I
ʻŌlelo mua (Introducción)
Enero 24, 2011.
Aliʻiōlani Hale- Base de Operaciones de las Fuerzas Especiales Five-0.
Chin levantó la mirada de la computadora central y le dedicó una sonrisa. Usualmente, él era el primero en llegar y se tomaba el tiempo para encender todos los equipos. También revisaba las noticias, incluso si tenían ningún caso asignado. Kono le dio una ola silenciosa con su mano antes de dirigirse a su oficina para dejar sus cosas. Revisó su teléfono por costumbre, satisfecha al ver que no tenía mensajes sin leer.
Normalmente si había algún caso pendiente, el jefe se encargaba de llamarlos y darles la información pertinente pero Kono sabía que tanto Chin como Danny tenían por costumbre el revisar hechos recientes en el noticiario y casos fríos del DPH cuando no había ninguna investigación en curso. No estaba segura si debía adoptar el hábito que ellos tenían, pero reconocía la dedicación que representaba el gesto. Kono estaba habituada a marcar el número del pronóstico para estar al día de los cambios en el clima y en las olas, una costumbre adquirida desde la época en la que pintaba los espejos con lápiz labial para recordarse las fechas de las competencias y se despertaba aún antes que el sol para prepararse para ir a surfear. Pero, eh, ella veía los noticieros todos los días antes de salir de su departamento. Eso contaba.
Lanzó una mirada en dirección a la oficina de Danny, sorprendiéndose de ver que estaba cerrada. No le sentaba bien el silencio lúgubre que evocaba.
Aunque Chin era el primero en llegar, ella sabía, por experiencia, que Danny era el último en irse a casa. Solía quedarse con la excusa de los archivos y los informes, el eterno papeleo, e incluso a veces regresaba después de hora para encargarse de ello. Sospechaba que parte de ello era más para evitar el regreso a un apartamento vacío y a un mundo solitario. Era Steve quien lo arrastraba fuera de la oficina y hacia su casa de playa, incluso a veces llevándolos a todos para que se despejasen un poco. Kono no se engañaba con lo que significaba. Ellos dos pasaban tanto tiempo juntos como les permitían las horas del día.
O así había sido hasta la semana anterior.
Durante días tanto Danny como Steve se había ignorado cuidadosamente, de esa forma en la que parecía que cualquiera de los dos estallaría por combustión espontanea si se acercaban un poco el uno al otro. Fuese lo que fuese que hubiera pasado, había sido como entrar en un universo alternativo.
Kono esperaba que las cosas volviesen a la normalidad y pronto. A un día tan normal como podía una persona tener al formar parte de Five-0, al menos, considerando que ella había trabajado como encubierta entre unos traficantes de personas y había sido secuestrada aún antes de que su graduación fuese completamente oficial.
Lo previsible era que todo allí era imprevisible. Sin embargo, le gustaba pensar que existía una pseudo-rutina en lo que el trabajo suponía, especialmente en los días lentos.
—Hola, cuz —dijo Chin, una vez que ella se acercó al tablero para darle un mejor saludo. La sonrisa en su rostro denotaba calidez—. Parece que hoy será otro día lento.
Chin tenía la costumbre de enunciar pensamientos que Kono solamente reservaba para sí misma. Sonrió en esa idea.
—Mientras sea un día menos tenso que los últimos-
Su primo ladeó la cabeza, sin dar nada a cambio. Kono puso los ojos en blanco.
—¿Crees que no he notado lo extrañas que están las cosas entre Danny y el jefe?
Chin resopló. —Extrañas, ¿cómo?
Bueno. Kono decidió que él tenía un punto con eso.
—Generalmente su relación es- bueno, es —dijo impávida, porque definitivamente había algo entre ellos dos que desafiaba toda descripción a la idea que vendían; algo que Kono no estaba segura si era una atracción negada o una co-dependencia especialmente intensa nacida de las circunstancias—. Pero me refiero al hecho que la tensión ya no es solamente sexual.
Las cejas de Chin se alzaron pero su boca se torció hacia arriba por un segundo.
—Ellos necesitan tiempo, cuz. Se arreglarán.
—¿Cuánto más pueden tardar? —preguntó en voz baja, sus ojos vagando entre la puerta principal y el rostro de su primo—. Steve no soporta que Danny esté enojado con él de verdad y ha pasado ya un tiempo. Y Danny nunca había actuado tan extraño como la semana pasada.
