Estoy de vuelta con un nuevo fic… No "Las Joyas" y "Shima Necros" siguen en pie… Si sé que voy atrasado… El sábado o domingo estaré subiendo dos caps de esos fics… Volviendo al tema este fic está basado en el universo de Fire Emblem (Una buena saga de juegos de Nintendo). Es parte de un proyecto a futuro… (No puedo decir más de esto). Pero los "más más fans" de la saga se darán cuenta que cambie muchas cosas, que muchas cosas no van al pie de la letra como en los juegos y que aparte me aproveche de algunos huecos para hacer esta historia… Solo quiero decirles que así está pensado el fic, como un Au. Se van a respetar los hechos de los juegos si… Se van a cambiar varias cosas también... Esto es así para poder tener mayor libertad creativa y poder hacer algo interesante con la historia. También las edades de personajes conocidos y las líneas de tiempo van a ser diferentes, repito esto es para poder jugar más con la historia y hacerla "embonar".

También este fic contara con varios Oc, intentare hacer bocetos de ellos a futuro para que tengan una mejor idea de cómo se ven los Oc. ¿Cuándo se publicara este fic? Si voy correcto en mis tiempos será de 1 capitulo o a veces 2 por mes…. Esto porque tengo trabajo y varios proyectos que terminar. Pero no me pude aguantar en escribir este fic, porque me emociono mucho la idea. Sin más espero que sea de su agrado este fic y espero que le puedan dar una oportunidad. Hasta la próxima… "Plus Ultra"… (Siempre quise decir eso). Ya enserio hasta la próxima… Mola…

Disclaimer: Fire Emblem le pertenece a Nintendo, Inteligent Systems y fue diseñado por Shouzou Kaga. Solo uso sus personajes para desatar mi locura... Sin fines de lucro.


Capítulo 1 – Encuentros…

"Día… Realmente no tengo idea de que día sea… No tengo un calendario o algún astrologo para que me diga que día es exactamente…

No sé por qué vuelvo a escribir en este cuaderno… Apenas es la segunda hoja… Solo sé que es el cuaderno que mi abuelo me regalo, antes de morir. Después de vencer al infeliz de Nergal… Pero, tú decías que me ayudaría escribir mis emociones y pensamientos… ¿No abuelo? Quizás sea una forma de tenerte cerca… Cuando me fui del castillo, me lleve lo básico… Sé que quizás, querías que heredara el título de marquesa de Caelin… O me desposara con alguno de los Lords…

Pero no lo hice así… Nunca fue mi estilo tener esos títulos… O querer gobernar… Sé que tú querías que sirviera al pueblo, como deseabas… Perdón… Pero… Jamás me halle entre la realeza… Con los Lords y esas cosas… Muchos me parecían tan falsos… Salvo algunas excepciones… Tú también eras la excepción abuelo… Pero estaba feliz… Cuando pensé que estaba sola… Me entere que tenía un abuelo y aún vivía… Eras mi familia…

No te preocupes por Caelin, Eliwood… y Hector se están haciendo cargo. Ambos me prometieron que administrarían Caelin y velarían por su gente… Estoy segura que no puede estar en mejores manos. Volví a donde siento que pertenezco, las praderas… Pero… Es extraño… No puedo sacarme de mi cabeza… Aún recuerdo lo que me dijiste…

Aun no sé por qué decías que ayudaba escribir… Intento entenderlo…"

