Hola mis queridas lectoras, que bueno que se pasaron por aquí, espero que este pequeño mini fic sea de su agrado, les voy a dar tres cositas para que comprendan por donde va el hilo, primero esto es parte del fic descubriendo el significado de los sentimientos, pero (siempre hay un pero) mostrare un poquito por donde va todo para que las chicas que no la han leído comprendan vale.

Otra cosa es que está centrada en los capítulos VIII (Inmortalidad), habrá varios retazos de ese capítulo para recordar la memoria o hacer entender, y se puede decir que esta historia es una parte perdida de esas tres semanas de locura de Rin.

Entonces por ultimo este capítulo está dedicado para mis queridas lectoras las cuales espero que me perdonen por tanta irresponsabilidad de mi parte: black urora, LinTanya, Exorcist yen-chan, sayuri08, serena tsukino chiba, kaissa, Misaki taicho, emiruse, sakuraflower94, Fan de angel de la esperanzalira, KaitouLucifer,AshesAndDreams, emiruse, YessicaHeW, Hot pink world by jaquie y anllyvero, además de todas las chicas que me han comentado alrededor de todos los capítulos, o en todo caso que han seguido mi historia en silencio, se los agradezco mucho y espero que disfruten esta historia es para ustedes chicas.

Sesshomaru se convierte en niñero:

Recuerdos I

El gran daiyokai Sesshomaru, era conocido por su fuerza, astucia, inteligencia, belleza y frialdad, pero las tierras del oeste se verán en la tarea de conocer una faceta completamente nueva: Sesshomaru el gran niñero.

Nadie y es absolutamente nadie, se imaginó presenciar tal increíble suceso, tal vez, y es que solo la mente más retorcida y fuera de lógica podría unir esas dos palabras en una sola oración.

Pero claro como todo tiene una razón de ser, pues contaremos un poquito que fue lo que sucedió para que tal locura fuera posible y que dejara a todos los yokai, hanyou y humanos, esperando que los cerdos empezaran a volar.

Rin ya tenía varios meses en el castillo del oeste, y una invitación había llegado para invitar al Gran Señor del Oeste a una reunión en las tierras del Este, esa tarde ella había partido hermosa y radiante junto a su querido amo Sesshomaru, y entre yokai había pasado la velada con completa normalidad, pero todo eso cambio cuando fue presentada la señora del Este Yuuriko Kaemoru una enemiga de Sesshomaru que él no dudo en ir a atacar.

Pero antes de poder dar el segundo ataque, Ishiro Señor del Este se interpuso frente a su mujer y la protegió empezando a pelear con el Sesshomaru quien con facilidad estuvo a punto de matarle, pero antes de dar la estocada final, Yuriko empleo un truco el cual ya había utilizado varias veces.

―Le matas y tu humana también se muere― los ojos de Sesshomaru viajaron hacia su protegida quien no parecía estar en peligro.

Así que su vista volvió al señor del Este, pero ya el nombrado se encontraba en guardia evitando con facilidad el ataque que hace unos segundos hubiera sido devastador.

El zumbar de las dos espadas volvió a su curso, algunos espectadores veían con atención a la joven humana, buscando a que se refería la yokai, notando en ese momento como los ojos cambiaban del marrón al rojo escarlata en menos de un segundo. Luego vieron a Sesshomaru que en su contienda no había notado el cambio.

Nuevamente el daiyokai conto con la ventaja, su espada estaba lista para cercenar el brazo de Nobukana, pero el grito ensordecedor de su protegida, dejo todo en un silencio aterrador.

La joven se encontraba de rodillas, mientras de sus labios salía borbotones de sangre.

―Te dije que detuvieras la batalla Sesshomaru― hablo Yuriko― creíste que mi único poder era el controlar las mentes, porque te has equivocado, tengo el poder de destruir el cuerpo de la persona bajo mi control con solo pensarlo.

Los ojos de Sesshomaru cambiaron al rojo y sin esperar un segundo se abalanzo habilidoso hacia su presa, pero antes de siquiera empezar su ataque otro grito secuenciado de más sangre lo desconcentro, saltando instintivamente hasta su humana.

La atrajo a su regazo con sumo cuidado, Rin le miró fijamente con sus ojos café inundados en lágrimas y un segundo después se quedaron mirando al vacío.

