siquiera durante dos semanas.
Hubo otra serie de golpes, más insistentes en esta ocasión. A regañadientes, Sakura se dirigió a la puerta. La abrió y vio una mujer vestida con un traje de color canela, tenía su cabello rubio recogido cuidadosamente con un moño. Tenía un maletín en su mano, que completaba su aspecto profesional, y Sakura le ofreció un intento de sonrisa.
"Hola Sakura, ¿estás lista para ir?"
"No", respondió Sakura, sabiendo muy bien lo grosero que sonaba pero con cuidado. "Yo ni siquiera he comenzado a hacer mi equipaje"
La expresión de la mujer no cambio, pero su sonrisa parecía un poco tensa. "Bueno al vez sería mejor ponerse en marcha. No necesitas mucho. Es solo por dos semanas"
"Sí, como sea", murmuro Sakura. Dos semanas en una casa llena de extraños. Que bien podría ser para siempre. Dejó a la trabajadora social y volvió a su dormitorio. Cuando comenzó a lanzar las cosas, sus pensamientos volvieron a los hogares de crianza temporal en los que había dormido antes.
Ella tenía ocho años cuando su madre se rompió la pierna en una caída por ebriedad. Si Sakura hubiera sabido lo que iba a suceder, podría haberla dejado recuperarse en casa en vez de llamar a una ambulancia. Servicios sociales no tardaron en mandar a alguien por ella, mientras que esperaba en la sala de emergencias.
Ella fue llevada a la casa de una mujer que solo tenía a niños por el dinero que el estado le daba para mantenerlos. La mujer no era cruel, no tenía látigos ni nada de eso, pero básicamente ella ignoraba a Sakura y a las otras dos niñas pequeñas que estaban allí. Realmente no era tan malo en comparación con la segunda casa que fue cuando tenía 11 años, cuando su madre fue detenida por conducir ebria.
Ella no fue azotada allí. Ella estaba atrapada en una familia de esas buenas personas que constantemente estaban preguntándole cómo se sentía, y la animaba a expresar sus verdaderas emociones. Se suponía que estaban tratando de ser amables, pero Sakura podía escuchar su pena, y ella hubiese preferido haber sido golpeada.
¿Quién sabía lo que le iba a tocar ahora? Con tristeza, contemplaba los peores escenarios, como los fanáticos religiosos, los vegetarianos. ¿Qué sería peor ir a la iglesia dos veces al día o la privación de Big Macs durante dos semanas? A medida que arrastraba su maleta en la sala de estar, ella decidió tomar un examen rápido a la mente de la trabajadora social, en la remota posibilidad de que ella podría estar pensando en el lugar donde la iba a llevar ahora. Sakura no tenía esperanzas, la pobre mujer probablemente estaba meditando sobre el trabajo de mala muerte que tenía, arrastrando a niños miserables a hogares de adopción.
Pero estaba de suerte, Sakura leyó su destino fuerte, claro y alto. Y cuando se dio cuenta de que ella estaría gastando las próximas dos semanas, su estado de ánimo mejoro considerablemente.
"Espera un segundo", dijo la trabajadora social. Ella corrió a su habitación y cogió el viejo animal de peluche de su cama. Ella no lo había empacado porque tenía miedo que la gente de la casa sustituta, se burlara de ella cuando durmiera con ese oso de peluche. O peor, podría haber algunos niños pequeños en la casa quienes les pusieran sus sucias manos encima. Ahora que ella sabía a dónde iba, podía meterlo en el bolsillo exterior de la maleta, porque estaría a salvo. Y así lo haría.
Fuera del edificio, se metió en el coche, la mujer miro con desconfianza, y Sakura no tenía que leer su mente para saber por qué. Probablemente esperaba que Sakura llorara y se quejara. Su repentina aceptación pasiva de su destino estaba haciendo que la trabajadora social se pusiera nerviosa.
Tal vez pensaba que Sakura planeaba saltar del coche en la primera luz roja y así escaparse. Pero ella se quedó allí hasta que la trabajadora social volviera a una calle familiar y llego a una entrada.
