Ninguno de los personajes originales me pertenece a mi, sino a la maravillosa Jo.
Hay ciertos OC que he integrado en la historia para darle un poco más de dinamismo, como Lissy.
Espero que os guste, no será una historia tremendamente larga, pero sí bastante intensa ^^
Introducción.
-Daos prisa, ¡Scorpius, Alyssa!-les gritaba su padre con el entrecejo fruncido desde el piso de abajo, moviendo el pie con impaciencia –No es por nada pero no quiero llegar tarde, y menos a casa de Potter…
-No vamos a llegar tarde Draco – decía Astoria exasperada - ¿Por qué no dejas ya de comportarte como un niño? ¿Vais a estar compitiendo toda la vida? Y además vas a dejar un precioso hoyo en el suelo… ¿y luego a quién le tocará limpiarlo todo, eh?
-No estamos compitiendo, es sólo que… no me gusta quedar mal Asto, ya lo sabes –la fulminó con la mirada - así que si no tienes nada mejor que hacer dile a tus hijos que nos vamos ya. Si no bajan me voy sin ellos.
La castaña rodó los ojos y suspiró resignada, no había nada que hacer con Draco Malfoy, Harry Potter y Ronald Weasley. Si había algo que los caracterizaba (y eso lo sabían muy bien sus respectivas señoras) es que pese a dejar atrás el pasado y volverse amigos, no podían dejar de competir entre ellos por cualquier cosa, por insignificante que fuera (que si mi casa es más grande, mi hija es prefecta, mi hijo capitán…).
En ese momento, los Malfoy se iban a ir de viaje las dos últimas semanas de Agosto a Oslo, de dónde provenía la familia de Astoria, pero antes iban a pasar por casa de los Potter para dejar allí a sus hijos, que prefirieron quedarse para la fiesta de cumpleaños de su amigo Albus.
Scorpius Hyperion Malfoy era un hombre hecho y derecho que, además, había cumplido ya la mayoría de edad; un rubio alto, con el pelo ligeramente alborotado y con una penetrante mirada gris que podía calar hasta las entrañas, deseado por muchas, prepotente, orgulloso y muy buen amigo de sus amigos. Era el hijo mayor de una de las últimas familias de linaje puro de la comunidad mágica inglesa. Se había hecho amigo de Albus Potter prácticamente al instante, en el Expreso de Hogwarts.
Alyssa Narcisa Malfoy, por otra parte, tenía un año menos y era la viva imagen de su abuela Narcisa en su juventud: alta, delgada y con las facciones marcadas y estilizadas, de pelo rubio oscuro, casi castaño y una potente mirada azulada, como su madre. Al igual que toda su familia, tenía ese porte aristocrático e impenetrable que les caracterizaba, aunque tenía mejor carácter que su hermano. Desde luego.
Ambos jóvenes bajaban las escaleras de su cuarto provistos de sus respectivos baúles y lechuzas.
-Eh…ya estoy listo –dijo el chico enarcando una ceja, su padre le estaba asesinando con la mirada - ¿no hemos tardado tanto, no?
-No le hagas caso cariño –Astoria le dio un abrazo y fue a ayudarle con el equipaje –trae, ya llevo yo a Holmes –le cogió la jaula y se encaminó hacia la chimenea seguida del joven y más allá, de su marido –está en modo "voy a ganar contra Potter"…otra vez…cariño, coge a Wendell -la lechuza de su hija.
Scorpius y Alyssa rodaron los ojos y negaron con la cabeza, ellos también estaban hastiados de la competitividad de las tres familias.
Del otro lado de la chimenea, Harry, Albus y Ginny estaban en el salón preparados para recibir a los Malfoy.
-Llegan tarde –sonrió con aires de autosuficiencia Harry.
-¿Quieres hacer el favor, Harry? –Ginny le fulminó con la mirada –Y deja de dar vueltas, vas a hacer un agujero en el suelo, anda.
-Odio cuándo se pone así…-acabó de completar Albus con la mano en la frente mientras un suspiro resignado salía de su boca.