Después de ese momento el inuyokai Sesshomaru tuvo que salir de las tierras del Este por ayuda dejando a su protegida en manos de sus súbditos pero ellos no pudieron hacer nada…

¿Qué es lo que tiene? ― la frialdad e indiferencia colmo las palabras del yokai.

Se está desangrando internamente, según lo que me ha dicho la señora cuando Kaemoru la poseyó sintió un dolor dentro su cuerpo, como si le hubieran dado un fuerte golpe―respondió bastante triste.

Se puede salvar― la mujer trago duro eso era el tema que no quería tocar, pero ella ni había respondido y ya Sesshomaru sabia la respuesta. No.

Bueno le hemos dado un brebaje…―

Responde solo lo que te pregunte― hablo tajante interrumpiendo la explicación.

No amo, las pócimas son solo para calmar su sufrimiento, le queda muy poco tiempo de vida.

Vete― Yazumi hizo una reverencia y se retiró, dio una mirada a Rin quien le sonrío, se sintió triste seguramente este sería el último día que vería a la señora con vida.

¿Sesshomaru? ― la voz de Rin era un murmullo débil ―Si yo muero…amo usted, no me olvidara… ―Sesshomaru abrió los ojos desmesuradamente y la impotencia de no poder hacer nada para ayudarla hicieron estragos en su cordura, pero a pesar de todo su rostro siguió inescrutable. Con voz solemne le hablo a la joven mientras su mano recorría con cuidado su rostro alejando los mechones de cabello que cubrían su piel perlada en sudor.

No seas tonta Rin, tu no vas a morir―la chica sonrió, era una mueca agrietada sus labios blancos estaban resquebrajados. Las palabras de Sesshomaru, habían reconfortado a Rin, no por el hecho de que el dijera que no fuera a morir eso era algo que estaba segura que pasaría, la oscuridad invadiría dentro de poco su mente, ya la muerte no significaba razón para temer. No había tristeza, ni felicidad, no había nada, la muerte era la nada. Ella no tenía que temer, pero aquí en medio del debate entre la vida y la muerte era donde se veía el verdadero infierno porque aunque su cuerpo se retorcía por el dolor y aunque se estaba desangrando por dentro ese dolor, resultaba una nimiedad, comparado con ver el rostro de su señor que mostraba la desolación y la impotencia chispeando en el dorado profundo de sus ojos entonces ahí si sentía la torturante agonía de la muerte.

Desconocía que hacer para ayudar a su humana, se maldijo internamente por no haberla dejado en aquella aldea, allí no correría tantos peligros como a su lado… detuvo sus lamentos, no entendía que le estaba pasando, cada día se estaba volviendo más débil, cerró los ojos dejando de ver a su humana intentando guardar la compostura y pensar las cosas de la manera más razonables.

Lo primero era matar a Yuriko Kaemoru, pero eso lo haría sin esperar un día más es si Rin moría, si su protegida lograba sobrevivir aunque lo dudaba entonces buscaría una forma de que la yokai no tuviera oportunidad de volver a controlarla, era increíble que él tuviera una debilidad y era nada más y nada menos que fuera una despreciable humana la que le diera a sus enemigos un flanco para atacarlo. Pero aunque sabía bien todos los problemas que le traía el hecho de tener a Rin a su lado no deseaba que se alejara.

Sesshomaru yo deseo decirle algo – susurro. Ella sabía que iba morir así que no tenía que temer por confesarle a su amo sus sentimientos, sería eso una liberación a su alma ― Amo Sesshomaru yo estoy... profundamente… enamorada de usted.

El rostro de Sesshomaru no se alteró en lo más mínimo, esto pasaría en algún momento, toda su vida supo que él poseía rasgos que atraían a las hembras sobre todo las humanas, esa era su naturaleza, deslumbrar a la presa y que ellas vinieran directamente a él. Aunque él sabía que era algo normal, de igual forma se sintió extrañamente conmovido.

Espero que no me odie por eso― dijo bastante triste.

Eres humana Rin, es natural en los de tu especie― sentencio.

Usted cree que me enamore porque es herm…―no fue capaz de seguir con sus palabras las convulsiones volvieron con más ferocidad. Aunque Rin estaba decidida a no morir antes de decirle todo a su señor ― Se equivoca… yo le amo por ser la primera… persona que fue… amable conmigo, me salvo…me cuido por años… yo solo vivo para estar a su lado Sessho….―

Rin se sintió débil y no pudo seguir ya no se sentía capaz de ni siquiera mover un dedo, cerró los ojos y con reuniendo todas sus fuerzas fue capaz de decir una última frase. Sesshomaru la tenía entre sus brazos.

