Despertar
Cuando abrió los ojos sólo la penumbra de su cuarto le dio la bienvenida. Aún sumido en el sopor, apartó las sábanas que lo cubrían y apoyó sus pies desnudos sobre el piso. Tapó su cara con sus manos mientras comenzaba a sentir como la melancolía y la soledad lo embargaban. Probablemente ese fuera el único momento del día en que se permitía un poco de autocompasión y pesimismo; pero nunca dejándose vencer por esos poderosos sentimientos.
A fin de cuentas, era lógico que tuviera al menos algún pequeño momento de oscuridad después de haber soportado durante tantos años el injustificado desprecio de los aldeanos. Ya era suficientemente terrible el haber crecido solo, el no tener una familia, como para sumarle esas miradas de odio que se clavaban en su nuca cada vez que caminaba por las calles de Konoha. No, no se enfrentaban con él, no venían a gritarle, sólo se juntaban y cuchicheaban a sus espaldas con esa hiriente mirada en sus ojos. ¿Es que no entendían que él era tan sólo un niño, qué no comprendía que había hecho mal?.¿Es qué había hecho algo mal? No, únicamente...
—Maldito Kyuubi — murmuró apretando los dientes mientras una lágrima surcaba su rostro.
Es cierto que poco a poco la actitud de la aldea frente a su persona había ido cambiando —gracias a su enorme esfuerzo—, poco a poco había logrado que los habitantes de Konoha lo vieran a ÉL y no al monstruo que llevaba dentro. Había logrado el reconocimiento y no solamente eso, sino que ahora tenía muchos amigos que lo querían por quien era y se preocupaban por él. Sacudió su cabeza quitando todo atisbo de malos pensamientos que quedara en su mente. Ya no estaba solo.
Sintió movimiento en la cocina. El olor del desayuno ya flotaba por toda la estancia. Una suave voz tarareaba distraídamente una pegadiza melodía. Se levantó y rebuscó entre la ropa desparramada por toda la habitación intentando encontrar la suya. Ya con sus prendas en la mano se desperezó suavemente y comenzó a vestirse, el día ya comenzaba.
—Naruto, .¿estás despierto?
Sonrió, ahora la tenía a ella.
