Sin advertencias, sólo alguna referencia a ciertas cosas.

Hetalia no me pertenece, por cierto. Créditos a Himaruya.


Jueves, 26 de septiembre: Alguien tiene sueño

Ésta era, quizás, la clase más aburrida que había tenido en su vida.

Usualmente, la Academia W estaba repleta de profesores y alumnos particularmente extravagantes, así que uno no podía decir que se aburriera tanto estando allí; ni siquiera durante las clases de matemáticas. Claro está, siempre tenía que haber una excepción a la regla.

Una vez por semana (incluso más, dependiendo del ramo elegido), diversos estudiantes se veían obligados a asistir a clases extras en el laboratorio que no era laboratorio. Técnicamente era una sala dotada de computadores con acceso limitado a internet para hacer tareas, emplear programas de diseño o idiomas y así.

Por supuesto, nadie hacía nada de eso. La mayoría de los profesores, viejos y desvencijados hasta la médula, a duras penas podían tocar un ordenador. Así que, o pasaban directamente de utilizarlos y hacían otras cosas en el pizarrón, o sencillamente dejaban a los estudiantes con su libre albedrío en ellas. O lo que es lo mismo: sin nada que hacer.

Así que ahí estaba él ahora, jugándo aquel juego de caramelos que se había vuelto tan popular en el teléfono justo antes de dejarlo frustrado a los tres minutos por no poder pasar del nivel 56, y con un sueño y aburrimiento que te cagas. Muchos de sus compañeros ni habían entrado al laboratorio, o hacían de todo menos abrir el programa para hacer el pendón que el profesor les había asignado.

Tal vez si se echaba una siestica nadie lo notaría, nunca lo hacían, de todas formas. Su hermano Alfred había estado todo el rato desviando la atención de todos los demás con alguna estupidez que había dicho sobre los superhéroes afroamericanos. Así que, exceptuando al cubano que le había preguntado por alguna tarea trivial de la clase anterior, nadie más se había dignado a hablarle. Era la oportunidad perfecta.

Guardó disimuladamente el teléfono en el bolsillo de su pantalón, sacó sus audífonos y se los acomodó con presteza en el canal auditivo, arreglando un par de mechas rubias para que no se le enredasen.

De cara al escritorio, Morfeo le estaba esperando.


¡Buenas! Aquí, empezandito con un nuevo experimento. Estoy escribiendo estas historias durante mis aburridas clases de Laboratorio (que tampoco son de laboratorio), las cuales afortunadamente son bastante breves. Así que cuento con aproximadamente 30 minutos por clase, dos veces a la semana, para escribir estas historias. Por ende, no serán muy largas. El chiste de esto es empezar a agilizar la mente y los dedos, a ver si así me aflojo y me pongo a escribir como posesa.

Saldrán varios personajes y situaciones, así que no será de nada en específico. Aunque me gustaría que al menos dieran algo de risa, pero eso es mucho pedir. Según mis cálculos, actualizaré dos veces por semana: lunes y jueves.

En fin, comentarios, death notes, cianuro (en polvo, líquido, pastillas, etc.), los tomatazos de toda la vida, o simplemente un "Hey, no está tan mal"... son todos bienvenidos. ¡Hasta la próxima!