Sentí el dolor, pero concentrada como estaba y sintiendo en mi cuerpo la descarga de adrenalina no le presté mayor atención. Lo vi acercarse nuevamente y retrocedí apenas a tiempo de evitar un nuevo golpe, él sin embargo leyó mi movimiento y aprovechó un segundo de inactividad por mi parte para lanzarse sobre mí y derribarme con todo su peso. Sus manos sujetaron mis muñecas con fuerza, sus labios se acercaron peligrosamente a mi cuello y sus ojos se fijaron en los míos con una fiereza que por un momento llegó a conseguir que me olvidara del resto del mundo. Respirábamos peligrosamente cerca el uno del otro y de manera entrecortada, pero de pronto tuve la impresión de que la falta de aliento no sólo era debido al ejercicio físico.
Estaba segura que iba a besarme cuando de pronto interrumpió el contacto visual y me ofreció su mano para ayudar a ponerme de pie.
-Voy mejorando ¿no, camarada? – pregunté no sin cierta decepción aceptando su ayuda.
-Lo haces muy bien – respondió Dimitri con una pequeña sonrisa aflorando a su rostro.
Aunque la sonrisa con que yo le respondí fue más abierta no dejó por eso de demostrar un cierto toque de amargura.
-Nada mal para una loca ¿cierto?
La sonrisa de mi instructor fue reemplazada por completa seriedad.
-Todo va a estar bien – me dijo con esa intensidad tan extraña que usualmente cautivaba mi corazón.
Le iba a responder cuando la puerta del gimnasio se abrió provocando un sobresalto en nosotros. En todos los meses que teníamos practicando jamás nadie nos había interrumpido.
-Guardián Belikov, Hathaway – saludó un guardián de nombre Diego – la directora quiere verlos en su oficina, dice que es urgente.
Sin dar más explicaciones salió cerrando la puerta. Dimitri y yo cambiamos una mirada conocedora e inmediatamente después nos dirigimos a la oficina de Kirova. Yo estaba nerviosa preguntándome qué había hecho ahora y Dimitri no dejaba de decirme sin palabras que no iba a abandonarme.
Llegamos al edificio principal y al entrar encontré a dos personas que me dejaron sin habla.
La primera era mi madre, a quien había visto hace poco más de un mes y honestamente no esperaba volver a ver pronto.
La otra persona era un Moroi tal vez un poco mayor que ella, de piel más bronceada que la mayoría de los de su clase y con un aire de seguridad y arrogancia que por un momento me hizo pensar que era el tipo de gente que no dudaba en liarse a puñetazos con quien se interpusiera en su camino.
En contraste con lo acostumbrado mi madre parecía sonriente y de buen humor conversando con aquel tipo como si ambos fueran viejos conocidos.
Dimitri a mi lado se puso tenso sin embargo, y esa reacción de su parte me puso alerta. Al mismo tiempo lo ojos de mi madre se posaron en mí y la sonrisa fue sustituida por una especie de mueca de nerviosismo.
-Rose – saludó seriamente – guardián Belikov – añadió aun un poco más nerviosa al notar a Dimitri junto a mí.
-Guardiana Hathaway, señor Mazur – debajo de su tono formal alcancé una alerta fría y extraña.
-¿Nos conocemos? – preguntó el Moroi levantando una ceja – mmm… ¿Belikov? ¡Ya sé! La familia Belikov de Baia ¿no?
Dimitri asintió y eso pareció ser suficiente para el Moroi.
Mazur no era un apellido de la realeza, pero así como su actitud era la de una persona influyente su vestimenta exagerada correspondía a quien no tiene problemas con gastar en pequeñeces grandes cantidades de dinero… estuve a punto de preguntarle a Dimitri quién era cuando el Moroi avanzó dos pasos tendiéndome la mano.
-Ibrahim Mazur – exclamó mirándome de forma verdaderamente indescifrable.
Me quedé en blanco.
Tatiana alguna vez había hecho referencia a un Ibrahim insinuando que era mi padre y ahora el ver como su cabello rebelde le caía por los hombros tuve la corazonada de que ese hombre era el que estaba frente a mí. Supongo que la evaluación en mi mirada debió ser demasiado evidente porque Ibrahim me miró retorciendo la sonrisa.
-Es algo bueno verte al fin cara a cara, Rose – murmuró sin ningún tipo de recato.
-Estoy de acuerdo, viejo – respondí en tono retador.
Dimitri y mi madre permanecieron callados; él desconcertado y ella aparentemente incómoda. Antes de que cualquiera de los dos tuviera tiempo de preguntar cualquier cosa Lissa y Christian entraron a la habitación tomados de la mano.
-Buenos días - saludó mi amiga educadamente a pesar de que estaba sorprendida de vernos.
-¿Lissa?