"¿Has estado antes aquí, no?", preguntó la mujer, pero Sakura no se molestó en responder. Ella saltó del coche y saludo a la chica que estaba de pie en la escalinata de la casa.
Hinata Hyuga corrió hacia ella. Sakura dio un paso atrás, pero para su alivio, Hinata se detuvo en seco y no envolvió a Sakura en un abrazo. Evidentemente, ella conocía a Sakura lo suficientemente bien como para saber que no era del tipo huggy.
"¡Sorpresa!" Hinata gritó- ¿No se sorprendió en absoluto, apuesto a que pudo leer la mente de la esa mujer no?
"Por supuesto que sí. Oye, ¿Cómo lo lograron?"
"Mis padres me acaban de informar que necesitas un lugar para quedarte y yo quería que te quedes aquí. Así que llame a los servicios sociales y de hecho arreglamos todo" Ella tomó la maleta de Sakura y se dirigió hacia la casa.
Increíble, Sakura pensaba mientras seguía a su compañera de clases. Hace apenas un mes, a Hinata no se le hubiera ocurrido pedir a sus padres que su amiga se quedara dos semanas. E incluso no hubiera conseguido nada, se hubiera puesto nerviosa y sus padres no la hubieran escuchado. Nadie escuchaba a Hinata Hyuga en aquel entonces.
La mayoría de la gente ni siquiera la veía. Por que cuando Hinata se sentía invisible, en realidad se volvía invisible, desaparecía cada vez que no se hacía cargo de sus emociones. Ese era el "don" de Hinata la habilidad de desaparecer físicamente. Incluso la maestra de su clase, no estaba segura de si Hinata estaba allí o no.
Los padres de Hinata Hyuga la saludaron calurosamente.
"Es tan bueno tenerte con nosotros", dijo el padre de Hinata, y la madre de Hinata le dio un abrazo, que Sakura logró soportar sin inmutarse. Era tan difícil creer que estos padres de acogida eran las mismas personas que habían sido la causa de la miseria de hace tiempo de Hinata. No había sido a propósito—ahora realmente lo sentía, y Sakura podía ver que estaban intentando compensarla por eso.
"Es fantástico estar aquí", respondió Sakura. "Quiero decir, en comparación con el lugar donde yo hubiera terminado"
Y entonces las siete razones de la desesperación frecuente de Hinata llegaron a la habitación. "¡Sakura!"
"¡Hola Sakura!"
"Sakura ¿nos podrías leer un cuento?"
Sakura dio un paso atrás en alarma. Las septillizas estaban cubiertas de manchas.
"¿Alguna vez has tenido sarampión?" Hinata preguntó a Sakura.
"No sé" respondió ella honestamente. Ella no lo recordaba, y si hubiera tenido sarampión cuando era joven, su madre nunca le habría dicho.
Las posibilidades eran tales que si su madre hubiera estado tan fuera de sí, que probablemente no se habría dado cuenta de que Sakura estaba cubierta de manchas, y Sakura se hubiera recuperado por su cuenta.
"Está bien, ya no es contagioso", le aseguro Hinata.
Sakura intentó dar saludos más entusiastas. "Hola Sandi, Randie, Mandie…"
Ella no podía recordar el resto de los nombres. ¿Con que fin? Las niñas se parecían y no había manera de que pudiera acertar a cada niña su nombre.
Aunque la erupción de sarampión parecía estar exactamente en los mismos lugares. Fue el nacimiento de las septillizas, cinco años antes lo que había tenido la atención de los padres de Hinata. No era culpa de las niñas (no realmente) pensó Sakura, pero ella no podía culpar a Hinata por no tener sentimientos hacia ellos del todo fraternal. Tan solo el mes pasado fue cuando Hinata comenzó a relacionarse con las niñas.
"No la molesten ahora", La señora Hyuga las reprendió. "Probablemente ella está cansada"
"Y tenga hambre", agregó Hinata. "Sakura y yo iremos a mi habitación para comer algo"
Sakura sabía donde quedaba el dormitorio de Hinata porque había pasado un par de noches allí antes, hace menos de un mes, pero no estaba segura de si Hinata lo recordaría en realidad. Debido a que Hinata no era la misma la última vez que Sakura había estado allí. Ya que el don de Ino Yamanaka, su compañera, había poseído el cuerpo de Hinata en aquel momento.