-Me lo dirás a mí…–le susurró Ginny con la misma expresión que su hijo – gracias a Merlín que vosotros habéis salido a mí –y se echó a reír. Albus la imitó –Por cierto, ¿Y tu hermana? ¿No se digna a venir a recibir a Lissy? –su ceño volvió a fruncirse a la vez que sus brazos se posicionaban en forma de jarra respecto a sus caderas.
-Está durmiendo- suspiró –anoche se quedó jugando a gobstones con James y Teddy, por lo que se ve se les hizo tarde y ahora están los tres muertos de sueño…
No querría estar en el pellejo de esos tres –pensó el moreno con una mueca de disgusto, pero a la vez divertido.
Albus era el mediano de los hermanos Potter y, por sorpresa de todos había entrado en Slytherin, dónde se hizo amigo de Scorpius. Era un chico bastante alto (aunque no tanto como James, su hermano mayor) con el pelo negro azabache, indomable y unos inconfundibles ojos verdes esmeralda. Para la gente que conocía a Harry (que no eran pocos) era como volver a verle con 17 años pululando por el mundo. Bueno, casi 17, en ello estaba.
Albus iba a cumplir la mayoría de edad el 31 de agosto, por lo que sus padres quisieron organizarle una fiesta a la altura (igual a la que le hicieron el año anterior a James), sin embargo los Malfoy, debido a su inesperado viaje no podrían venir, pero prometieron dejar que sus hijos se quedaran con ellos las dos últimas semanas del curso, desde donde se irían directamente a Hogwarts.
En ese momento se oyó un ¡Puf! Y luego otros tres. Los Malfoy salieron de la chimenea del salón de los Potter; primero Draco se acercó a Harry y le dio la mano, ambos se trataban con cierto…sentimiento de competitividad, Ginny por el contrario, se acercó a Astoria y le dio un abrazo, (y es que debido a la fuerza que habían tenido que hacer juntas para soportar a sus maridos, Hermione y ellas se habían vuelto francamente inseparables) para después acercarse a Lissy y, por último a Scorpius.
-¡Bienvenidos a casa! Vamos, pasad que os sirvo algo, debéis de estar cansados, es tan temprano…-dijo Ginny con una sonrisa mientras empujaba a la castaña hacia el sofá –Albus, cariño, ayuda a Scorpius y a Lissy a llevar las cosas al cuarto que les hemos preparado, y deja allí a Holmes y a…bueno, a la lechuza de Lissy, lo siento cariño pero no recuerdo su nombre…-esta la miró con una sonrisa y señaló que no pasaba nada - ahora luego las llevaremos a la lechucería.
-Vamos –dijo este acatando la orden de su madre –Lissy, trae, te llevo el baúl –Adiós señores Malfoy, que tengan un buen viaje –y sonrió.
-Gracias Al –dijo esta con una sonrisa no muy exagerada siguiendo al chico por el pasillo –Adiós mamá, saludos a los abuelos y tíos –y le dio un abrazo. Su padre, en cambio, le revolvió el pelo con una sonrisa.
-Buen viaje –espetó Scorpius.
Y siguió a su hermana y a su amigo mientras hablaba con este último de cualquier cosa.
-Gracias Ginny, en serio –dijo Astoria mirando cómo sus hijos subían la escalera contentos de volver a verse el uno al otro. Sólo la chica parecía algo rezagada, y es que con la que mejor se llevaba era con Lily y, al parecer no estaba allí para recibirla.
Esta, que hacía lo mismo que su amiga le sonrió.
-Nada, nada Asto, no te preocupes –miró hacia los dos hombres, que hablaban de asuntos relacionados con el ministerio – Harry, ¿te importa llevar a Holmes y a…bueno…te importaría llevar las lechuzas a la lechucería? Voy a preparar algo de té, y Draco, por favor, siéntate.
-Tranquila Ginny, no hace falta –Draco le sonrió amablemente –Nos tenemos que ir ya, sino perderemos el traslador.
