¡Hola!¿Como estas? Yo siendo honesta, me estoy pudriendo de frió pero esta historia me ayuda a no pensar en ello. Y eso es lo que te ofrezco con este fic. No marcara una huella en tu vida pero al menos te daré unos minutos de lectura fresca y, la verdad espero, entretenida.
Asi que sin mas. Disfruta del primer capitulo...
¡Crookshanks ha muerto!
Hermione no podría estimar cuando tiempo Crookshanks llevaba muerto. Una hora y medio día parecían tiempos igual de probables. Jamás lo sabría. Lo crudo del invierno llevaba a los cuerpos desprotegidos a ser convertidos en paletas de hielo en cuestión de minutos. Aun cuando Crookshanks toda su vida había lucido un cálido pelaje, digno de envidiar en temporadas como aquellas, hoy su cuerpo lucia solo retazos que evidenciaba que aquello fuera verdad. Con la edad su abrigo de pelo había desmejorado, caía mucho pelo y recuperaba poco. Ya no era el gato gordo y saludable que solía perseguir por todos los pasillos a las pobres mascotas indefensas de Hogwarts.
Su viejo cuerpo no era apto para sobrevivir a las terribles condiciones que el castillo sufría ese mes.
Aunque desde la noche había desaparecido a la castaña no le parecía extraño que esto sucediera, pues el animal tenía la costumbre de perderse entre los corredores a la medianoche, ya que era la hora en la que podía deambular libre de irritantes alumnos que pisaban por error su cola.
Hermione no pensaba en nada. No pensaba en que allí afuera el clima podía estar por debajo de los cero grados. No pensaba en que sus amigos la estaban llamando desde las puertas del castillo- No pensaba en que mañana estaría con una terrible gripe por estar toda la mañana y parte de la tarde cubierta con solo un delgado suéter rosa. No pensaba en que a esta hora de seguro estarían sirviendo la comida en el gran comedor. No pensaba en que su gato estaba muerto.
Crookshanks había muerto.
No pensaba y solo veía el cuerpo del animalito tirado entre los arbustos, duro como una piedra. Sus ojos estaban, afortunadamente, cerrados, como si antes de dormir se hubiese sentido muy osado y atrevido a tomar sus siesta en tales condiciones.
Crookshanks había muerto.
- Hermione – llamo disgustado uno de sus amigos – Bruja testaruda seguiremos buscan…
- ¡Rayos! – exclamo otro sorprendido – Ronald cierra la boca y mira.
- Oh – susurro bajo alguien – Mierda.
- ¿Qué tal si entramos por un poco de té de canela? – dijo una suave voz.
- ¿Té de canela? ¿Enserio Luna? Tenemos whisky de fuego en nuestra habitación.
- Litros y litros de whisky de fuego, por si te interesa Mione.
Crookshanks había muerto.
- Entremos al castillo Hermione – sintió como una mano la tomaba del brazo y la jalaba en dirección al castillo – Nosotros nos encargaremos de Crookshanks.
CROOKSHANKS HABIA MUERTO.
Se liberó bruscamente de la mano que la sujetaba y, sin siquiera darles una mirada a sus amigos, se alejó de allí. Sus pasos torpes y lentos a medida que avanzaba agarraron seguridad y velocidad y pronto se vio corriendo por los pasillos de Hogwarts. Sus piernas fueron igual de rápidas que las lágrimas que se desbordaban de sus tristes ojos. Un hueco en su pecho comenzó a formarse y este vacío sofocaba su respiración, así que sus pulmones tenían que limitarse a pequeñas pero constantes inhalaciones. Pronto su interminable carrera la llevo a la torre de premios anuales, donde un rubio exclamo una maldición al verla entrar de esa manera tan lamentable.
La castaña no presto atención y se limitó a dar un portazo a la puerta de su habitación.
Al inicio de las escaleras, un chico rubio solo miraba inexpresivo la puerta de su compañera de torre. Aun cuando ella había entrado como rayo hacia su alcoba, el tuvo el tiempo de apreciar lo rojo de su cara y las evidencias de lágrimas en sus mejillas.