El viento acariciaba aquellas praderas de la nación de Lycia, un lugar que había sido testigo del exterminio… Un lugar que había sido testigo del renacer de la esperanza… Las praderas estaban totalmente vacías, a excepción de una gran carpa hecha de tela beach algo sucia por el pasto y la tierra del lugar. Era una tienda bastante amplia de forma cilíndrica, con otra tela cuadrada de cuatro por cuatro metros. Que fungía como otra parte del techo, para proteger en caso de lluvias. El cuerpo de la vivienda tenía una circunferencia de dos metros y medio, junto una altura de dos metros de alto. A lado de la casa de campaña, se veían varios marcos de gran tamaño. Hechos con ramas gruesas de diversos árboles, de los cuales dos pedazos estaban enterrados en el piso. Dejando el marco levantado, eran un total de siete marcos de los cuales cinco estaban vacíos y dos tenían una especie de piel en el centro de los cuadrados de madera. La cual era estirada con varias piezas de metal clavada en los extremos del pelaje que perteneció a los animales. Alrededor del prado se veían una serie de árboles que formaban un círculo alrededor de este. A una corta distancia se podía escuchar un rio que corría. Con un sonido agradable junto al viento lleno de humedad, que pasaba constantemente por el lugar. Dejando que la fragancia del bosque se esparciera por toda aquella zona.

La hija de dos mundos, Lyndis Sacae. Como ahora se presentaba ante los viajeros que pasaban por esa tierra. Emergía de aquella tienda de campaña aquella joven de piel clara de dieciséis años, tenía una cabellera bastante larga de color verde al igual que sus ojos. Amarrada por una cuerda color azul que formaba una cola que le llegaba hasta la cintura. Su vestimenta era una túnica color azul que la cubría por casi todo su cuerpo. La parte de los hombros tenía unas mangas que llegaban a hasta la mitad de estos. Pasando la cintura caían por delante y por detrás la tela de las túnicas hasta los tobillos, dejando los costados un poco abiertos. Dejando la mitad de los muslos para abajo a la vista. La túnica tenía varios detalles en hilo dorado por varias partes. Debajo de la túnica portaba una prenda color negra muy pegada al cuerpo que cubría parte del cuello de la joven, las mangas de esta prenda bajaban unos centímetros debajo de las mangas de la túnica. Además de llegar a la mitad de los muslos. La joven de Sacae portaba unos brazaletes metálicos negros, con detalles dorados en ambos antebrazos. En la cintura llevaba una especie de faja de cuero, donde iba amarrada una espada con una apariencia de katana aun en una funda de color verde esmeralda. Su mango era de color verde y su plomo de un color rojo con un centro dorado. La guarda era de un color rojo, con una apariencia de alas con una membrana de color dorado. En la parte trasera de la cintura llevaba un carcaj café claro, el cual aún tenía una vasta cantidad de flechas. En la parte de la espalda llevaba colgando un arco de su cuerda. Dicha arma era casi de la mitad del cuerpo de la joven. Era un arco de madera sencillo tallado a mano. No se veía muy ostentoso. La joven calzaba unas botas cafés que llegaban hasta la caniella, donde un par de listones negros la ajustaban dichas prendas de los pies. El calzado se presentaba ya con algo de uso, pero bastante funcionales aun.

La joven guerrera, tenía una vida normal después de la derrota del cruel hechicero Nergal. Había decido volver a los bosques donde se asentaba, antes de iniciar su viaje por la nación de Lycia. Sus días eran normales, salía por las mañanas a recolectar agua al rio y desayunaba ya fueran frutos silvestres de la zona o lo que hubiera podido cazar. Cerca del medio día salía a cazar cualquier animal que se encontrara. En ocasiones llegaba a cazar animales extraños o bastante grandes, los cuales llevaba a una aldea cercana de la zona. Donde podía hacer trueques con ellos, pocas veces le interesaba cambiarlos por oro… Prefería llegar a acuerdos con el herrero de la aldea para que le diera flechas con puntas de metal. A cambio de frutos o animales para su familia. En ocasiones pasaba las tardes desollando algunos de los animales que cazaba para llevar las pieles al pueblo. A veces cuando tenía comida de sobra, pasaba las tardes entrenado, con su espada o con su arco y flecha… Le hubiera gustado que Rebeca, Will o el mismo Rath. Vieran como había mejorado, le comenzaba hallar el gusto al uso del arco… Aunque aun prefería usar espadas para pelear como arma dominante.