-Tampoco es para tanto hombre –su mujer le lanzaba una mirada furibunda - quedan 35 minutos.
-De todas formas prefiero llegar con tiempo –espetó el rubio.
-Nos vamos, y gracias otra vez por todo –dijo la morena, resignada. No había nada que hacer cuándo Draco se ponía tan…pesado.
-Deja de dar las gracias, por Merlín –dijo Harry sonriendo mientras se acercaba a ellos, había vuelto ya de la lechucería –Y Malfoy, ya te mandaré una lechuza para contarte eso de lo que hablamos. Es importante mirarlo desde varias perspectivas.
-Vale, entonces quedamos así –dijo este dándole la mano –ya hablamos, Potter. Buen Verano.
-¡Adios, buen viaje! –exclamó la pelirroja con una sonrisa. Sabía que aquello era lo máximo que podrían sacar de Draco Malfoy, pero no importaba.
-¡Felicita a Albus de nuestra parte, Ginny!
Y acto seguido se escucharon dos ¡PUF! Y el salón se volvió silencioso de nuevo. Harry se acercó a su mujer y la abrazó con dulzura.
-Bueno…pero a mi sí me puedes hacer un té –le dio un beso-¿te ayudo a preparar el desayuno? Me hace ilusión –se apresuró a decir en cuánto la pelirroja enarcó una ceja –la verdad es que quiero lucirme ante los invitados…
Se miraron durante unos segundos y después se echaron a reír, no era muy normal que Harry quisiera cocinar algo, se le daba bastante mal.
Harry Potter trabajaba en el ministerio y era el jefe del departamento de Aurores y profesor de Estrategia en combate y Maldiciones, asignaturas que se estudiaban en la carrera de Auror, una de las muchas que había en Normont, Universidad Especializada para Magos y Brujas; Ginny por su parte, en un pasado fue una de las cazadoras de las Harpías de Holyhead hasta que su hija menor, Lily, nació. Decidió que era hora de dejarlo para dedicarle más tiempo a su familia, sin embargo, muchas veces actuaba como estratega asesora. Actualmente tenía una columna de deportes en El Profeta.
Vivían en el Número 12 de Grimmauld Place, que en su día Harry reformó totalmente y ahora era una casa luminosa y acogedora; ya no estaba ni el retrato de la madre de Sirius, ni ningún otro objeto que recordara a la desagradable familia Black, incluso habían vendido las copas de plata que Kreacher tanto se esmeraba en proteger. Ahora, en su lugar, había una fantástica foto de los tres hermanos Potter con 1, 2 y 3 años respectivamente, que saludaban a cualquiera que entrase por la puerta. "Así cualquiera que entre en casa verá a mis pequeñines, aunque vengan por polvos Flu" decía Harry orgulloso.
Kreacher, por otra parte, ya no estaba. Lamentablemente, había fallecido unos años atrás y aunque al principio Hermione se enfadó muchísimo con ellos, Ginny y Harry tuvieron que conseguir un nuevo elfo domestico, llamado Wimber (no sin antes haberle dado un digno entierro al viejo Kreacher).Pero lo habían hecho sobretodo porque al nacer la niña y estar tan ocupados con el trabajo, necesitaban ayuda inmediata las 24 horas para cuidarles.
Harry se sentía orgullosísimo de sus hijos, de los tres. James Sirius, el más mayor, tenía el pelo castaño cobrizo, sutilmente pelirrojo (como él decía) y los ojos azules, como su madre y era muy alto y apuesto. Estaba estudiando primero Aurología en Normont, junto a Frank Logbottom II y Fred Weasley II, y aunque siempre le había hecho justicia a ambos nombres porque no había día en el que no se metiera en líos (y sus dos amigos no se quedaban atrás), estaba empezando a sentar cabeza, aunque no daba tampoco muchos indicios de ello, pensaba Ginny, desalentada.
Albus Severus, por su parte, estaba a punto de cursar su último año en la escuela y se sentía algo nervioso, quería ser auror como su padre, pero las notas de los EXTASIS de James fueron espectaculares (para lo que se esperaba de él y su…no muy limpio expediente académico) , por lo que sentía miedo de no llegar a la altura.