Mientras mis padres y Dimitri la saludaban a ella y Christian yo indagué en la mente de Lissa y me sorprendió que Stan fuera a buscarlos para que fueran a la oficina central.
-¿Por qué estamos aquí? – le pregunté bruscamente a mi madre.
-El consejo solicitó mi presencia aquí – respondió ella con cara de "no pregunté nada más".
-A mí me llamaron por un negocio y la escuela quedaba de paso – repuso Ibrahim.
-A nosotros nos dijeron que había que firmar calificaciones – se defendió Christian.
-Y a Dimitri y yo se supone que nos llamó Kirova en plan de "urgente" – reflexioné en voz alta.
Dimitri iba a decir algo cuando un viento huracanado – literalmente hablando – nos envolvió. Los papeles volaban de un lado a otro sin control así que de inmediato él y yo nos colocamos junto a Christian y Lissa para cubrirlos con golpes de los papeles que se arremolinaban contra todos una y otra vez; el viento era tan fuerte que yo apenas y podía abrir los ojos pero alcancé a distinguir que mi madre también protegía a Ibrahim.
Se escuchó una especie de chirrido y con la misma improvisación que había llegado, el viento desapareció.
-¿Qué…? ¿Qué pasó aquí?
-Algún usuario del aire nos quiso molestar – respondió Ibrahim a Christian acomodándose el cabello – o tal vez fueran varios.
Los tres Moroi se encogieron de hombros ligeramente pero Dimitri, mi madre y yo – entrenados como estábamos para notar cualquier detalle – nos estremecimos: apoyada contra la puerta de entrada había una enorme caja de cartón con un sobre color verde fosforescente atorado en la tapa.
Desconfiada, me acerqué a la puerta con cuidado y miré el sobre como si fuera una serpiente venenosa; tenía escrito en marcador negro la palabra "Léanme" y eso hizo que me sobresaltara como si de un Strigoi se tratase.
Ignoré la instrucción y traté de abrir la puerta pero por alguna razón aun empujándola con todas mis fuerzas no lograba moverla ni un centímetro. Regresé con los demás y entonces mi madre fue quien intentó – con igual "éxito" que yo – abrir la puerta, Dimitri fue el último en intentarlo y a diferencia de nosotros el sí recogió el sobre y desde donde estaba comenzó a leer:
"Queridos Lissa, Christian, Janine y Zmey, pero sobre todo queridos Roza y Dimitri…"
Ni siquiera él pudo evitar un estremecimiento al llegar a esta parte. Asumí que "Zmey" era algo así como el apodo de Mazur, sin embargo, fue inevitable que me preguntara cómo y quién podía conocer mi sobrenombre.
Dimitri reanudó la lectura.
"Queridos Lissa, Christian, Janine y Zmey, pero sobre todo queridos Roza y Dimitri:
No puedo decirles mi nombre y mucho menos cómo ha llegado a mí esta información pero en cuanto la tuve entre mis manos supe que debía llegar a ustedes. Pido una disculpa anticipada porque interrumpo el curso de la historia – una historia difícil y hermosa pero cuyo final es seguro y feliz – para pedirles un favor, pero quiero que comprendan también que así como arriesgan la seguridad que ya tienen también hay mucho que pueden ganar. La cuestión aquí es que existe un usuario del espíritu que tiene las respuestas que Roza y Lissa buscan, pero ese usuario corre inminente peligro y quiero ayudarlo pero no puedo… ustedes sí pueden hacerlo, pero es necesario que se vayan ahora de St. Vladimir y lo busquen. Rose, Lissa, este viaje es para ustedes pero llamo a los demás porque sin ellos lo más probable es que mueran en el camino.
Sería falso prometer que las cosas saldrán bien porque yo no puedo saber el desenlace y lo mismo puedo evitarles muchos sufrimientos que causarles otros… lo siento.
Si deciden buscar al usuario del espíritu vayan ahora a la cabina de vigilancia y esperen a su guía, de lo contrario pueden regresar a sus deberes.
P. D. Rose también yo opino que "Roza" se escucha genial y Dimitri… bueno, ¿qué puedo decirte? creo que debes aprender a disfrutar del momento.
P. P. D. Dentro de la caja está lo esencial para el viaje, pero si algo me ha faltado confío en que puedan resolverlo."
-¿Qué fue eso? – pregunté tras un verdaderamente largo rato de incredulidad y silencio. Nadie contestó por el simple hecho de que todos estaban tan extrañados como yo.
-Quien quiera que esté haciendo esto debe alguien muy poderoso – intervino repentinamente Ibrahim como si comentara el color del cielo.