Mientras entraban en la habitación y se establecía en una de las dos camas de la habitación de Hinata, Sakura pensó en el don de Ino, y en llamarla. Ella era un ladrón de cuerpos, que sonaba mucho más malo de lo que realmente era.
Por desgracia para Ino, ella no podía convertirse en una estrella de rock o en un astronauta.
Ella podía tener el cuerpo de otra persona solo si sentía lástima por esa persona. Si sentía una gran simpatía por un individuo, podía acabar dentro del cuerpo de una persona miserable.
Hinata había sido sin duda digna de lástima en aquel entonces, y no solo porque ella era invisible. Ella era más lamentable aún cuando era visible.
Ella era flaca (tan poco desarrollada que ni siquiera tenía sostén) su pelo era lacio y fibroso, la ropa era infantil, no le quedaba bien, y ella tenía una postura terrible. Ella estaba nerviosa y era tímida, cada vez ella miraba lo hacía asustada. Cada vez que miraba a los ojos de alguien como Ino Yamanaka, que era una de las chicas más populares en Konoha School, Hinata Hyuga era gravemente patética. Sakura sabía que Ino había sido miserable cuando quedo atascada en el cuerpo de un gran nerd, y dudaba que Hinata hubiera sido feliz de estar poseída por Ino.
Sin embargo curiosamente, habían trabajado para que todo fuera mejor. Así ella lo hubiera querido o no, Ino realmente había ayudado a la chica cuyo cuerpo había arrebatado.
Hinata ciertamente no era más patética. La chica que entro en la sala llevaba una bolsa de papas fritas y una jarra de guacamole, se parecía muy poco a la Hinata pre-Ino. Tenía el pelo brillante y había sido cortado y peinado en lindas capas. Sus ojos brillaban, sus hombros estaban derechos y sus orejas estaban perforadas, celebrando los aros de oro.
Ella todavía era flaca, pero ahora ella lo aprovechaba, llevaba jeans súper delgados y un cinto ajustado arriba.
Pero el cambio de Hinata era mucho más allá que su apariencia. La chica solía ser demasiado tímida para pedirle a alguien la hora, se sentó en la cama que estaba al lado de la de donde estaba sentada Sakura, le ofreció lo que llevaba y se enfrentó de lleno a Sakura.
"Sé que no quieres hablar de lo que ocurrió, así que no voy a preguntar cómo te sientes por el hecho de que tu madre está en rehabilitación. Y le he dicho a mis padre que no trajeran el tema a colación tampoco"
"Bien", dijo Sakura aliviada.
Hinata frunció el ceño. "Esa no es la respuesta que esperaba, Sakura"
"¿Huh?"
"Dímelo" Hinata le ordenó.
Sakura la miró sin comprender.
"¿Recuerdas las palabras mágicas? Por favor y…"
Sakura puso los ojos en blanco. "Está bien. Gracias" Hinata asintió en aprobación. "¿Ves? Puedes demostrar agradecimiento". Luego le sonrió a Sakura. "Mira se que estas agradecida. Solo que odias admitirlo, porque tienes miedo de parecer a la pequeña y dulce Annie o algo así"
Tenía razón y Sakura lo sabía. Tenía mucho orgullo, y ella no podía soportar la idea de que alguien sintiera lastima por ella.
Así es que Hinata había cambiado realmente. Todas las viejas heridas se habían creado en su capacidad de entender a otras personas, por saber lo que realmente estaba pasando con ellos. No podía leer la mente, como Sakura, pero era como si pudiera leer los sentimientos.
Eso no es lo que Madame llamaría un "don", pero tenía que admitir que era muy interesante, y también daba un poco de miedo. Hinata estaba llegando a conocer–a pesar de sí misma—a Sakura, de una manera que no había permitido conocerla a una persona antes.
Hinata agarró la bolsa de papas fritas. "¿Qué piensas tu de mi habitación?"