Lily Luna, por su parte, era una chica pelirroja y de estatura media –alta y se parecía bastante a Ginny (muchos la llamaban mini-Ginny, y ella lo odiaba), aunque tenía los ojos verdes esmeralda de su padre. Era muy brillante (Harry decía en broma que seguro que Ginny la tuvo con Hermione) y sus notas eran excelentes. De personalidad inquieta y alegre, era la consentida de todos los Potter.
Hermione, por su parte era la jefa del departamento de Protección y Regulación de Criaturas Mágicas mientras que Ron trabajaba como auror con Draco y Harry, que era su jefe. Las tres familias se llevaban bien, tanto o más que en los tiempos de Hogwarts (en el caso Potter-Weasley). Estos dos tenían dos hijos, también: Rose y Hugo.
Rose era la otra parte del nuevo trío de Hogwarts, y aunque era de Ravenclaw, era imposible separarla de Scorpius y Albus. Ella era de estatura media y tenía el pelo castaño y rizado hasta los hombros. Sus ojos azules destacaban mucho entre sus muchas aptitudes y también era una estudiante ejemplar, una de las prefectas de Ravenclaw y candidata a premio anual de séptimo curso. Y aunque era divertida y risueña, tenía una objetividad que daba miedo, incluso a Hermione.
Hugo, en cambio era la felicidad en persona, no es que los demás no fueran alegres pero él era…Ron triplicado por mil. Era divertidísimo estar cerca de él, que sí que era pelirrojo como el fuego, de hecho, era el Weasley más pelirrojo de todos. Sus ojos, al contrario que su hermana, eran de color miel como los de su madre y también era bastante alto, de hecho era tan alto como Lily, y eso que él tenía un año menos. Era guardián en el equipo de Gryffindor junto a la pelirroja, que era buscadora y capitana (recién nombrada este año por la ausencia de James, el excapitán).
Muchas cosas habían pasado durante este tiempo, pensaba Ginny mientras subía las escaleras para ver qué estaban haciendo ese par (y para ayudar a Lissy a mover sus cosas al cuarto de su hija), muchas cosas y todas demasiado rápido para su gusto.
Capítulo 1 – Bienvenidos al Número 12 de Grimmauld Place.
Lily estaba tendida en su cama boca abajo mientras remoloneaba un poco, pues sabía que en nada llegaría Wimber a despertarla y su relación cama-durmiente tendría que esperar hasta la noche.
Oyó un golpe sordo en la puerta, que se abrió en seguida para dejar paso a un elfo que nada tenía que ver con otros, este parecía aseado y aunque llevaba únicamente un taparrabos medio sucio, no daba signos de estar delgado hasta la desnutrición, más bien al contrario, estaba incluso un poco rellenito. Tenía una cara muy simpática y con cautela se acercó a la cama donde yacía la más pequeña de los Potter.
-Señorita Lily –una voz chillona hizo que la pelirroja se moviera debajo de la sábana –la señora ha llamado a desayunar a la familia y le ha dicho a Wimber que no se le ocurra bajar abajo sin la señorita porque si no subiría ella y entonces sería peor –Lily se levantaba poco a poco mientras, de bostezo en bostezo, ponía mala cara – La señora también le ha pedido a Wimber que le recuerde a la señorita que el día de hoy llegan invitados a casa.
-Gracias Wim –dijo Lily refunfuñando mientras ponía los pies en el suelo, sentada en la cama –déjame cambiarme, dile a mamá que en seguida bajo.
-Lo que usted diga señorita –dijo el elfo y, haciendo una reverencia.
-Ah, Wimber –este se giró y le preguntó amablemente si deseaba algo -¿Te ha dicho mi madre cuándo llegan?
-Oh, ya han llegado señorita –dijo este con una sonrisa mientras la pelirroja desencajaba su rostro –hace una hora que están aquí señorita Lily.