Danny y Steve estaban actuando como si todo estuviese bien. Pero no parecían poder siquiera convencerse de que los dos estaban bien, lo que hacía que fuese obvio que estaban actuando. Kono sentía que entraba en un círculo vicioso de solo pensar en ello.
Quería su pseudo-rutina.
Chin frunció los labios. Era un gesto familiar. Lo hacía sin darse cuenta, probablemente, pero Kono lo reconocía como parte de una postura pensativa.
—¿Crees que tuvieron una pelea sobre el caso Noshimuri? —preguntó, tras un momento—. ¿Algo más personal?
El caso Noshimuri. Ella odiaba cómo había terminado todo el asunto.
—No estoy diciendo que haya sido una pelea —declaró, evitando centrarse en la otra parte de la pregunta—. Si fuera algo de trabajo lo habrían resuelto en el momento y nosotros sabríamos que fue, ¿no lo crees?
Chin asintió. No obstante, terminó por alzar los hombros desapasionadamente. —No es de nuestra incumbencia por el momento. Cuando nos necesiten, si nos necesitan, vendrán a buscarnos. Han arreglado todos sus problemas solos antes.
Quizá sí. Kono tenía la sensación que la tensión entre ellos iba en crescendo.
Decidió cambiar de tema.
—El jefe vendrá más tarde hoy, ¿cierto? —Chin le recordó que Steve había pasado el fin de semana cumpliendo con el tiempo mensual en las reservas y que tendría una reunión con la gobernadora para hablar del progreso de la unidad—. ¿Sabes algo de Danny?
—No —dijo él, sin sonar preocupado—, pero fue su fin de semana con Grace…
Asintió de nuevo.
No era inusual que Danny llegase más tarde en esos días. Además, no habían tenido un día libre en lo que se sentía una eternidad, y la regla informal-no-escrita, les indicaba que podían tomarse tiempo aleatoriamente mientras estuvieran disponibles ante cualquier eventualidad. La gobernadora y, más especialmente Steven McGarrett, consideraban que Five-0 siempre estaba en actividad.
Era extraño que Danny no enviase un mensaje pero, conociéndolo, el mensaje podría llegar en cualquier momento pronto. Si era que no había llamado ya a Steve. Le envió un mensaje para que trajese malasadas cuando llegase, un precio inocente por llegar tarde, y le sonrió a Chin cuando lo vio sacudir la cabeza silenciosamente.
Sin otra cosa que hacer, se dividieron el papeleo inacabado, algo que nunca estaba al día, y ella se encerró en su oficina.
No tardó mucho en perder la noción del tiempo.
Un golpe seco, firme, en la puerta la hizo saltar bruscamente en su sitio. Kono parpadeó solamente para ver la espalda de Steve dirigiéndose de regreso a la mesa de la computadora central y saltó en su silla para seguirlo, sorprendida con la rigidez que veía en su postura. Alcanzó a ver a Chin, que también salía de su oficina para dirigirse al punto usual de reuniones, con una expresión inquieta. Tuvo un mal presentimiento cuando vio que la oficina de Danny seguía intachablemente cerrada. Miró a su alrededor para comprobar que su ausente compañero no estuviese simplemente fuera del campo de visión, pero no había ni rastro de él en la habitación.
No había hablado con Danny desde el viernes por la noche. El tiempo con Grace era sagrado para él, y por extensión para ellos, así que intentaban dejarle disfrutar de un fin de semana sin distracciones en tanto pudieran. Kono se arrepentía de no haberle llamado esa mañana en lugar de enviarle un mensaje.
Captó los ojos de Chin y vio que los dos tenían la misma pregunta en la punta de la lengua. Volvió su mirada a Steve, estudiándolo. Estaba tenso y parecía nervioso, algo que le sentaba tan mal a ella como el silencio casi lúgubre que empezaba a llenar la oficina.
—Jefe, ¿dónde está Danny?
Steve respiró hondo, y los miró de esa manera que causó picazón debajo de la piel. Algo oscuro se deslizó en su mirada, un parpadeo desconocido, y luego todo él se apagó. Sus ojos estaban tan blancos como su rostro, y la sensación que algo malo había pasado hizo que su estomago diese un vuelco. —Eso es lo que tenemos que averiguar.