Fue extraño cuando volvió a su antigua tienda de campaña. Le sorprendió que aun estuviera en pie, así que procedió arreglarla. Y hacer algunos utensilios como marcos para las pieles que cazara. Había vuelto del castillo, con cobijas, algo de ropa, sus espadas, junto con varios mapas… Y algunos cuchillos. Sin darse cuenta ya había pasado así como tres meses… Viviendo de la naturaleza. Su rutina era la misma todos los días, salvo por ocasiones que se topaba con viajeros. En algunos casos, apoyaba con indicaciones o víveres cuando veía que alguien estaba con mucha necesidad. A veces luchaba con bandidos que les gustaba crear problemas en el pueblo… Pero repetía las mismas acciones casi todos los días. Le gustaba esa tranquilidad, en realidad le gustaba… Nunca había sentido esa tranquilidad desde hace mucho. Pero a la vez sentía esa extrañeza… Le gustaba pelear, le gustaba sobrevivir… Le gustaba tener una familia… Pero no es que despreciara la paz… Le gustaba y mucho… Pero aún tenía ese peso sobre de ella… Lyndis suspiraba, mientras intentaba hacer a un lado sus pensamientos.

Cada paso que daba, doblaba el pasto sobre sus pies… Caminaba mientras el viento ondeaba su cabellera y las faldas de sus túnicas. Esa era de las partes favoritas del día, cuando respiraba hondo y profundo el aire de su querido prado. Mientras llenaba sus pulmones con esa fresca brisa… Cerraba sus ojos para poder disfrutar eso, poder oír el veinte tocar el pasto y liberar ese suave silbido. Poder oír aquel rio en la lejanía danzando atreves de su cauce, alguno que otra ave que lanzaba un canto. Finalmente aquel aroma que dejaba ir algunas flores que estaban el prado… Poco después los volvía abrir ojos verdes y ponía su vista fija en los arboles del bosque. Casi inmediatamente se formaba una sonrisa en su rostro, mientras entraba a través de aquellos gigantes verdes. Varios minutos después, veía el cielo azul, mientras sus pisadas crujían con las hojas secas. Llevaba caminado varios minutos, mientras el aroma de los árboles se volvía a impregnar en su nariz.

Lyndis conocía las reglas básicas de caza, sabía a qué lugares del bosque debía dirigirse. Había logrado colocar trampas en varios lugares, cuerdas que se tensaban a penas un animal pequeño pusiera un pie en ellas. Eran simples pero funcionales, tenía un total de siete. Quería agrandar el número de sus trampas, aunque claro de las que habían logrado fabricar. Solo llegaba a cazar en ocasiones de dos a tres animales medianos por día… Una ocasión logro capturar siete animales en todas sus trampas. Ese día fue muy bendecida, le había ayudado a muchísimo tener esos animales. Pudo intercambiar sus pieles, por flechas, además de varias cuerdas, para poder crear más marcos donde pudiera estirar las pieles. También pudo intercambiar con la pastelera del pueblo varios panes dulces y una rebanada de pastel de algunos frutos silvestres que había hecho en mermelada. Había pocos días como ese, pero lo recordaba con mucho gusto.

Pero hoy no era un día así… Lyndis terminaba de revisar su última trampa. Solo suspiraba al ver al pequeño conejo asustado… No necesitaba tocarlo para ver su tamaño era poco mayor a su palma… No tendría muchas semanas de nacido la cría, tenía un pelaje blanco y unos ojos rojos bastante curiosos. No daban miedo pero se veía tierno el animalito. Había optado por tener trampas simples para estos casos, donde solo se cerraran sin herir al animal que atrapara. No le servía de mucho tener a un animal así, alargo sus manos a la cuerda y comenzaba deshacer el nudo. El animal no se veía agresivo, se veía muy tranquilo. Ya que este no intento atacarla al ver que desataba el nudo. Otros si lo hacían, en esos casos tenía que cortar la cuerda. Al final era un desperdicio de cuerda… Pero no le agradaba, tener que matar animales tan pequeños. No tenían casi carne, además que sus pieles eran demasiado pequeña para poder hacer algo con ellas.

