Disclaimer: Vampire Knight pertenece a Matsuri Hino.
Crónicas de un Mundo Futuro.
Aunque el mirar hacia el futuro nos anima a seguir caminando, uno nunca sabe lo que se encuentra detrás de la brumosa capa que rompe el tiempo presente. La pluma del destino es la más precisa y la más mortífera, porque no importa si vienes de la raza inmortal o del linaje de lo imperfecto, un instante de vida para ninguno se repetirá dos veces. Así pues, la historia escrita en sangre, muerte y decepción sigue su curso sin permitir al corrector de tinta remendar aquellos errores, la decisión es única e irrevocable. Lo que es hoy, mañana puede convertirse en la nada, porque nadie puede, nadie escapa, nadie logra evadir, al terrible paso del tiempo y su cruel movimiento.
Capítulo Uno: Árida mañana; sueños rotos.
La inexactitud, así como la variabilidad formaban parte de la realidad, uno nunca sabía cómo se podría tornar el ambiente. Las situaciones y problemas podrían ser planteados indefiniblemente, sin embargo nadie podía jactarse de poder predecir las cosas con semejante exactitud, ni la ciencia ni la esotérica eran capaces de lograrlo.
Intentó desviar sus pensamientos, pero no podía dejar de meditar en aquello, era como una obsesión, casi se había convertido en su estilo de vida. No es que le importaran esos sobresaltos de la realidad en sí, sino que de esa manera podía culpar al destino o la casualidad por los eventos acontecidos.
—Ya falta poco.
Bajó la capucha de su capa cubriéndose por entero el rostro con ella, así como se pegó a la figura que iba delante cubriéndole del viento helado. Él le rodeó la cintura con el brazo, inevitablemente se volvió a sentir como una chiquilla de cinco años que se esconde en las faldas de mamá, enterró su rostro en el pecho de él, pretendiéndose mentir a la cara y decir que no le importaba.
—Sé que el olor es desagradable, pero no tenemos otra opción.
La joven echó un vistazo a su alrededor, no era nada nuevo, al menos no muy diferente a las anteriores calles por las cuales habían estado viajando. Siempre llenas de tristeza y decepción, cargadas de hastió, vómito y suciedad, nada era nuevo o reluciente, todo estaba demasiado gastado, incluso para ser considerado como reciclaje, era el desecho de las sobras, ¿qué podía esperarse de un lugar donde sus inquilinos eran los seres más despreciables de toda la raza humana? No, no, nunca dio importancia al estatus social, pero las acciones de estos seres eran demasiado abominables.
—Esas cosas no tienen importancia —le aseguró, él le palmeó la cabeza y le estrechó contra sí—, sólo debemos caminar un poco más para poder descansar.
Observó al cielo, pronto el amanecer se alzaría imponente en el cielo grisáceo con tonos rosados y anaranjados, la luz del sol se apoderaría de la tierra, alumbrando con todo su poder y crueldad. La luz del sol siempre se le había antojado deliciosa, cosquilleando así como reconfortando la sanidad, aunque sin lugar dudas, siempre había preferido la oscuridad.
—Sí, estoy muy cansada. —No era verdad, pero si prefería quedarse despierta sólo preocuparía a su hermano; aquello era lo que menos necesitaba en ese momento, él ya cargaba con demasiadas cosas. Además mientras ella durmiera, él no se atrevería a irse del lugar para hacer peligrosas investigaciones.
Ambos dieron vuelta en un estrecho callejón, el cual estaba atestado de basura y comida echada a perder. Él suspiró pesadamente, ella le sonrió para amainar cualquiera de sus pensamientos sobre la inmundicia y una princesa. Al llegar al final tocaron la puerta, la cual se abrió de inmediato.
—No hay sobras, vengan mañana —anunció una voz ronca y nasal, desde el otro lado de la puerta.
—Sólo queremos una bebida tornasol —respondió el joven.
La persona que estaba detrás de la puerta se acercó a la visera, la cual abrió con pesadez. Unos ojos negros los observaban fijamente. —Adelante.
Ambos entraron al mismo tiempo, como de costumbre ella miró al suelo dejándose llevar por su hermano.
—Las reglas son sencillas, cada quien se lleva los muertos a su casa. —El hombre olía a ron, tabaco, sudor y algo más que a ella se le hizo repulsivo, sin embargo controló sus emociones.
—No tengo intención de matarlo.
—Sí, sí —respondió el hombre, dando media vuelta—. Toma el que más te guste. —Y desapareció del lugar.
Ya conocían la mecánica de esos lugares, sin nombres o sobrenombres, no pedían que dieras la cara así ellos nunca sabían quien había estado ahí. No interesaba que hicieras en aquellos lugares, únicamente que no les dejaras el muerto por algún rincón, si entraban dos, salían dos.
