POV Quinn
Aún no puedo creer lo que paso anoche con Santana en la fiesta de Mr. Schue. Probablemente no debería darle demasiada importancia, solo fue una de esas típicas experiencias universitarias de las que la gente habla. Además no estaba totalmente sobria. Bueno, solo fueron un par de latas de cerveza, supongo que no puedo echarle la culpa al alcohol. Espero que no sea demasiado incómodo encontrármela a cada minuto por los pasillos y en la sala de ensayo. No entiendo por qué no paro de pensar en eso. Si, estuvo bien, pero Santana es una de mis mejores amigas. También una de las más bonitas y sexys. No, tengo que pensar en otra cosa.
…..
POV Santana
¡Al fin me acosté con Quinn Fabray! Wow, dos veces! No es que ella me guste. Es sexy y muy bonita, y admito que llevaba meses deseando verla desnuda. ¡Valió la pena! Tiene uno de los pechos más lindos, blancos y formados que he visto. Excepto por los de Britt, por supuesto. Como sea, la perra del Mckinley High soy yo y no voy a rebajarme enamorándome de una imitación barata de mi misma. Aunque cualquier cosa parecida a mi vale la pena. El punto es que me acosté con la famosa Quinn Fabray. Me muero por ver su cara cuando nos veamos. Estaba un poco tomada pero sé que se acuerda de todo. Sé que solo piensa en eso.
…
POV Quinn
*Flashback*
Santana me tomó de la mano y me guió rápida y elegantemente hasta una lujosa habitación del hotel en el que Mr. Schue gastó tanto dinero. Pobre. Miss Pillsbury es una maldita loca, hay que admitir que Will Schuster no está nada mal. No es mi tipo, claramente, demasiado femenino para mí, yo solo salgo con chicos rudos. Me da estatus. Además, cómo puede huir de su propio matrimonio y no casarse con él en… su situación. Me refiero a que aún es virgen… ¿Cuántos años tiene? ¿60? Debería unirse al club de celibato, aunque sea una farsa para aparentar. Ser presidenta me crea una imagen que pretendo mantener. La verdad es que me he acostado con la mitad del Mckinley y cada uno de esos idiotas cree que ha sido el único. Que ilusos. Como si yo, Quinn Fabray, la increíble y sexy capitana de las animadoras fuera a guardar mi cuerpo para un solo tipo. Pero me conviene que piensen que soy una niña buena y virgen, aunque ¿no es obvio que tenga mis necesidades? Santana me las cubrió todas. Que estoy diciendo, es una mujer, solo fue algo de una noche. La habitación estaba tenuemente iluminada por unas pequeñas luces rojas en las esquinas de las blancas paredes y el ventanal con vista a las luces de la ciudad creaba el ambiente perfecto para aprovechar la gran y mullida cama roja en el medio del cuarto. Estoy comenzando a asustarme por la cantidad de detalles que recuerdo. Al parecer estaba bastante consciente.
Santana cerró la puerta y la miré. Lancé una risita y ella me acompañó mientras se acomodaba en la cama. Sentí cómo me miraba de arriba a abajo.
-Así que… las dos solteras, ¿eh?
-Sip… solteras y libres –volví a reírme esta vez un poco nerviosa.
-Quinn Fabray, déjame mostrarte cómo es esto rubia, sé que siempre has tenido curiosidad –Santana me guiñó un ojo coquetamente y no pude evitar sonreír con sus modos tan exagerados de conquista.
Santana se paró de la cama, me tomó de la mano, y me arrastró con firmeza de vuelta. Comenzó besándome el cuello suavemente, mientras yo sólo me reía tontamente. Me puso de espaldas en la cama y se sentó sobre mí. Me sacó el vestido de gala a tirones y presionó sus manos sobre mis pequeños y firmes pechos. Los besos en el cuello se transformaron repentinamente en jadeos apasionados sobre mi boca. De pronto junté coraje y la besé salvajemente en los labios, mientras con mis manos le arrebaté su vestido rojo. Santana me bajó las bragas con destreza y yo la imité lo mejor que pude. Me sorprendí al ver sus morenos pechos colgando sobre mí, eran más grandes de lo que pensaba. No pude evitar tocarlos con fuerza, e instintivamente me arrastré por la cama para quedar con la cara bajo esos suaves bultos y besarlos juguetonamente. Santana rió.