- Eres libre – Concluía la peliverde, mientras veía al pequeña bola de pelo con una mirada tierna. Este rápidamente salía corriendo a una velocidad muy alta, mientras se perdía en el bosque.

Rápidamente devolvía la vista a la cuerda de su trampa, mientras comenzaba alistarla de nuevo.

No sabía cuánto tiempo había pasado exactamente, quizás dos horas. Ya llevaba bastante tiempo aventurada en el bosque, no es que no haya topado con animales. Si lo había hecho… Pero eran muy pequeños… Hace poco era temporada de apareamiento, es bueno a la larga… Pero en un principio no. Aunque conocía cazadores en el pueblo que no les importaba mucho el tamaño, solo querían cazar para sentirse satisfechos… Ella cazaba para sobrevivir, no es que no tuviera historias sobre animales enormes que haya enfrentado. Pero al final tenía esa actitud que según su padre heredo de su madre… Aunque también su padre la tenía… Buscar animales que puedan ser cazados y no solo matar por matar… Era irónico que pensara así, después de toda la sangre que había derramado en la batalla por Lycia… La peli verde seguía metida en sus pensamientos, hasta que…

Lo veía a la distancia era un ciervo, con astas medianas. Así sabía que era un ciervo en su etapa adulta. Le gustaban esos animales, se le hacían muy majestuosos… Aunque nunca le gusto matarlos… Pero estaba en el bosque y vivía de la naturaleza, tenía que sobrevivir de algún modo y ya llevaba varias horas buscando un animal así. Con el tiempo aunque Lyn seguía admirando a los ciervos, había aprendido que necesitaba llenar también su estómago. La primera vez que mato a uno en el bosque fue cuando salía de caza con su padre. Recuerda que lloro como pocas veces lo había hecho. Esas palabras le volvían a la mente…

-¿Qué pasa niña? Está bien… Es solo un ciervo… - Decía un hombre de pelo verde algo alborotado pero cortó, con una barba pequeña que le cubría todo el mentón y el cuello. No llevaba bigote. Su color de piel era morena. La frente era cubierta con una especie de banda café, con un par de pliegues de la misma que caían hasta la espalda. El hombre alrededor de un poco más de 30 años, llevaba una túnica amarilla que le llegaba a la cintura. Tenía una especie de short café claro, que le llegaba hasta las rodillas. Dichas prendas tenían detalles y símbolos, pintados de un color café más oscuro. Sus botas eran de un color café oscuro. Parecían hechas con la piel de un animal, ya que la parte de alta del calzado había una especie de pelaje alborotado de unos tres centímetros de altura por arriba donde acaba la piel de la bota. En alguna parte del short, el hombre traía amarrada una daga de unos veinticinco centímetros. La cual tenía un mango café, dicho instrumento carecía de un pomo y la guarda era de color metálico algo oxidado. La funda era de un caucho café oscuro, con una punta metálica al final de esta. También llevaba un arco cargando en sus espaldas. El hombre era alto, con una complexión bastante atlética. No aparentaba mucha fuerza o tener grandes músculos, pero se veía sumamente ágil. Dicha persona se ponía en canclillas a lado de una figura más pequeña y delicada.

- Vamos Lyn… Tenemos que hacerlo… Le dije a tu madre que le llevaríamos algo delicioso que comer… - Decía le hombre con una sonrisa intentando animar a una niña alado de él.

Al lado del señor se veía una niña de alrededor de seis años, su cara demostraba mucho espanto. La infante tenía una cabellera verde, su peinado era una cola de caballo trenzada. Que le llegaba a la parte media de la espalda. La parte del frente de su cabellera tenía varios mechones que se asomaban por diversos lados, algunos de esos mechones caían por su frente. Tenía ojos verdes y una piel clara. Llevaba una especie de vestido de la tribu, el cual era una prenda de color amarillo. Con varias líneas blancas alrededor de la prenda. Dicha prenda no tenía mangas. Además de ser una ropa completa que llegaba hasta un poco encima de las rodillas. La chica llevaba una especie de zapatos de color café claro hechos de cuero. Los cuales eran muy delgados. La niña llevaba en la espalda un carcaj de madera con varias flechas en ella, el cual tenía una banda que atravesaba desde el hombro izquierdo de la chica hasta su cintura derecha. La chica veía con mucho miedo al señor mayor por lo que acababa de hacer…