La chica se quedó en silencio, sin poder articular una sola palabra. Se sentía fatal con Lissy, seguro que estaba allí entre dos trogloditas que no dejarían de hablar de Merlín sabe qué cosas mientras ella estaba aburrida y sola.
-Bueno, déjame cambiarme Wim, ahora bajo. –dijo esta con un suspiro, este hizo una reverencia y se desapareció.
Se levantó de la cama y se miró al espejo de cuerpo entero que tenía en el armario. Se cruzó de brazos y se puso a ensayar caras de alegría, sonrisas y otras expresiones que no denotaran fastidio, pero lo cierto era que estaba bastante mosqueada.
Ella nunca se había llevado bien con Scorpius Malfoy porque este siempre se había metido con ella, y ella, como era tozuda, orgullosa y bastante contestona no se dejaba aplastar, así que siempre que estaban juntos por cualquier motivo, desde pequeños, había riñas y discusiones. Y estaban todos tan acostumbrados ya, que pasaban de ellos y decidían no meterse, que a la larga era menos peligroso. Era de esperar, entonces, que cuándo Albus le dijo que pasaría las dos últimas semanas de vacaciones con ese energúmeno se enfadó mucho con él, tanto que no le dirigió la palabra en tres días. Pero por otra parte, Lissy era su mejor amiga y compañera de curso, aunque no fueran a la misma casa (Lissy estaba en Slytherin). Así que cuándo se enteró de que ella se queda también, pensó que si ella venía, al menos, todo estaría bien.
Suspiró con resignación mientras abría la puerta del armario. Se quedó mirando durante un rato las prendas que tenía y de pronto ninguna le pareció lo suficientemente bonita como para lucirla delante de él… ¡Un momento! Se alarmó al verse pensando eso y se dijo a si misma que sólo quería verse bien para que no se metiera con ella. Definitivamente. Además debía darse prisa, Lissy estaría enfadadísima con ella.
Así que cogió un par de pantalones cortos negros y una camiseta de manga corta negra también. Nada de estampados que pudieran ofrecerle en bandeja una suculenta selección de insultos hacia ella; acto seguido se lavó la cara y los dientes en el baño que tenía anexo al dormitorio y después se dispuso a peinarse el pelo que, al igual que el de su padre y hermanos, era bastante indomable. Cuándo pensó que más o menos estaba bien se miró al espejo.
Lily había hecho un cambio impresionante durante los últimos tres meses, pero sobretodo en las vacaciones. Hasta entonces siempre había tenido un cuerpo delgado y larguirucho, de apariencia infantil y poco desarrollada, pero de la noche a la mañana, alegando que le dolía todo, su cuerpo empezó a cambiar drásticamente: se había hecho tan alta como su madre, que medía 1,70cm y aunque era delgada, se notaba que tenía masa corporal, una que se había ido modelando hasta dejarle el cuerpo lleno de curvas sinuosas, sutiles y, según Ginny, perfectas. Su cara también había madurado un poco, dejando ver mejor sus ojos verdes y su nariz respingona y recta. Sus piernas eran finas y largas y con el pantalón que se había puesto se notaba a gritos; también (para su suerte, porque la pobre tenía mucho complejo) se le había aumentado un poco el tamaño del pecho, que no era excesivamente grande, pero tampoco pequeño. En definitiva, Lily Potter se había vuelto toda una mujer en pocos meses. Y una muy atractiva.
-Bueno…vamos allá-se dijo respirando hondo mientras se alejaba del espejo, se ponía las zapatillas de estar por casa y salía por la puerta.
Una vez hubo salido del cuarto se dirigió hacia el pasillo principal, dónde se encontró con su madre que, por lo visto, iba de camino a su cuarto con cara de enfado.
-Hace media hora que te he llamado para desayunar Lily, ¿cuánto más nos tienen que rugir las tripas para que tú bajes? ¿Quieres que tu tío Ron nos oiga desde la Madriguera? Y por otro lado, ¿qué te he dicho yo de quedarte jugando hasta las tantas de la madrugada? Te parecerá bonito haberte dormido y no haber recibido a Lissy- la pelirroja se mordió el labio, eso era lo que más la molestaba en ese momento –venga, baja ahora mismo que están casi todos sentados. –dijo con los brazos cruzados y con el entrecejo fruncido.