Reacia como era yo a seguir instrucciones me acerqué a la pequeña ventana y observé a través de ella el patio obscurecido del campus en el cual algunos estudiantes caminaban e grupitos hacía sus clases. Por un momento asumí que sería pertinente regresar a la puerta y gritar como loca que abrieran; ya que Christian y Dimitri ya lo estaban haciendo preferí tomar una silla y estrellarla con los cristales… no pasó nada. Mi madre y Zmey miraron la ventana con cinismo y fueron con los demás a gritar, yo en tanto probé estrellar la ventana diez o doce veces más, todas sin éxito.
Finalmente todos nos dimos por vencidos y nos reunimos al centro de la habitación.
-Al parecer no podremos irnos hasta decidir que hacer – exclamó Dimitri con frustración.
-No hay nada que decidir – intervino mi madre en tono tajante – no sabemos a donde ir, a quien buscamos ni qué o quién nos envía… hasta donde sabemos esto puede ser una trampa mortal y sería una completa tontería arriesgar las vidas de todos…
-Quiero ir.
Mi madre calló y todas las miradas se posaron en Lissa.
-Yo… - comenzó a justificarse – necesito saber más sobre el espíritu.
-¿El espíritu?
Lissa, Christian, Dimitri y yo nos estremecimos: entre tanto ajetreo habíamos olvidado que el espíritu era un secreto del que casi nadie sabía nada y eso incluía a mis padres… la decisión de mantener la especialidad de Lissa en secreto era evitar que cualquiera intentara aprovecharse de ella y hoy no estaba segura de si debíamos o no dar alguna explicación al respecto.
-¿Debemos explicárselos, Lissa? – pregunté descaradamente sabiendo que los chicos no se atreverían a hacerlo.
Ella vaciló un momento y a través del vínculo pude sentir su indecisión. Finalmente y tras sopesar una y otra vez sus opciones Lissa desechó sus miedos y comenzó a explicar a mis padres sobre como podía curar, ver las auras (muy poco definidas y sólo con asesoría de Adrián) y sus poderes de excepcionalmente fuerte compulsión. Cerró la charla tratando de explicar lo más calmada posible lo que significaba que yo fuera su Shadow-Kissed y ante esta última explicación mis padres literalmente jadearon al voltear a verme; después miraron a Lissa con la admiración y el agradecimiento escritos en el rostro haciendo que se sonrojara, porque Lissa jamás había considerado que revivirme fuera un favor por el simple hecho de que yo era para ella más que una hermana.
-Por eso es que quiero ir – finalizó ella.
-Mi madre tienen razón al decir que no sabemos lo que nos pueda ocurrir – intervine finalmente – pero también puede que esta sea la única oportunidad que tengamos de saber algo más sobre el espíritu.
-Entonces hay que ir – concluyó rápidamente Christian.
-Pero… - de pronto Lissa estaba insegura. Ella quería saber más y yo también, por supuesto; pero al mismo tiempo ambas nos preocupábamos por poner en riesgo a cualquiera de nuestros amigos. Se suma a eso que yo no sólo compartía su ansiedad, sino que además me sentía desesperada por encontrar algún indicio de no estarme volviendo loca.
-No sé cuál será la decisión final de la princesa Vasilissa – intervino para sorpresa de todos Dimitri – pero si se decide a correr el riesgo del viaje yo no la dejaré ir sola.
-¡Guardián Belikov! – reprobó mi madre escandalizada.
-Janine – se defendió él – si Lissa realmente quiere irse Rose y Christian se asegurarán de que nadie la detenga; considero que es mejor que los ayude alguien con experiencia en el mundo fuera de la escuela.
Me abstuve de señalar que Lissa y yo teníamos experiencia fuera de la escuela sólo porque ese argumento de Dimitri parecía realmente pesar sobre mi madre.
-Pero entonces lo importante es – intervino Zmey – saber lo que quiere hacer Vasilissa.
Lissa aun dudó un momento y después, con firmeza, anunció su decisión de ir a buscar al usuario del espíritu. Contra sus protestas Christian y yo nos impusimos a acompañarla; Dimitri y mi madre dejaron muy en claro la necesidad de una presencia "experta" y por alguna razón también Zmey se comprometió.
Entonces, en cuanto llegamos a un acuerdo, un nuevo vendaval nos envolvió. Esta vez el aire golpeó con tal intensidad que por un momento llegué a sentir que no respiraba… y como la vez anterior después de un segundo ya no había nada.
Un chasquido se escuchó y la puerta se abrió de golpe; al mismo tiempo alarmas y altavoces comenzaron a chirrear por toda la escuela dando la impresión de que la misma había enloquecido; mil gritos secundaron eso y para colmo remolinos de tierra y agua "atacaron" a los que estaban cerca de las fuentes… por un momento los que estábamos en la oficina nos quedamos estáticos y de inmediato comenzamos a correr hacía la salida.
Dimitri intentó llevar la caja pero al parecer pesaba demasiado como para permitirle la velocidad necesaria así que le ayudé con una parte. La confusión en la escuela fue tan generalizada que no tuvimos problema en correr hasta el punto de encuentro sin ser vistos.