Rin desea…que le…de un…último beso― este deseo le sorprendió, pero era su humana la que él había protegido y no le negaría su último anhelo. Se acercó a ella y con sumo cuidado rozo sus labios con los de su protegida. Un beso con sabor a sangre, a muerte.

Y con la muerte llevándose la vida de Rin por tercera vez, sin darle la posibilidad a Sesshomaru de poder hacer algo excepto el de vengar su muerte, pero en esos últimos momentos de agonía un salvador llego, un joven general quien estaba completamente enamorado de la joven Rin, y al enterarse de los daños recibidos en las tierras del Este llevo hasta el palacio a una bruja quien tal vez tendría la única salvación de Rin.

Yo soy la hechicera Hirasumi ― hablo la bruja, su piel arrugada como una pasa, era de un color oliváceo el cual resultaba repugnante a la vista. Además que sus ojos parecían que se saldrían de sus cuencas en cualquier momento.

¿Quién te ha traído aquí?― interrogó Sesshomaru, con una voz llena de acidez, que solo daba a entender que mataría a quien había traído a la mujer.

Ese demonio llamado Takeshi, me ha pedido que salve a esa humana, pero su tiempo se agota y si no buscas lo que te ordeno ella morirá definitivamente― en sus ojos relampagueaba el deseo de ver al daiyokai doblegado frente a ella, pero eso no sucedió.

Yo me encargare de buscar lo que necesite, solo dígame y me haré lo necesario para conseguirlo ― intervino rápidamente Takeshi, en sus ojos la esperanza empezaba a emerger, dando brillo a su mirada.

Busca un ogro como sacrificio, necesitamos mucha sangre, es lo más importante, a la media noche se hará el ritual― dijo desilusionada, mientras acariciaba los cabellos de la joven.

¿Qué es lo que pretendes? ―preguntó Sesshomaru cuando la presencia de Takeshi, se había ido del lugar.

Convertir a esta humana en un ser inmortal― la sorpresa invadió la mente de Sesshomaru pero no dejo que la esperanza aflorara en él, es más, dejo que la desconfianza lo llenara por completo, no se atrevería a confiar en esa mujer.

¿Desde cuándo los humanos tienen el poder de hacer semejante cosa?― comentó con sarcasmo.

Yo no soy humana, aunque tengo la misma esencia que ellos, soy inmortal― le dijo con voz mordaz― yo fui humana hace mucho tiempo atrás, pero descubrí este conjuro.

Entonces si te corto la cabeza no morirás―mencionó con burla, la mujer frunció el ceño.

No es así como funciona, yo descubrí esta técnica hace unos siglos atrás― la mujer espero a ver si el yokai mencionaba algo pero al no decir nada siguió con su explicación― en ese momento tenía esta apariencia y desgraciadamente no he conseguido la fórmula para rejuvenecer mi cuerpo…

No me interesa eso― le recrimino, haciendo que la mujer frunciera el ceño enojada por tratarla de esa manera― ¿Qué piensas hacer con Rin?

Como le estaba diciendo, esta era mi apariencia cuando hice el conjuro el cual su efecto es la longevidad, por eso la había dicho que iba a convertir a esa joven en un ser inmortal, su cuerpo tendrá esa apariencia por siglos, pero en cambio que a los yokai ella tendrá las mismas debilidades de un humano, tal vez sea más resistente que un humano común, además sus heridas se curaran en un lapso de tiempo mucho más corto, pero los daños mortales como ser quemada viva o degollarla la mataran. Me ha entendido.

Los riesgos de hacer eso― se notaba cierto interés en la voz del daiyokai.

Muy astuto de su parte preguntar eso, ― mencionó ― Aunque inútil, pues no hay riesgos, lo peor que puede pasar es que siga muerta, todo dependerá de la fortaleza de su alma para estar en este mundo.

