Hola a todos... aqui traigo este proyecto (yo siempre los llamo mini, pero terminan creciendo) por el cumpleaños de Matthew . Se que no es mucho y que deberia actualizar mis otros fics, pero mi pc anda de muerte lenta y toda la info de mis fics se ha perdido... y este triste pedacito es producto del tiempo robado en un pc prestado. En fin, espero que sea de su agrado y que para el lunes ya todo este solucionado... no podre hacer nada al respecto sobre el cumpleaños de Alfred... pero espero que acepten esto por partida doble, dado que me voy de viaje por estos días... cuidense mis amados lectores y lectoras y nos leemos pronto...

Andrea Black.


Sobre Fútbol, cumpleaños y Mattie

Capitulo 1


Había algunas cosas que no le gustaba compartir con nadie. Una buena taza de café en la mañana, el último mordisco de una Big Mac, el ser considerado el héroe por excelencia, pero además, había otra que podía encabezar su lista. Y era el tiempo a solas con su hermana. Y aunque ese tiempo era escaso por su propio descuido o por las múltiples reuniones a las que estaba obligado a asistir por ser un héroe, porque el termino superpotencia era un poco fofo. Pero eso sólo ayudaba a su egoísmo, dado que como no podían pasar con ella todo el tiempo que deseara, le molestaba profundamente cuando alguien irrumpía en su sagrado momento a solas.

Justo como sucedía en esos momentos.

-Papa, que agradable sorpresa es el verte.- dijo la rubia con una sonrisa. Se cruzó de brazos y reprimió un gruñido. Porque gruñir frente al enemigo era un signo de debilidad. Y un héroe nunca es débil.

-Ma petite fille. Luces encantadora como siempre.- saludó Francis abrazándola inmediatamente y sonriendo al ver el sonrojo que teñía las mejillas de la joven nación. Alfred rodó los ojos ante esto. Gruñir estaba prohibido por razones obvias, pero rodar los ojos se permitía. "Es parte de la personalidad de todo héroe."

-Papa, por favor.- rogó Mattie, mientras intentaba soltarse antes de que las exploradoras manos del europeo intentaran afianzarse aún más en su territorio. -Por que no le haces compañía a Al, que se encuentra en la sala, mientras busco algo de café.- sugirió, logrando librarse y prácticamente huyendo rumbo a la cocina.

-Bonjour Amérique.- saludó Francis con una sonrisa, mientras se sentaba en uno de los sillones de la sala de Canadá. Alfred tomó aire y se obligó a calmarse. Los héroes no se exasperan tan fácilmente. Los héroes piensan con cabeza fría y son calculadores, a parte, saben sobrellevar cualquier situación, por más molesta que esta le parezca. Además, sólo se trataba de Francis. Que a pesar de ser un pervertido comprobado, era una de las figuras paternas de su hermana y no se atrevería a hacerle nada a ella. Al menos nada más lejos de un poco de invasión del espacio personal.

-Hola Francis. ¿Cómo está todo?- preguntó tranquilamente y con una de esas sonrisas Colgate que pareciera que siempre llevaba en los labios. El rubio europeo lo miró unos segundos, antes de sonreírle.

Cuando vio como Francia abría su boca para responder, el timbre de la residencia de Mattie volvía a sonar. Posó sus ojos en la puerta, preguntándose quién rayos podría ser esta vez. Ojala solo se tratara de un fastidioso vendedor del cual se podría deshacer en cuestión de segundos. Escuchó los pasos apresurados y ligeros de la rubia, quien cruzaba el pasillo y llegaba a la puerta. Que sea un vendedor. Que sea un vendedor. ¡Que sea un vendedor!

-Dad.- escuchó como exclamaba Mattie. Apretó sus puños. Bien, ahora no sólo tenía que lidiar con Francis sino también con Iggy. Completamente genial.