Diez buenas razones para no enamorarse

Por Akiko

Resumen: No es que menosprecie ese sentimiento, lo había esperado desde que tuvo 14 años... Sin embargo, ahora que lo tenía, encontraba buenas razones para desear no haberlo desarrollado jamás. Y sus razones se estaban haciendo más poderosas a medida que los días pasaban.

Primera razón: Es el corazón quien escoge.

Harry Potter. Ese es su nombre.

Alto, aunque no mucho de todas maneras. Hasta podría asegurar que su estatura entraba en el aburrido estándar. Así que seguiría viéndose más pequeño que su alto, fornido y pelirrojo amigo.

¿Y cómo había logrado ser más alto él, para empezar?

Ron jamás dejaría de sorprenderlo.

Flaco.

Tristemente no se podía calificar de otra manera. Y para dificultar más la situación había pillado una interesante enfermedad durante el verano que le impidió comer lo poco que le daban sus parientes. Así que se había visto afectado con varios kilos menos, lo que para su desgracia, era visible en su ahora, holgado uniforme.

Tardaría bastantes semanas antes de recuperar peso.

Su cabello era muy rebelde. Aunque eso no le molestaba mucho, pese a que por el momento lucía algo opaco y maltratado. Sin embargo era bastante útil para cubrir su cicatriz, lo único que lograba incomodarle desde que entró al colegio. Muy especialmente cuando otros alumnos o magos adultos posaban su mirada en ella con bastante atención.

Todo lo demás estaba bien a su parecer. Afortunadamente su rostro no lucía huesudo, pese a que lo notaba más fino. Y no había roto sus gafas en los últimos dos meses, aun cuando había tenido aparatosos accidentes donde tuvo bastantes caídas.

Además podía decir con simpleza que le gustaban sus ojos.

En los últimos días había apreciado algo especial en esa mirada verde. Y ¿por qué no?, podía admitir que había lago atractivo en él, después de todo.

¡AJÁ!

¡¡Ahí estaba el maldito problema!!

Harry había estado mucho tiempo autoevaluándose hasta llegar a la conclusión de que "no estaba tan mal..."

Pero si no estaba "mal", ¿Por qué aun estaba solo?

Harry había escuchado cantidad de idioteces relacionadas con eso mismo. Sin embargo no esperaba que le pasara tal como a los demás.

No porque fuera diferente a los demás...

¡¡Qué demonios!!

¡Claro que era diferente a los demás!

Después de todo era él, Harry Potter, el niño que vivió, quien tenía en sus manos el bienestar de la comunidad mágica.

¡No debería pasarle todo eso!

No tenía tiempo.

Bueno... debía admitir que no había pensado eso a los 13. Incluso podía llegar a aceptar que, hasta los 15, esperó entablar una linda relación con alguien. Muy particular "ese" alguien.

¿Pero "esto"?

Harry tenía buenas razones para pensar que lo que le pasaba actualmente era una cruel jugada del destino.

¿Destino?

¡Claro que no!

La culpa era entera y absolutamente de su corazón.

Así es. Todo era culpa de ese diminuto músculo instalado en su pecho cuya ociosa y monótona actividad le había dado tiempo de crear el más siniestro plan; sólo para crearle más problemas.

¡Cómo si no tuviera suficientes!

Maldita víscera fetichista.

Pero Harry Potter no pensaba complacer al muy desgraciado.

Tenía mejores planes para su último curso en el colegio y por el momento ninguno estaba relacionado con el plano amoroso.

Así que su corazón podía olvidarse de que asustarlo con ridículos sobresaltos fuera a funcionar ¡No señor!

Se necesitaría más que eso para lograr doblegar a Harry Potter.

.- ¿Harry?

El moreno parpadeó al escuchar la voz de su mejor amigo y volteó para verlo; Ron parecía especialmente fastidiado.

.- ¿Piensas entrar o esperarás que el tren se vaya?

Harry apretó los labios y empujó el carrito de sus cosas por el andén.

No estaba presentando una digna lucha, ¿cierto?

Evitó responder su propia pregunta y se apresuró a subir el equipaje, para luego buscar un sitio desocupado en donde se dispuso a dejarse caer pesadamente y recargar la cabeza despeinada en el cristal pulido de la ventana.

Incluso se atrevió a admitir que le alivió la partida de su amigo pelirrojo, quien no pareció encontrar estimulante desarrollar ese aburrido monólogo relacionado con... ¿de qué estaba hablando Ron?

Ah, pero hasta su amigo se vio arrastrado con una sola indicación de alguien más.

No porque Harry no lo supiera.

Hermione era bastante admirable al momento de lograr pequeñas victorias con Ron y dejarse ganar de conveniente manera... todo para dejarle pensar que seguía siendo el indómito Weasley de siempre.

¿Harry lograría lo mismo?

