Punto de quiebre

Por Katou Yu

Disclaimer: D. Gray –man pertenece a Katsura Hoshino, este fic ha sido escrito sin fines de lucro.

Advertencias: Yullen, yaoi, flashbacks sensuales y traumas del pasado.


La primera vez que Allen vio a dos hombres tener sexo fue cuando tenía ocho años. No en una película porno, ni siquiera fue una imagen encontrada por casualidad y mucho menos fue culpa de otra persona, simplemente fue un accidente.

Todos los sábados iba a clase de piano de ocho a doce de la mañana, como en cualquier familia típica, su padre le hacía el desayuno y su papá lo iba a dejar con el profesor. Siempre fue recogido con puntualidad. Pero ese día su maestro tuvo una emergencia, así que lo llevó de regreso a casa en su auto y lo dejó en la puerta disculpándose. Allen, que tenía curiosidad por el mundo, pensó en aventurarse y vagar un rato, sin embargo, mientras decidía en el porche, escuchó un grito ahogado.

Pensando que uno de sus padres se había lastimado, decidió entrar y ayudar. Revisó la cocina pero sólo encontró dos platos a medio terminar. Se dirigió hacia la sala cuando escuchó un golpe seco que se fue haciendo repetitivo y rápido. Subió a la habitación de sus padres pensando que habían emprendido un proyecto de carpintería, como lo hacían usualmente, sin embargo, la puerta estaba entreabierta y con cada paso que daba se escuchaban algunos jadeos y quejidos.

Empujó la puerta descubriendo que el golpeteo era la cabecera de la cama chocando contra la pared, estaban desnudos, padre estaba acostado sobre la cama mientras papá se sentaba con fuerza sobre él quejándose cada vez que se movía.

—¿Papá? —dijo Allen llamando la atención de ambos haciendo que se les subieran los colores y trataran de separarse y cubrirse con las sábanas.

En la confusión, ambos intentaron levantarse y cayeron al piso. Lo que Allen no sabía era que todos los sábados, de ocho a doce, sus padres aprovechaban la mañana para fortalecer su matrimonio.

En su intento por querer mantener intacta la inocencia de su hijo, que les miraba confundido, habían conseguido el efecto contrario. Habían caído en una extraña posición que resulto en un golpe seco contra el suelo, pero eso no era lo peor, tanto como para su padre como para papá, había resultado terriblemente dolorosa porque aún no se habían "desconectado".

Allen pudo escuchar a papá quejarse de un intenso dolor y a su padre sobarse la entrepierna mientras apretaba los dientes con la cara completamente roja, la mente de Allen apenas pudo reaccionar ante los quejidos adoloridos, tuvo que llamar a emergencias, la operadora trataba de tranquilizar al niño desesperado del otro lado de la linea.

"Padre se cayó encima de papá y... y... su trasero está sangrando, ¡papá se va a morir!"

La operadora con todo su profesionalismo le dijo al pequeño que una ambulancia llegaria al sitio. Allen aún no parecia calmado y cuando llegaron los paramedicos sólo los arrastró a la habitación, tuvieron que sacar en una camilla a su papá acostado boca abajo y los vecinos se habian arremolinado alrededor de la casa.

En el hospital, su padre trató de calmarlo y explicarle que todo iba a estar bien, pero no sabía cómo hablar de las aves y las abejas en la sala de espera.

Más tarde el tío Cross (años después descubrió que no era su tío en realidad), pasó por él riendo por la situación y lo llevó a casa. Él se encargó de explicarle los detalles sobre la reproducción humana y sobre el sexo gay con todo detalle.

Y al día siguiente, cuando papá, sentado sobre una rueda para hemorroides, y padre trataron de explicarle lo sucedido, Allen declaró que lo sabía todo, sin embargo, por más que le dijeran que era natural, ya pensaba que eso de tener sexo era peligroso y te mandaba al hospital.

Las cosas hubieran sido sencillas para Allen si desde siempre se hubiese sentido atraído por las chicas, pero la verdad era que incluso a esa edad ya le gustaba un niño de su escuela.