-Voy…eh…despierta también a James y a Teddy, que seguro que se han dormido…–dijo con los ojos abiertos, en esos momentos era mejor no discutirle porque tenía todas las de perder, pero inconscientemente, quería demostrar que ella no era la única culpable.
-¡Abajo! ¡Ahora mismo! –mandó mientras señalaba el piso de abajo. Acto seguido se dirigió hacia los cuartos de los otros dos dormilones. Se iban a enterar, oh si. Como que se llamaba Ginevra Potter.
Lily bajó corriendo la escalera y entró en la cocina con la esperanza de que Malfoy no estuviera a la vista, sin embargo lo primero que vio fue un pelo largo, liso y sedoso que se movía ágilmente hacia ella y parecía estar bastante mosqueada.
-¡Pero bueno!-dijo Lissy con el ceño fruncido- La próxima vez que vengas tú a mi casa, te quedarás con mi hermano encerrada en un mismo cuarto, lo juro –le susurró al oído mientras la abrazaba –me alegro de verte Lily, ¡Estás muy cambiada! ¡Realmente guapa!
Lily le contó por cartas que este verano había cambiado mucho físicamente porque toda la ropa que tenía le quedaba mal, pequeña o ancha, dependiendo de qué prendas, pero Lissy nunca se imaginó cuánto habría podido cambiar su amiga. ¡Estaba impresionante!
Las dos amigas se separaron del abrazo y acto seguido, la pelirroja, fue a darle un beso a su padre sin percatarse de una pasmada y grisácea mirada que la seguía desde el mismo instante en el que puso un pie en la cocina. Se sonrojó de tal manera que parecía que se le fuera a salir la sangre a chorros por la nariz, no se lo esperaba allí tan de repente…tan atractivo…tan…
-Hola –el saludo la sacó de su ensimismamiento –Me alegro de verte. Has…cambiado mucho –Lissy dirigía la mirada de uno a otro, sin parar, analizando minuciosamente sus reacciones.
-Si, ¿verdad? – Espetó Albus sonriéndole a su hermana –ha pegado el estirón tan de golpe…yo creo que no la reconocería.
-Ya…ya vale ¿no? –dijo Lily sonrojada y bastante alterada por esas observaciones, no quería pensar qué le rondaría por la cabeza a Scorpius en esos momentos de su estirón, seguro que encontraba mil maneras de meterse con ella…
-Vamos a sentarnos –dijo la rubia ocupando el sitio de al lado de Lily, que se había sentado al lado de su padre.
-Buenos días –James entró casi corriendo y con cara de susto y despeinado –Maldita sea, mamá se inventa cada vez más formas de despertar a la gente…-miró como esta le fulminaba desde el pasillo -¡Te quiero mamá! –y se sentó en seguida al lado de Lissy –Oh, no sabía que habíais llegado ya –y luego fulminó a Malfoy con la mirada.
-Sí, esta mañana temprano –dijo este contestándole de la misma manera.
-Pues ten cuidado, Malfoy, Al ha dicho que tenía especial interés en llevarte a una granja, a saber por qué…-y empezó a imitar a un hurón pero alguien, entonces, le pegó una senda colleja en el cogote.
-¡Pero bueno!- Su madre le fulminaba con la mirada –A desayudar calladito, no te quiero oír una palabra más –se dirigió, entonces hacia Scorpius, que miraba divertido la escena –no le hagas caso cariño, a él sí que tendríamos que llevarlo a un zoológico, a ver si aprende a no ser tan animal.
Todos, excepto James, que desvió la cara aparentemente ofendido, rieron.
