"Sin duda hay algo hermoso en eso de anhelar y desear lo que no se tiene. Ése era el motivo de que tu historia de amor pareciera tan perfecta; jamás se había hecho realidad. El suyo había sido un amor imaginario. Faltaba saber si alguno de los dos tendría el valor necesario para enfrentarse a un amor real."

Amanecía sobre aquel pueblo, el sol se elevaba por sobre las montañas verdes y sus rayos iluminaban la tierra de aquellos campesinos. Esa prometía ser una mañana como cualquiera, donde los siervos se levantarías de sus camastros y tomarían sus instrumentos para la siembra o la herrería, o cual fuese su oficio. Aquellos humildes habitantes comenzaron a despertar, notando el sol que salía en la llanura. Cambiaron sus camisones de dormir y otros solamente colocaron algún pantalón de lana sobre sus calzones. Salieron de sus casas tranquilamente y se saludaron entre ellos como solían hacerlo todos los días, pero en este cálido despertar había algo diferente, un chico que venia corriendo desde los bosques con información de vital importancia, así como de terribles noticias.

̶ ¡Los he visto! –Repetía aquel chico, que tenía el corazón agitado y el sudor perlaba su frente ̶ . ¡Los he visto, ya vienen!

Las personas como es normal se acercaron a aquel loco chico que pronunciaba aquellas palabras.

̶ ¡Ya vienen! –se asió del camisón de algún hombre que lo observaba divertido.

̶ Eres un loco chico –este hombre lo empujo para que callera al suelo.

̶ ¡Que los he visto! –Seguía aquel chico, con la desesperación a flor de piel ̶ , ¡Son esos sanguinarios, ya vienen!

̶ ¿Así que ya vienen? –un tercer hombre hablo en el acto ̶ . Pues vaya que se decepcionaran, aquí no hay oro ni nada que pueda tentarlos –la ironía de aquel hombre caía sobre el chico como flechas de veneno.

̶ Pero… ¡Pero los he visto les digo! –el chico estallo de pronto en lagrimas

Las personas a su alrededor confiados de que nadie podría pasarse por su pueblo dejaron a aquel chico y a su disparatado cuento y regresaron a sus quehaceres diarios. Pero al caer el medio día aquel silencioso pueblo fue azotado por un grupo de jinetes de aspecto tosco y de órdenes rigurosas, bañaron y destrozaron aquel pueblo, tranquilo y feliz.

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̶ ¡Corre, corre! –Un chico corría con su hermana tomada de la mano. Los había visto antes, había visto lo que hacían con las mujeres de otros pueblos, y no solo mujeres, con niñas ¡Niñas!

̶ Bill ya no puedo, no puedo –la pequeña se soltó un momento de agarre de su hermano y se callo a la tierra que ejercía como camino.

̶ Adelaida por favor no te pongas así ahora, tengo que ocultarte –El temor en la voz de Bill era palpable. Solo sobre su cadáver alguien tocaría a su niña.

Sin pensárselo mas tomo a su hermana en sus espaldas y siguió con su marcha. Mientras notaba como los gritos de todas las gentes lo perseguían como queriéndolo tomar por los talones y jalarlo. Pero el no miro atrás sin importar los gritos, sangre, sudor y fuego que había detrás.

Ambos llegaron a aquel pequeño lugar que al que llamaban hogar.

̶ ¿Qué paso con mama y papa? –preguntaba aquella chica desde su camastro, observando a su hermano ir de aquí para allá tomando las pocas cosas de valor que tenían.

̶ Ellos no… ya no estarán con nosotros –respondió su hermano midiendo sus palabras. Recordando como hacia unos momentos aquellos despiadados habían tomado a su madre y asesinado a su padre.

̶ ¿Por que? –cuestiono curiosa la niña.

̶ Ellos… se fueron, lejos –le aclaro su hermano. Sus latidos no lo hacían pensar con cordura se sentía como un loco.

̶ Pero… ̶ antes de que la niña pudiera terminar su pregunta un ruido los alerto a ambos. Alguien había destrozado la puerta.

Bill sintió como en ese momento sus piernas temblaban y su corazón casi se destroza. Tomo a Adelaida y la empujo para que saliese por la pequeña ventana de aquel cuartillo donde se encontraban.

̶ Quédate ahí oculta, no salgas, escuches lo que escuches –el sabia lo que tendría que hacer.