Lamentablemente no todo era color de rosa, solía llevarse mal con ese niño, se preguntaba por que su cara enrojecia aunque pelearan y llegaran a los puños. Eran constantes las veces que volvía casa con algún moretón pero aun así, no lloraba. Aquel niño no cambiaba su expresion pese a que le habia roto la nariz y eso lo tenía impactado. Kanda Yu le parecía increiblemente valiente.

Quizá había sido cosa de la infancia, pero quién diría que, con el pasar de los años, aquellos niños que se mataban a golpes en el patio de la primaria, ya siendo unos adolescentes en preparatoria decidirían iniciar una relación romántica.

Nadie sabía los detalles, primero sólo eran rumores, pero después de un tiempo, muchos corazones se rompieron cuando los vieron llegar de la mano. La esperanza se perdió cuando presenciaron el momento en que Kanda le cedía un bocado a su novio y pensaron que el apocalipsis estaba cerca cuando Allen le dio un beso en la mejilla que no fue correspondido con un puñetazo.

Y ahí estaban, dejando mandíbulas por el piso mientras las apuestas sobre cuánto durarían corrían a cargo de Lavi sin que ellos se dieran cuenta, pues a pesar de la tierna armonía la pareja seguía discutiendo de vez en cuando.

—Ustedes dos le están jugando una broma a toda la escuela — Lavi se tomó el atrevimieto de sentarse en la misma mesa que la "parejita".

Allen miro extrañado a Lavi mientras seguía masticando su comida y Kanda entrecerro sus ojos.

—¿Te parece que tenemos cara de payasos, conejo?— Kanda le respondio haciendo uso de ese mal humor que le caracterizaba.

—¿Tan raros somos?— preguntó Allen limpiandose con una servilleta.

—Hace un mes se peleaban por el último ramen y ahora se dan de comer en la boca— dijo Lavi mirándolos desconcertado —pensamos que se odiaban, había gente que apostaba en sus peleas— pensó en su negocio venido a menos.

—Podría empezar a pelear contigo— dijo Kanda parando su comida y comenzando a subirse las mangas.

—No, no, si no me parece mal, sólo es raro— y se dejó caer sobre ek respaldo de la silla como una expresión de derrota. —por lo menos me contarán cómo pasó?

—No— dijo la pareja al mismo tiempo.

Y es que querían atesorar el momento crítico en que se habían declarado a gritos y se habían besado por primera vez. Además, les avergonzaba que no fuera romántico ni delicado. Kanda conservaba el labio partido en aquella pelea y el moyashi uno que otro moretón.

—Entonces van en serio?

—¿Tanta curiosidad te da?— preguntó Allen un poco cansado de ser cuestionado.

—Puede decirse que son la pareja del año ¿ya se besaron?, ¿se presentaron a sus familias?— Lavi siguió bombardeándolos con preguntas y Allen no podia ocultar su pena. ¿Cómo podría decírselo a sus padres?

—¡Ya cállate conejo! Lo que hagamos el moyashi y yo no es de tu incumbencia, menos de la escuela— miró friamente a un grupo de chicas que cuchicheaban y les miraban en una mesa cercana.

Lavi se fue para evitar problemas pues al fin y al cabo, los que habían apostado por que durarían una semana ya habían perdido.

Al final del día, Lenalee tomó a Lavi del brazo y lo arrastró rumbo al centro para que Kanda y Allen pudieran caminar juntos a casa.

De inmediato se tomaron de la mano. Por extraño que pareciera, después de años peleando, comprendían que esa forma de llevarse mal era porque deseaban estar cerca uno del otro y la incertidumbre por saber si los sentimientos eran mutuos les provocaba mucha frustración. Ahora no podían parar de tocarse. En la escuela sólo llegaban a besarse en la mejilla y tomarse de la mano y quien tomaba la iniciativa era Allen, pero fuera de ésta, Kanda era quien lo abrazaba y no lo soltaba aunque necesitara su mano.

—El viejo no está...— Kanda se aclaró la garganta —¿quieres ir a mi casa?

—¿Ir a tu casa?— para Allen no era como si no conociera la casa de Kanda, después de todo, Lavi lo terminaba arrastrando junto con Lenalee. Claro que ahora las condiciones eran diferentes.