James y el nunca habían llegado a entablar amistad verdadera pero se aceptaban, aunque con ciertos…comentarios inapropiados. Sin embargo, últimamente Albus notó que se llevaban bastante mejor, así que de pronto se le ocurrió que a lo mejor sería buena idea tener un partido de Quidditch antes de almorzar…
-¡Buenos días! –una cantarina voz entró en la cocina y se dirigió a Ginny y a Lily para darles un beso, era Ted Lupin, que con su pelo azul despeinado y ojos color miel parecía más atractivo que nunca. Después fue a la mesa y se sentó al lado de Scorpius, que estaba justo en frente de Lily (que seguía muda) para quedar, así, justo en frente de Lissy -¡Vaya! Os esperaba más tarde chicos. ¿Habéis tenido un buen viaje?
Este sonrió y le dio la mano por encima de la mesa, después le besó la suya a Lissy, que se sonrojó por el acto de caballerosidad. Ted venía a casa de los Potter unas cuatro veces por semana desde que estos se casaron y siempre le habían tratado como a uno más, así que finalmente decidieron preparar un cuarto de invitados para cuándo este viniera. Tiempo después, justo al cumplir los 23, dejó la casa de Andrómeda y se compró una pequeña casita en Hogsmeade, a la que iba durante el año escolar para estar cerca de Hogwarts, dónde había conseguido trabajo como profesor de Transformaciones. Dos años después, Minerva McGonagall, la actual directora, le nombró jefe de la casa Gryffindor. Desde entonces que venía a pasar algunos días en verano con su familia.
-Ya, bueno, es que mis padres querían irse pronto a casa de mis abuelos, ya sabes…por si mi tía Katryina da a luz, como mi madre iba a ser la madrina…en fin –contestó Scorpius mientras Ginny se sentaba presidiendo la mesa por el lado opuesto en el que lo presidía James.
-Mis padres sienten mucho no poder venir a la fiesta –dijo Alyssa mientras miraba a Ginny.
Esta sonrió y le dijo que no pasaba nada.
-Además Harry y yo adoramos los veranos, no sabes lo aburrido que está esto mientras estáis en la escuela –y suspiró con cierto pesar mientras su marido sonreía –ya lo entenderéis cuándo tengáis hijos a los que llevar a Hogwarts.
Harry echó a reír mientras que los demás los miraban como si fueran unos bichos raros, pero en seguida la conversación empezó a surgir por si sola.
-Y dime Scorpius –dijo el moreno clavando sus ojos verdes en los del amigo de su hijo - ¿has pensado ya qué EXTASIS vas a tomar? Me ha dicho tu padre que eres muy talentoso en pociones.
Este se sonrojó un poco y buscó con la mirada a su amigo, que camufló una carcajada, no pensaba ayudarle. Ya se las verían después, ya… pensaba el Slytherin con rencor.
-Bueno…si…-dijo inseguro, no quería tratar esos temas delante de Ella, no, no y no. Menos aun viendo que, aunque estaba enfrascada en una animada conversación con su hermana, le echaba cierto interés a la pregunta que su padre le había hecho –Pero no estoy seguro…así que…
-Vaya...-dijo Harry con una mueca y un leve asombro –pensaba que querías ser auror como Albus – estos dos se volvieron a mirar y el ojiverde se encogió de hombros.
-Bueno, estoy barajando varias posibilidades, en realidad…
-Eso es –dijo Ginny con una sonrisa – no te estreses que no hace falta, no te olvides que estás ante el señor Harry "quierosermejorentodoqueMalfo y" James Potter.
Este se sonrojó y fulminó a su mujer con la mirada, enfrascándose, entonces, en su desayuno mientras los demás reían sonoramente.
-Madre mía Ginny, esto está más que delicioso –dijo el peli azul comiéndose con ganas su tostada –como yo no sé cocinar muy bien, cuándo estoy en casa lo paso francamente mal, ya sabes.
-Ya te he dicho que si te quieres llevar alguna cosa de la despensa que lo hagas –dijo la pelirroja algo sonrojada –Aunque no sé si esa situación durará mucho más…Bill me ha contado que Victoire y tu…
Este se sonrojó de sobremanera pero no dijo nada, a lo que la mesa empezó a reírse.