El que ella estuviera llorando era un hecho insólito. Nunca, ni en aquellos años donde atormentar a la sabelotodo era su hobbie más gratificante, ella había mostrado tal debilidad como llorar.
Granger no solo estaba triste. Ella sufría.
Que suceso tan particular y molesto.
El resto del sábado paso lento e incómodo para Ginny y los chicos. La castaña había decidido no bajar a cenar el día anterior y los chicos comprendieron que no podría tener apetito en ese momento, así que no insistieron más, sin embargo a la pelirroja le molesto darse cuenta, al llegar al comedor a la mañana siguiente, que la gryffindoriana también se había saltado el desayuno.
Se sentó frente a Neville y se sirvió una taza de café. Tomo un sorbo e hizo una mueca por lo amargo de la bebida. Dos, tres, cuatro cucharaditas de azúcar no ayudaron mucho al sabor.
Tal vez no era el café lo amargo, si no su humor. Se rindió y opto por un poco de fruta.
- ¿Aún no baja? – pregunto su hermano al tiempo que tomaba asiento a lado de Neville.
- Ya pasan de las ocho y media – contesto el pelinegro revisando la hora en su reloj – Dudo que venga.
- Creí que Fred y Geroge estaban con ustedes.
- Lo estaban – explico Harry mientras agarraba la taza que Ginny había abandonado – pero nos dijeron que tenían la solución para hacer sentir mejor a Mione.
- ¡¿Ron tus hermanos traerán de nuevo a la vida a Crookshanks?! – pregunto horrorizado Neville.
- ¡Qué asco! – la pelirroja sonrió un poco al ver como su novio escupía los restos de café.
- Merlín, espero que no – respondió asustado Ron – si ese gato me daba miedo en vida, me dará terror si regresa de entre los muertos.
- Un gato Zombie – los tres varones quedaron en silencio ante la perspectiva de esta loca aunque interesante teoría.
Ginny rodo los ojos. Harry y Ron eran un par de sacos de harina en el terreno emocional, aun cuando estaban llenos de buenas intenciones, su habilidad para consolar se asemejaban a la caricia de una trituradora. Tal vez ellos eran los mejores amigos de Hermione pero ella era su mejor amiga. Y haría lo que toda buena amiga debe hacer cuando la otra esta en depresión.
Distraerla con pláticas frívolas y compras absurdamente costosas, cortesía de la cartera prestada de su tierno aunque incauto novio, y el zopenco de su hermano, quien debería aprender que la bolsa delantera de su mochila no es el lugar adecuado de guardar el calcetín de los ahorros de su vida.
Para estas fiesta le regalaría una playera con el estampado: "Soy un idiota, no es mi culpa, defecto de nacimiento".
- ¿Quo eftaos ponsando? – pregunto el aludido, luchando por tragarse el contenido de estaba en su boca y no morir en el intento.
- Dos cosas. En tu talla – respondió mientras recogía sus pertenencias y las guardaba en su bolso – Y en que tengo la solución para mejorar el animo de Mione.
La chica se echo a la boca la ultima rebanada de fresa y se levanto de su lugar.
- ¿A dónde vas Ginny? – pregunto extrañado Harry al mezclar con su varita el contenido de su taza.
- Hermione y yo iremos a Hogsmeade – deposito un rápido beso en la mejilla del pelinegro y se dirigió a la salida.
Harry y Neville no apartaron la vista de las puertas del comedor, extrañados al no encontrar la relación entre la solución del problema de Hermione y Hogsmeade. Ideas dementes brotaban de esa cabecita pelirroja cuando se proponía una meta.
- Que linda es mi hermana – exclamo alegre el pecoso con los ojos brillantes de esperanza – Ya esta pensando en que comprarme para esta Navidad.
TEN UN LINDO DÍA O NOCHE, DEPENDIENDO DE HORA SEA DONDE ESTÉS.