Una vez en la cabaña lo primero que hicimos Dimitri y yo fue sentarnos en el piso espalda con espalda. La carrera había sido larga y siendo honesta la caja pesaba demasiado.
-¿Ahora qué sigue? – preguntó Lissa.
Iba a responderle cuando mi madre nos mostró otro sobre igual al que estaba en la oficina de Kirova.
-Atorado en la puerta – explicó mientras sacaba una pulsera, dos anillos y unas hojas de papel.
Antes de que yo pudiera pedirlos, Zmey tomó los objetos y pese a que los ojos de mi madre gritaron "peligro" me sorprendió que ella no protestara… en tanto, una leve arruga – si era de desconcierto o de inconformidad no me atrevo a asegurarlo – se formó en la frente de él cuando comenzó a leer en voz alta.
Queridos amigos:
No puedo negar que me alegro de que hayan decidido ayudarme… en fin, vayamos al negocio.
La confusión en la escuela no durará mucho pero será suficiente para evitar que su fuga sea notada por el momento. Dentro de una hora llegará un amigo y les entregará las llaves de un vehículo para que se desplacen. La primera parada está a doce horas de la escuela así que les recomiendo armarse de paciencia y agarrar un lugar cómodo porque no resultaría prudente hacer muchas paradas sobre el camino… sigan por la federal hacía el sur y deténganse sólo cuando lleguen al hotel "Oasis del desierto". No pregunten más… sólo dense prisa.
En la recepción del hotel reservé unos cuartos para ustedes bajo el nombre de Dimitri, pero tal vez haya cosas en las que no estén de acuerdo… aun así traten de seguir las instrucciones por favor. A propósito, Christian y Rose: no me odien.
Que Dimitri mantenga guardada la joyería que aquí les doy hasta llegar al hotel; una vez llegado ahí y antes de bajar del transporte Lissa debe usar la pulsera y Janine y Christian los anillos correspondientes. ¡No se los quiten por nada del mundo al estar en público!
P.D. Aprovechen el tiempo y vacíen el contenido de la caja en la maleta que está bajo la cama.
¿Odiar yo? ¿Por qué tendría que odiar a esta persona si ni siquiera la conocía?
Mmm… tuve la ligera impresión de que la respuesta no iba a gustarme.
Dimitri puso los ojos en blanco, se guardó los anillos y la pulsera en el bolsillo de su chaqueta y sacó de debajo de la cama una maletilla azul eléctrico en tanto Zmey abrió la caja; había dinero (¡mucho dinero!) en distintas denominaciones y en monedas de más de un país, también encontramos mapas, tres estacas de plata, unos libros y, papeles de identidad que no alcanzamos a revisar a fondo pero que si bien tenían nuestras fotos correspondían a otros nombres y nacionalidades. Inmediatamente pusimos manos a la obra y acomodamos el contenido dentro de la pequeña maleta justo a tiempo para que se escuchara acercarse el sonido de un motor.
Todos salimos – Dimitri con la maleta en la mano – y nos quedamos boquiabiertos ante el vehículo que teníamos enfrente; es decir, no es muy común encontrar camionetas de lujo para ocho personas, color rojo y al parecer recién salidas de agencia.
-Esto es pasarse de la línea – gimió mi madre protestando obviamente.
-Ni que lo digas – respondió Ibrahim con una mueca que me hizo pensar que para él esto tenía más bien la acepción de "divertido".
Un hombre Moroi dejó de la camioneta y antes de que nadie tuviera tiempo de reaccionar el me arrojó algo que yo atrapé por inercia. Sorprendida abrí mi mano y encontré las llaves del vehículo.
-Esto… ¿gracias?
Él sólo contestó con una leve inclinación. Era un tipo más o menos de mi estatura – cosa rara entre los vampiros Moroi –; de cabello rubio pálido, corto y piel salpicada de pecas. Vestía un abrigo color marfil y debajo de este traje de etiqueta. No sin motivo me pregunté cómo había podido pasar la seguridad hasta este punto pero asumí que su intervención también había sido ayudada por el remitente de las cartas. Todos nos acomodamos en los asientos de inmediato – yo por supuesto aproveché para tomar el sitio del conductor y Dimitri se acomodó en el del copiloto una vez que arrojó la maleta a la cajuela – pero el Moroi permaneció inmóvil a un lado de la cabaña.
-¿Tú no vienes? – le pregunté extrañada.
Él sonrió e hizo un gesto que significaba buen viaje; comencé a preocuparme de cómo es que el tipo escaparía del lugar sin meterse en problemas pero nuevamente asumí que esa parte ya estaba resuelta. Entonces encendí el vehículo y comenzamos el viaje sin volver la mira atrás.
