Summary
La princesa Sakura no tenía en sus planes caer bajo el dominio de Syaoran Li, su peor enemigo. Mucho menos enamorarse de él. Pero sobre el corazón, la razón no manda, sus destinos se cruzaron y desde ese momento no pudieron alejarse el uno del otro.
Una historia de pasiones ocultas detrás de las puertas del castillo real, cubiertas con mentiras y traiciones. La suerte está hechada y Sakura y Syaoran no podrán evitar enamorarse profundamente el uno del otro. S&S
Capítulo I
"Extraños"
La luz del alba iluminaba el reino y las blancas piedras con las que estaba construido el palacio real del imperio de los Li.
En una de las enormes ventanas, un joven de pelo castaño estaba sentado apuestamente mirando el cielo, que iba tornándose del celeste a a un color medio anaranjado, con sus ojos ámbar mientras una suave brisa movía sus castaños cabellos.
Repentinamente, su tranquilidad se vio afectada por un hombre de pelo negro que entró en la habitación a paso ligero interrumpiendo los pensamientos del joven que miraba el hermoso paisaje que adornaba los entornos del reino conocido como el reino del sol, debido a que siempre que el sol se ocultaba, teñía de color amarillo tirando a naranja las casas del reino, y cuando amanecía, de un dorado cegador.
- Syaoran, el Reino de Denethor ha caído - Dijo el hombre de cabellos negros que había ingresado en la habitación,
- ¿En manos de Clow otra vez? – Preguntó girándose bruscamente, clavando sus profundos ojos ámbar en el recién llegado.
- Así es. Asesinaron a toda la familia real. No quedaron sobrevivientes, quemaron todos los campos. – Explicó con voz pausada. - Si esto sigue así, me temo que la guerra con el Imperio de Clow se aproxima muy pronto querido primo…
- Lo se Eriol, lo se. Pero… ¿Cómo hacer para evitarlo? Estoy cansado de ver tanta muerte de gente inocente… solo por la ambición de un idiota como Clow…
- Por lo que en estrategia se refiere, me temo que Clow busca ganar aliados… generalmente en los reinos más poderosos, por eso no dudo que venga a hacerte alguna que otra oferta tentadora… la cual si fuera rechazada, lo cual conociéndote supongo, implicaría entrar en guerra con ellos…
- Yo tampoco lo dudo, de Clow, espero cualquier cosa. – Afirmó Syaoran.
- Y viniendo de un hombre tan ambicioso…
En ese momento, otro hombre vestido con una armadura plateada con el escudo del reino, entró en la habitación como alma que lleva el diablo seguido de otros dos hombres con la misma armadura, la cual significaba que pertenecían al ejército del rey.
- Joven príncipe, ha sido devastado el Reino de Zabhurgh tal cual su padre ordenó, y las bajas han sido pocas – Dijo mirando firmemente a los ojos de su príncipe.
- Creo que he sido muy claro que los asuntos de guerra los hable estrictamente con mi padre. – Siseó Syaoran fulminándolo con la mirada.
- Pero señor, su padre se encuentra en el lecho de muerte, no puede pedir que se haga cargo de esto. – Replicó el hombre mirándolo asombrado ante la respuesta.
- Yo no quiero encargarme de la guerra, no quiero llevar bajo mis pies la muerte de miles de inocentes y la devastación de esos reinos.
- Mi lord, perdone mi falta de respeto, pero la guerra es inevitable y deberemos pelear contra el Imperio de Clow si no quiere que obtengan su cabeza y asesinen a toda su familia. – Dijo el recién llegado agachando la cabeza. – Y deberá llevar a cabo usted tal hazaña ya que su padre se encuentra inhabilitado para la tarea.
- Si mi padre no hubiera comenzado con esto… - Murmuró el castaño volviendo a mirar por la ventana.
- Pero es inevitable mi señor… y nada puede hacer para retractar lo que su padre ha hecho… y como pintan las cosas, usted será el que próximamente ocupe el cargo de rey.