La dulce mirada de su hermana hacia que todo su interior entristeciera.

̶ Regresare por ti, lo prometo –su hermana asintió. Podía sentir sus ojos vidriosos –Te amo –la beso en la frente y se grabo solo un momento mas la cara de su niña antes de empujarla fuera y cerrar la ventana. Silenciosamente se encomendó a su Dios.

Fue hasta las ropas de su madre, se despojo de las suyas hasta quedar completamente desnudo, tomo un vestido color verde algo desteñido y lo coloco sobre su piel. Mientras hacia aquello no podía evitar sentir una presión en su pecho. No duro mucho en eso hasta que la puerta de aquel cuartillo fue derribada dejándolo a él completamente expuesto, notando la mirada sugerente que su cazador le dedicaba. Lamio la comisura de sus labios de una manera tosca y después se limpio con su brazo.

̶ ¡He aquí hay algo! –grito el barbaján.

Bill sentía como poco a poco el miedo lo invadía, desde el temblar de sus piernas y su agitada respiración. Tenia que huir alejarlos de aquella ventana. Sin pensarlo salió evitando el agarre de su cazador.

̶ ¡Se escapa! –decía el grandulón.

Bill corrió como pudo hasta encontrarse con otro hombre de igual corpulencia, aparentemente mas alto que el por algunos centímetros pero cuya masa corporal era lo que lo asustaba.

̶ Hola lindura, no corras –le dijo aquel hombre. Bill se sintió completamente humillado en ese momento, no por aquella situación sino porque aquel hombre hubiese pensado que el era una mujer.

Sin pensarlo dos veces, Bill le propino un puntapié que hizo que aquel hombre se doblara de dolor. Esto le daba tiempo para salir de aquella casa pero antes de poder reaccionar alguien ya lo tenia sujeto fuertemente de sus castaños cabellos y lo tiro hacia atrás. Un dolor indescriptible fue lo que lo acompaño después de eso. Hasta que el frio aire que se colaba entre sus piernas le aviso del peligro en el que ahora se encontraba.

̶ ¡Pero si es un chico! –exclamo uno de ellos, asombrado y divertido al contemplar el miembro de aquel que se encontraba tirado en el suelo.

̶ ¡Estuve a punto de cogerme a un puto chico! –exclamaba otro horrorizado.

Bill sintió como sus mejillas se encendían y al intentar incorporarse no pudo hacerlo, alguien lo sostenía.

̶ ¡He que no seas una mujer no impedirá que te llevemos! –le advirtió el primer hombre que vio.

̶ Claro, mira esos ojazos, seguro serán la delicia de algún maldito noble y esos labios, deben de ser tan suaves como se ven –el segundo hombre le tocaba la cara.

̶ Pagaran bien y sino, ya sabremos divertirnos contigo muchacho –el aliento a licor le llego hasta los pulmones y antes de protestar como cualquier otra persona, un fuerte golpe silencio su mundo.

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̶ ¡Por aquí damas y caballeros!, ¡por aquí tenemos a los mas finos personajes! –un hombre gritaba sobre una tarima con una especie de cono en la boca. Extrañamente esto llamaba la atención de los ahí reunidos.

Bill notaba de nuevo el temor recorrer su cuerpo mientras lo frotaban con una especie de esponja para quitarle un poco del polvo y tierra que se había adherido a su cuerpo. Sabia lo que le pasaría, sabia lo que pasaba con los hombres y mujeres que estaban con el en aquel lugar, a un lado del improvisado escenario. Lo venderían, subastarían dejándolo al mejor postor. Un estremecimiento le recorrió la espina al recordar a su hermana, sola e indefensa.

«Todo es mejor que estar aquí». Pensó Bill.

Los sollozos comenzaron y el no podía detenerlos.

̶ ¡No llores! –la mujer que lo bañaba levanto una mano y Bill se congelo.

̶ ¡Que crees que haces! –un hombre detuvo a aquella mujer sosteniendo su mano ̶ . Eso esta prohibido anciana –y sin darle tiempo abofeteo a aquella mujer.

Bill se sorprendió, el en su lugar hubiese caído al suelo, pero la anciana quedo en pie.

̶ Lo lamento –se disculpo la mujer y siguió con su labor, un poco menos animada que antes.

Bill ahora lo único que sentía por aquella mujer era lastima, y no solo por aquella mujer, sino por todo lo que le rodeaba y por si mismo.