- Lo mataste… ¡DIJISTE QUE SERÍA DIVERTIDO IR DE CAZA! – Concluía molesta la joven. Viendo directamente a su papa a los ojos. Frente a ellos había un ciervo acostado con su lado izquierdo viendo al cielo, con una flecha en su abdomen. Tras de los cazadores, habia un rastro de sangre dejado por el ciervo desde que recibió el impacto de la flecha.

– DE HABER SABIDO QUE LO MATARÍAS NUNCA TE HUBIERA DADO LA FLECHA – Continuaba enojada la chica viendo a su padre.

Hassar era muchas cosas… Podía acabar a un enemigo con relativa facilidad. Si un hombre cuestionaba sus decisiones altaneramente no le importaba ser rudo con él... Después de todo él era el líder de la tribu de los Lorca. Pero con Madelyn y Lyn era diferente… Solo era el esposo dedicado, claro con errores como todos… Pero que cumplía su trabajo y con Lyn… Intentaba ser un buen padre… Pero lo aceptaba su hija era su debilidad, a veces no podía que decirle que no… Por eso en momentos así, le dolía tener que enseñarle cómo funcionaban cosas del mundo… Pero era necesario si algún día iba tomar su lugar…

- Hay Lyn… ¿Qué voy hacer contigo? Hoja salvaje… - Decía en un tono tranquilo el líder de los Lorca.

- NO ME DIGAS ASÍ… ESTOY ENOJADA… ¿CÓMO PUDISTE MATAR A UN ANIMAL TAN NOBLE PAPA? NO NOS HIZO NADA… – Continuaba viendo molesta a su padre intentando contener una mezcla de lágrimas de tristeza y rabia.

Pero ya lo decían sus amigos… Desde que conoció a Madelyn y llego Lyn, había cambiado… Con ellas, no le interesaba solamente que respetaran sus decisiones… Quería que lo entendieran… En especial Lyn…

- Lyn… Sé que es duro para ti… Pero… Como te lo explico… - Se preguntaba el peliverde viendo al cielo.

- NO TIENES NADA QUE EXPLCIAR… MATAMOS A UN CIERVO INDEFENSO… - Decía aun molesta.

Hassar solo cerraba los ojos. Tenía esa misma actitud que tenía Madelyn cuando se enojaba… En ese momento el líder de los Lorca, sentía una genuina empatía por aquel llegase a ser su yerno… Aunque tampoco se la pondría fácil al patán cuando apareciera intentando cortejar a su hija… Al fin y al cabo era su hoja salvaje… Como fuera tenía que explicarle a su hija lo que pasaba…

- Lyn… ¿Cuándo comemos guisado de que piensas que está hecho? – Antes de poder continuar era interrumpida por su hija de nuevo.

- YA SÉ QUE DE CARNE PAPA, NO SOY UNA NIÑA QUE NO SABE NADA… SOLO QUE NUNCA PENSE QUE ERA TAN SALVAJE EL METODO PARA CONSEGUIRLA… - Concluía aun furiosa la chica.

Y Hassar volvía a sentir empatía por su futuro yerno… Solo se escuchaba un suspiro apagado en el bosque proveniente del peliverde. Tenía que calmarse, porque no quería que su hija le traumara este momento… En realidad solo quería compartir su primera casería como su padre lo hizo con él. No fue tan complicado, ellos dos habían terminado riendo y comiendo lo que habían conseguido alrededor de una fogata en la noche… Pero Lyn no era el… Y él no era su padre…

- ¿Entonces que quieres que te diga? Que hay un método más fácil… ¿Que te voy a liberar de ir de casería? ¿Qué es solo por esta vez? – Decía con un tono serio viendo a la chica.