- Vete Yamazaki. – Ordenó fríamente Syaoran clavando una mirada envenenada en el soldado, por lo cual hizo una reverencia y se marchó de la habitación.
Syaoran siguió mirando por la ventana con el entrecejo fruncido y vio como un pajarito celeste se apoyo junto a él.
La naturaleza si que era sabia y bella. Tan perfecta que creó seres tan bellos como esa ave. Él único error fue crear a un ser vil como el hombre ambicioso y bélico.
- La guerra es inevitable. – Susurró Syaoran, el cual fue oído por Eriol, su primo, quien estaba a su lado contemplando el mismo pájaro.
- Como rey del Imperio Li, debes asumir tus responsabilidades y acabar con el enemigo. –Dijo Eriol apoyando una de sus manos en el hombro del castaño.
- Pero ellos no son nuestros enemigos, mi padre comenzó esta guerra solo para apropiarse del territorio de Clow. Además, de que como todos sabemos, quería a la esposa del emperador. A la emperatriz Nadeishko.
- ¿Esa era la verdadera razón? – Preguntó Eriol sin mostrar ápice de sorpresa.
- Si, mi padre me lo ha confesado cuando yo era más pequeño. Estos conflictos llevan, al menos, veinte años, cuando yo nací, ya había problemas. –Dijo Syaoran.
- Ya veo… es decir que los veintidós años de tu vida estuviste con este conflicto sobre tu reino.
- Así es… lamentablemente, no se que obsesión tendrá mi padre con esa mujer… pero es la razón por la que mi reino puede ser devastado y tendré que sacrificar vidas de soldados en el campo de guerra… - Explicó el joven príncipe agachando la mirada. – Siempre me habló sobre los hechizantes ojos de la emperatriz Nadeshiko, sin importarle los sentimientos de mi madre, sin ningún tipo de respeto. – Eriol apoyó una mano en su hombro en señal de apoyo. – Y es por esos ojos que este reino se ha hecho de tantas víctimas. La guerra no es de mi gusto Eriol, tampoco el llevar a delante mi reino lo es, pero es mi obligación… como futuro rey.
- La vida de un rey es para eso Syaoran, no puedes evitar tu destino…
En ese momento una muchacha de ojos amatista y pelo negro hasta la cintura entró en la habitación, carraspeó suavemente para llamar la atención de los dos hombres ahí presentes.
- Eriol giró bruscamente y clavó sus ojos zafiro en el frágil cuerpo de la mujer.
- Mi señor, aquí tiene lo que me pidió. – Dijo la mujer con una charola de plata en sus manos, la cual contenía una taza de té.
- Muy bien Tomoyo, ahora trae otra para Lord Hiraguizawa. – Ordenó Shaoran tomando la taza que la joven le traía.
- Si señor. – Respondió la muchacha haciendo una reverencia.
Eriol la miró lascivamente. Hacía bastante tiempo venía deseando a esa joven, prisionera de guerra, del palacio de Syaoran.
Era tan delicada, sus finas facciones la hacían similar a un ángel ante sus ojos. Por más que estuviera vestida con harapos, estos no podían ocultar su belleza.
- Primo, me di cuenta, disimúlalo. – Dijo Syaoran con una sonrisa torcida.
- ¿De que? –Preguntó Eriol sonrojándose. - ¿De que te has dado cuenta?
- De que te mueres por esa jovencita esclava. – Respondió Syaoran levantando una ceja.
- No es cierto, yo puedo tener mujer que se me antoje. –Dijo Eriol con una risa arrogante.
- Bueno, Tomoyo es toda tuya. Es mi esclava desde hace dos años. La trajeron prisionera del castillo real de Nadambull.
- Si, ya lo se. Pero no es como las demás esclavas y prisioneras. – Respondió Eriol.
- Es verdad, es más recatada, ninguna atrevida. Nunca la tuve en mi cama si es lo que te interesa. –Dijo divertido Syaoran.
