Severus Snape miró la sucia ventana del escondrijo perdido en el horizonte de la lóbrega noche. Una risa macabra se materializó en su pálido rostro. Ser el villano de la historia no era sencillo, pero a estas alturas ya nada importaba. Cuando era joven creía que lo más importante para un mago era ser de cuna noble y acabar con tantos muggles fuera posible. Sólo hasta ahora se percataba, que estos ideales sólo estaban cargados de mezquindad y complejos sin sentido.
La viva prueba de estas cavilaciones se hallaba encogida en una ridícula posición fetal sobre uno de los catres de la habitación. Draco Malfoy, era un ovillo tembloroso y repugnante que no paraba de sollozar, incluso en sueños.
Desde esa noche sus perfectos planes se vendrían abajo por salvar a este chiquillo mimado, que no poseía ni una sola de las características que tendría un mago talentoso.
Tocó suavemente una copa vacía depositada en una sucia y pequeña mesa, haciendo aparecer un líquido color malva y hundiéndose aún más en el desvencijado sillón. Se sorprendió a sí mismo al recordar una larga cabellera castaña y algo desordenada.
"Granger" murmuró apoyando el mentón en su mano derecha y evocando la presencia de la joven al mirar la singular bebida. Ella sí que era sin duda alguna la bruja perfecta, toda una paradoja para los ideales de los mortífagos. Pensó que después de todo, Voldemort no era de sangre completamente pura, vaya ni siquiera él mismo lo era y sin embargo era el mago tenebroso más temido del mundo mágico. En cambio Ronald Weasley o Draco Malfoy, ambos de familia completamente mágica eran un desastre.
Tal vez debería hacerle una pequeña visita a la joven, una pequeña despedida… para que jamás olvidara al príncipe mestizo.
Una joven envuelta en satén azul celeste observaba un crepúsculo anaranjado con tristeza, mientras un joven pelirrojo sostenía dulcemente su cintura.
- Bueno, espero tu respuesta Hermione- gimoteó Ronald más colorado que nunca.
- Está bien Ron- susurró la chica abrazándolo con timidez.
El chico la miró con unos felices ojos azules y una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Está bien si te beso?- murmuró sosteniendo el rostro de la chica entre sus manos.
- Sí, claro que está bien Ron.
Una sombra apareció cerca del lago que colindaba con la madriguera. Severus divisó la casa, completamente cubierta de flores blancas y luces. Atisbó a lo lejos una pareja, aparentemente se estaba desarrollando una boda en la casa de los Weasley. Miró a la novia y recordó que se trataba de la joven Beauxbaton, Fleur Delacour. El novio llevaba la cara surcada por un montón de cicatrices, que hicieron recordar a Severus la noche vivida un mes atrás.
Recordó aquella luz verde proveniente de su varita, estúpidos intentos por salvar la vida de un muchacho enclenque y majadero. No era necesario para la causa del señor oscuro que él asesinara a Dumbledore; si no hubiese hecho ese maldito juramento, nada de esto estaría ocurriendo, no tendría que ser un fugitivo del ministerio, ni habría perdido su cargo como profesor de Hogwarts, ni la confianza de algunos pocos que tanto le había costado ganarse, ni la posibilidad de seguir trabajando como doble agente. Había dado muerte al único hombre que de verdad había confiado en él y eso, hasta para un hombre como él era algo miserable.
A Severus nada de la causa de Voldemort le atraía, mucho menos aún la causa de Dumbledore, sólo estaba interesado en la cosa más sencilla que un hombre puede anhelar… vivir. Vivir para él y no para los demás; vivir entre muggles o magos pero como alguien autónomo y no como un esbirro angelical o maligno.
Esa noche lo cambiaría todo, de eso estaba completamente seguro, había tomado una determinación, tal vez estaba jugando la peor de sus cartas pero ya no importaba mucho, su tiempo se había agotado.
Le había costado dos años entenderlo, dos tormentosos años descubrir que amaba a una sangre sucia; a la mejor amiga de su Némesis, su propia alumna…
-Granger- susurró con una voz que se fraccionaba entre el odio y la dulzura.- Asquerosa sabelotodo… serás mía.
Se apoyó en un árbol sumamente viejo que le permitió refugiarse en las sombras, proyectadas por las enormes ramas que emanaban del mismo. Todo su cuerpo era una derivación de la oscuridad en aquella fosca noche… Siempre una derivación, nunca algo consumado… nunca algo palpable.
- ¿Quieres más?- dijo Ron sacando a Hermione de su ensimismamiento bruscamente, al plantarle una botella llena de un líquido ámbar en frente del rostro.