—¿No quieres?— Kanda habia notado la duda en la voz del moyashi.

Allen pensó que su indecisión lo hacía ver como si rechazara a Kanda, rápidamente aclaró su malentendido diciendo que estaba bien.

Habian llegado a la casa y, tal como Kanda habia dicho, el viejo no estaba. Kanda lo guió a su habitación y por alguna razón Allen sintió que el sitio le agradaba. Era tal como Kanda, se percibia la tranquilidad y el orden en aquella cama bien arreglada, que de sólo comparar con su habitación se daba cuenta de que tenía un desastre.

—Voy por algo de tomar— dijo Kanda sin preguntar qué quería.

Estaba nervioso, tenía a Allen en su habitación, estaban solos y, aunque era lo que había deseado desde la primera vez que el moyashi había pisado su casa, ahora que era posible no sabía qué hacer. Así que tomó un par de bebidas y saqueó la alacena de las botanas de su viejo para llevárselas a su novio.

Allen miraba la habitación, no había tenido oportunidad de observarla. Quería lanzarse a la cama y preguntar sobre los libros de los estantes. Le iba a dar un ataque cuando Kanda volviera, ¿qué podían hacer? era obvio, era buen momento para besarse y hablar, pero no tenía ni la menor idea de cómo se comenzaba una u otra cosa.

Allen se acercó al escritorio de Kanda viendo que tenía objetos algo curiosos como un reloj de arena que en realidad contenia una flor de loto. A un lado del escritorio pudo ver una espada parecida a la que Kanda solía emplear en sus entrenamientos en el club de kendo, aunque esta era diferente.

Kanda entró en la habitación con las manos llenas, le habia atrapado curioseando aunque tratara de actuar normal. Allen aceptó la bebida que Kanda le ofreció. Se quedaron en silencio mientras Kanda se acomodaba a su lado.

—¿Esa espada es de verdad?

—Sí— dijo Kanda algo cortante dando un sorbo a su bebida, notaba cierto nerviosismo en el moyashi, quizas no debia ser tan seco —Pero obviamente no la puedo usar, asi que sólo está ahí de adorno.

—Estarías en prisiín si te dejaran usar esa espada, ya dejas hecho pure a los que pelean contigo con una simple espada de bambú.

Kanda se sintió alagado, su desempeño en Kendo lo enorgullecía.

—Había olvidado que me habías visto en el torneo— mintió.

—Aunque no fui porque quisiera— también mintió.

—Si te invito al siguiente, ¿querrás ir?

—Tal vez— dijo Allen sonriendo.

Abrieron las botanas pero no se atrevían a tocarlas. Ambos se habían dado cuenta que unas papas sabor cebolla no eran la mejor opción para el momento. Se miraron nerviosos. Kanda se levantó y le dejó la espada para que la viera.

—Es bonita— dijo Allen sin saber cómo calificar un arma —¿y ese reloj?

—Al viejo le gustan las antigüedades.

—No pensé que te gustaran las flores.

—Tampoco se suponía que me gustaran los moyashis.

—Ahora que... somos novios... emmh... deberías llamarme por mi nombre.

—¿Qué no te llamas moyashi?— dijo Kanda pellizcándole la mejilla.

Le agradaba llamarlo así, era el único que lo hacía.

—¡Claro que no!— chillo Allen frunciendo el ceño —Entonces yo te llamare baKanda.

—¿Cómo me dijiste moyashi?— le tomó de las mejillas apretándolas un poco.

—Así te diré si no me llamas por mi nombre.

—Tengo toda la vida llamandote "moyashi", no esperes que cambie ahora— dijo Kanda recordando que siempre habia sido de esa manera. Allen parecía molesto, Kanda no le veía problema, es más, creía que el moyashi sobreactuaba.

—Entonces me voy— se levantó y caminó hacia la puerta.

Kanda lo vio levantarse y su estómago se hizo un nudo. Fue tras él y le tomó la mano en el pasillo.

—No te vayas...— pidió mirando al piso mientras frotaba la mano de Allen —puedes llamarme Bakanda.