- Por mi puedes tenerla cuantas veces quieras, no es mi problema. – Replicó Eriol sonrojándose. – Ni que me interesara tener una esclava mas…
- Opa. Parece que el cazador de mujeres resulto cazado. –Dijo Syaoran riéndose.
Eriol estuvo a punto de contradecirlo pero comenzaron a escucharse gritos provenientes del vestíbulo del palacio.
Syaoran y Eriol se miraron y bajaron rápidamente para ver que ocurría.
La escena en el vestíbulo era dramática, una mujer de cabello negro y lacio con un vestido color rojo se encontraba bañada en sangre abrazada a un cuerpo totalmente destrozado.
- Madre, ¿Qué sucedió? –Preguntó Syaoran abriéndose paso entre la gente del palacio que intentaba ayudar.
- Tu tío… tu tío Zagatho. – Respondió la mujer entre sollozos, mirando a su hijo, pero sin separarse del cuerpo inerte del hombre.
- Una emboscada señor. Lo mataron. – Acotó un hombre vestido con el uniforme de la guardia real.
Syaoran miró al hombre que yacía en el suelo. Zagatho Li, un tío que para el había sido como un padre, mejor dicho, cumplió el papel de padre, un papel que el mismo Hien Li nunca pudo cumplir, ahora estaba sin vida en el suelo de su palacio.
- ¿Quién fue el desgraciado? – Preguntó Syaoran apretando los puños con fuerza por la ira. Maldito sea el que causó semejante daño y dolor.
- Reed Clow. – Respondió el mismo hombre que le había hablado a su emperador, vestido con el uniforme de la guardia real.
- ¡Dios maldiga al maldito de Clow y toda su maldita descendencia!- Gritó Syaoran apretando sus puños. –Mañana al amanecer, atacaremos al Imperio Clow y no quiero que nadie se atreva a objetar mi decisión. Ya está tomada ¡y quiero la cabeza de ese miserable clavada en medio de mi espada!
Dicho esto Syaoran giró sobre sus talones haciendo que la capa verde inglés que llevaba ondeara con el viento y se moviera al ritmo de sus pasos dejando a más de uno con la boca helada y completamente helado en el vestíbulo.
El príncipe Syaoran no era de exaltarse de esa manera, mucho menos de buscar pleitos con ningún reino, pero la muerte de su tío le había afectado notablemente. E incluso su madre, Ieran Li se atemorizó ante la reacción de su primogénito.
Eriol lo siguió a su recámara.
- Syao, ¿no te parece muy precipitado? – Preguntó mientras intentaba bajar la cólera de su primo.
- No Eriol.- Respondió secamente. - Asesinaron a mi tío, que era como mi padre, mejor dicho, se ocupaba más de mí que mi propio padre… lo admiraba, lo adoraba… era un excelente hombre, nunca estuvo de acuerdo con esa miserable guerra… ¡¿Cómo pudieron matarle?!... ¡Mañana en la noche quiero extinguido al imperio Clow ¡y no quiero sobrevivientes esta vez! – Dijo con un tono de voz helado. - Ninguno… - Susurró.
- Como digas.
- Ahora voy a salir, no quiero que nadie me siga. Asegúrate que este todo listo para mañana.
Diciendo esto, Syaoran salió de la habitación hecho una furia. Pidió a uno de sus sirvientes que preparara su caballo, que tenía ganas de montar y salió al galope atravesando el enorme bosque que rodeaba el reino.
No tan lejos de ahí, cruzando unos cuantos reinos, unas cuantas colinas y unos cuantos lagos, una joven de ojos esmeralda y pelo castaño miraba el cielo con melancolía.
"Pensar que no tan lejos de aquí hay un reino dispuesto a acabar con todo solo por la expansión de territorio. Y el mundo es tan bonito… es una lastima que la avaricia del hombre no pueda ver eso".
La joven siguió mirando el cielo desde la ventana de su habitación hasta que un pequeño pajarito azulado se posó junto a ella.
- Hola pequeño. ¿Estas perdido? Que bonito eres. –Dijo la joven con una sonrisa.