-Wow, Quinn, vas rápido. ¿Estás lista para el siguiente paso?
Solo me reí como respuesta, y dejé que Santana deslizara su mano por mi abdomen hasta mi entrepierna. Comenzó masajeando mi clítoris, primero con suavidad y luego con fuerza, mientras con la otra mano acariciaba uno de mis pezones, duros con el contacto. Arqueé las espalda y miré al techo.
-¡Más! Santana, ¡sigue! ¡Entra!
Santana rió y de un momento a otro sus dedos se movían con agresividad dentro de mí. Inevitablemente lancé un gemido de placer.
-¡Más rápido Santana, más fuerte!
El movimiento de sus dedos se intensificó y pude sentir los rápidos círculos en mi vagina, mientas Santana lamía mi abdomen lenta y calurosamente. Cerré los ojos con fuerza y arqueé la espalda aún más. Luego de un largo silencio lancé un grito jadeante y contenido, y me relajé sobre la cama, satisfecha.
-Uf… eso… wow… nada mal…
Me apoyé en la cama con un brazo y miré a Santana, que me comía con la mirada.
-Mi turno –sonreí.
-A ver si aprendiste algo, Q –me guiñó un ojo.
Rápidamente me lancé sobre ella y la besé apasionadamente. Le apreté con fuerza los grandes pechos y jugué con sus pezones, mientras ella lanzaba pequeños gemidos bajo mío. De pronto se me ocurrió algo. Me enderecé en la cama y tomé sus rodillas. La miré y sonreí. De un momento a otro me encontré abriendo sus piernas, mientras mi cara buscaba su entrepierna.
-Quinn, ¿es en serio?
Sonreí y sin decirle nada lamí su clítoris con desesperación, sintiendo su humedad sobre mi cara y saboreando la sal que su cuerpo emanaba. Moví la lengua en círculos, rápida y bruscamente, mientras mis manos se paseaban suavemente por sus delgadas piernas. Escuché cómo Santana gemía con su dulce voz aguda e intensifiqué los movimientos de mi lengua dentro de ella. Se sentía extraño y excitante. Sobre todo excitante. Santana gimió más fuerte esta vez, mientras se erguía en la cama para agarrarme la cabeza y acercarla a su vagina con brusquedad. Le mordí el clítoris suavemente y saqué la cabeza de su entrepierna. La miré a los ojos, llorosos y desorbitados, como pidiéndome más. Me abalancé a besarla. Al mismo tiempo introduje dos dedos en su vagina y los moví con agilidad. Santana se separó de mis labios y lanzó varios gemidos jadeantes sobre mi cara. Comenzó a decir mi nombre suavemente, hasta que miró al techo co los ojos muy abiertos y lanzó un fuerte grito contenido.
-¡QUIIIIIIIIIIIIIIIINN!
Las dos nos lanzamos a la cama jadeando con fuerza.
-¿Segura que no habías hecho esto nunca? –Santana sonaba sorprendida.
Solo me reí y la miré.
-Así que esto es lo que las lesbianas hacen. Creí que no podían complacerse sin un pene de por medio –Santana giró su cabeza hacia a mí- No me veas así, me gustó, no estuvo mal…
La verdad es que había estado increíble. Tal vez incluso mejor que con todos los hombres con quienes he estado. Santana conocía mis necesidades. Nos quedamos en silencio un rato.
-Quinn…
-Mmn?
-Así que te gustó –me dijo con voz queda.
-Sí
-¿Quieres… tu sabe… otra vez?
La miré con curiosidad. Lo pensé un poco.
-¿Tú quieres?
-Yo…
Rápidamente me apoyé en un brazo, la miré y me lancé sobre ella comiéndome su boca con excitación. Santana me respondió y así continuamos el resto de la noche, sorprendiéndonos a nosotras mismas por nuestra pequeña aventura y por la agradable sensación de nuestros cuerpos juntos.
*Fin flashback*