Ella por primera vez no veía a su padre enojada a la cara, sabía que cuando venía un sermón así… Era porque él iba decirle algo que por lo general terminaba en tener razón…

- Lyn… Eres amable… Y sientes una verdadera preocupación por los demás… Tanto animales y personas… Quizás no te parezca justo… Quizás tengas razón o quizás no… Pero piensa en un momento… Me dolería más que tu madre o tú, estuvieran muriendo de hambre o que les falte energía por no consumir animales… A todas las criaturas hay que tratarlas con respeto y vivir en armonía con ellas… Naturaleza, plantas, animales y personas… Quizás a veces la naturaleza libera su fuerza y hay que huir de ella… A veces los animales te atacaran… Igual las personas y solo quedara defenderte y a los que te importan… A veces deberás ver que plantas usas porque algunas podrían matarte… Sé que es difícil para ti… Pero inclusive cuando tienes que matar a un animal para comer o para vestir. Hay que hacerlo con respeto y gratitud. Nunca disfrutando o prolongando su sufrimiento… Lyn… No eres menos noble por consumir un animal… Al contrario valoras más la vida y sabes que solo debe ser quitada para preservar la tuya o la de los que amas... – Concluía viendo a su hija.

La chica solo veía a su papa aun conteniendo las lágrimas. Esta le preguntaba con una voz un poco quebrada - ¿Alguna vez deja de doler? –

El líder de los Lorca solo sonreía. – No… Pero así está bien… Aprendes aceptarlo… Y preocúpate el día que deje de doler… Siempre recuerda que solo debes matar animales, ya sea para comer, usar su ropa o si alguno está atacando alguna persona sin ninguna provocación… - Concluía viendo a su hija.

La joven solo veía la respiración agitada del ciervo. Veía como era lenta cada vez más y más… Su padre ponía su pequeña mano sobre el cuerpo del animal en la pata delantera de la izquierda un poco arriba. Justo en el área del pecho. Casi alado de donde había golpeado la flecha. El hombre le daba su daga a su hija. Esta la agarraba comucho miedo y temblor de manos. Al ver esto el peliverde, se ponía alado de su hija. Lentamente pero de una manera firme y segura, ponía sus manos alrededor de las manos de su hija. Ambas manos cubrían el mango de la daga.

- recuerdo solo bajo las circunstancias que te dije Lyn… Fuera de allí si sería un salvajismo o crueldad… - Decía viendo directamente a su hija a los ojos.

Un miedo y una sensación de inseguridad, se recorría por todo el cuerpo de la niña. Viendo con mucha miedo a su papa.

- Tengo que… - Decía con una voz muy tambaleante, la peliverde.

- Si… Tenemos que hacerlo… Ya lleva rato sufriendo y así dejara de sufrir… Además debes aprender hacerlo sola. Tranquila si lo hacemos bien, no le dolerá y será rápido.

Rápidamente Lyn sentía como su padre bajaba la daga hasta el punto del cuerpo que le habían señalado… El animal al recibir el impacto rápido solo lanzaba un alarido… Mientras la chica peliverde veía como los ojos del ciervo se iban apagando. No supo en que momento ella y su padre quitaron las manos de la daga… Pero solo sintió como esos ríos de alma que estaba conteniendo en sus ojos comenzaban a salir… Era una mezcla de muchas emociones…

Los arboles eran testigos del fuerte llanto que emanaba de la pequeña peliverde, rápidamente el hombre le daba un abrazo. Mientras ella le correspondía, el solo pasaba lentamente la mano por la espalda de su hija. Mientras esta continuaba liberando todo lo que guardaba en su alma.