La anciana termino y lo seco perfectamente antes de atarlo. Bill se removió ligeramente sin conseguir librarse de ella, notando como dos hombres se acercaban a ellos, se rindió. La mujer ato sus manos a su espalda y no le coloco ropa alguna. Lo incluyo en una fila donde pronto se dio cuenta que eran solo mujeres, los hombres ya habían sido vendidos. Una de aquellas mujeres de la fila continua lloraba desconsoladamente, al parecer su esposo había sido vendido. Bill reprimió las ganas de acogerla entre sus brazos y calmarla ligeramente, al notar como su fila avanzaba y solo 3 chicas lo separaban del escenario, el solo cerro los ojos e intento imaginar que estaba en otro lugar.

̶ ¡Y aquí tenemos a este muchacho! –el corazón de Bill dio un vuelco al notar que hablaban de el y que lo jalaban hacia arriba.

La audiencia ahí reunida profirió un grito ahogado al notar a Bill ahí desnudo y atado.

̶ Mis señores mantengan la calma y que esta cara linda no los distraiga –el hombre toco la cara de Bill entre sus manos ̶ . Dentro de este cuerpo menudo esta el corazón de un macho que puede cumplir todas su ensoñaciones así como servir fielmente a sus amos.

Bill admiro que las personas ahí reunidas se notaban un tanto nerviosas con su presencia y no sabia decir muy bien porque.

̶ Vamos mis señores, noten también que este chico esta perfectamente dotado –con una vara que sostenía aquel hombre levanto el miembro de Bill para hacerlo sentir aun mas desnudo ante toda aquella gente, se movió incomodo ante esto, noto como sus mejillas se incendiaron y mascullo ligeramente.

Entonces las manos comenzaron a levantarse una a una perdiendo aquel recato lanzando ofertas que iban en incremento. Bill estaba sorprendido ante aquello, miro a la audiencia, había muchos carruajes de nobles probablemente y también había en las orillas gente mas pobre, que tal vez solo fuera para deleitarse la vista un rato, hasta que su mirada se topo con la de una chica noble al parecer que asomaba su bello rostro ovalado por la ventana de su blanco carruaje. Bill quedo prendado de aquellos ojos verde esmeralda que lo observaban por sobre un abanico rosa pardo. Noto la piel nívea y los risos dorados que caían a los costados de su rostro. Entonces decidió que si quedaría en manos de alguien, seria de ella. Se puso lo mas derecho posible mientras el comerciante seguía elevando su precio.

̶ ¡Vamos mis señores esta belleza puede ir por mas! –entonces el hombre volvió a agitar su vara en torno al pene indefenso de Bill, este volvió a notar como aquello le creaba una especie de tortura placentera que le recorría el cuerpo, y un sonoro gemido de escapo de sus labios.

La audiencia reacciono con más ovaciones aun. Bill miro de nuevo hacia la dirección de aquella misteriosa mujer notando como la lujuria de sus ojos era ahora la dominante. Ella llamo a algún criado a su ventana y le hablo, este criado a su vez alzaba la mano y ofrecía la suma mas elevada hasta entonces. El mundo enmudeció y el comerciante le otorgo a Bill a aquel hombre que subía la escalinata. Mientras el hombre le pagaba al comerciante, el chico de los cabellos castaños escucho como el comerciante decía "Este chico me ha hecho rico".

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̶ ¡Hermano he regresado! –anunciaba la chica de ojos esmeralda al regresar a su palacio.

̶ Ángela te he dicho que no es digno de una señorita el gritar –le respondió su hermano saliendo del salón principal.

̶ Lo siento –decía la chica apenada ante la reprimenda de su hermano.

El la tomo entre sus brazos en un abrazo cálido para hablarle de nuevo.

̶ Y dime hermana mía, ¿como ha estado la subasta? –le pregunto su hermano.

̶ Oh Tom, estuvo perfecta, me he hecho de un esclavo hermoso –su hermano noto como las mejillas de su hermana se incendiaban. Él alzo una ceja al reparar en el adjetivo que su hermana había usado Hermoso.

̶ Querrás decir Hermosa –la intento corregir su hermano.

̶ No, no, no Tom, es Él, él es hermoso, precioso, tiene una carita tan linda –la curiosidad de su hermano se desbordo al oír aquello y le pidió a su hermana que lo llevara ante aquel muchacho que despertaba tanto amor en ella.