Kanda lo dijo en burla porque detestaba cuando Allen se ponía serio y dramático con cosas que no le parecían importantes. Allen entrecerró los ojos, estaba molesto, también trató de manotear a Kanda para que le soltara la mano.

—Dime "Allen"— se zafó y cruzó los brazos para que Kanda no lo tentara a rendirse tocándolo.

—Ya te dije, es raro— Kanda suspiró —¿Cuál es el problema? Soy el único que te llama así, todos usan tu nombre.

—¡Porque es lo normal!

—Me gusta "moyashi"— dijo Kanda acercándose haciéndo que Allen diera pasos contra la pared —pero... si tanto lo quieres... puedo usar tu nombre de vez en cuando.

—Úsalo siempre, mis padres se rompieron la cabeza buscando un nombre y que mi novio no lo pueda usar es absurdo porque...

Allen fue interrumpido por un beso breve. Las mejillas de ambos se pusieron rojas. Allen dejó que Kanda se pegara a él y tomó la iniciativa del segundo beso.

Kanda no entendia el porqué, pero cuando veía al moyashi enojado, sentía que quería besarle. De cierta manera le resultaba "adorable". Lo atrajó hacia sí, aquel beso comenzaba a subir la temperatura en su cuerpo y en el del moyashi. Sus manos algo traviesas acariciaron la espalda del albino lentamente descendiendo hacia donde terminaba su nombre y entonces Allen contuvo la respiracion y abrió los ojos como platos rompiendo el beso al instante.

—¡K-Kanda!— se quejó con las mejillas aún más rojas, quiso apartarse pero el otro lo tenía atrapado entre sus brazos.

—Déjame tocarte, Allen— le susurró al oido provocando que se le erizara la piel.

Era la primera vez que escuchaba su nombre con la voz de Kanda. Trataba de repetir en su mente la forma en que había sonado pues jamás lo había hecho tan bien. Al principio era cuestión de respeto y de ganar una batalla contra la necedad de Kanda, pero ahora quería que dijera su nombre para escuchar su voz.

Puso sus manos en la espalda de Kanda y la recorrió tímidamente mientras sentía los labios del otro en su cuello y sus manos colándose bajo el uniforme. Kanda había interpretado el silencio de Allen como permiso para llevar sus manos a donde quisiera, así que intentó de nuevo tocar el trasero de su novio pasando su mano suavemente de la cadera hasta atrás. Allen volvió a dar un salto y subió las manos de Kanda de nuevo a su cintura. Volvieron a besarse, las manos de Allen ya estaban bajo la camisa de Kanda y él aprovechó para bajar hasta la zona de peligro. Pero no importaba cuantas veces bajara, o qué tan lento lo hiciera, Allen le volvía a subir las manos. Ya se había rozado las entrepiernas, se habían acercado incluso más para presionarlas una contra la otra, se pasaban la mano por el pecho y sus besos eran cada vez más largos, pero Allen no dejaba que le tocara el trasero.

Quiso volver a intentar notando que el moyashi estaba concentrado en el beso, sus manos se movieron con agilidad y enconces tomaron el trasero del moyashi para estrujarlo. Pudo oír el gritito de sorpresa de Allen, sus manos se detuvieron buscando apartarlo pero el quiso seguir tocando el suave trasero del moyashi, se sentia bien incluso por encima de la ropa.

—¡Kanda! ¡no!— gritó Allen apartándolo finalmente y haciéndole caer sobre su cama.

—¡¿Por qué?!— dijo Kanda sin entender cuál era un problema.

—¡No sé! ¡Sólo no!— dijo Allen con preocupación —lo siento, no quise empujarte.

—No te gusta cómo te toco— dijo Kanda sentándose en la cama.

Era la primera vez que tenía novio, no era como si supiera qué hacer. Tal vez era demasiado brusco, o era muy pronto para manosearse. Tenía tantas ganas de tocar al moyashi que ni siquiera se había detenido a pensar en si el otro lo deseaba.

—¡NO! ¡N-no es eso! ¡ME GUSTA!— Allen se había dado cuenta del malentendido que había causado —todo está bien hasta que tocas... ahí.