Maldita sea. Se recrimino mentalmente Sesshomaru, porque diablos se sentía así tan anhelante de volver a ver los ojos marrones de Rin. Sintió unas enormes ganas de matar a alguien, para drenar su ira y confusión, pero las únicas personas cercas eran la bruja que decía ser capaz de salvar la vida de su protegida, Rin no contaba ella estaba muerta, ¡porque lo estaba! Él no podía escuchar su corazón y no respiraba, ¿Qué más evidencia? Miro nuevamente la bruja, parecía segura de lo que decía. Decidió dejar que el ritual se llevase. Aunque no podría estar más tiempo cerca de Rin.

Señor Sesshomaru, ¿Que ha sucedido con Rin? ― preguntó Yazumi con un tono de voz que solo se podía definir como tristeza.

Están intentando traerla de regreso, ve y vigila a la bruja que acompaña a Rin, cerciórate de buscar todo lo que te pida― los ojos de la yokai se abrieron sorprendidos ― ¿Que estas esperando? ― pregunto molesto Sesshomaru sacando a la mujer de sus pensamientos, salió rápidamente del lugar.

La luna llena reinaba en el cielo, todos se encontraban en absoluto silencio dentro de los enormes muros del palacio, los nervios estaban a flor de piel en varios súbditos los cuales habían logrado aceptar y apreciar a la joven humana, mientras la felicidad brotaba en otros los cuales simplemente agradecían que por fin la intrusa estaba muerta. La esperanza y el temor se sentía en el aire, el silencio en que estaba asumido el lugar fue roto sin previo aviso por el grito de dolor de un enorme yokai verde, su cabeza yacía en el piso mientras su sangre se esparcía en un enorme barreño de madera, ese era el primer requisito para intentar devolver a la vida a Rin. Sangre.

Necesito cabellos― los presentes miraron confusos a la mujer ¿cabellos? ― ¿Quién es el padre de esta humana?

Está muerto ― la voz inexpresiva de Sesshomaru resonó en todo el lugar.

Entonces, ¿usted es quien marco a esta joven como su mujer? ― los ojos de Sesshomaru relampaguearon, pero de igual manera asintió ― Necesito que me des algunos de sus cabellos.

Sesshomaru se arrancó un puñado, tendiéndoselos a las manos esqueléticas de la mujer ―Un hermoso cabello plateado― mencionó la bruja mientras veía con atención como brillaban a la luz de la luna, con cuidado ato los cabellos a las muñecas del cuerpo de Rin ― Por último, necesito que me de uno de sus colmillos.

¡Rin no podrá vivir! Pensaron como una mente colectiva todos los demonios, les resultaba imposible creer que el inuyokai fuese a entregarle uno de sus colmillos. Para su sorpresa, Sesshomaru acepto la rudimentaria tenaza que le entrego la bruja y se lo arranco. Todos tenían los ojos bien abiertos, primero no entendían ¿cómo su amo lo había dado sin rechistar? y segundo ¿cómo se arrancó sin más, así de fácil? Ciertamente su amo era un total misterio en muchos aspectos, concluyeron.

El colmillo fue entregado a la anciana que lo puso entre los rígidos dedos de Rin. La humana aun no mostraba ningún signo de vida. Pálida y rígida, con unos cuantos cabellos atados a sus manos y un colmillo, no parecieron hacer la diferencia. Los que deseaban que no regresara, parecieron sentirse más confiados.

Hay que quitarle la ropa― hablo la mujer, al terminar de realizar un extraño cantico.

La vista de Takeshi y todos los varones de la habitación fueron directamente al cuerpo de Rin y luego a Sesshomaru los cuales esperaban una reacción visible, pero en cambio el rostro del inuyokai seguía igual de inescrutable, todos pensaron que ya estaría cansado de ver a Rin desnuda, pero… ¿Los dejaría quedarse? La respuesta de eso llegó instantáneamente como si el yokai fuera capaz de percibir sus pensamientos.

Porque todavía los veo dentro de esta habitación― la voz de Sesshomaru salió amenazante. Los demonios no tardaron mucho en salir del lugar, algunos por la puerta que daba al jardín, otros por el pasillo.

Takeshi fue el último en salir, se quedó en las puertas mirando a Rin, no deseaba quedarse para ver su cuerpo desnudo, simplemente quería saber si ella regresaría. El daiyokai al notar la parsimonia con la cual actuaba el general, tuvo que dirigirle una mirada llena de odio. Renuente se marchó e instantáneamente las puertas fueron cerradas.