Ambos salieron hasta el carruaje. Tom recorrió con la mirada aquella vista donde no se divisaba ningún ser humano.

̶ ¿Ángela donde esta él? –le pregunto a la chica de dorados cabellos.

̶ No desesperes, hermano ahora viene, ¡mira! –apunto su hermana.

Tom se quedo paralizado al observar como un chico de largos cabellos castaños salía detrás del carruaje con sus manos en su espalda, estaba completamente desnudo y sucio. Al parecer lo habían traído caminando durante todo el trayecto, no era extraño, al fin de cuentas era solo un esclavo. Pero Tom aun no entendía porque tanto alboroto de parte de su hermana.

̶ Ciertamente hermana, no te comprendo –le dijo el.

̶ Es porque aun no lo has visto bien, te apuesto a que te enamoraras de el, como yo lo hice –Su hermana bajo los pocos escalones y fue hasta este, tomo su rostro entre sus manos para admirarlo un poco ̶ . Pero si eres hermoso aun con todo el polvo y lodo que te rodea, precioso –le hablo a Bill.

Bill no podía pedir mas, aunque hubiera sufrido durante todo el camino teniendo que caminar y andar por ahí desnudo, sentía una flama en su cuerpo cuando aquella princesa lo tocaba solo un milímetro.

̶ Gracias, mi princesa –contestaba él. Ella no podía mas que amarlo cuando el le contestaba de esa forma.

̶ Ven conmigo precioso –le hablo la chica de rulos rubios.

Bill mantuvo la cabeza agachada mirando al suelo como le habían indicado para no ofender a sus amos.

̶ ¿acaso no es hermoso? –era la voz de aquella princesa que le había robado el corazón, pero no podía evitar sentirse incomodo al notar como ella se refería a el como Hermoso.

̶ Alza la mirada –un tercer hombre le pidió que lo hiciera con cierta autoridad.

̶ No seas tímido –lo apremio su princesa.

Bill lentamente fue alzando la mirada para toparse con un hombre que lo observaba detenidamente con unos ojos de color miel que lo miraban fija y acusadoramente.

̶ ¿y que opinas? –le pregunto a él la curiosa princesa.

El hombre solo lo observo un poco más y después emitió un sonido con su boca que a Bill lo puso un tanto nervioso.

̶ Llévalo adentro y que lo preparen para servir en la cena –el hombre se dio media vuelta no sin antes observar por última vez a Bill y a su miembro.

-¡Tan pronto! –chillo su hermana.

-Y que no le pongan ropa alguna –le advirtió su hermano.

Bill se sintió desmayar con lo ultimo que había escuchado, el estaría desnudo, frente a todos los moradores del castillo. Al recobrar un poco la compostura observo como su princesa lo miraba con ojos tiernos y le acariciaba el rostro.

̶ Estarás bien mi hermoso –acaricio solo un poco mas su cara y después entro en el castillo.

Bill sintió como lo tomaban y lo conducían dentro del castillo también. Al entrar noto que todo estaba totalmente inmaculado y era enorme. Algunas pinturas prendían de las paredes, también había algunos muebles en la estancia. Silloncitos color carmesí que contrastaban con el blanco de las paredes. Los sirvientes de la princesa lo seguían conduciendo por el palacio. En algo que no había reparado era en las miradas que algunas de las sirvientas le dirigían, ninguna era de desaprobación, mas bien parecían de asombro, muchas de ellas lo miraban sin empacho y hasta le sonreían al notar su pene. De inmediato su miembro reacciono a aquellas miradas sugerentes y despertó. Se sintió aun mas apenado al notar que todas aquellas mujeres eran hermosas y bien proporcionadas. Ahora el carmesí descansaba sobre sus mejillas.

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«Vaya cena –pensó Bill al ver a todos los reunidos-. Si aquí esta todo el mundo».

