Entre 3 años a 1 año y medio antes de la batalla de las doce casas.

Marín estaba que no cabía de la sorpresa que le daba tener a Shaka frente a ella, no es que el fuera un tipo feo, era solamente que, al desconocer cuál era su rango, pues no tenía el valor de acercarse, agregado a que él siempre había estado lejos, pues solo llegaba una o dos veces al año al santuario, por otra parte, ella sentía algo por el hermano del supuesto traidor, realmente según los guardias más viejos contaban, Aioros no podría haber traicionado a Athena aunque quisiera, pero bueno, ella no estaba para juzgar.

Aun así, aparte de sentir algo por Aioria, el rubio hindú siempre había resultado un misterio que quería resolver personalmente, no le hablaba a nadie, no opinaba nada de nadie y parecía no reparar en la presencia de nadie, parecía, pero ella había descubierto que Shaka siempre, desde los 14 años, había reparado en su roja cabellera, "el rojo fuego es mi color favorito" le había dicho esa primera vez que le hablo, mientras, de manera sorpresiva, acariciaba un mechón de su roja cabellera.

Ella había quedado en shock y curiosamente desde ese entonces, Shaka llegaba una vez al mes y su estadía superaba a las anteriores, pues ahora se estaba una semana, cuando antes solo era una tarde.

Siempre se miraban cerca de la entrada oficial al santuario, Shaka incluso solía llevarle panales de abejas repletos de miel silvestre, era para que ella se alimentara adecuadamente, a veces ella pensaba que lo que realmente ocurría era que Shaka solo quería ser amigable con alguien, quizá con una mujer a la que todos miraban mal por ser oriental, aun así, Shaka siempre había terminado desubicándola, con flores, con poemas, con libros románticos que ella no leía porque Shaina siempre se los robaba (o alguna otra de esas mocosas) e incluso, se escapó un par de veces del santuario y habían ido a Rodorio, la segunda vez los atraparon y los llevaron donde el patriarca Arles, curiosamente, jamás los castigo, al contrario, siempre bromeo con que una de sus niñas favoritas era la novia de uno de sus máximos favoritos, jamás menciono el rango del chico, ella temía fuera uno de esos malvados dorados que las leyendas internas decían, trabajaban como asesinos a sueldo del patriarca.

Shaka solo parecía observarla, pero jamás la miraba, incluso ella llego a quitar su máscara, con el pretexto de la ley, pero Shaka le dijo que él no necesitaba verla para saber que era hermosa.

Incluso Shaka compro un águila y le dejo en libertad para que sobrevolara el santuario, para que cada vez que ella la viera le recordara.

6 meses antes de la batalla de las doce casas.

Marín estaba alegre, él había vuelto al santuario, lo había visto llegar, aún era una incógnita su rango, ella tenía curiosidad, pero jamás le preguntaría.

Hola Shaka, que bueno volver a verte. – decía una Marín feliz de verle de nuevo.

Hola Marín – respondió Shaka, con cierta amargura, pues había escuchado a un par de guardias hablar de que la santa de plata del águila y su amorío con cierto gato subdesarrollado.

¿ocurre algo? – pregunto Marín al ver el tono de Shaka.

Ocurre que estoy agotado del camino, ha sido una emergencia por la que estoy acá.

¿Emergencia? – pregunto ella, pues era sabido que Seiya ya estaba al lado de los santos de bronce en el torneo galáctico y eso era mal visto en el santuario.

No te preocupes, no tiene nada que ver con tu discípulo, son cosas ajenas a los santos.

¿ajenas a los santos? Shaka, porque siento que me hablas más por compromiso que porque quieras.

No te equivoques Marín, es solo que no quiero malos entendidos con tu novio.

¿es eso o es que no has entendido que tú eres más importante que él? – dejo salir Marín de su boca, sin pensarlo, dejando desnudo su corazón.

¿lo soy? – pregunto Shaka consternado por lo que la pelirroja acababa de decirle.

Lo eres, eres mucho más importante que él, él se acercó a mi tan pronto mi cuerpo empezó a cambiar, tú lo hiciste antes, ¿Por qué dudas que eres más importante que él para mi corazón?

No quiero lastimarte, si él lo hace es su problema, pero yo, yo no tengo el valor de eso, en cuanto a la palabra duda, esa palabra no tiene cabida en mis pensamientos, buda mismo me ha educado. – dijo Shaka, recordando la fama que los dorados habían alcanzado en el santuario, se sabía que muchos de plata que se oponían al patriarca habían muerto, la mayoría ignoraba que había sido en sus propias manos, solo que nadie sabía que solo el patriarca tenía conocimiento de quién era exactamente él.