Yazumi junto con otras sirvientas quitaron el fino yukata de Rin. Los ojos de Sesshomaru volaron rápidamente, lo más lejos del cuerpo desnudo de la joven, cuando miro nuevamente, el cuerpo de Rin estaba siendo sumergido en el bañero de sangre. Para su tranquilidad, su cuerpo desapareció en el oscuro carmesí de la sangre demoniaca.

La voz de la hechicera fue el único sonido de todo el lugar, la cual hablaba en un dialecto completamente desconocido. La mujer empezó a lanzar a la bañera, algunas hierbas sin detener su extraño lenguaje. Después de unos minutos, una fuerte luz salió de donde se encontraba el cuerpo de la joven y por fin la mujer dejo de rezar. Todo quedo en silencio, mientras poco a poco la luminosidad desaparecía, quedando nuevamente en penumbra.

No ha resultado― murmuro la hechicera, causando que la tristeza y la desilusión se instalara en casi todos los presentes, con la única excepción de Sesshomaru que nunca había confiado en aquel extraño ritual.

Sin previo aviso, el cuerpo de Rin emergió fuera del bañero de sangre. Se mantenía de pie con las manos unidas, el cuerpo chorreando sangre. Fue una escena que sorprendiendo a todos ¡Había funcionado!... aunque su apariencia los dejo sin palabras, sus ojos estaban vacíos, completamente negros y sus cabellos flotaban en el aire, los cuales eran plateados « ¿Se había convertido en un demonio?» se preguntaron.

La joven temblaba al para salir de la sangre, cuando sus pies tocaron la madera casi cayó, varios brazos se alzaron para ayudarla, pero Rin no se derrumbó, tambaleándose camino hacia Sesshomaru, sin pudor alguno, su mirada vacía no perdía de vista al daiyokai que a su vez estaba confundido. El olor que desprendía le era familiar, una mezcla de él suyo propio. Sus cabellos plateados aun cuando flotaban le eran indiferente. El problema, se concentraba en su mirada muerta.

Cuando llego frente a él, se dejó caer de rodillas.

¿Rin? ― pregunto su nombre con desconfianza, la joven levanto el rostro y lo miro con sus ojos vacíos.

Mi señor ―definitivamente esa la voz le pertenecía a Rin. Su cuerpo se quedó muy quieto por un segundo y luego se derrumbó en el suelo. El cabello se tornó oscuro y un grito de dolor escapo de sus labios. Un grito interminable. Sesshomaru no tenía idea de que hacer, aunque la bruja parecía satisfecha.

El grito ceso después de lo que pareció una eternidad. Al abrir sus parpados, sus ojos seguían igual de vacíos e inexpresivos ¿Su alma no regreso? Sus pensamientos fueron respondidos por Hirasumi que al parecer pensaba en lo mismo.

Ella esta con vida, pero su estado será así por algún tiempo, desconozco cuanto durara, pero esa joven será controlada por sus instintos humanos, por un largo periodo ―mencionó y como si en su mente recordara algo gracioso empezó a reír ―Además no recordará nada de su pasado, es como si hubiese nacido otra vez, estará adaptándose al mundo nuevamente y su cuerpo está sufriendo la transformación, su estado será delicado así que tienen que tener sumo cuidado con ella.

Rin, vamos a vestirla― le hablo dulcemente Yazumi a quien no le parecía correcto que la humana estuviera desnuda y menos en presencia de un hombre, que importaba si era su amo, seguía siendo un varón. Para su sorpresa la chica la miro aterrada y abrazó fuertemente al torso de Sesshomaru, su cuerpo temblaba de miedo.

Esta es la muestra de lo que les digo, su instinto la controla― mencionó, mientras señalaba a la joven quien seguía con su cuerpo pegado al de Sesshomaru ― Sus instintos le dicen que los yokai son peligrosos.

¡Pero si Sesshomaru es un inuyokai! y mírela esta abrazada a él, cómo explica eso― recriminó la yokai.

Es sencillo, ella está unida al él, para eso pedí su colmillo y sus cabellos― hablo denotando en su voz que resultaba obvio semejante situación ― Lo único que reconoce esa humana, es que le pertenece al inuyokai, además que por un tiempo no creo que ningún demonio se le pueda acercar, a menos que sea una humana como ella. Dudo siquiera que se aleje de él.