- ¿Qué¡Ah! No, gracias Ron- dijo mirando con detenimiento un cedro gigantesco cercano al lago. Habría jurado que una sombra se había movido cerca de allí. Probablemente se debía a una jugarreta de su imaginación, después de evocarlo tantas veces a él, era lógico que creyera verlo. Decidió que había sido nada más un conato de espejismo y se viró sonriente hacia Ron, que derramó su vaso cuando le correspondió la mirada. Harry hizo todo lo posible por tratar de contener la risa, pero cuando sintió que Ginny lo estaba mirando, su semblante se tornó serio y taciturno.
- ¡Demonios!- rugió Ron mirando la última gota de la bebida tamizarse en el vestido azul celeste de Hermione y dejar una mancha de un singular color amarillento.- Lo siento mucho… yo.
- No importa Ron- lo tranquilizó la chica.- Voy a buscar un poco de agua en el lago para arreglarlo.
- Te acompaño- urgió el pelirrojo.
- No esta bien, quédate aquí, regreso en unos minutos- dijo muy a su pesar la chica al captar la mirada de suplica que le dirigía Harry; obviamente no quería quedarse solo con Ginny.
Hermione caminó presurosa por el sendero y miró tristemente al solitario cedro. Se detuvo un instante a mirar el firmamento y luego continuó hasta dar con la orilla de la laguna. Miró su reflejo en la superficie especular y sintió una calidez en sus mejillas. Era demasiado tarde para pensar, cuando ya había derramado infinitas lágrimas que caían sobre el agua alterando la quietud, al producir innumerables ondas desconsideradas.
Se enjugó fuertemente el rostro y sacó un pañuelo que había resguardado de las miradas indiscretas en un pequeño bolsillo; pasó la prenda superficialmente por sus pómulos y se apresuró a sumergirlo en el agua helada. Con los dedos entumecidos por el frío del líquido lo frotó enérgicamente por la tela del vestido. Hermione temblaba sin control y sentía como un frío cruento la paralizaba de momentos. Una sombra se abrazó a su espalda, cubriéndola del viento helado y haciendo que se estremeciera al sentir la tibieza de su aliento golpeando contra su cuello.
- Ronald te dije que no tenías que venir- reprochó rozando una mano que se aferraba a su abdomen con suavidad. La sintió distinta, crispada.
- No soy Ronald Hermione- susurró Severus al oído de la chica haciéndola estremecerse. Se sentía extraño llamándola por su nombre; seis años llamándola Granger quizás lo habían afectado un poco.
Hermione se aterrorizó al escuchar esa voz grave tan odiada y tan amada al mismo tiempo. Tal vez estaba soñando, tal vez era presa de una quimera… fantasía egoísta y descarada de un miserable asesino.
- Ya basta- susurró perdiendo los estribos y dejando caer la cabeza en sus dos manos.- Déjame en paz. El no está aquí déjame en paz.
- ¿Quién no está aquí?- preguntó con voz melancólica besando el cabello castaño de la joven.
- El profesor… Se- Severus- tartamudeó sollozando y aferrándose al abrazo de la sombra desconocida.
- Tienes razón, no está aquí- sonrió maliciosamente.- así que no puede pasar nada si me atreviera a besarte, puesto que no me encuentro junto a ti.
Sin pensarlo, la tomó por el cuello delicada pero decididamente y ladeó la cabeza de la chica, hasta atrapar sus labios con los suyos propios. Succionó los labios de la joven y con su lengua dibujo una "S" en su boca apretándose más contra ella. Hermione abrió sus ojos y vislumbró dos ojos oscuros que la miraban con pasión, la misma mirada que no denotaba piedad y se sintió morir. La peor de las traiciones no la había cometido él, sino ella por haberse enamorado de un hombre así.
- Supongo que si no está aquí no importa mucho- dijo respirando con dificultad. Trató de levantarse pero la sombra se lo impidió.
- Esto es un sueño ¿recuerdas?, no hay por qué apresurarse, después de todo yo no soy real¿qué daño podría causarte brindarme unos cuantos minutos más de tu compañía?
Y así fue como alucinación y soñadora desaparecieron en la negrura de la noche.
- Ya se ha tardado mucho Harry- dijo Ron levantando la cabeza nervioso y mirando hacia el lago en busca de Hermione.
- Ron si empiezas a atosigarla no te soportará más de cinco minutos- señaló Ginny tomando una botella de cerveza de mantequilla y tratando de abrirla con todas sus fuerzas.
- Tiene razón – atinó a decir Harry tomando la botella que Ginny resignada había dejado en la mesa y abriéndola con un pequeño esfuerzo.- Déjala respirar amigo.
Ginny soltó un inaudible "gracias Harry" y cuando tomó la botella sus dedos se rozaron levemente, haciendo que ambos se sonrojaran muy levemente. Ron se sentó fastidiado y antes de que se levantara de nuevo, a pesar de las quejas de Harry y las advertencias de Ginny, Gabrielle Delacour se le acercó muy alegre y lo arrastró hasta la pista de baile.
