Saludos, lectores que se pasen por esta historia c:
Este es mi primer fic como escritora así que os agradecería muchísimo si al terminar de leer este capítulo me dejarais algún review con vuestra opinión y, si vierais algún fallo o algo me lo dijerais. Como podréis ver el primer capítulo es más bien como la segunda cinemática de Shurima. En el próximo capítulo es cuando empezaran las cosas realmente. Aun así, espero que lo leáis hasta el final.
Gracias y espero que disfrutéis de la lectura.
La Ascensión de Shurima
Dentro de las ruinas, en lo más profundo de la oscuridad, se pudo escuchar un grito de dolor. Una mujer de cabellos negros como el azabache y con ropajes dorados era la propietaria del desgarrador sonido.
-Gracias por tu colaboración Sivir, pero ya no me sirves de nada.-Dijo su compañera con una sonrisa perversa en su cara mientras esta empezaba a desangrarse en el suelo.
Tras limpiar la daga con la que la había traicionado, recogió el arma antigua del suelo y la depositó en el agujero de la puerta de la tumba.
-Por fin…-Dijo ella tras colocar el arma en su sitio- Espero que el viaje haya valido la pena…-A la espera de que la puerta se abriera, la gran serpiente que la adornaba cobro vida, atacando a la pérfida mujer con sus colmillos e inyectándole un veneno que cambiaría su apariencia para siempre.
Las puertas se abrieron y de ella una extraña criatura salió. Tenía la apariencia de un gran cocodrilo y llevaba consigo una gran arma, del mismo modo que un aura de locura y demencia irradiaba de él. Tras este, otra figura salió de la tumba. Un ser de pura energía y enorme poder se alzaba desde las sombras. Ante tan inesperada escena, Sivir se arrastró por el suelo intentando apartarse de allí mientras agonizaba sin poder hacer nada, dejándose caer en las arenas y dejando su sangre fluir por ellas.
En ese momento, Sivir, Señora de la Batalla, perece entre la oscuridad de las ruinas, mientras piensa en todas sus fechorías a lo largo de su vida, y que esta había sido la que acabaría con ella de una vez por todas, del mismo modo que las trampas habían acabado con sus hombres. Sin embargo, en un último aliento pide a los dioses que le den otra oportunidad, cerrando después sus ojos para caer en lo que sería su descanso eterno.
-Pov. Azir-
Luz…es tan brillante...y tan cálida…quiero tocarla…me invade un inmenso poder al hacerlo…siento mi cuerpo…como si hubiera vuelto a la vida…pero también duele…aun no veo nada, intento levantarme aguantando el equilibrio…mis piernas tiemblan al estar de pie y me doy cuenta de que mis ojos vuelven a ver…este lugar…me resulta familiar aunque no sé porque…hay una mujer tendida en la arena…parece que no se mueve…me acerco con cautela a ella y aparto el mechón negro de su cara…que es esta sensación…? Su alma, es igual a la mía…una autentica hija de Shurima…mis dedos…están húmedos…los miro…sangre…necesita ayuda…la cargo en brazos y me dirijo al Oasis del Alba, con la esperanza de llegar a tiempo…
Aunque llevo un buen rato caminando, mis piernas no me fallan y, gracias a los dioses, ya puedo oler las aguas…la miro sin detenerme…jamás había contemplado nada igual a ella…aguanta un poco más…solo un poco más…
Por fin…el Oasis del Alba…la madre de la vida…me apresuro a dejarla en sus aguas…ya está a salvo…ahora solo hay que esperar…pero…que son estas luces que me rodean…?
-Fin Pov. Azir-
En cuestión de segundos, tras despertar de su sueño, Sivir contempló la figura de su salvador rodeada de innumerables haces de luz mientras la ruinas empezaban a volver a su antiguo estado.
Para el asombro de Sivir, aquel que la había devuelto a la vida se había transformado en un ser con la apariencia de un ave. Jamás podría creer que lo que acababa de presenciar era la tan ansiada Ascensión.
-Dudo que quieras seguir ahí abajo en el agua.-Dijo él mientras le tendía su mano para ayudarla a salir de ahí.
-Ah…c-claro…-Dijo ella cogiendo su mano a la vez que él tiraba de ella.-¿Has sido tu quien me ha salvado…no?-Pregunto algo confusa, pues no esperaba que su salvador fuera ahora medio ave.
-Así es.-Respondió mientras asentía.
-Te estaré eternamente agradecida por ello y si necesitas algo te ayudaré como muestra de mi gratitud.-Respondió ella arrodillándose ante su salvador.
-Venga, no hace falta que te arrodilles.-Dijo él cogiéndola por ambas manos para hacer que se levantara.-Con tu nombre me bastaría.-Pidió él con una sonrisa.
-Me llamo Sivir, Señora de la Batalla. Y el tuyo…?-Pregunto con gran curiosidad.
-Mi nombre es Azir, el Emperador de las Arenas.
CONTINUARÁ…