El rostro de Sesshomaru no se inmuto por la declaración, pero en su mente una vocecilla gritaba todo tipo de blasfemia, ¿él tendría que encargarse de Rin? teniendo a su merced innumerables súbditos para que se encargaran de la joven. Cerró los ojos, él no podía perder la cordura. Se separó de la joven, la cual le miro llena de desolación, parecía una niña indefensa.

Y a partir de este momento comienza nuestra historia…

El sol brillaba en lo más alto, pero aunque ya era medio día Rin, no tenía intenciones todavía de despertar. Sesshomaru quien la miraba de reojo cada cierto tiempo, vio que por fin esta se removía dispuesta a despertarse, así que se levantó dispuesto a salir al instante que ella lo viera.

Sesshomaru quien los primeros días se iba antes que la joven despertara, había sido el culpable que la joven sufriera fuertes oleadas de pánico al encontrarse totalmente sola, y si algún yokai entraba a su habitación sus gritos serian oídos hasta las aldeas más lejanas, y después de darse cuenta del todos los estragos que causaba eso, decidió que lo mejor sería esperar a que ella despertara para poder marcharse, o mejor dicho intentarlo.

Al fin la joven se despertó, y abriendo los ojos miro la figura borrosa de Sesshomaru que ya abría la puerta listo para retirarse, pero no lo logro, unos brazos se agarraron fuertemente a sus piernas y los ojos de la humana lo miraron llenos de miedo.

―No se valla ―suplicó, mientras se apoyaba en él, a este acto el daiyokai solo pudo cerrar los ojos como muestra de fastidio, y volviendo a cerrar la puerta se sentó nuevamente viendo como la joven sonreía ampliamente ― Muchas gracias kami.

Rin después de retenerlo, camino hasta una de las tantas puertas de la habitación donde se aseaba todas las mañanas; al salir de la habitación ya solo le faltaba cambiarse el fino yukata de dormir.

El yokai no dijo nada e intento, aunque no lo logró, mantener la vista lejos de Rin quien al revivir había olvidado algo que muchas mujeres consideraban algo imprescindible en su vida "el pudor", la joven humana le daba igual que el daiyokai la mirase completamente desnuda.

―Mi señor ¿cuál cree que es más bonito? ― le preguntó, la humana mientras le mostraba dos kimonos, uno rosado con dibujos de flores de cerezo y otro turquesa con el paisaje de una playa en la parte baja, y como era de esperase él no opino nada, pero al ver las señales de que ella se pondría a llorar señalo el kimono turquesa, y ella miro con aprensión el seleccionado ―Pero ese no es tan lindo, a mí me gusta más el rosado.

―Entonces ponte el rosado ― mencionó desinteresado.

―Pero amo a usted le gusto el turquesa así que me pondré ese― y sin decir más nada empezó a colocarse el kimono, pero no había que ser un genio para saber que ella estaba en completo desacuerdo con la elección de su amo.

Sesshomaru entrecerró los ojos con fastidio y con rabia de sí mismo para lo que iba decir, que según su criterio era una tontería.

―Rin quiero que te pongas el rosado― instantáneo, el kimono turquesa desapareció de su cuerpo, y la sonrisa más amplia de ese día ya decoraba su rostro, agarro enérgicamente el otro kimono, y se lo coloco para luego verse por todos lados, asegurándose de tener todo en orden.

―Es tan lindo, mi señor ― dijo mientras lo abraza fuertemente, para luego dar vueltas alrededor de la habitación, llena de felicidad por algo tan trivial como lo era una simple prenda de vestir.

Luego de aquello fueron hasta el comedor, y como era de esperarse la joven Rin, aterrada por todos los yokai que habían a su alrededor empezó a dar gritos en cada esquina que se cruzaban con uno, al final Sesshomaru enojado ya, llamo a Yazumi, y le ordeno que mandara a despejar todos los pasillos que daban hacia el comedor, al instante la yokai de cabellos azulados desapareció, dándole valor a la joven de salir de la espalda de su señor.

― ¿Se ha ido aquella mujer demonio? ― el inuyokai no hizo ni un gesto para responderle a Rin y solo siguió su camino, siendo seguido por la muchacha que apretaba cada vez más fuerte el kimono del yokai.

―Amito bonito ― chilló una voz y unos minutos después una pequeña criaturilla verde hacia aparición. Lo que me faltaba, pensó el daiyokai al ver a su fiel sirviente.