Hermione abrió los ojos y se encontró ante una habitación cuyos muebles estaban cubiertos por sabanas oscuras (muy propio de Snape chicos) y telarañas extremadamente enormes.
El sueño continuaba pensó Hermione. Enfocó la vista y vislumbró a una figura alta y ataviada de negro, apoyada en la pared de la chimenea. Jugueteaba con el atizador dibujando caracteres geométricos en las cenizas. Severus soltó la barra cansado y se quitó la capa. Cuando la dejó en el mueble al lado del cual estaba la chica, la miró sin decir nada. Se aproximó a ella y la abrazó posesivamente.
- "Para ser un sueño se siente muy real"- pensó Hermione reaccionando como una autómata y aferrándose a la espalda del hombre- Tengo frío- musitó inconcientemente.
- ¿En serio?- preguntó apartándose de ella por unos instantes y acariciando su barbilla.- Veré qué puedo hacer para enmendarlo.
Se aproximó a ella nuevamente. El sabor de sus labios era un deleite, le recordaba al sabor de lo prohibido que había experimentado al hacerse un mortífago y luego al traicionar al señor oscuro, casi el mismo sabor que el de los labios de Narcisa pero aún mejor, más sublime, más frágil. Se adentró en su boca y buscó su lengua con desesperación, sediento de su esencia.
Hermione se separó sollozando y sintiéndose el peor ser de toda la tierra, engañaba a Harry, a la memoria de Dumbledore, a su causa… a Ron.
- No engañas a nadie- dijo leyendo sus pensamientos y acercándose de nuevo para acariciar uno de sus rizos castaños. Le arrebató la horquilla que aprisionaba su cabellera y hundió su rostro en el hueco entre su cuello y su hombro.- No es tu culpa, soy una pésima pesadilla que te atosiga y no puedes librarte de mí.
El perfume que impregnaba su piel era tan delicioso como el de su cabello. Tomó sus dos manos y se las llevó a los labios.
- Ven conmigo -susurró inaudiblemente.
Traspasaron la lúgubre estancia y cruzaron una puerta que hizo a Hermione estremecerse y acercarse más al hombre. Una alfombra gigantesca con un montón de cojines y almohadones ocupaba casi todo el espacio de la pequeña habitación.
Severus se sentó y atrajo a la chica hacia sí. Quedaron tumbados, ella encima de él mirándose por largo rato. Como primer gesto espontáneo Hermione retiró un mechón negro que caía sobre la frente de Snape. Era extraño, recordaba que el profesor de pociones tenía un gesto austero y cruel, que llevaba el grasiento cabello pegado al rostro y que sus miradas no ofrecían más que desprecio y en el mejor de los casos indiferencia.
Ahora era tan diferente; sus ojos brillaban como nunca y su semblante parecía alegre. Su cabello era suave y caía desordenado y sus manos se aferraban a sus muñecas para impedir que se levantara.
Antes de que Hermione pudiera pensar en algo, Severus la tomó de la cintura y se colocó encima de ella recostándola suavemente en los almohadones. La levantó delicadamente y deshizo el lazo que amarraba el vestido a su cuello. Acerco sus labios a la garganta de la joven, sintió el fluir de la sangre en un ritmo que le arrancó un gesto de satisfacción y comenzó a besarla y saborearla sin piedad.
Hermione perdió el control de su ser y cuando creyó que iba a morir el se detuvo y acercó su boca a la de ella calurosamente.
- ¿Eres un vampiro?- preguntó sin despegar sus labios de los de él.
- ¿Qué?- preguntó divertido parando por un momento de besarla. Antes de que Hermione pudiera refutar algún argumento para defender su teoría, Severus comenzó a reír descontroladamente y se acurrucó en su pecho.- Sí, tal vez lo soy.
- Eso creí- bromeó Hermione riendo a su vez.
- Déjame demostrarte los magníficos talentos que poseemos los seres de la noche- dijo provocativamente dibujando círculos sobre uno de sus pechos y haciéndola gemir de satisfacción.
Se quitó el chaleco negro y lo arrojó a un lado. Se abalanzó sobre ella como una bestia y la besó fuertemente, dolorosamente, con tanta pasión que cuando se separaron para tomar aliento había un hilillo de sangre en los labios de la chica.
- Soy un bastardo- dijo acariciando la pequeña herida.- Te he lastimado.
- No es nada- lo tranquilizó hermione.- Quítate la camisa.
-¿Me harías el honor?- cuestionó altivamente retándola.
- Vaya, después de todo si eres un Slytherin- dijo Hermione apoyándose en sus codos y mirándolo con recelo.- ¿Por qué no?
- Vaya, después de todo eres una Griffindor- dijo Severus haciendo una mueca.
