Este es un drabble que describe a una chica en particular, ¿podrás adivinar quién es?

La chica de la playa

Es un día soleado en la playa y veo a una musa de cabellos dorados como los rayos del sol disfrutando de las bondades de la naturaleza a la que opaca con su rebosante virtud, en sus profundos y curiosos ojos verdes, la luz del sol reverbera con gran fuerza resaltando su belleza. Su piel blanca como las perlas preciosas del mar es bañada por las corrientes marinas de agua salada donde juega con gracia y elegancia sobre la arena fina.

Su vestido blanco es acariciado por la suave brisa del litoral que hace ondear los pliegues de su falda que baila de forma traviesa, invitando a los ojos indiscretos de este admirador secreto. Su cabello se mece al compas del viento y su sombrero vuela por todo lo ancho del cielo.

Las hadas del aire con capricho lo alejan de ella y ese sombrero blanco se mimetiza con las nubes pasajeras que hay sobre la playa. Un observador atento y bien dispuesto, aguarda en su espera, paciente y anhelante. Con dichosos ojos que observan como ese sombrero blanco viaja y se abre camino entre las corrientes de aire, las nubes en el cielo y una joven desesperada por rescatar su preciado sombrero.

Con la ayuda de la bienaventurada oportunidad, este fiel admirador se maravilla de cómo la personificación de su inspiración se acerca hacia él. Aquel querubín con donaire etéreo flota sobre el paisaje obnubilando los ojos de este pecaminoso escritor. Las palabras escasean y las frases ingeniosas se vuelven fútiles para describir esta sublime experiencia. A las manos del afortunado escritor llega la inspiración en forma de un sombrero blanco. La diosa de su devoción lo agasaja con dos esmeraldas iridiscentes entregando su don al humilde escritor. Este estremecido por tal magnificencia, goza de la felicidad ante la cual se manifiesta en su forma perfecta de mujer para cautivar la imaginación de este iluso artista del papel. Aquella presencia recoge su pertenencia dejando escapar una sonrisa cautivante. Embelesado, aquel escritor absorto se contenta con las últimas visiones que su ojos le entregan de aquel ser maravilloso y fascinante que se aleja para perderse en un punto fronterizo entre el cielo y el mar.