El iba de un lado al otro con una charola en la mano y una jarra de vino en su boca. Atendiendo a todos los ahí reunidos y como lo habían dicho antes. Estaba sin prenda alguna, lo cual aun era muy desafiante, porque no faltaba siempre alguna desfachatada o desfachatado que lo tocaba sin importarle estar en presencia de los demás. Lo más doloroso y avergonzarte de aquello era que su miembro despertaba a todas sus caricias. Agradecía estar totalmente limpio para todos los dedos curiosos que indagaban aquí y allá. De ves en cuando miraba a su princesa que estaba sentada en un trono, con un vestido precioso muselina rosa pálido, la hacia ver aun mas infantil y preciosa. Notaba como ella lo miraba y él intentaba hacer todo lo posible por agradarle. Desde dejar que lo tocaran hasta servir el vino tan solo con la jarra en sus dientes. Pero también había algo mas que lo perturbaba, la mirada incesante de aquel hombre que descansaba a un lado de su princesa y que lo había observado desde que comenzó la cena, esa mirada no le transmitía nada que no fuese desprecio.

̶ Pero mira que culo mas hermoso –uno de los ahí presentes toco el culo de Bill mientras este transportaba una charola. Este acto hizo que pronto la charola terminase en el suelo.

̶ ¡Pero que muchacho mas inútil! –se quejo una de las mujeres mas ancianas.

̶ Oh lo siento tanto… ̶ Bill intento disculparse.

̶ ¡Y te atreves a mirarme! –era cierto, él había cometido un grave error ̶ . ¡Llamen al príncipe Tom! –un escalofrió recorrió el cuerpo de Bill al escuchar aquel nombre.

Alguien sujeto a Bill, el no miro quien era por no volver a comer un error. Pero sabía a donde lo llevaban. Lo arrodillaron frente a su princesa y al príncipe Tom.

̶ Dejaste caer la charola –hablo Tom, su voz denotaba enojo total.

Bill no sabia si seria buena ida hablar así que solo guardo silencio.

̶ Ya serás castigado. Llévenlo a su habitación, ahí esperara su castigo.

̶ Pero hermano… ̶ la voz de su princesa le lleno los oídos, quizá podría interceder por el.

̶ Ángela calla –le ordeno su hermano.

Nada le había parecido tan horrendo como aquella falta de respeto a su propia hermana. Bill enfureció y por un momento miro a Tom. Después fue levantado del suelo atado de brazos y llevado hasta su alcoba.

La habitación de Bill solo consistía en un cuarto iluminado por una vela. Ahí en el suelo es donde él fue arrojado, completamente indefenso. Dejo que sus sentimientos lo abordaran por un instante, sus lágrimas caían por sus mejillas formando los surcos ya conocidos y descargando todo su odio e impotencia. Lloro en silencio durante mucho, mucho tiempo, pensando en su hermana, la cual había abandonado y a la que quizá jamás volvería a ver, pensando en todo lo malo que podría pasarle sin estar el para protegerla. De nuevo aquella impotencia. Pero al final su cuerpo cedió ante aquel cansancio que venia evitando desde hacia mucho tiempo, así que entre sus últimos sollozos se durmió.

El chirrido de la puerta alerto al somnoliento Bill, como pudo se arrastro hacia una esquina para no ser detectado tan fácilmente. La luz proveniente de la puerta lo molestaba, después de haber pasado tanto tiempo en tinieblas.

̶ ¿Mi hermoso? –la voz de su princesa lo hizo respirar nuevamente, se arrastro un poco para que la luz de aquella vela lo iluminara y ella lo viera ̶ . ¡Mi amado! –aquellas palabras lo hicieron flotar.

La princesa cerro la puerta y corrió hacia el, arrodillándose a su lado tocando sus mejillas y su cuello.

̶ Oh lo lamento tanto –le decía la princesa ̶ . Veraz que saldrás de este castigo, solo supéralo por mi –la princesa le acaricio un poco mas el rostro.

̶ Si, princesa mía –le contesto Bill embriagado del perfume de la piel que su princesa desprendía.

̶ De verdad que eres hermoso –le dijo ella y su mano voló hasta su entrepierna, acariciando la base de su pene.

Bill se quejo un poco y se movió. Con esa simple caricia su pene había despertado de su sueño.

̶ Me encanta la expresión que pones cuando te toco –le hablo ella con cariño ̶ , por eso no me lo pensé dos veces y te compre.

La mano de la princesa iba de aquí para allá, de la base hasta la punta.

̶ Mi princesa yo… ̶ le hablo Bill intentando contenerse.

̶ Puedes hacerlo, pero permíteme –le hablo ella.

