La batalla había finalizado, pero muchos cuerpos se encontraban entre los escombros. Ron se encontraba llorando sobre un cuerpo pero no podía lograr distinguir cual era. A medida que me iba acercando comencé a ver un cabello corto y pelirrojo al igual que el de todos los Weasley.

Fred…

Mis pisadas bailarinas eran suaves y descoordinadas, era de esperarse de una anciana de 64 años de edad. Me encontraba sentada sobre una mecedora de madera antigua cubierta por un baño de barniz, con detalles de una flor de Crisantemo tallada en la cabecera. Un libro se encontraba apoyado sobre mis frágiles piernas níveas y arrugadas, mientras que mi mirada se encontraba por soltar nuevamente otra lágrima…

"Abuela, ¿Por qué siempre lloras en esta fecha?"- logré reconocer aquella preocupada voz que normalmente suena tan pícara, pero esta vez no…

"Hace mucho tiempo una persona muy especial se fue…"- logré decir con mi voz tambaleante

"¿Alguna vez volvió?"- cuestionó mientras jugaba en el suelo con su osito de peluche

"No, Robert, pero sé que me está esperando"- contesté con un gran nudo en mi garganta

"¿Por qué no te llama?"- cuestionó con su voz tan inocente en aquellos momentos

"No es tan fácil, mi querido pequeñín, pero sé que me está esperando, la magia siempre quedó encendida"- una lágrima resbaló por mi mejilla arrugada…

"Cuéntame otra vez aquella historia, abuela, por favor…"- rogó el pequeño Robert. Él era mi felicidad, era la réplica exacta de aquella persona que tanto extrañaba y que tanto deseaba volver a ver, aunque sabía que sería imposible. La única diferencia, es que Robert no tenía un gemelo sin oreja, ni un cabello rojo como el fuego, ni aquella mirada azul cielo como él…

Yo sólo le sonreí mientras abría lentamente aquel libro que tenía en mis piernas cuyo título era "Don Quijote de la Mancha", el cual Robert se sabía de memoria todos sus capítulos. Pensé por unos segundos lo que debía hacer, si relatar otra vez aquella tan conocida historia, o contar aquello que nunca nadie supo, solo las reliquias de mis recuerdos…

"Pequeño Robert, hay una historia que nunca nadie ha escuchado. Es tu decisión si quieres escucharla o no, así como también si creer en ella, o no…"- dije antes de cerrar el libro y volver a colocarlo entre mis piernas

"Don Quijote de la Mancha"- se quejó el pequeño. Yo solo asentí con la cabeza y comencé a leer nuevamente los párrafos de aquella tan repetitiva historia para Robert y yo.

La noche había arribado, y el pequeño –pero a la vez no tan pequeño- Robert ya se encontraba durmiendo en la cama que siempre le preparaba cada año en las vacaciones de invierno. Yo me encontraba en la sala de estar, junto a una gran y acogedora estufa de piedra gris. Las llamas se reflejaban en el gran piso de madera, galopeando junto con el brillo de la luna que se colaba por la ventana. Abrí un viejo álbum de fotos con cierto temblor, pero era lo que hacía cada noche, volver a ver aquellas mágicas fotos de mi juventud…la juventud de Hermione Granger…

"Para nuestra mejor y más leal amiga. Que los vientos que mas embelesan sostengan tus ambiciones, y que el cielo nocturno no atemorice tu corazón…"

Cada vez que leía aquella frase tan patética para muchos, pero tan especial para mi, mi alma volvía a aquellos viejos tiempos dónde recorría los pasillos de Hogwarts, dónde me pasaba horas leyendo aquella mágica y misteriosa información que encontraba en cada libro que se encontraba en la biblioteca, donde viví las aventuras con mis mejores amigos, y donde viví las experiencias mas extrañas, incómodas, especiales, necesarias y que formaron parte de lo mas profundo de mi alma, con él…Fred…

Dejé de recordar aquellos momentos y dejé a la vista la primera fotografía. Podía ver a Harry saludándome junto con su primera escoba y el gran parque de fondo, lleno de flores y un lago…

"Harry Potter, ¿Qué será de ti?"- pregunté aún sabiendo que no iba a recibir respuesta. Una sonrisa se formo en mi rostro al recordar lo parecido que era a su padre…

Cambié de página y allí se encontraba otra foto de Harry, Ron y yo sonriendo a la cámara, aunque la cara de Ron podía demostrar cierta incomodidad, aunque la foto fuera en blanco y negro, sus orejas salían más oscuras. Volví a sonreír, Ron pudo haber sido mi primer amor, mi primera fantasía, la primera persona que me hizo verlo más allá de un amigo, pero…¿mi amor verdadero? Sólo lo encontré una vez y se fue hacia donde nunca mas lo pude encontrar…

Quedé perdida en mis pensamientos pero primera vez en el día. Si bien mi edad no me permitía recordar muchas cosas, hay recuerdos que no solo se llevan en la cabeza, sino que se encarnan dentro nuestro hasta que se nos hace imposible simular que aquello nunca sucedió…

"La Madriguera"- susurré con un nudo en la garganta. Aquella por alguna extraña razón era mi foto preferida, aunque la que más me lastimaba a la vez. En ella nos encontrábamos toda la familia reunida: Harry, los Weasley y yo. Todos sonreíamos, pero cada uno con una expresión aparte de aquella tan mágica sonrisa. La Sra. Weasley se encontraba mirando cada 2 segundos hacia la cocina, supongo que no confiaba del todo en la magia para sus recetas. Ron, como siempre se encontraba con sus orejas coloradas –aunque en la foto sólo se veían mas oscuras-. Harry se encontraba a mi lado, mientras sonreía y cruzaba su brazo por mis hombros y el resto de la familia se encontraba bromeando entre ellos. Era uno de los recuerdos que mas quería volver a vivir, con todos ellos, otra vez…

Quise dar vuelta la pagina, pero un pequeño papel cayó, un pequeño papel al cual hace tiempo no quería volver a leer porque sus palabras me lastimaban, me hacían volver a recordar aquel romance entre sortilegios y libros que se había creado…

"Para la Sra. Defensora de los Elfos Domésticos"- era una tortura volver a escuchar su voz, si tan solo pudiera leerla con la mía, pero su recuerdo me atormentaba siempre…Fred, mi gran amor, el amor que dejamos enterrados entre los escombros de la batalla pero que aún sigue vivo…ese amor me quema hasta el día de hoy…