El moreno gruñó. Ahí estaba de nuevo ese traicionero pensamiento, cortesía de su ocioso corazón.

Tal vez no había sido buena idea quedarse solo después de todo. Al menos Ron le reñía sus continuas distracciones desde que llegó a la madriguera y lo entretenía con peleas absurdas o con charlas idiotas de cualquier tema... que volvían a tornarse en peleas porque Harry estaba adquiriendo la... "desgraciada costumbre de no poner atención a su mejor amigo".

El chico comenzó a pensar que eso se volvería aun mas molesto si no lograba ganarle la batalla a ese perezoso corazón suyo.

El reflejo de una cabellera platinada, andando a toda velocidad por el pasillo, le hizo girar la cabeza con brusquedad. Al instante se reprendió mentalmente y se llevó una mano al cuello.

Genial. Ahora tendría que soportar un dolor de cuello.

Viendo lo susceptible que estaba, optó por extraer un libro y hundir la cabeza en él durante todo el trayecto. De esa manera evitaría ver "cosas" de reojo y que alguien intentase hablar con él, a la vez.

Sin embargo fingir que leía no era la mejor manera de evitar pensar en su situación, pese a que era una excelente evasión para sus compañeros. Así que el moreno se encontró maldiciendo mentalmente mientras las letras impresas en el texto bailaban ante sus ojos.

Que ridículo era descubrirse enamorado.

El moreno tenía serias sospechas de que no sería nada bueno dejarse llevar por eso... ¡Qué diablos!

¡Claro que no era buena idea!

Pensar en todo eso no era buena idea porque terminaba dándole vueltas a lo mismo, aún cuando ya había decidido que no haría nada.

.- Hola, Harry – saludó un animado Neville, que acababa de penetrar en el lugar, acompañado de un aroma que hizo que las tripas de Harry rugieran y le hicieran quedar en completo ridículo. Haciéndole recordar, ya de paso, que no había alcanzado a almorzar lo suficiente porque su amigo Ron había elegido comenzar a discutir de nuevo - ¿Quieres de mi emparedado? – ofreció el regordete muchacho... quien, a decir verdad, ya no lucía tan regordete. Maldición; hasta Neville lucía más saludable que él – Mi abuela siempre hace extra.

.- Claro – aceptó Harry y recibió el alimento para morderlo - ; esta rico – agregó con la boca llena.

.- Tienes suerte de que mi abuela no te vea hacer eso – se rió el chico - , no soporta los malos modales a la hora de los alimentos.

Harry también se rió.

En ese momento agradeció no estar discutiendo con un amigo suyo y encontró conveniente estarse distrayendo a su lado, aun cuando estaban tratando idioteces relacionadas con los buenos y malos modales en la comida. Claro que ambos chicos se centraron en todos los malos modales, los que les parecieron más divertidos de enumerar.

.- ¡Hola, chicos! – saludó una bonita voz femenina y una mata de cabellos rojos se dejó ver en el interior del sitio – Acabo de ver algo genial – aseguró Ginny con una sonrisa enorme.

.- Hola a todos – secundó Luna con una sonrisa más discreta a la de Ginny y se instaló a un lado de Harry – Te vez bastante delgado, Harry – comentó sin quitarle la vista de encima - Creo que el carrito de la comida no debe tardar – comenzó a buscar en las bolsas de su túnica y sacó unas monedas – Te invitaré algo.

.- Tampoco es como si este muriendo de hambre – se quejó Harry con las mejillas rojas.

.- Ron no lo dejó desayunar – explicó Ginny inmediatamente - , comenzó a discutir sobre la poca atención que Harry le da – se rió - Menos mal que solo son amigos, ¿no, Harry?. Aun no me puedo explicar la serie de exigencias a las que la pobre Hermione esta sometida.

.- Creo que Ron sale perdiendo en ese rubro – dijo Harry con simpleza y sonrió -, de todas maneras no me han dicho la razón por la que entraron tan risueñas.

.- Ginny echó una maldición a Malfoy – dijo Luna.

Harry miró interrogante a su amiga. Ya de paso había tenido que reprimir el sobresalto que sintió en su interior, acompañado de una emoción nada recomendable hacia una bruja tan competente, como Ginny lo había demostrado ser.

.- Él me ha molestado primero – dijo la pelirroja sin parecer arrepentida en lo más mínimo. Claro, pensó Harry, ¿por qué habría de mostrarse arrepentida? – Si piensa que puede meterse conmigo solo porque estoy sola, se ha dado completa cuenta de que no es así.

.- Seguro que se ha dado cuenta – dijo Luna con simpleza.

Harry tuvo la seguridad de que esa protesta venía del ingrato hospedado en su pecho; sin embargo tuvo la fortaleza de colocar una sonrisa burlona en su rostro y seguir la charla de sus dos buenas amigas.