Lyndis solo veía al ciervo frente a ella y suspiraba… Ya había sacado su arco y tomado una flecha. Procuraba no hacer ningún ruido o pisar alguna hoja seca. Sabía que el más mínimo movimiento, podía espantar a aquellos fantasmas de los bosques como eran conocidos en Lycia. Su pierna izquierda estaba al frente, mientras la derecha atrás. Estaban ambas piernas colocadas en un ángulo de noventa grados. Procuraba respirar más lentamente y con menor ruido. Debía calmarse para que todo fuera en un solo tiro. Una vez que estaba parada rectamente, su brazo izquierdo estaba estirado todo lo que su cuerpo le permitiera sin dejar de agarrar el arma de madera. Mientras que con su mano derecha tensaba el hilo del arco, entre sus dedos índices y del medio estaba la flecha, en el lugar exacto donde el hilo tensaba el arco. Sentía su mano cerca de la mejilla derecha, mientras cerraba su ojo izquierdo. La hija de la tribu Lorca daba un último respiro lento, mientras apuntaba al pecho izquierdo del animal. Era increíblemente afortunada tener al ciervo justo del lado izquierdo.

Solo necesitaba un tiro... Pareciera que el mismo bosque confabulara, para que pudiera acertar en lugar preciso. Todo se silenciaba de manera increíble, el viento había parado su marcha aunque fuese por un momento. El ciervo solo estaba pastando en una zona que consideraba segura en el bosque. La guerrera peliverde lo sabía… era el momento. Justo cuando iba liberar a flecha, se oía en aquella parte del bosque como si un bulto chocara con el piso, el eco del metal se oía en aquella zona alertando rápidamente al ciervo que salía corriendo de allí…

La chica peliverde estaba frustrada, el sonido de ese eco metálico la había sacado precipitada mente de su concentración. Cuando volvía a visualizar al animal, lo veía perderse en el bosque. Sabía que podía herirlo, pero no era la manera que le gustaba hacer las cosas. Rápidamente reaccionaba, había sido el sonido de algo metálico al chocar con el suelo… Mas por instinto que por acción premeditada, la nieta de Lord Haussen. Desenfundaba su espada la Mani katti a la par que el arco y la flecha chocaban con el suelo. Como si un cambio radical en su estilo de lucha se tratase, ahora la guerrera no estaba en una actitud pasiva. Estaba alerta para que en cualquier momento liberara un fuerte ataque de su espada. Daba pasos lentos al origen del ruido metálico. Sabía que podía ser una treta para una emboscada… No era la primera vez que en el bosque que un bandido intentaba atacarla… Pero por lo general acababan peor ellos.

Lyndis se ponía detrás de un árbol, tomando su espada por el mango con su mano derecha. Mientras esperaba, al menor ruido. Fueron solo un par de segundos… Hasta que ella dio un gran salto apuntando con su espada hacia al frente, pero lo que encontró no fue lo que esperaba…

La peliverde rápidamente veía por encima de ella, poniendo su vista en las copas y ramas de los árboles. Muchas veces las personas fingían tener un herido para que algunos otros atacaran por sorpresa. Rápidamente veía toda la zona, por detrás de los árboles. Algo fuera de lugar que le indicara que realmente era un viajero inconsciente. Pero nada todo parecía indicar que realmente era un viajero…

La noble de Sacae volvía enfundar su espada… Mientras inspeccionaba al viajero. El cual estaba boca abajo, con una capa roja bastante malgasta tapando todo su cuerpo excepción de su nuca. De la cual salía una especie de mango negro. La guerrera intento darle la vuelta.