—¿Te hice daño?— dijo sintiéndose como una bestia.

—No...— Allen lo pensó, no se sentía mal, no dolía, todo lo contrario, pero su cabeza no paraba de decirle que era peligroso.

—Es solo que... me asusta— dijo Allen algo apenado.

—Esta bien, creo que esta vez hemos ido muy rápido— dijo Kanda tratando de ser comprensivo, apenas su relación comenzaba, tenía que darle tiempo al moyashi.

—No lo tomes a mal— Allen aún trataba de arreglarlo pero Kanda le detuvo.

—¿Al menos puedo besarte?— preguntó acercandose nuevamente a Allen, este algo sonrojado asintió.

—¡Yuu!

—¡Maldición!— masculló Kanda sin haber besado al moyashi, el albino se habia quedado esperando.

—¿Tu abuelo?

—Se supone que debía volver más tarde— masculló y Allen rió.

—¡YUU!— volvió a gritar.

Kanda hizo una mueca de fastidio.

—¿QUÉ?— respondió hacia la puerta.

—¡Nada! ¡Sólo quería saber si estabas en casa!

Allen a penas y podía contener la risa, era común que el abuelo de Kanda lo avergonzara, sobre todo cuando había invitados, pero esta vez se daba cuenta que siempre era así.

—¿Puedo llamarte Yuu?— dijo Allen besando su mejilla para compensar el beso interrumpido.

Kanda lo miró molesto, sabía que se estaba burlando.

—Cuando me dejes tocar...— contratacó.

—Ni hablar, entonces seras baKanda— dijo haciendo un puchero, aunque le resultaba un poco injusto ya que nadie mas llamaba así a Kanda a excepcion de su abuelo y Lavi, quien era un suicida.

—Vamos a bajar, quiero saludar a tu abuelo— se acerco a la puerta, Kanda puso cara de fastidio y lo siguió.

Allen saludó como siempre al señor Tiedoll, el hombre parecía entusiasmado con su visita y Kanda sólo rodaba sus ojos.

—¿Has venido a hacer algun trabajo de la escuela?

—A-algo asi...— tartamudeo Allen, aun no le habian dicho nada a sus familiares sobre su relación.

—El moyashi tiene que volver a su casa temprano— dijo Kanda tomandolo del brazo y arrastrandolo a la puerta.

El abuelo trató de hacer que se quedara a comer, pero Kanda fue más ágil y le ayudó a negarse. Al parecer ninguno de los dos sabía qué hacer con las presentaciones a sus familias. Kanda lo acompañó hasta la esquina y ahí le dio un beso de despedida tan intenso que casi se quedan pegados. El celular de Kanda comenzó a sonar, el abuelo le había mandado un mensaje pidiéndole que pasara a comprar unas cosas de regreso.

—Mañana vienen sus amigos ancianos— dijo Kanda apretando el celular —podemos quedarnos en mi cuarto, no molesta cuando está jugando cartas.

—No podría, sabiendo que tu abuelo está ahí...

—No es como nos fuera a ver.

—Creo que podriamos ir a otro lugar— dijo Allen tratando de pensar en algún sitio ya que le parecía algo indecente estar manoseandose con el abuelo de Kanda y sus amigos en el mismo sitio —podriamos ir al cine.

—¿Entonces quieres una cita, moyashi?— preguntó Kanda con sorna y Allen se puso rojo —está bien pero no pagaré tu comida, me dejarías quebrado.

Allen lo vio enojado, estaba conciente de lo mucho que comía, pero no era su culpa.

—Bien— dijo Allen acomodando su mochila —paso por ti mañana, Bakanda.

Kanda arrugó la frente y trató desquitarse, pero Allen y comenzó a correr hacia su casa. Lo vio seguir y dar la vuelta, vivían relativamente cerca, desde su ventana podía ver la casa de Allen, pero jamás había ido. Tenía curiosidad por verla.


Nuevo fic. No duden en hacerme saber su opinión. Dependiendo de la recepción del material valoraré la frecuencia de las actualizaciones, por lo pronto, muchas gracias por leer. Saludos desde un rincón de septiembre ;D y abrazos para todos.

Katou Yuu