Desamparados: Hōmuresu

Bajo la tormenta.

Cuatro años habían pasado de aquel trágico día, en el que cientos murieron por el ataque del legendario y más poderoso Biju, Kyubi no Yoko el zorro de las nueve colas. Konohagakure no Sato, la aldea que había sido víctima del misterioso ataque se encontraba reconstruida. Teniendo como líder al experimentado Sarutobi Hiruzen, que no bien librados del peligro sanciono tres leyes obligatorias.

La primera ley prohibía cualquier mención o acusación relacionado al Kyubi en frente de Naruto, además nadie debía revelar que él era el contenedor del zorro, tanto dentro con fuera de la aldea.

La segunda fue impuesta para la protección del pequeño niño, ya que a pesar de asegurar la información habría personas que tratarían de lastimarlo, si no es que se animan a más. Como consecuente, se declaró que cualquier agravio hace él sería tratado como ataque a un aliado, por lo tanto traición y se le aplicaría el castigo correspondiente al mismo.

Y por último la ley de fuego que decía lo siguiente, "la tierra es de todos los que la habitan, si la dañas estarás dañando a tu hogar, lo mismo sucede con los aliados", sacada de aquel dicho "aquel que juega con fuego termina quemándose". Esta no fue muy comprendida por lo que la mayoría no la tenía en cuenta, su significado era un tanto confuso para aquellos que lastimados buscan lastimar.

Al poco tiempo de que sancionaron las leyes, sucedió lo previsible. La población en general de la aldea reclamo con fuerza, a lo que para ello era una notoria injusticia, y pedían a gritos la suspensión de las mismas, para sí librar su venganza contra aquello que los lastimo.

No teniendo más opción el Hokage tuvo que hacer uso de su poder. Mostrando su fuerza y su presencia dejo en claro que todo aquello iba en serio, y si algún temerario rompía su estandarte pronto darían cuenta que tan rápido podía terminar una vida.

Por lo que ahora, en uno de los tantos orfanatos de la aldea, se encontraba un niño de rubios cabellos mirando los cielos oscurecidos por nubes. Sus grandes orbes azules mostraban vacío y tristeza.

—¿Porque siempre tengo que estar solo?

Pregunto el pequeño al aire, sin esperar respuestas ni cambiar su objetivo visual. En sus cuatro años de vida había aprendido muchas cosas, principalmente por el método duro.

Desde que tenía memoria vivía en ese lugar. No tenía amigos porque no se lo permitían, y cualquiera que se le acercase seria castigado por lo que nadie se arriesgaba. Cuando hacía algo mal se lo ignoraba o recriminaba fervientemente, al punto de encerrarlo en un pequeño cuarto oscuro por varios minutos e incluso horas. Y para finalizar, todas las personas que pasaban cerca del orfanato le miraban de una extraña manera, una que hacía que un extraño sentimiento le sofocara las entrañas.

No era para nada tonto, sabía que recibía un trato especial por algún motivo pero no llegaba a descubrirlo. Era demasiado notorio al ver a las personas susurrarse cuando lo veían, y estaba enterado de que él estaba implicado en una ley de la aldea.

Lo había descubierto hace unas semanas. Era de noche y no podía dormir así que simplemente se escabullo de su cuarto. A esa hora ya estaban todos dormidos, o eso se suponía ya que unas voces se escuchaban. Sin poder evitarlo fue tomado por su curiosidad y camino sigilosamente a lugar donde se producía la conversación. Grande fue sorpresa cuando se percató que no era menos que la habitación de la dueña, pero lo que lo escucho lo dejo perplejo y temeroso:

—¿Todavía sigues con eso?… debes soportarlo un poco más… —preguntó retóricamente un hombre de voz ronca, que no conocía.

—Lo sé, pero… sino fuera por esa tonta ley, Naruto… —la voz de la dueña se cortó, por lo que pudo captar como una cachetada.

—Lo llamaste por su nombre… —rugió con voz grave el acompañante, para luego volver a hablar con un tono más tranquilo, —no te dejes engatusar por su apariencia, solo debes aguantar unas cuantas semanas más y nosotros podremos burlar esa ley…

Inconscientemente el niño dio un paso sobre una madera vieja, la que produjo un leve rechinido lo suficientemente alto para parar la conversación. Al pequeño se le helo la sangre cuando empezó sentir pasos que se acercaban a la puerta, sin dar un segundo más a la suerte se largó a correr. Una vez bajo sus sabanas el niño trataba de calmarse. Su corazón se encontraba sumamente agitado, y sudaba torrenciales a causa de la adrenalina y el miedo que tenía.

Una gota de lluvia se impactó sobre su nariz despertándolo de sus recuerdos. Aquel incidente había sucedido hace dos semanas, y si tenía en cuenta aquellas palabras, lo que planeaban estaba a la vuelta de la esquina. Solo sabía que algo malo iba a ocurrir y que no podría evitarlo.

Tales pensamientos solo le hundían más en aquella soledad a la que llamaba hogar. No importaba cual fuera el lugar donde se encontrara, siempre estaba solo y no podía hacer nada. Había intentado varias cosas, desde compartir lo poco que tenía hasta buscar la atención de todos con bromas y juegos, pero nada parecía funcionar. Simplemente lo ignoraban y de no poder lo encerraban.

—¿Porque tengo que estar solo?

Volvió a preguntar el pequeño, mientras contaba cuantas veces se había repetido esa pregunta. Sabía que nadie le contestaría porque nadie estaba ahí para hacerlo, y de estarlo ni se inmutarían en responder.