- Intentó agarrar al ave, pero se escapo volando por la ventana, con rumbo hacia donde quedaba el reino del sol… o mejor dicho, el reino de los Li.
Sakura suspiró. Como le gustaría ser un ave en esos momentos.
Se alisó el vestido y salió de su habitación, iría a tomar un poco de fresco por los bosques limitantes de su reino.
Sakura Clow, hija de un padre desconocido y la Emperatriz Nadeishko Clow. La joven más bonita en varios reinos a la redonda.
El emperador Clow era su padrastro. Obviamente que eso no se sabía, sólo los miembros muy cercanos a la familia real conocían el muy bien escondido secreto. La reina Nadeishko había quedado embarazada de Sakura antes de casarse con su prometido, Reed Clow, un hombre frío, calculador y manipulador. Acostumbrado a tener siempre lo que se le antojaba.
Clow deseaba a Sakura como hombre, no la veía como hija y eso a veces le ocasionaba ciertos problemas de los cuales solo su madre y su hermanastro Touya podían salvarla.
El único que realmente se comportaba como un familiar en esa familia era Touya, el hermanastro mayor de Sakura que la quería como su hermana y ella como su hermano y la protegía de los lascivos planes de Clow.
Aunque Touya no compartía ninguna gota de sangre con Sakura, ya que había sido adoptado de una familia humilde por Clow y Nadeshiko al descubrir que él no podía tener hijos y Clow quería un heredero varón… pero el poder todo lo cubre, por lo cual nadie, excepto Sakura, Nadeshiko y Clow sabían la procedencia de Touya.
Sakura era pretendida por muchos caballeros, hombres de bien, nobles, reyes y emperadores de muchos reinos, incluso de los más lejanos.
Su belleza era extraña, y nada similar a la gran belleza de su madre, a quien muchos comparaban con un ángel.
Lo único que había heredado de ella habían sido sus ojos verdes, pero nada más, después tenía el cabello castaño y la piel algo mas bronceada que la nívea de su madre.
Sakura bajó y aprovechó que ni su padrastro ni su hermanastro estaban cerca para poder salir… pero... como siempre, con alguien se tenía que cruzar….
- Princesa Sakura, ¿a donde va? – Escuchó que la llamaban.
- ¡¡Yukito!! – Exclamó Sakura sonrojándose.
- ¿Dónde va? Sabe que en estas épocas no es seguro que ande sola.
- Lo se. Pero quiero salir un rato, al bosque, a respirar aire fresco.
- Entonces valla, pero no le diga a su hermano que la deje ir porque me matará.
- Descuida.
Yukito era el mejor amigo del hermano mayor de Sakura. Ella lo quería como un hermano. Yukito era el sacerdote de la familia real.
Sakura se puso una capa blanca y salió del castillo a toda prisa. Agarró un caballo blanco y se dirigió hacia el bosque de Ciel.
Syaoran andaba lentamente con su caballo por un sendero en medio de un bosque desconocido para él. Había montado tan rápido y tan a prisa, con tanta cólera que no supo como llegó a ese lugar. Lo único que sabía era que esa zona no estaba dentro de los límites de su reino, ya que hacía tiempo lo había dejado atrás, y que estaba bien adentrado en el bosque ya que el pasto le llegaba a las rodillas al caballo y los árboles no dejaban ver mucha luz.
El bosque estaba totalmente en silencio. La suave brisa hacía que las hojas de los árboles se sacudieran levemente. Escuchó ulular a un ave.
De repente, el silencio del bosque se vió interrumpido por el sondio de alguien zambulléndose en el agua, que, en medio del silencio lo puso en alerta, haciendo que inmediatamente sacara su espada.
Lentamente bajó del caballo sin hacer ningún ruido; caminó entre altos pastizales hasta encontrar una hermosa laguna de agua cristalina, pero él no quedó embelezado por la hermosa laguna, sino, por el hermoso ser que en su interior se bañaba.
