"Realidades"
Disclaimer: Los maravillosos personajes de Code Geass no me pertenecen. Son propiedad de estudios Sunrise, Ichirō Ōkouchi y Goro Taniguchi; además de todo aquel que haya participado cuyo nombre desconozca.
.
.
.
—¡¿Me quitarás todo lo que tengo?!— reclamó, tratando inútilmente con sus fuerzas de liberarse.
No lo podía permitir. Debía evitarlo de alguna manera.
¿Cómo se supone que iba a olvidar a Nunnally?
Pero Suzaku siguió firme, levantando más su cabeza y obligándolo a ver el geass del Emperador.
Y antes de que todo quedara en blanco, dirigió un último pensamiento a su hermana.
Lentamente abrí los ojos y me fijé en mi alrededor, fue un tanto perturbador encontrar que todo parecía normal.
Menos por el leve dolor en mi cabeza, se sentía como estuvieran martillando un lugar específico dentro de mi cerebro. Aunque la sensación no me era ajena en el último tiempo, todavía debo esperar a que el dolor se difumine antes de centrarse en otra cosa.
Miré hacia delante, en dirección a la pizarra—. Historia —murmuro. Era seguramente un repaso para el examen de la próxima semana.
Bostecé, realmente sin molestarme en ocultarlo. Rivalz hizo señas para que mire al profesor. Procedí a hacerlo, y éste me observa con seriedad.
Sí, me había vuelto a quedar dormido.
Distraídamente ojeé mis apuntes, como si encontrara algo fascinante en la hoja en blanco, hasta que sonó el timbre del tiempo de receso. En cuestión de minutos, el aula había quedado vacía.
Sólo yo con mis pensamientos.
¿Qué fue ese sueño de hace rato? Apenas lo recordaba como una memoria difusa, pero me había sacudido por completo. Era una certeza frustrante.
Algo me faltaba, algo valioso. Alguien importante.
Pero nunca lo recuerdo. ¿Por qué no puedo recordarlo? ¿Por qué sigo sintiéndome así?
—¿Qué me falta? —vuelvo a repetir, sin esperar respuesta.
O así era.
Hasta que la imagen de una chica con los ojos cerrados cruza fugazmente por mente.
¿Ella es quien me falta?
Mis pensamientos pasan a mil por hora, buscando. Tratando de recordar.
—¿Podría ser que...?
Un fuerte dolor de cabeza me impidió siquiera continuar con la oración, mucho peor que el anterior. Se siente como si estuvieran aplastando mi cráneo contra la pared, una y otra vez esperando a que se haga pedazos. Traté de pararme, pero mi vista se nubló con el dolor.
Me apoyé en la pared del salón, en tanto afirmé mi cabeza con las manos. Por unos minutos, era incapaz de pensar en otra cosa más que en el dolor, hasta que éste poco a poco desaparece a un ritmo desesperadamente lento.
E incluso así, el alivio que sentía era maravilloso.
—¡Nii-san! ¡¿Estás bien?! —era la voz de alguien a mí lado. Al voltear, una par de ojos violetas me observan con preocupación marcada.
¿Cuándo llegó ahí? Estaba solo hace un momento.
—Sí, no te preocupes —aseguré, enderezando mi espalda. No quería que me confundieran con un ovillo en el suelo—. Sólo tuve... un ligero dolor de cabeza —traté de explicar, pero mi hermano me interrumpió.
—¿Otro? —Rollo saltó, preocupado—. Nii-san, tantos no pueden ser buenos. Quizá debas ir a consultarlo con un doctor...
—No es para tanto —me encogí de hombros y le sonreí, esperando calmarlo. Pero él continuó frunciendo el seño—. No pongas esa cara, o te van a salir arrugas —señalé, revolviendo cariñosamente sus cabellos.
Rollo me miró con cara seria, pero luego suspiró resignado—. Nii-san, nunca vas a cambiar.
Y como respuesta, le volví a sonreír. Dándole implícitamente la razón.
Salimos de la sala y caminamos por los pasillos. Todo igual que siempre, pero aquélla molesta sensación aún no se iba por completo.
¿Se trataba de esa chica? ¿Quién era? ¿Por qué se me hace tan familiar?
De reojo, miré a Rollo. Mi hermano pequeño. A veces sentía una incomodidad injustificada de referirme a él de ésa manera.
Simplemente como si se tratase de algo incorrecto.
Sin darme cuenta, me vi arrastrado por Rollo por los pasillos.
—¡Nii-san, apresúrate! ¡O llegaremos tarde al club de ajedrez!
—Ya voy, ya voy... —finjí una mueca de fastidio, pero aún así logró jalarme hasta llegar.
Al entrar al lugar, todos nos saludaron sonrientes, felices.
Felices.
¿Soy realmente feliz?
Debería decir que sí, no tengo motivos para no serlo. Pero...
¿Está bien acaso, para mí, llevar una existencia feliz?
¿Esto será siempre mi vida? ¿Sólo una existencia?
Hay un vacío en mi pecho, y al sentir esa espina clavada profundamente allí, me cuestioné:
¿Ésta siempre fue mi realidad?
—Lelouch vi Britannia les ordena. Todos ustedes… ¡Mueran!
—Yes, your highness!
Observó con ojos complacidos como los soldados que momentos atrás lo amenazaban, ahora obedecían su orden sin un indicio de vacilación.
Y sonrió. Sonrió como hace tiempo no lo hacía.
Ya no era más una marioneta. Nunca más lo volverían a usar de esa manera.
Él tenía poder. El poder del geass lo ayudaría.
Se encargaría de destruir al mundo... y rehacerlo.
Y nadie más que él lo haría.
—Porque yo soy... Zero.