—Porque eres especial…

Una suave y melódica voz fue cantada en su oído derecho, como si de un ángel se tratara. El niño sorprendido volteo al instante, buscando desesperadamente al dueño con su mirada, más no encontró a nadie. Mejor dicho nadie que desconociera, ya que veía que a unos cuantos metros se encontraba la encargada del orfanato, guiando a los otros niños a ingresar a la casa para refugiarse de la pronta tormenta.

Sabía que no lo iban a llamar, nunca lo hacían a menos que se encontraran esos sujetos con máscaras en sus rostros. No entendía la razón de aquello, pero suponía que eran encargados de la seguridad o algo por el estilo.

Sin darle más importancia al asunto volvió su vista a las nubes oscuras, que habían tomado el cielo. No le molestaba que no le llamaran, de todos modos la lluvia fresca de primavera le traía calma y paz, como si lo acompañara en la soledad.

—Debes escapar… vienen por ti…

Nuevamente sintió aquella hermosa voz y como la anterior vez, el pequeño busco con su mirada. Su corazón por un leve instante dejo de latir, al ver como cuatro personas se le acercaban con aquella aterradora mirada. No entendía la razón pero su cuerpo no le reaccionaba, estaba aterrado e inmóvil.

—Ya estás en nuestras manos mocoso, ahora nadie podrá evitar que se haga justicia…

Aquella voz sin duda era perteneciente del hombre que conversaba con la dueña del orfanato. Entonces lo supo. Comprendió básicamente de que hablaban esa noche, pero no le cabía porque lo despreciaban tanto, si él no había hecho nada para merecer tal rencor.

La lluvia azoto repentinamente sobre la aldea, y pareció despabilar al niño, que de improviso empezó a correr.

A pesar de haberles sacado unos cuantos metros, sus agresores no tardaron en alcanzarlo. Lo agarraron bruscamente de su brazo derecho, deteniéndole y luego lanzarle con fuerza, como a un muñeco indeseado.

Un grito ahogado salió de su pequeña garganta. Su hombro se encontraba dislocado, por primera vez en su vida le estaban pegando y dolía bastante.

Intento escaparse de nuevo, solo para ser levantado de los pelos. El dolor que le causaba le impedía abrir sus ojos, por lo que intentaba soltarse desesperadamente, cosa que logro o eso creyó. El sujeto lo había soltado a propósito para poder patearlo sin ninguna consideración. El pequeño rubio gritaba de dolor mientras rebotaba con el suelo un par de veces, producto del fuerte impacto recibido.

Se encontraba totalmente embarrado, lastimado y mojado. Casi toda la superficie del patio del orfanato era de tierra, por lo que la fuerte lluvia que golpeaba la zona no había tardado en convertirlo en lodo.

El niño desde el suelo levanto la vista, dirigiéndola a sus atacantes. Sus rostros mostraban sonrisas deformadas, y sus ojos gélidos parecían estar complaciéndose.

—Vamos demonio… no puedes defraudarnos, ya que solo estamos comenzando…

Los cuatro no tardaron en rodearlo, sus miradas lo traspasaban con odio y placer. Un levanto una pierna con lentitud, mientras lo observaba con ansiedad, estaba decidiendo que lugar golpear. El grito agónico del pequeño los detuvo por un instante, permitiéndole sujetarse la pierna izquierda, que ahora se encontraba doblada en una posición antinatural.

—Esto no está bien… —murmuro uno.

—Quizás estemos equivocados… y él no sea lo que pensábamos —comento otro con inseguridad.

Un ambiente silencioso se formó entre ellos, que simplemente se miraban entre sí. La lluvia y los gritos de dolor del chico, los atormentaban pero más aún los recuerdos de aquel día hace cuatro años. Con eso en mente, uno noto que el pequeño se encontraba arrastrándose hacia la casa.

—No recuerdan todo el sufrimiento por el que pasamos —les cuestiono furioso, al tiempo que empezaba a caminar hacia su presa.

Naruto levanto la mirada a la casa, al tiempo que un relámpago iluminaba los cielos, revelándole la imagen de una mujer tras una ventana contemplando todo.

La encargada del orfanato se encontraba impactada por toda la resistencia que tenía el mocoso, la verdad se iba arrepintiendo con cada grito que escuchaba, pero el recuerdo de la muerte de sus padres la mantenía como observante. Entonces vio que los cuatro se habían detenido y como el demonio se arrastraba hacia la casa. Luego noto como él clavaba sus ojos en los suyos, y estiraba su mano derecha y gritaba por auxilio.

Al poco tiempo uno de los sujetos lo levanto de la pierna sana, mirándolo por unos segundos, que al pequeño se le hicieron eternos. Ya estaba perdido, no tenía forma de salvarse.

—Veo que lo entiendes… ¡entonces muere!

Grito el sujeto de voz ronca, al tiempo que su gran puño se dirigía a toda velocidad a la cabeza de su objetivo. El pequeño veía todo en cámara lenta, recordando cada momento de su vida. Una vida muy vacía, sin cariño alguno y de infinita soledad. Cerró los ojos mostrando una sonrisa, ya que tenía la esperanza de que la próxima vida tuviera de alguien que lo quiera.

Fin del Primer Capítulo.

Vaya siento decirles que hasta aquí va el primer episodio… por supuesto espero comentario que alimenten mi alma con inspiración para poder continuarlo rápidamente.

Eh empezado mi segundo ciclo universitario, pero usare una gran parte de mi tiempo libre para seguir mis fic… principalmente este.

Como datos quiero informar que el tema de las parejas quedara exclusivamente a su elección, y como advertencia será un posible DarkNaruto.

SIGUIENTE CAPITULO: Conociendo al demonio.

Firma: Reikon Shiten.