Los ojos de Syaoran brillaron como soles embobados por el hechizo de esa hermosa hada.
Sakura disfrutaba del agua, amaba esa laguna, era un secreto que solo compartían ella y su madre. El agua de esa laguna era más tranquilizadora que cualquier otra y cada vez que tenía la oportunidad, Sakura se escapaba del castillo para bañarse allí.
Se divertía, entrando y saliendo del agua, como una sirena, sin saber que un hombre de veintidós años de edad la miraba hechizado por su belleza.
Lentamente, Syaoran se fue acercando a la laguna, entró con su ropa en ella sin hacer ruido para no ahuyentar al ángel que se bañaba en ella. Entró hasta tal punto que el majestuoso traje color verde ingles que llevaba se mojó hasta la cintura. La laguna no era profunda.
Syaoran se acercó hacia donde la castaña se encontraba y le toco el brazo para ver si no se trataba de una visión. No podía despegar sus ojos de ella.
Sakura al más leve contacto, se asustó de él, pues no se imaginaba su presencia en ese lugar, sin contar que se encontraba sin ropa.
La joven lo miró atónita unos segundos. Syaoran quedó hipnotizado por esos enormes ojos verdes esmeralda.
- ¿Quién eres? –Preguntó el castaño.
Sakura tenía prohibido hablar con extraños, así que se dio la vuelta para escapar, pero el ambarino la tomó fuertemente del brazo impidiendo su huida.
- Espera, no te vayas. – Casi suplicó el hombre.
Sakura miró la mano del ambarino que la sostenía. Se quedo callada, sorprendida, luego lo miró directo a los ojos quedando prendada a esos hermosos ojos ámbar.
No pudo evitar preguntarle quien era, necesitaba saber… ¿Qué le importaba lo que pudiera decir su madre? Nunca se enteraría….
- ¿Quién eres tú? –Preguntó la castaña.
- Syao… -Comenzó a decir Syaoran, pero un grito lo interrumpió.
- ¡¡SAKURA!! –Se escuchó a lo lejos.
- Lo siento, debo irme, si me ven con usted, lo castigarán y a mi me encerrarán. Adiós. –Dijo la jovencita soltándose de Syaoran y corriendo por su ropa desapareciendo como un hada en lo mas profundo del bosque, del lado contrario por el que él había venido.
Syaoran quedó mirando por donde la hermosa joven había escapado, totalmente embobado. De todas las criaturas que él había visto sobre la tierra, esa mujer había sido la más bella, sin duda alguna.
- Sakura… -Susurró el joven.
Salió de la laguna con la ropa completamente empapada, montó de nuevo a su caballo negro y cabalgó a toda velocidad de regreso al castillo.
Mientras tanto, la joven de ojos esmeralda era llevada por su padrastro al castillo real, acompañados de un grupo de soldados, quienes eran los que cumplían la misión de proteger al rey.
- Eres una inconciente, sabes que tienes prohibido salir del palacio sola.
- Perdone…
- Ahora te quedaras sin cena y encerrada en tu habitación toda la noche, ¿entendido?
- Si señor.
- Y mañana, llegará del reino de Saraber tu futuro prometido, para futuro marido, el príncipe Yazir.
- ¿Qué? –Preguntó en un susurro de voz.
- Si, he decidido que quiero que te cases.
- Pero señor…
- Señor nada, ese casamiento me conviene, así tendría mas aliados para acabar de una buena vez con el maldito imperio Li, aunque sean íntimos amigos, me convienen, ya veré luego como los pondré en su contra. Además el negocio querida, el negocio.
- Pero yo no quiero…
- No me importa lo que quieras o no, lo harás y punto final a la conversación, mañana en la noche te quiero lista para recibirlo.
- Si señor.
Sakura y su padrastro llegaron al castillo real del reino de Clow.
Ella subió sin saludar a nadie a su habitación y se encerró a mirar el cielo y el hermoso paisaje que se podía contemplar desde su ventana.