Sakura miró a su alrededor. Ella tenía el vago recuerdo de que la habitación de Hinata estaba decorada infantilmente y suave. Ahora estaba decorada con los colores primarios brillantes, las cortinas eran rojas, la colcha era a cuadros rojos y azules, tenía una mesa de color blanco brillante.
"Bonito", dijo.
"Gracias. Le dije a mis padres que quería una habitación completamente nueva y me dejaron escoger todo a mi"
"¡Wow!"Sakura dijo con admiración. "Los tienes totalmente envueltos en tu dedo meñique"
"Si, después de tantos años de abandono, me lo debían", dijo Hinata. "Oye, ¿has hecho alguna elección para el lunes ya?"
Su boca estaba rellena de guacamole, Sakura podría manejar solo las arrugas de su nariz. Eso no era en respuesta a la comida, el guacamole era delicioso, pero lo hizo en referencia a la tarea.
Madame les había ordenado a los estudiantes que prepararan un breve informe oral que describiera cuando comenzaron a tener conciencia de sus dones. Tragó saliva. "No. ¿Y tú?"
Hinata asintió con la cabeza. "Fue fácil para mí. Cuando las siete Hyuga aparecieron me redujeron a un don nadie"
"¿Un qué?"
"Alguien que no existe"
Ese era otro aspecto de la nueva Hinata. Una vez que ella había empezado a hablar, había revelado algo más sobre sí misma, y que nadie había esperado. Ella era inteligente.
"No es tan simple para mí", dijo Sakura. "No recuerdo cuando empecé a leer mentes. Creo que siempre he sabido lo que la gente está pensando"
"Eso me recuerda, tengo que pedirte un favor" Hinata la miro con impaciencia. "Mientras te vas a quedar por aquí, ¿podrías por favor no leer mi mente?"
Sakura sonrió. "¿Por qué? ¿Tienes un gran secreto que escondes de mi?"
"No, es solo cuestión de privacidad"
Eso es lo que siempre Madame le decía a Sakura—que leer la mente era algo como escuchar conversaciones privadas, o como leer el diario de alguien-.
"¿Así que prometes que no vas a leer mi mente?"
"No sé si pueda prometerlo" dijo Sakura. "A veces no puedo evitarlo. Solo pasa. Tú no puedes controlar tu don, ¿verdad?"
Hinata suspiró. "No desde que Ino estuvo en mi cuerpo es más difícil y más difícil desaparecer. Sin embargo he estado practicando, y yo he empezado a desaparecer un poco. ¿Has estado practicando?"
"Yo no necesito practicar. Como he dicho es algo natural"
"Quiero decir practicar a no leer mentes. Eso es lo que Madame dice sobre el control de nuestros dones, saber cuándo usarlos y cuando no".
Sakura se encogió de hombros. "Todo lo que podrías tratar es bloquearme creo que eso es lo que Madame hace para que no pueda leer sus pensamientos. O espera un minuto… tengo una idea mejor. No puedo leer la mente de mi propia madre, así que tal vez si pienso en ti como una hermana, no voy a ser capaz de leer la tuya tampoco."
"¿Podrías hacer eso?" Hinata le preguntó. "¿Pensar en mi como una hermana?"
Sakura se movió incomoda. "No sé", respondió ella con sinceridad. Al no ser una persona muy orientada a la familia, era difícil imaginar el tipo de sentimientos que las hermanas podrían tener una por la otra. Por otra parte si ella tuviese que elegir una hermana supongo que Hinata estaría bien. "Si, está bien", ella cedió. "Voy a ser tu hermana"
La puerta de la habitación de Hinata estaba a punto de estallar, se abrió y las siete Hyuga entraron en la habitación. "¿Podemos jugar ahora?" "¿Vas a leer para nosotros?" "¿Puedo traer algunas fichas?"
Estaban por todas partes. Hinata le ofreció una sonrisa a medias. "No es que yo necesite otra"
El segundo libro de esta Saga llamada Gifted, Marilyn Kaye es la autora.
Gracias por los favoritos del Libro 1: Ojos que no ven corazón que no siente.
Dark side of everyone y Karina Bancrofti gracias por sus reviews del libro 1!
Actualizo mañana!
Nos leemos!
