N/a: No es nada del otro mundo, solo una tontería por ahí. Me pareció gracioso cuando lo escribí, ahora no tanto. Pero aún así…
Bah, lean y opinen.
Disclaimer aplicado.
Jαckαss
By: Aяi-cнαи
Fue gracioso cuando sucedió.
Luego fue estúpido.
—¡Eres un asno!
Suigetsu hace una mueca que denota molestia y relincha como un caballo. Karin quiere reírse, porque esto es claramente la cosa más graciosa que ha visto en mucho tiempo. Pero es Suigetsu de quien estamos hablando, y ella tiene su dignidad. Y es Karin. Y él Suigetsu, joder —Karin y Suigetsu, Suigetsu y Karin… como la sandía.
Se muerde el labio y reza al cielo por lograr acabar con esto antes de echarse al suelo a reír como histérica.
—Fuera.
—¡Eh, que sepas que esto no fue a propósito!
—¿Cómo que no? ¡Estás desnudo!
—No sería la primera vez.
—En mi cama. ¿Tienes algo que decir al respecto?
No, claro que no. Dios, quiere reírse porque la cara de él es todo un poema, y probablemente se parezca a la suya hace unos momentos. Y es que mira que equivocarse de habitación. Es tonto, pero no tanto.
O sí porque si no, no cometería tal error garrafal.
Vuelve a intentarlo.
—Entonces… ¿Te quedarás ahí toda la noche?
—Si eso es lo que quieres.
—¡Suigetsu!
—¡Bueno, ya! Que estoy apenas con una sábana encima y tú no dejas de mirarme.
—Porque has entrado a mi habitación sin mi permiso y en pelotas, de paso.
—¡Que pensé que era la de esa chica!
—¿Qué chica?
—Aquella, la que nos atendió en la recepción y me hacía ojitos… Bueno, a mí y a Sasuke; pero alguno de los dos tenía que sacrificarse.
Es ahí cuando ella por fin revienta. Primero se muerde el labio en un último intento por esconder la risa, pero sabe que es en vano. La primera carcajada suena extraña, un sonido entre un gato ahogándose con una bola de pelos y el de una nariz al ser sacudida—vamos, que es asqueroso. Pero ni aún así Karin para de desternillarse.
Él sigue allí, sentado en su cama con la sábana tapándole sus partes. La mira como si fuera retrasada mental—y no es tampoco la primera vez, pero todo es tan gracioso ahora, que no importa. Frunce el ceño cuando se da cuenta que ha pasado un minuto y ella sigue riendo y él comienza a parecer un imbécil.
O es ella la estúpida o él que no lo pilla.
—¿Se puede saber qué es tan gracioso? —hace un mohín.
Karin para un momento, se limpia algunas lagrimillas y se detiene a mirarlo nuevamente y tan largamente que por un instante Suigetsu tiene el espejismo de que se ha sonrojado—él, no ella; por más absurdo que parezca.
Entonces Karin lo suelta.
—¡Si es que era un travesti!
FIN