"Que hermosas colinas, que hermosos paisajes, que hermosos reinos… a lo lejos puedo ver el castillo de piedra blanca, castillo real del Imperio Li… es tan precioso, lástima que estamos en guerra con ese maldito reino. Como dice Yukito, los de las tierras del norte, son todos unos salvajes, no saben apreciar lo bueno, ni lo hermoso de cada día…" La joven seguía pensando en eso, cuando el mismo pajarito de esa mañana se poso en su ventana.
"De nuevo este pajarito, que lindo es… pero su belleza no llega a comprarse con la de aquel hombre de la laguna… de pelo castaño y ojos… ojos ámbar preciosos en los que me podía hundir de por vida"
Siguió pensando en el joven ambarino mientras tomaba su collar con una cruz de oro y dejaba que sus dedos jugaran con él mientras sus pensamientos divagaban.
De repente, una joven entró en el salón, era una de sus damas de compañía, la cual estaba pálida y algo exaltada.
- Princesa Sakura, por favor, su padre pide su presencia en el vestíbulo.
- Dile que ya bajo. – Respondió con calma.
Sakura cerró la ventana, pues ya estaba anocheciendo y en la noche el frío azotaba a los ciudadanos del reino de Clow.
Bajó las escaleras normalmente, entró al vestíbulo y se encontró con un panorama lamentable, el cual no imaginó ni en sus peores pesadillas.
- ¡¡Hermano!! – Gritó.
Touya Clow se encontraba tirado en el suelo, sobre una camilla y el costado de su cuerpo herido, totalmente bañado en sangre.
Sakura se desesperó y corrió hacia su hermano herido.
- ¡¿Qué pasó hermano?! ¡¿Qué pasó?! –Preguntó Sakura desesperada, tocándolo con histeria por todos lados, como si eso pudiera sanarlo. Lágrimas saladas rodaban por su bello rostro.
- No llores monstruo, los monstruos no lloran. – Dijo el hombre apenas susurrando. - A partir de ahora, no voy a estar mas para cuidarte, así que vas a tener que aprender a hacerlo sola. –Dijo Touya entrecortadamente.
- Hermano…no me dejes… no te vayas. – Rogó Sakura sollozando.
- Sakura, no llores…
- ¿Quién te hizo esto? ¿Fueron las bestias del norte? ¿Fueron los del imperio Li?
- No Sakura, no fueron ellos, fue alguien… de nuestro propio bando, no pude ver su cara porque estaba tapada, pero era alguien conocido, alguien que sabía a donde íbamos y porque. También conocía mis puntos débiles. –Dijo Touya mas entrecortadamente aun y sin fuerzas para respirar.
- Touya… - La joven princesa se abrazó al cuerpo de su hermano, quién le corrió disimuladamente un mechón detrás de la oreja y acercó sus labios al oído de Sakura para que solo ella pudiera escucharlo.
- Cuídate… de Clow Sakura. –Dijo Touya en el oído a Sakura antes de dar el último suspiro y dejar de respirar… para siempre.
Sakura lloró desconsoladamente con la cabeza de su hermano entre sus brazos. Con la mano le cerró los ojos a Touya que los tenía abiertos y se incorporó.
- Te pedí que no lo mandaras a buscar al oráculo. ¡Te lo pedí! Pero no me hiciste caso. –Dijo Sakura a Clow antes de irse del salón sin ganas de hablar con nadie, sin ganas de vivir… con ganas de irse con su hermano.
Syaoran miraba por la ventana suspirando, recordando a esa bella mujer que encontró en el lago de aquel bosque extraño, en esos ojos más preciosos que la esmeralda mas preciada. En la inocencia con la que se sumergía debajo de las aguas cristalinas cual sirena en el mar. En su hermosa…
- ¿Syaoran? ¿En que piensas? –Preguntó Eriol interrumpiendo los pensamientos de su primo.
- En nada… Eriol. – Respondió Syaoran sacudiendo levemente su cabeza, con una sonrisa tonta en sus labios. - ¿crees en el amor a primera vista?