.- Dejen de reírse solas – dijo con fingida impaciencia – Cuéntenos todo.

.- Pues te estaba buscando junto con Luna – dijo la muchacha – y nos lo encontramos en el camino.

.- Se veía bastante molesto – agregó la muchacha - , como si buscara a alguien.

.- Algunos de sus idiotas amigos, será – dijo Ginny enarcando una ceja – , cosa que no nos interesaba en realidad – se apresuró a explicar -, pero ese engreído no pudo, simplemente, pasar de largo.

.- Comenzó a molestarnos de manera muy grosera – apoyó Luna.

.- ¡Me ha llamado puta! – exclamó Ginny indignada, provocando que Harry se atragantara con su propia saliva - ¿Qué le interesa a él la cantidad de chicos con los que he salido?

.- A lo mejor Malfoy tiene rabia porque no has salido con él – se aventuró Luna, siendo la causa de un nuevo ataque de tos en el moreno, quien fue atendido por un preocupado Neville; y llamó la atención de Luna - ¿Estás bien, Harry?

Harry hizo un ademán, que bien podría ser entendido como un "sigue".

.- Pues tuve que aplicarle un merecido castigo – dijo Ginny con una malvada sonrisa - ... pero no podría ser cualquier cosa – razonó - , así que le hice algo que le doliera en verdad.

.- ¿En serio? – preguntó Harry sintiendo un escalofrío - ¿Y qué fue? – forzó una sonrisa - ¿Has reducido el tamaño de su pene? – preguntó.

.- ¡¡Harry!! – se escandalizó la pelirroja.

Neville soltó una carcajada y en poco tiempo hubo 5 jóvenes riendo escandalosamente.

.- ¿De qué se ríen? – preguntó Dean, quien había elegido ese momento para penetrar en el sitio y venía cargado de comida, seguro originarios del carrito, al que los chicos no habían notado pasar.

.- Del pene de Malfoy – dijo Luna.

Dean se puso colorado.

.- Que no se enteren mis padres que tenemos este tipo de charlas – dijo Ginny con un fingido tono de voz regañón y le pegó a Harry en un hombro - ¡Y claro que no le he reducido el pene a Malfoy! - agregó con asco.

.- Solo quería amenizar la charla – dijo el moreno con una sonrisa autentica.

.- ¿Con el pene de Malfoy de por medio? – preguntó Dean con una ceja enarcada, quien obviamente no entendía nada.

.- ¡Cállate, Dean! – exclamó Ginny.

.- ¿Y qué le hiciste a Malfoy? – quiso saber, Neville.

.- Le puse un lunar – dijo ella con una sonrisa.

La verdad es que Harry no encontró eso tan malo.

.- ¿Solo eso? – susurró, forzándose a parecer decepcionado.

La pelirroja sonrió con maldad.

Harry Potter hizo una reiterativa nota mental: "No meterse con Ginny Weasley".

o.o.o.o.o

El lunar, como Ginny lo había llamado, era una superficie oscura con un aproximado diámetro de 2 centímetros, ubicado justo en el filo de la barbilla, debajo del lóbulo izquierdo.

No satisfecha con la tosca apariencia, le había agregado unos horrendos bellos negros, que parecían alcanzar los 4 centímetros y daban una apariencia nada estética al muchacho que había tenido la desgracia de lucirlo.

Porque, para colmo, parecía estar debidamente hechizado para provocar alguna reacción, de tal manera que Malfoy no podía cubrirlo. Así que había tenido que caminar con toda la dignidad que le restaba, hacia la mesa de su casa y comer. Todo ignorando las miradas disimuladas (y poco disimuladas) sobre su nuevo atuendo.

Una de las miradas discretas era la del propio Harry, quien había tenido que forzar una sonrisa, para que los demás creyesen que disfrutaba de la broma, tanto como ellos.

Aunque lo cierto es que no era así.

... porque ese era el problema...

Su maldito corazón se había olvidado de toda norma moral, social o razonal. Y un buen día, en medio de una hambruna terrible, le había susurrado con entusiasmo al que había elegido para amar.

Harry aun se lo recriminaba, desde luego.

Pero su corazón no parecía compartír la misma opinión que él y se había abierto paso, aun tras consecutivos castigos a los que fue impuesto durante el verano, en los que Harry tuvo la esperanza de olvidarse del asunto.

No, jodidas emociones adolescentes.

Su corazón lo consoló, todas esas veces, con una sórdida fantasía que alimentó con todas sus fuerzas.

Su corazón lo traicionó de la peor manera que Harry hubiese conocido en sus escasos 17 años de vida.

Y esa traición llevaba por nombre "Draco Malfoy".

"... No te preocupes... Amar puede limpiar el dolor más inhumano..."

Maldito y jodido hijo de perra.