No me importa buda, me importas tú – fue lo último que dijo Marín antes de quitarse la máscara.

Shaka sabía que ella se había despojado de la máscara, sin quererlo abrió sus orbes, dejando ver esa mirada cristalina que hipnotizo a la pelirroja, mientras él caía preso delos encantos que el rostro de ella le prodigaba.

Marín no pudo evitar acercar su mano al rostro de Shaka, acariciarlo, sobar los mechones rebeldes y rubios que a causa del viento que hacía en esos días, se elevaban haciendo ver a Shaka como si este tuviese un aura dorada. , su perfecta nariz, su masculina barbilla, luego, pasó su mano sobre el pecho de él, acariciándolo, la electricidad estática que este roce desprendía era asombrosa, y Shaka parecía cerrar los ojos para disfrutar de ella, también se podría decir que ella estaba loca, pues teniendo un novio al que quería, sentía que al tipo frente a ella era al que realmente amaba.

Shaka había gozado con esas caricias inocentes y a la vez placenteras, aun así, era consciente de la distancia que los separaría cuando ella supiera que había sido él quien mato a su maestro.

A pesar de ello, sin quererlo, Shaka acerco su mano al vientre de ella, levantándole la blusa, metió su mano bajo esta, acariciando suave y delicadamente el ombligo de la plateada, el ombligo y el resto del vientre, ahí donde estaban era imposible que alguien les viera, así que inclino su rostro y la beso, era cierto que él no era tan alto como Aldebarán, pero también era cierto que las silver saints eran pequeñas y salvo esos zapatos de tacón, parecían gnomos de jardín, pero este pequeño gnomo con cabello color fuego le encantaba.

Perdido en sus pensamientos no se detuvo y acerco su otra mano al rostro de Marín, dándole un ligero toque que hizo que la chica aumentara su sonrojó, cosa en la que ni uno ni la otra habían reparado, esto, se les estaba yendo de las manos.

Shaka acerco su rostro al de ella, en suave sintonía con sus latidos, tomo el aire que necesitaba para poder pensar con lucidez, una lucidez que ella le había robado hace casi 3 años atrás.

Shaka le beso dulce y tiernamente, como lo haría alguien que teme que sus besos la lastimen, como alguien que teme salir lastimado a la vez, cerro sus ojos al mundo, sus oídos cerro ante la razón, solo quería disfrutar con ella esos segundos, aunque eso se volviera su perdición.

Marín por su parte no parecía razonar, ella disfrutaba besar a Aioria, que a leguas tenía más experiencia que Shaka, pero ella había anhelado tanto un beso de Shaka, que este le despertaba miles de sensaciones, sensaciones que, ni juntando todos los besos de Aioria, no lograría encontrar jamás, su corazón y su razón tenían una lucha, uno quería seguir adelante, sin importar las consecuencias, mientras la otra parte pedía a gritos pensar con claridad y en las consecuencias, ella sabía ya que Aioria era un santo dorado, debía temer por la vida de Shaka, pero ni aun así, su corazón se impuso, obligando a la razón a guardar silencio.

Shaka había olvidado el tiempo, el espacio y la realidad, quisiera poder desaparecer de este mundo, abrazado a ella, besándose siempre, olvidándolo todo, incluso que él le había estado mintiendo todo este tiempo, que él no había sido sincero con ella, que él no había mencionado que era un santo dorado, que él no la podía amar.

Shaka cayó en cuenta que él había jurado su corazón a la diosa, una diosa con la que jamás había hablado, una diosa que jamás le había preguntado cómo se sentía, una diosa que jamás le había preguntado si amaba a alguien, una diosa que jamás le había preguntado si de verdad le quería servir, una diosa tonta a su forma de ver, que creía que su ideal era la correcta y justa, olvidando que si tuerces los destinos de los hombres, estos jamás encontraran la felicidad.

Arles sabia que nadie ignoraba su crueldad, así ahí ante él arrodillados estaban ni mas ni menos que 5 santos dorados y dos santas de plata, irían en una misma misión: detener a un grupo de bersekers que ya no servían a Ares, sino a Kairos, el hermano menor de Cronos.

Pero quería que algunas saints los acompañaran "para saciar sus necesidades básicas" así que frente a él estaban: Aioria de leo, Shura de capricornio, Afrodita de Piscis, Ángelo conocido como mascara de la muerte de cáncer y Camus de acuario.