- No, no creo en el amor a primera vista ni en ningún tipo de amor, excepto en el de un hijo por sus padres… ¿Por qué?
- Solo pregunto. – Respondió - Hoy… conocí a una mujer…
- ¿De tantas? ¿Que tenía esa en particular? nunca me hablas diferente de una mujer que de otra.
- Esta era un ángel. – Eriol rió.
- Si tú lo dices… Oye, sacando un poco a tus ángeles de la cabeza y entrando en la realidad, te venia a avisar que esta todo listo para el ataque a la torre de piedra gris mañana a primera hora.
- Muy bien.
Syaoran hizo poco caso al comentario de su primo. En ese momento solo podía pensar en esa chica que le robo el corazón, en esa mujer que tenia todo lo que el había buscado en una mujer.
"¡Demonios Syaoran! No podes perder la cabeza en un momento como este. Vuelve sobre la tierra".
- Eriol, avísale a mi abuela que quiero verla. –Dijo Syaoran
- Bueno, ahora mismo voy.
Cinco minutos después, Eriol subió con una mujer de baja estatura, de cabello castaño y profundos ojos verdes. Con la piel arrugada que vestía un vestido de color negro con encajes plateados. La abuela de Syaoran.
- Eriol déjanos solos. –Dijo la mujer amablemente.
- Narya. –Dijo Syaoran con una reverencia.
- Xiao Lang… ¿Qué aflige tu corazón mi niño? –Preguntó la vieja mujer.
- Quiero saber… como saldrá todo mañana. – Respondió el joven.
La mujer sacó de su bolsillo unas extrañas cartas. Las arrojó a la suerte y luego le pincho con una aguja a Syaoran para sacarle un poco de sangre que cayó sobre la carta que más lejos de las demás había quedado.
- Mi niño, los días que te esperan… serán un poco duros, no entenderás lo que pasa dentro de ti. Conocerás al amor verdadero, pero te costará llegar a él. La verdad saldrá a la luz y el imperio enemigo caerá bajo tus pies. – Dijo la mujer con los ojos cerrados.
- Gracias abuela. – Respondió Syaoran tomándola de los hombros.
- Sabes que es un placer hijo mío. – Dijo la vieja mujer.- "Este niño no tiene ni idea de lo que le espera… la verdad de su nacimiento saldrá a la luz de una buena vez por todas…este trono lleno de infidelidades se aclarará por fin… si no es que antes trae consigo la desgracia del imperio Li."
La noche cubrió el cielo con su manto estrellado. Syaoran se acostó en su cama, no sin antes hacer lo que para el es costumbre todas las noches, agarrar a alguna esclavita para saciar su deseo, como siempre. Esta vez con la que más le gustaba: Kizu, una de sus esclavas favoritas para la noche, ya que sus curvas eran muy insinuantes, sin contar que era endemoniadamente bella.
Pero ahora, su concepción de belleza había cambiado rotundamente al conocer a esa ninfa del lago, no había ser que se le pudiera comparar.
- Mi lord, hoy estuvo excelente. –Dijo una joven de pelo negro y ojos celestes abrazándolo por atrás.
- No necesito que me digas como estuve o no en la cama Kizu. Ahora vete, iré a mi habitación a dormir. – Respondió Syaoran levantándose bruscamente dejando a la joven sentada en la cama sola.
...
El amanecer llegó, un amanecer con una tonalidad de rojo, lo cual para el reino del norte era signo de buen presagio.
Las tropas del príncipe Syaoran estaban listas para salir a la carga, y arrasarían con el reino de Clow.
- El cielo esta naranja. Eso significa que este día, habrá un gran derrame de sangre, y no seremos nosotros, ¡serán los gritos del Imperio Clow suplicando clemencia!- Gritó Syaoran poniéndose una armadura de palta.
- Señor, el pueblo pide justicia y la cabeza de Clow. –Dijo Yamazaki poniéndose su armadura.
- Eso les daremos Yamazaki, la cabeza de Clow y toda su familia en bandeja.
