Serie de viñetas rómanticas de distintas parejas de Saint Seiya.
Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro.
Capitulo 1 Te tengo a ti
Seiya y Saori.
La vida no podía ser mejor en aquel momento para aquel santo de bronce situado frente al amplio ventanal del salón principal de aquella elegante mansión, junto a una taza de café y ese dulce panquecillo con miel que le habían regalado en la cocina. La lluvia se escurría por los grandes ventanales provocando un sentimiento de nostalgia en el aire mientras las luces se mantenían apagadas por un fuerte relámpago que había cruzado cerca de un árbol del patio, cimbrando el piso y dejando en completa oscuridad la habitación. La luz de la tarde solo le regalaba el reflejo azulado de la habitación y la soledad era su única compañía en aquel sitio.
Entonces aquel santo se abrazo a su propio cuerpo para calmar aquel sentimiento de melancólia manteniendo su mirada puesta en el jardín de fuera sobre aquellas flores golpeadas por enormes gotas de lluvia y los charcos que se formaban bajo si.
De pronto, el santo escucho un suave suspiro tras de sí y sonrió. Sabía que era ella, a la única persona que esperaba.
-¿Cuánto tiempo llevas ahí?-preguntó el santo del Pegaso girándose hacia la joven dama que le sonreía en el enorme portón junto a la chímenea.
-Un par de minutos.-la bonita mirada cristalina de la peli lila, le robó una sonrisa.
-Ven, acércate...-le dijo cálidamente el castaño extendiendo su mano a la joven, invitandole a hacerle compañia.
La mujer dirigió sus pasos lentamente hacia él, oteó a los alrededores asegurandose de que estaban solos y de inmediato se abrazo a su cintura, refugiándose en el calor de sus brazos. La fragancia varonil a madera del Pegaso inundo la pequeña nariz de la dama, quien sintió la barbilla del santo apoyarse en sus cabellos mientras su amplia mano le acariciaba la nuca, de la manera mas delicada que había.
-¿Sabes?, no se cuanto tiempo ha pasado desde que me he sentido así.-rompió el silencio el japonés.
-¿Cómo?-interrogó ella cerrando los ojos ante lo reconfortante de su abrazo.
-Feliz.
Ella sonrió ante lo dicho, escuchando el latir suave de su corazón. –Tengo libertad, encontré a mi hermana, tengo a mis amigos pero sobre todas las cosas... te tengo a ti, Saori.
La diosa sonrió tímida ante la sentencia. -Gracias Seiya...
-¿Porqué?
-Por estar a mi lado, siempre.
El castaño sonrió al percibir un ligero cosquilleo en su pecho al escuchar a la dama. La amaba...demasiado. De pronto, la alejó de si un instante, tomó su rostro entre sus manos y acaricio sus mejillas con sus pulgares, observándole en silencio. No hacian falta palabras cuando podía sentir el universo entero con tan solo una mirada de la dama. Saori entonces comenzo a temblar otra vez por los profundos ojos chocolates del Pegaso dedicados a los suyos, esos que le descubrían cada sentimiento atravesandole hasta el alma,dejandola completamente indefensa. Era suya, su diosa y su dama, asi como él le pertenecía en cuerpo y alma. Su respiración lentamente cambio, suspirando pesadamente mientras sus labios buscaban los suyos con anhelo. Entonces Seiya ya no pudo contener a su avivado corazón y en un impulso, posó sus labios sobre los de ella, acariciandola lentamente.
El Pegaso estaba embelesado,queria aferrase a su dulce esencia por siempre y sus manos le consecuentaron, deslizandose de su cintura hasta su espalda en un segundo, aferrándose a ella como si la vida se fuera en ello.
De pronto, un par de pasos huecos se escucharon venir hacia Salón principal, haciendoles alejarse en un movimiento brusco a los dos. Seiya de inmediato, se echo en el sillón mas próximo mientras la tímida diosa se mantenía de pie en la ventana tratando de disimular su risa por su travesura.
Tatsumi entonces, penetró a la habitación con un candelabro en su mano, buscando a la dama con la mirada.
-Señorita Saori, la he buscado en todas partes. Le he traído una vela en lo que se arregla la luz.
El calvo sin esperarlo, notó la presencia de Seiya en la habitación y los nervios se le encrisparon de inmediato.
-¡¿Tú que haces aquí?!
El desinteresado santo miró al techo y luego le devolvió la mirada al mayordomo como si no le importará y jamás hubiese abandonado tal sitio.
-Solo me acompañaba, Tatsumi-le interrumpió la diosa algo nerviosa.-Sabes que me da miedo la oscuridad.
El mayordomo apreto sus puños y le señalo la salida a Seiya.-Entonces ya puedes irt...
-Tatsumi...-le interrumpió con voz dulce la dama-¿Podrías traerme un poco de té?, tengo frÍo.
El mayordomo asintió poco convencido de dejar a solas a ambos jóvenes y al verse alejarse, Seiya al instante, se levanto del sillón y la abrazo con fuerza detrás de la cintura.
-Se ha ido.-soltó entre risitas nerviosas.
-Seiya, si Tatsumi nos ve, se pondrá mal y es capaz de matarte.
El joven le sonrió y comenzó a besar sus mejillas en repetidas ocasiones. -No importa, si solo es por besarte, habrá valido la pena.
Continuará...