- rayos… Pesas demasiado… - Decía algo molesta, al intentar girar al extraño. No es que no pudiera con ese peso. Pero no se percató de la gran cantidad de protectores que traía el extraño. Así que había usado menos fuerza de la que pensó necesaria… Al darle la vuelta al fin pudo ver al extraño. Lo pudo observar bien… Era más alto que ella por una cabeza y media, tenía pelo azul y un peinado bastante alborotado con varios mechones de cabello saliendo por varios lados. Debajo de esa cabellera traía una banda verde bastante vieja con algunos orificios por diversos lugares. Las partes del reverso de la banda caían en la mitad de su espalda. La capa estaba fijada alrededor del cuello como si fuera una bufanda. El extraño guerrero traía varias partes de armadura por todo su cuerpo. Más por estilo, que por que las perdiera en una batalla… Tenía una hombrera izquierda color azul con dorado bastante oxidada, en el ante brazo izquierdo portaba un brazalete del mismo color que su hombrera y un guante de tela gris bastante sucio que le cubría de la mano al antebrazo. Era un guante que dejaba al descubierto las puntas de los dedos. Tenía una pequeña protección de metal sobre el dorso de su mano izquierda. El brazo derecho solo tenía un guante gris igual que el izquierdo y una protección en el dorso de la mano. Una funda de cuero pasaba de su hombro derecho hasta su cintura izquierda. Atrás de esa se veía esa gran espada, con esa guarda negra con blanco en el centro y la empuñadura también negra. El arma solo tenía un pequeño pomo dorado cilíndrico. Aunque la espada era casi del mismo tamaño que Lyndis. El extraño portaba una prenda sin mangas color beach bastante sucia. Además de una faja de cuero color gris más oscura, con un cinturón dorado que cerraba dicha faja. Lo cubría un pantalón blanco también desgastado. Y en el muslo derecho lo cubría una especie de cuero circular que al parecer era usado para cargar cosas pequeñas como pociones. En ambas piernas en la parte del frente, de las rodillas hasta los tobillos. Portaba un protector de armadura del mismo color que su hombrera y también algo oxidado. El extraño portaba unas botas, algo gastadas pero aun funcionales bastante grandes. Su cuerpo era alto, pero a pesar de tener algo de musculatura. No era algo que fuera exagerado. La peliverde al observar bien sus facciones, pudo percatarse que el extraño no sobrepasaba más de dieciocho años.

Lyndis suspiraba… No es que le molestara tener que cargar con viajeros en esas condiciones… Pero tenía que terminar su casería. Apenas tenía víveres para hoy y mañana… Tener que ayudar a un extraño, limitaría su ración bastante. Además portaba un arma y bastante grande… No sabía si era un soldado, mercenario o un bandido… Pero no podía dejarlo a su suerte así… No era médico o curandera, pero si veía al viajero bastante cansado… Parecía tener signos de deshidratación. Dejarlo allí era dejarlo morir… Cosa que nunca se perdonaría…

- ¿Parece que siempre termino recogiendo extraños no X? – Decía en un tono irónico y un poco fastidiado. Mientras la joven procedía a levantar sobre su hombro al viajero extraño. En el proceso uno de sus brazos quedaba al frente del pecho de ella… Haciendo que la peli verde volviera suspirar frustrada…

- Por lo menos cuando ayudo viajeros… Están conscientes… Y pueden moverse por sí solos… - Decía en un tono bastante molesto. Aunque agradecía que estuviera inconsciente, le molestaría mas tener a un hombre consiente tan cerca de ella… Aunque no dejaba ser incómodo. Detestaba esas historias de los trovadores del pueblo, donde una mujer se ponía nerviosa o sonrojada solo porque se le aparecía un hombre… Bueno quizás Florina era de las pocas que conocía con ese problema debido a su timidez… Pero no entendía como en esas historias, ponían mujeres como si disfrutara de las miradas obscenas de un patán desconocido. Que se piensa con derecho sobre ellas…

Como fuera tenía que recoger su arco y su flecha. Además de llevar al desconocido a su tienda… Ya pensándolo bien hoy tendría que dormir afuera… Aunque eso no le incomodaba en si hoy ya había decidido eso… Antes de salir, aunque ahora si aumentara el frio o lloviera… ¿Tendría que compartir su tienda? El solo pensar eso le generaba incomodidad. – Por favor que hoy no llueva… y no haga frio de noche… - Decía con un tono suplicante al cielo.

Lyndis volvía avanzar paso a paso, por el bosque con el aquel extraño inconsciente a su lado. Nunca pensó verse en una situación así… Pero como decía su padre… "Lo increíble de vivir era que nunca sabias lo que pasara". Aunque nunca le gusto esa frase y menos ahora. Pero el cómo no importaba. Tenía que ayudar a esta persona…