Narcisista
Era un amor extraño, prohibido, antinatural, desde cualquier punto imposible y mal visto por los ojos del mundo. Pero era inevitable, lo amaba más allá de lo fraternal, más que a las joyas y al dinero. No había mejor éxtasis que ver su rostro sonrojado mientras le escuchaba jadear y gemir por el placer que él mismo le hacía sentir…pero…¿era acaso una especie de enfermedad?
¿Qué le pareciera una divinidad, que le fascinara sus facciones, que le encantaran sus ojos y su cabello no era una especie de narcicismo de su parte? Y es que, ambos eran exactamente iguales con lo que al físico se refiera.
Eran iguales, eran gemelos, y le gustaba, en pocas palabras ¿se gustaba a sí mismo? ¿Era un maniaco narcisista?
No, quizás un poco, pero no era solo el físico. Amaba ese brillo de excitación en sus ojos producido por la adrenalina al momento de escapar cuando daban uno de sus golpes y la policía les perseguía, el chico militar, o el superhéroe de hebras azules; le gustaba esa sonrisa maligna y tan provocativa cuando le contaba de un nuevo plan; le gustaba cuando hacía pucheros o reclamaba por cosas que encontraban a la vez; hacerlo enojar o sonreír, se deleitaba tanto con hacer eso.
No, no era narcisista, pues ambos eran diferentes en muchos sentidos. Prefería mil veces aquellas expresiones de placer que cualquier diamante que pudiesen ofrecerle, mejor dicho, que pudiese robar.
—Shifty, deja de andar en las nubes y muévete—escuchó al menor con aquel tono de insistencia y necesidad.
—Sí, ya voy—se puso su sombrero y se dispuso a seguir junto al menor, lo que para ellos a una noche de acción concernía, era a robar el nuevo museo de la ciudad—. Lifty…
—¿Uh?—al girarse solo recibió un beso por parte del mayor, no dudó en corresponderlo el tiempo que duró.
Al separarse, se sonrieron a su típica y pilla manera y bajaron del techo del edificio dispuestos a pasar un rato muy divertido.
Ciertamente si tenían sus parecidos, quizás sí era una especie de narcisista…
¿Fin?