Syaoran, Eriol y Yamazaki se despidieron de la Reina Ieran y la abuela Narya.
- El vencedor final, ya sabemos quien será. No quiero sobrevivientes. –Dijo Syaoran alzando su espada antes de salir al galope con todos sus soldados.
Las dos damas se miraron y vieron a Syaoran partir con el ejército de caballeros.
La anciana miró a Syaoran hasta que se perdió en el horizonte de aquel amanecer. Entrecruzó sus manos y miró en silencio como los valientes caballeros que acompañaban a su nieto se volvían invisibles con el paso de los segundos.
- No va a poder evitarlo. Su destino esta ahí, la verdad va a salir a la luz.
- No podré ocultárselo más tiempo. –Dijo Ieran.
- Nunca debiste habérselo ocultado. La verdadera dueña de estas tierras llegara a reinar después de tanto tiempo.
- Si solo Zagatho estuviera aquí, para poder verlo…
- Él esta muerto querida, mi hijo esta muerto. Fue un total error tu casamiento con Hien y necesito conseguir tu perdón por eso.
- Ya lo tiene… no tiene sentido guardar rencores hacia usted por mas tiempo. – Respondió la mujer. – Syaoran ya es un hombre, y se que podrá con lo que se le avecina.
El ejército del imperio Li se aproximaba al reino de Clow, esa mañana iba a llorar la familia real y la sangre fluiría por las calles del enorme reino.
¡¡Hola gente linda!!
Me imagino que deben estar diciendo: "Pero esta chica no ha terminado con sus otros dos fics y publicó otro, encima que se tarda una eternidad..."
Bueno... no es así :p este fic fué publicado por mi hace un par de años atrás, pero no me gustó como había quedado, por lo cual decidí editarlo, ya que no me llevará mucho tiempo hacerlo.
Además, la idea de hacerlo no fué mía, sino de una amiga quién no quería publicarlo, y le presté mi cuenta para que lo hiciera.
Unos comentarios de la historia: Está hubicado en la época "medieval" en la cual existían los reinos, pero como yo no viví en aquella época xD por ahi se me chispotean un par de detalles, o algún tipo de vocabulario no apto para la época.
En esta historia, Sakura y Touya no son hermanos, de todos modos él tiene un papel intransendente ya que fue asesinado.
El padre de Skaura no se sabe quién es (Solo Nadeshiko, Narya y Ieran lo saben... ¿que tendrán que ver estas 2 últimas? ... lo sabrán mas adelante) pero les diré que no es Fujikata ya que él no existe en esta historia.
Y por último, Narya (la abuela de Syaoran) tiene una especie de... amm... no se si llamarlo poder, mejor digámosle don para predecir el futuro, gracias a unas cartas que ella tiene (en mi cabeza, similares a las cartas Clow xD)
Ahora que ha sido Editado y vueto a publicar, espero que sea de su agrado =)
Espero sus comentarios, quejas, reclamos, huevazos, etc, etc...
Saludos!!
Julieta.
Avances del siguiente capítulo.
- ¡Eriol Hiraguizawa! Creo que dejé bien en claro que no quería sobreviviente alguno – Dijo entre dientes, aniquilando a Eriol con la mirada.
- Lo siento Syaoran, no pude matarla. – Se disculpó Eriol agachando la mirada.
- Tú y tus malditos problemas con las mujeres. – Se quejó fastidiado Syaoran. –El maldito de Clow escapó con su maldita mujer.
- ¡No hable así de mi madre! – Exclamó la jovencita que Eriol traía consigo, con un hilo de voz y la cabeza gacha, haciendo que Syaoran abriera enormemente los ojos y su cólera se encendiera aún más de lo que ya estaba.
- ¡Insolente! ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?! ¿Acaso sabes quien soy yo mocosa? – Preguntó el castaño mirando con asco a la joven cuyos ojos estaban cubiertos.
- Tengo los ojos vendados, ¿Cómo pretende que sepa quien es?