-Remus estaría encantado Teddy –dijo Harry con una sonrisa a la que este respondió con otra, ya se le había pasado el enfado de antes.
Lily, por su parte, comía en silencio. No sólo se había quedado mirando al rubio como una estúpida inclusive mientras hablaba con su hermana, sino que además tampoco sabía que decirle, estaba nerviosa. ¿Cómo podía estar nerviosa? Así que se obligó a si misma a decir cualquier cosa, cualquiera.
-Esto…-empezó algo indecisa-No…me habías dicho nada de eso Teddy…
Este la miró un poco sonrojado y tardó un poco en contestar.
-Bueno…es que…no es que no sea oficial Lils…no sé-se frotó y despeinó el pelo, era un tic nervioso que tenía desde siempre –o sea, somos algo más que amigos pero…aún no hemos formalizado nada y bueno…no queremos aventurarnos y…bueno…no le hemos puesto nombre…
-¡Pero si se nota que os queréis! –Dijo con voz cantarina mientras le dedicaba una sonrisa deslumbrante, se había olvidado por un momento de su ridícula situación personal – Hacéis una pareja estupendísima, más incluso de lo que lo es James y su novia.
Este se atragantó con la bebida y fulminó a su hermana con la mirada. Harry y Ginny le miraban perplejos, era evidente que Lily la había cagado porque ellos no sabían nada de ninguna novia de James. Ni ellos, ni nadie (excepto Albus, que tenía los ojos más abiertos que nunca)
-Esto…yo…-no sabía dónde meterse-no quería…bueno…James, yo…
Albus miraba a sus dos hermanos simultáneamente. Eso no acabaría bien. Al menos no para ella.
-¿Cómo es eso de que tienes novia James? – Preguntó Harry divertido por la situación – Qué calladito te lo tenías, ¿no?
-Tendrás que presentárnosla hijo –sonrió Ginny, le encantaba picarle -¿La conocemos?
Este se sonrojó de mala manera y se limitó a girar la cara y no dirigirle la palabra a nadie.
-Jolín, ahora estoy curiosa –dijo Ginny igual de divertida que su marido, prosiguiendo con su cometido – En serio, me pregunto quién es…
-Creo que no debiste decir eso…-le susurró Ted a la par que ella asentía y miraba suplicante a su hermano mayor, que le mandaba rayitos asesinos a través de la mirada.
Lily se levantó de la mesa mientras cada uno empezaba a hablar de otras cosas y se acercó a James para sentarse a su lado, justo entre él y Malfoy.
-Lo siento James, no quería…-dijo tocándole el hombro- se me escapó y no pensaba que no lo supieran…de verdad…
Este suspiró resignado.
-Bueno…-dijo mientras se llevaba una tostada a la boca – supongo que tarde o temprano tenían que enterarse así que…supongo que tendré que traer a Alice algún día.
-Bueno, en serio, lo siento mucho –dijo poniéndole cara de corderito degollado, a lo que James hizo una mueca de risa y después le pasó la mano por encima de la cabeza, alborotándole el pelo.
-Esas caras ya no funcionan hermanita, ahora que te has vuelto una mujer en toda regla pareces una morsa…
-¡Para ya James! –se sonrojó muchísimo -¡Y no me digas esas cosas!
Se separó bruscamente de su hermano para que le dejara en paz el pelo pero al levantarse de la silla se tropezó con una de las patas y en el momento en el que parecía que se iba a desplomar con el culo al suelo cerró los ojos, quería que sucediera rápido. Total, era una caída de culo, no dolería tanto. Y ella había tenido caídas más graves jugando a Quidditch en el colegio.
Pero la caída nunca llegó. Como si fuera un autómata, Scorpius se levantó y la cogió por el brazo y tiró de ella hacia él, provocando que se propulsara hacia su pecho, quedando así muy juntos, abrazados casi, mientras que la silla caía al suelo sonando más fuerte de lo que sonaría si no estuvieran todos mirándoles en silencio, estupefactos.
Continuará...
RWS!
K.