―AHHHHH― grito desesperada la humana al vislumbrar al renacuajo ― ¡Qué cosa tan fea es esa! ― dijo mientras se agarraba al torso de su señor.

― ¡Más respeto niña impertinente! ― grito él a su vez al escuchar tales insultos hacia su persona ― Yo soy el fiel sirviente del Amo Sesshomaru.

― ¿Usted es un sirviente del amo? ― interrogó al percatarse que no era su enemigo, además en sus recuerdos estaba aquel ser tan horrible.

―Es que eres sorda mocosa, claro que soy súbdito del amo, todavía recuerdo el día que lo conocía, fue cuando…―la joven ignoro las palabras del hombrecillo y siguió su camino junto a su señor dejando a Jaken hablando completamente solo.

Después de unos minutos más entraron a la habitación donde la comida ya estaba servida y no se veía ni un solo súbdito a la vista, ciertamente Yazumi había hecho su trabajo.

―Que hombrecillo tan feo ―menciono Rin cuando Jaken entro en el comedor, este no dijo nada, ya sabía lo que sucedió con la humana, así que era una pérdida de tiempo reprenderla, con lo sucedió hace unos minutos atrás era suficiente― Umm amo Sesshomaru, ¿cuál es el nombre de ese renacuajo con ropa? ― preguntó sin ningún tipo de delicadeza, cosa que causo la rabia emerger en el yokai.

―Soy Jaken muchacha maleducada ― dijo molesto.

―Increíble hasta su nombre es realmente feo― exclamó mientras reía sonoramente, y de repente se detuvo sin decir palabra se quedó un solo segundo en silencio ― Ja-ken, me he equivocado su nombre no es para nada feo, es horrible, ¿cierto mi señor? ― el demonio simplemente la miro, sin decir palabras, pero Jaken solo sintió que esa mirada era una advertencia para su persona, así que se tragó sus insultos. Pero Rin siguió poniendo a prueba su paciencia.

― ¿Y a usted tenido novia alguna vez Jaken? ― «hay por amor a todo lo que hace Sesshomaru, esto no podía ser posible» pensó el demonio verde, apunto de golpearse la cabeza con la mesa. Los dos súbditos que acaban de aparecer para dejar a los comensales su postre tuvieron que apretar los labios para contener con mucho esfuerzo una fuerte carcajada, por las palabras de la niña, ¡la dulce inocencia! Y como era de esperarse ella al notar su presencia se espantó, pero luego miro a Jaken.

―Es increíble, pero esos demonios que son más grandes que usted me dan menos miedo que su horrible cara ―dijo burlona, no paso ni un segundo y las dos mujeres estaba a punto de revolcarse en el suelo de la risa, obvio es que al demonio no le hizo tan gracia el chiste.

―Maldita cría ― grazno, pero al ver la mirada su amo, solo siguió refunfuñando palabras sin sentido, pero aun haciéndolo lo más bajo que pudo, el daiyokai fue capaz de escucharlo.

―Jaken ― amenazó Sesshomaru, fue suficiente para callar las quejas del pequeño yokai, quien agotado cerro sus ojos intentando desconectar su mente.

Rin quien parecía la típica niñita indiscreta, que no se calla nada, y hace pasar vergüenzas a su madre o con quien sea que ande, pero hay una "mínima" diferencia, el único que podía decirle algo no le parecía que regañar a la humana valiera su tiempo, es más y es que el daiyokai estaba completamente entretenido, sintiéndose como si el reloj hubiese dado la vuelta a sus manecillas y se encontraran en las situaciones habituales de hace unos nueve años atrás.

―Hey Jaken, señor verde, umm ranita ― pregunto viendo el mutismo del yokai, así que apoyándose de la mesa, pincho al renacuajo con uno de sus palillos, comprobando si el súbdito de su amo había muerto.

― ¿Qué quieres Rin? ―dijo con tono cansado su lengua picaba por gritarle muchas cosas, y palabras no aptas para menores.

Pero hacer aquello seria como decir que estaba completamente dispuesto a morir así que cerró los ojos, pidiendo internamente tener la paciencia suficiente para soportar la actitud de Rin, pero lo que Jaken no sabía que eso simplemente era el comienzo de la tortura…

Continuara…

Próximo capítulo: Juegos sucios y flores de colores