Hermione se acercó más y comenzó a desabrochar los botones de la camisa con lentitud. Se sentía mareada, su frente estaba perlada de sudor, se odiaba en esos instantes pero se odio aún más cuando balbuceó sin querer "No quiero despertar". Severus la escuchó y con una actitud serena se acercó a su oído.
- No voy a dejarte hacerlo, descuida.
Dejó caer la camisa en el mismo lugar del chaleco y jugueteó con la cinta del vestido que ahora caía a lo largo del cuerpo de la chica. Lo deslizó lentamente hacia abajo, descubriendo el cuerpo de Hermione que temblaba nerviosamente. Trató de tranquilizarla colocando sus manos sobre su vientre y masajeándolo suavemente. Miro su pecho aprisionado injustamente por un sujetador del mismo color del vestido y su mirada bajó hasta encontrarse con unas pequeñas bragas, también azul celeste.
Hermione trató de cubrirse y el rubor encendió sus mejillas. Snape apartó las manos con suavidad y comenzó a besar el nacimiento de sus pechos, descendió hasta su ombligo y dejó una estela de saliva en sus muslos y sus piernas. Hermione respiraba dificultosamente y en un acto reflejo comenzó a acariciar frenéticamente el cabello de Severus.
- Creo que jamás esperó besar así a una sangre sucia profesor- rió sintiendo sus besos muy cerca de la rodilla.
- Diez puntos menos para Griffindor por ese comentario Granger- susurró desabotonando su pantalón con la mano derecha.
Cuando lo logró, arrojó la prenda tras de si e introdujo ambas manos por detrás de la espalda de Hermione removiendo el brasier con premura. Admiro embelezado sus pechos por unos segundos y luego comenzó una danza sensual con su boca que la hizo estremecerse y arquear su espalda suplicando por más.
- Severus… Severus- era la primera vez que lo llamaba por su nombre. Le gustaba como se oía. Le gustaba su sabor, no el sabor de lo oscuro ni de lo prohibido, sino el sabor de él, como hombre, como amor. Acarició su antebrazo izquierdo, haciendo que Severus se agitara presa de un escalofrío.
- Por favor, no me toques en ese lugar- dijo suplicante descansando su cuerpo encima del de ella.
En vez de hacer lo que le pedía, Hermione colocó el brazo sobre su rostro y dibujo una "G" en el tatuaje con forma de calavera.
- Es por Griffindor supongo- dijo Snape con fastidio
- No, es por Granger- atinó a decir con una triste sonrisa dibujada en el semblante.
- Ya veo… veremos quién pertenece a quién… Hermione.
La tomó por las caderas y la inmovilizó en la alfombra. Tomó sus bragas por uno de los lados, la removió rápidamente y dejó al descubierto toda su intimidad.
- Eres tan hermosa… podría pintarte en esta posición.
- Los sueños no hacen eso- aclaró quitándole también la última prenda al hombre.
- Tienes razón, hacen cosas mejores…
La besó con dulzura, para no causarle otra herida y le acarició el cabello. Guió su miembro con su mano derecha hasta el interior de la joven y se adentró en ella con parsimonia, como si necesitara todo el tiempo del mundo para reconocerla. Hermione respondió acercándose más a él y ahogando un gemido de dolor.
- ¿Te he lastimado?- jadeó Severus mirándola suplicante.
- No- susurró la chica abrazando el cuerpo del hombre con sus piernas, permitiéndole un mejor acceso.- Más por favor.
Iniciaron movimientos sumisos que fueron transformándose en fuertes acometidas. Severus se asía fuertemente a su cintura y jadeaba de placer al escuchar los gemidos de la joven en su oído. Jamás había tenido un contacto tan perfecto con una mujer, tan completo… tan palpable.
- Voy a… a terminar… en ti – dijo incontrolable, recibiendo como respuesta una sensual mordida en su lóbulo izquierdo que trató de ignorar inútilmente.- No debemos.
- Yo lo deseo – dijo febrilmente Hermione.- Lo deseo con todo mi corazón.
- Te amo – dijo levantándola y pegándola a su pecho.- Te amo.
- Te amo Severus- consiguió decir antes de arquear crudamente su espalda y ahogar un grito de placer.
La luz de la luna aún se filtraba por la ventana de la habitación, Snape estaba tumbado semidesnudo con un peso amado sobre él.
- No eres un sueño- indicó Hermione fingiendo molestarse y colocando una mano en su pecho.
- Siempre supiste que no lo era – puntualizó dibujando eses en su espalda.- Carpe diem quam minimum credula postero,"Apodérate del día, nunca confíes en lo próximo".
- Esas eses ¿son por Slytherin?- preguntó incomoda Hermione.
- No, son por Snape- susurró girándola nuevamente y comenzando a besarla.