La princesa se deslizo hacia abajo y le dio una última lamida a la punta sonrosada, lo que hizo que Bill se deshiciera y su semilla fuera expulsada. De nuevo el cansancio de apodero de el y se dejo caer en la ensoñación. Lo último fue un beso tierno en su frente.

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̶ Atalo ahí –la voz de Tom sonó autoritaria y profunda.

El criado obedeció a las órdenes de su príncipe. Tomo las muñecas de Bill que ya estaban atadas y las levanto, casi hasta ponerlo de puntillas. Las ato de nuevo ahí, muy apretadas, Bill sentía que se le cortaría la circulación.

̶ 50 azotes –de nuevo el príncipe Tom hablo.

Bill sintió como todo su cuerpo se tensaba y el miedo lo paralizo, intento recrear de nuevo a su princesa, quiso resistir el castigo por ella. Entonces uno a uno los azotes fueron llegando. El escuchaba el tronido de aquel cuero sobre la piel de su espalda y sus nalgas. Le ardía aquella piel, pero no quería pedir clemencia se mordía los labios. Pero todo esto fue el vano. En el azote numero 10 Bill ya rogaba por el perdón. Intentaba curvar su espalda para que los azotes del cuero no llegaran a su piel escocida pero todo fue en vano.

Tom miraba la escena y se movió de su lugar para posicionarse a un lado de Bill para mirarlo, para admirar sus mejillas sonrojadas y sus lágrimas saltando de sus ojos. Pero para su sorpresa Bill se había silenciado ahora, mordía su labio para que las lágrimas no salieran. Esto lo molesto, quería verlo suplicarle.

̶ Para –le ordeno a su criado ̶ . Dámelo.

Bill se petrifico al escuchar aquello. Si bien había logrado no llorar cuando el lo observaba no sabia como lo evitaría si era el mismo quien lo iba a azotar. Apretó los dientes y cerro sus ojos fuertemente para así alejar un poco aquella humillación. Y como la ves anterior, los azotes llegaron. Bill grito, no podía creerse que Tom fuese mas fuerte que el criado, se veía tan delgado, pero lo golpeaba con una fuerza tal que en el 3 azote ya no podía permanecer en pie.

̶ ¡Eres tan arrogante! –le grito Tom. Bill solamente guardo silencio notando como las lágrimas ya descendían por su rostro.

« ¿Pero que es lo quieren de mi?». Se cuestionaba Bill una y otra vez con desesperación.

Tom seguía con su castigo, hasta que noto como la piel de su castigado se ponía de un color demasiado rojizo.

̶ Salgan todos y que nadie entre aquí hasta que yo diga que pueden ̶ aviso a los criados que habían ido con el.

De nuevo aquella sensación embargo a Bill, el terror.

Tom aun tenia aquel látigo entre sus manos, fue hacia Bill y ensarto el mango en el ano de su sirviente.

̶ ¿Quieres llorar?, ¡Hazlo, llora! –le exigió obteniendo un sollozo como respuesta.

Tom miro a Bill y fue hacia el, tomo su rostro entre sus manos y lo obligo a que lo mirara. Ambas miradas se encontraron y Tom no se pudo controlar mas, noto como aquellos labios se entreabrían, como si lo invitaran. Se fue contra ellos. Devorándolos. Apreso a Bill y masajeo sus nalgas con sus manos. Como lo deseaba. Lo desato del gancho y lo sujeto entre sus brazos, oliendo aquellas esencias que habían utilizado con los demás pero que a el le quedaban perfectas, lo recostó en el suelo y lo acaricio.

Bill y la confusión ahora eran otros. Sin duda y por un momento el había llegado a aborrecer al príncipe Tom, pero ahora no podía explicarse porque su miembro erecto como estaba reaccionaba a los besos embriagantes de su verdugo.

̶ Te deseo tanto –le dijo el príncipe.

Bill ahora veía cierta ternura en los ojos de aquel que había sido su castigador.

̶ No soporto que nadie mas te mire y te toque, ni siquiera mi hermana –la voz del príncipe era totalmente de desesperación y ansia.

̶ Mi príncipe –le dijo Bill y se tomo la libertad de acariciarle el cabello dulcemente.