La mano de él le cubrió los ojos mientras que la otra se colocó firmemente en su cintura, parecía que deseaba esconderla en su propio interior, le resultaba molesto, no quería que la tratara como si fuera una desvalida que se horrorizaría al ver un par de prostitutas, no era algo que deseara ver, pero tampoco se moriría por ello. La música electrónica resonaba a través de las paredes, podía imaginar el sitio lleno de jóvenes danzando frenéticamente todos juntos, compartiendo el mismo aire y vicio.
—Tenemos que subir. —Esa era la clave para señalar que había escaleras, subieron a paso apresurado, se notaba que él no quería ser visto por alguien o encontrarse con algo raro. No pudo evitar agudizar el oído cuando percibió sonidos extraños, él apresuró el paso; casi iban corriendo, la cara le ardió al entender de donde venían esos sonidos, continuaron su veloz asenso hasta el último piso.
Él retiró sus manos de su cuerpo, estiró el brazo para abrir la puerta cuando esta se abrió, una mujer de curvas voluptuosas y un vestido que apenas si le tapaba un par de cosas, salió. Le sonrió descaradamente a él. —¿Tienes tiempo?
Ella bufó ante tal desplante de desfachatez.
—Pásate cuando quieras a mi cuarto, guapo. —Apretó los puños fuertemente, podría volarle la cabeza con tan sólo pensarlo. La mujer indecente chasqueó la legua—. Puedo convencerte de que el sexo femenino es mejor para esto.
Esta vez fue ella la que le jaló a él para seguir su camino, la risita estúpida de ella resonaba en su cabeza, nublándole todo buen juicio.
—Detente —la voz de él le pareció sumamente extraña—, aquí está bien.
Él abrió la puerta de la habitación. Paredes sucias, suelo lleno de basura y pelusas, el hedor que salía del lugar era suficiente para asustar a cualquiera, sin embargo los dos entraron y atrancaron la puerta, eso no los aseguraba de que su peor temor entrara por ahí, pero detenía a cualquier nimia molestia. Ella corrió por el cuarto, hasta tirarse en la cama. El colchón estaba muy gastado, incluso podían sentirse algunos resortes, las sábanas tenían un fuerte olor a jabón barato, las almohadas estaba en peor estado, sin embargo en ese momento eran suficientes para descansar.
Se apresuró a sacarse los zapatos, así como retirarse la capa larga, abrió la cama con presteza y debajo de las sábanas se retiró todo lo necesario para sentirse más cómoda, con las cobijas hasta las orejas buscó la figura de su acompañante, quien apenas comenzaba a retirarse la capa de viaje.
—Esto es desagradable —murmuró al sentarse del otro lado de la cama.
—No parecías tan remilgoso cuando esa se te ofreció. —Infantil e inútil, sabía de sobra que sonaba demasiado inmadura, pero ¿y qué? Él siempre la trataba como una mocosa, así que de vez en cuando podía darse el lujo de en verdad serlo.
Podía verlo sonreír aunque él tratara de ocultarlo dándole la espalda. —Si tú opinas eso, está bien —le susurró el joven, pasándole una mano por la cabeza—, descansa, no me voy a escapar con una rubia, te lo prometo.
Ella rodó los ojos, después giró sobre sí misma dándole la espalda. Cerró los ojos y agudizó sus otros sentidos, no estaba cansada, ni deseaba dormir, sólo quería que su hermano se relajara por unos instantes. El edificio bullía en movimiento a pesar de ser casi un nuevo día, los humanos de aquel lugar seguían divirtiéndose, bailando, riendo y entregándose al desenfreno, nada anormal parecía suceder en aquel sitio —si considerábamos el tipo de zona en la que estaban.
Su compañero comenzó a sacarse la ropa lentamente, ella pegó su rostro a la almohada casi queriendo ahogarse, también quiso meterse por entero entre las sábanas. No era la primera vez que escuchaba como él se desvestía, pero a pesar de las circunstancias, no terminaba de acostumbrarse, su cuerpo se tensó ligeramente al sentir que él descubría la parte que le tocaba de la cama para meterse en ella, al sentir como el colchón se hundía bajo el peso de su cuerpo, ella detuvo su respiración. Esa era la parte en la que todavía no terminaba si quiera de procesar, no sabía si deseaba en hacerlo en realidad.
Era algo inevitable y sin malas intenciones, ninguno de los dos había elegido por voluntad propia ese destino… aún. Empezó a olvidar la alteración de sus hormonas, cuando recordó la razón por la que se encontraban en ese lio: los vuelcos del destino y las inconsistencias de la realidad habían hecho que el plan de Kaname no resultara como lo predicho.
Rido era más poderoso de lo que aparentaba… en realidad sus aliados contaban con armas efectivas. Si bien Zero había sido dotado de poder, al ser vampiro también se veía muy afectado por las armas de los cazadores, y nadie había previsto que el mismo concilio se alzara en contra de Kaname, así como de sus aliados. Silenciosamente se habían reunido bajo el estandarte de Rido… y Asato. Así pues la Academia Cross se había vuelto un auténtico campo de batalla, la clase nocturna, fiel a su líder se había opuesto pero estar rodeados por cazadores y los mejores luchadores del concilio no les había ayudado demasiado. Su hermano por muy poderoso que fuera, no podía enfrentarse al mundo entero él solo; aunque su terquedad opinara lo contrario.
Yuuki no deseaba ver a nadie muerto, así que resolvió alejarse con su hermano del lugar, protegiendo a la clase nocturna diciendo que a todos los habían controlado Kaname y ella; con su poder de sangrepura. Yuuki intentó ayudar en la batalla, pero no sabía manejar sus poderes aún, así que no había servido de mucho. De esa forma Kaname y ella habían terminado huyendo de la Academia velozmente, Rido había iniciado una caza masiva en su contra, naturalmente. Por ello viajaban cubiertos en su mayoría por las capas de viaje, los dos cambiaban de identidad en cada ciudad por la que pasaban —en esta ocasión a Yuuki le había tocado hacer de muchacho—, a veces viajaban más de día que de noche; aunque eso agotara a Kaname demasiado y se hospedaban en lugares de dudosa calidad; eran los sitios más seguros para ellos, nadie les pedía identificación o nombres, también eran relativamente baratos. Pedir cuartos separados naturalmente resultaba demasiado extraño, dada la naturaleza bajo la que fueron creados esos lugares, así que optaban por un solo cuarto y una cama.
Al inicio, Yuuki estaba más preocupada por no tocar a Kaname al dormir, que por la presencia de Rido o alguno de sus espías. Kaname había intentado que sólo Yuuki ocupara la cama y él se las arreglara en el suelo o en algún otro lado, pero… Yuuki no tenía el corazón para dejar que su hermano hiciera eso, además de que Kaname en su vida había dormido en sitios tan incómodos, él siempre había usado colchones especiales y sábanas de seda ¿ahora pretendía dormir en un piso que le daba asco tocar? Ni en sueños.
La joven suspiró, no sabía a donde los llevaría este destino. Se removió inquieta en la cama, ahora se preguntaba por el director, los chicos de la clase nocturna ¿Aidou habría apagado esa llama de intensa fidelidad hacia Kaname? Lo dudaba demasiado, lo único que esperaba era que el joven fuera lo suficientemente inteligente para ayudar a Kaname desde una máscara hipócrita, que con actos irascibles perjudiciales para él mismo. ¿El director reconstruiría su academia? ¿Estaría aún con esa sonrisa en los labios? Si bien nunca había terminado de aceptar a Kaien como su padre, apreciaba enormemente el amor paternal que le había brindando. ¿Yagari-sensei se encontraría a lado de Kaien para evitar que hiciera alguna cosa extraña? ¿No le haría nada la Asociación de Cazadores por enfrentarse a los cazadores mismos? ¿Cómo se encontraría Yori-chan? La joven se llevó una mano a los ojos intentando que las lágrimas no se le salieran, intento morder la almohada para acallar el sollozo.
Zero, mi querido Zero ¿Dónde estás? ¿Cómo estás? ¿A dónde vas? De todos era el que más le preocupaba, siempre dividido entre la oscuridad y la culpa, demasiado hundido en su propio mundo de locura, quería correr para tomarlo en brazos alejándolo de la hiriente luz de la realidad, deseaba poder franquear esa división que ahora había hecho la sangre. Quizás si hubiera tenido más tiempo pudo haberle dicho: eh pues aquí, mírame, diferente en constitución pero la misma en el interior. No soy culpable de haber nacido de esta manera.
La mano de Kaname se posó en su hombro, ella le acarició los dedos con la mano empapada de lágrimas. Era una idiota, quería sacar de las sombras a uno, cuando ella misma necesitaba del apoyo de otro para salir de su sufrimiento, deseaba empujar a uno hundiendo al otro; su tristeza eran hierros candentes en el corazón deshecho de su hermano.
Se agarró de la mano de Kaname con fuerza, de esa manera sentiría que el mundo se hacía un poco más agradable y sencillo. Aquello era lo que más detestaba de sí misma; necesitar de la presencia de su hermano para hacer las cosas, poco a poco se dejó arrastrar por el dolor hasta verse completamente rodeada por la poderosa esencia del sangrepura y su corazón gritó en agonía, por dormir en los brazos de un hombre mientras pensaba en otro.
-
-
-
-
-
Este es un fanfic corto, constará de tres capítulos, cada uno tiene un punto de vista diferente. La idea es relatar un pedazo de la vida de los protagonistas con un Rido que ha ganado la batalla (no aún así la guerra). Así que supongan que Rido-chan no murió, sino que venció a los chicos. Ahora, lo que se preguntarán ¿esto es Kanaki o Zeki? No hay pareja oficial XXDD, así que podrán elegir la que más les guste.
El siguiente capítulo contiene escenas fuertes, así que estén listos ;).
-
Cualquier tipo de comentarios es bien recibido 3
-
Atte: Kirsche Himitsu Fyrof.