Los ojos de Tom y de Bill se encontraron de nuevo, el príncipe volvió a apresar los labios de su siervo entre los suyos, probando de nuevo el sabor de aquel elixir. Estaban hambrientos uno del otro. El príncipe se despojo de sus ropajes y observo como su esclavo lo miraba con los ojos nublados por el deseo. Bajo sus pantalones y coloco a Bill a cuatro patas, recordando como se había enfadado cuando aquel desgraciado había tocado el culo de su esclavo. Noto que aun tenía el mango en aquel sitio. Lo retiro lentamente apreciando la carita de Bill.

̶ Empiezo a creer que disfrutas que te torturen –le hablo suavemente Tom.

Bill solo emitió un corto quejido ocultando su cara sonrojada para evitar la vergüenza que aquella confesión le producía.

Aun así Tom supo que aquella acusación era real, pese a los castigos que ya le habían sido impuestos a Bill, el aun seguía con aquella seguridad que lo caracterizaba desde la primera vez que lo vio. Inflado del deseo de por fin poder tener tan solo para el aquellas perfectas nalgas níveas, saco su miembro de aquellos pantaloncillos y lo posiciono en el ano de su siervo. Lo roso ligeramente notando los espasmos de Bill. Introdujo la punta enrojecida de aquel pene en la angosta abertura, disfrutando cada una de aquellas paredes, tan reducidas tan apretadas, tan deliciosas.

̶ ¿Te gusta? –le pregunto el príncipe.

̶ Si, mi… príncipe –le dijo Bill entre gemidos.

̶ ¿Cuanto?

̶ Mucho, mucho –le respondió Bill.

Bill aun no podía creer que todo aquello estuviera pasando. Ese miembro era aun mejor que cualquier mango. Podía sentir la vergüenza, el escozor de sus nalgas y espalda, que combinado con aquello solo podía dejarle la mas placentera sensación.

̶ Álzalo –le ordeno su príncipe.

Bill obedeció y alzo aun más su culo expuesto y enrojecido. Descubrió que le encantaba que Tom le fuese así con el. Esa mezcla de ternura y actitud dominante lo hacia sentirse extrañamente sometido.

Tom amasaba sus nalgas y Bill dejaba salir todo su sentimiento en forma de gemidos. El sonido que hacían sus nalgas al entrar y salir de aquel miembro lo volverían loco de placer. El príncipe comenzó a mover sus caderas en forma circular, Bill casi se sintió desfallecer cuando noto los testículos de su captor en su culo. El calor en aquella habitación se volvía más pesado, condensado, como si la pasión se hubiera vuelto palpable en el aire, la combinación perfecta: sudor, sangre y lágrimas.

Tom se inclino sobre el y paso una mano por su vientre y tanteo con sus dedos aquel pene erecto. Bill gimió cuando este rozo la punta rosada.

̶ Mi príncipe –repetía una y otra vez Bill.

El sentía que ahora si se ahogaría entre las caricias de aquel hombre, su semilla estaba a punto de emerger.

̶ Mi príncipe voy a… ̶ Bill no pudo terminar su frase cuando sintió como era bañado por dentro.

En ese preciso momento el también se desbordaba sobre la mano de su príncipe. Liberando el mas sonoro y desgarrador de los gemidos que alguna vez el pudiera proferir. Bill se desmorono en el suelo con la respiración agitada y con el corazón amenazando con salírsele del pecho. Tom estaba sobre el, podía sentir su respiración agitada como la suya, su corazón. Se giro y lo miro con los ojos cerrados, noto que aun conservaban ese contacto. Lo beso mimosamente en sus mejillas, sus parpados y labios. Mientras le repetía que el era su príncipe. Tom lo estrecho entre sus brazos. Bill se quejo ya que las heridas en su espalda le escocían. Tom lo libero unos segundos y lo miro.

̶ Los azotes no te hacen llorar, ¿pero esto si? –Le pregunto Tom, notando la humedad de sus mejillas ̶ . Desde ahora yo soy el único que podrá castigarte me escuchas –el tono de Tom volvió a ser autoritario y dominante, lo cual enloqueció a Bill.

̶ Si mi príncipe.

Continuara.

Hola

Ahora estamos probando algo nuevo, sin duda esta estaba rondándome hacia tiempo. Veremos como se sigue desarrollando, como les dije antes si las idea el concepto etc, no les agrada están en derecho de decírmelo :)

Espero les gustara, y si es así me lo digan en un bonito comentario, ya saben de eso me alimento XDD

Bien esto se esta volviendo largo, así que nos veremos muy pronto con el capitulo dos.

Siempre Suya: Deka