THE BABYSISTER AND ME

THE BABYSITTER AND ME

CAPITULO I:

PESADILLAS

-inuyasha…-llamaba tímidamente a su joven esposo

No obtuvo respuesta alguna, solo un frío silencio cargado de indiferencia

-inuyasha…-volvió a llamarlo con voz lastimosa- por favor yo no…yo no-posando su blanquecina mano sobre su hombro

-NO ME TOQUES¡¡-grito con repugnancia mientras quitaba bruscamente aquella mano fría de su hombro- eres una maldita¡¡-

Kikyo retrocedió un paso hacía atrás al ver tanta ira contenida y a punto de estallar

-yo no quería…-con voz temblorosa

-CLARO QUE LO QUERIAS¡¡- la tomo bruscamente de la muñeca y la jalo hacia si. Pudo ver en su cara una mueca de dolor, pero poco le importaba, esa mujer era despreciable como se pudo atrever a…

-me lastimas inuyasha…- con lagrimas en sus ojos negros como la noche

-vete de aquí…-dijo fríamente y medio recuperando la compostura, soltó con nada de delicadeza aquella mujer tan despreciable, no era bueno asustarla en su estado

Kikyo casi corrió hacia la salida del cuarto; adornado con decenas de peluches de todos los colores, una cuna y su hermoso toldo blanco, a su lado una mecedora

Inuyasha se acerco a la cuna y la miró con ternura, era lo único en ese momento que lo llenaba de alegría y gozo, pero luego recordó a kikyo y su rostro se deformo en una mueca de rabia y odio, apretó con fuerza el barandal de la cuna; como deseaba haber conocido mejor a kikyo antes de casarse con ella, era una mujer tan desquiciadamente hermosa que lo embobo prácticamente, pero ahora con 2 años de casados, podía ver a la gran arpía que tenía como su mujer.

El no era un hombre que le gustara pegarle a las mujeres, además estaba en contra de ello, pero realmente tenía ganas de golpearla hasta el fin de los días, era lo menos que merecía esa maldita mujer. Esos deseos incontrolables lo asustaron, si lo asustaron y mucho ya que en cualquier momento podría lastimar a kikyo y peor aun, a su propio bebe.

-señor inuyasha se encuentra bien?- pregunto aquella vieja mujer que se asomaba en el marco de la puerta, esa mujer que lo crío y lo cuido prácticamente toda su vida, sonrió al recordar tantas travesuras y tantos regaños de esa mujer que consideraba su madre

-no es nada- camino por su lado pero se detuvo antes de salir de aquel enternecedor cuarto- por favor arréglame las maletas me voy de viaje esta noche, mete toda mi ropa, no creo volver por ahora

- pero como… y la señora kikyo y su bebe, los va abandonar?- pregunto algo preocupada

-no los abandono, pero se muy bien que si estoy un segundo más cerca de esa mujer, no responderé por mis actos- este comentario asusto a su nana, y el pudo verlo- por favor cuida de ellos y no dejes ni un minuto sola a kikyo- y sin más se retiro por el largo pasillo

Kaede quedó muy preocupada, podía ver el odió en persona cuando inuyasha mencionaba a kikyo, todo este problema por el estupido egoísmo de esa mujer, es decir ¿Cómo pudo hacer aquello?... Que? Pensó que no tendría consecuencias y que todos vivirían felices para siempre. Dejo salir un suspiro de cansancio, a sus 60 años ya no podía esforzarse tanto, lo mejor sería conseguir alguien que la ayudara y sabia muy bien a quien acudir.

6 MESES DESPUES

-kagome hija podrías ayudarme por favor?-

-claro tía en que te ayudo- pregunto al entrar a la cocina

-podrías estar pendiente del arroz mientras subo por la ropa sucia

-claro- dijo con una sonrisa sincera. Kagome era la sobrina de kaede, tenía 18 años, aun iba al colegio, pero en horas de la tarde ayudaba a su tía con el oficio de la gran mansión Taisho. Ella sentía un gran respeto por aquella mujer ya que siempre estaba con ella en los peores momentos de su vida.

Muy pocas veces frecuentaba aquel sitio de trabajo de su tía pero últimamente como la ayudaba, pasaba toda la tarde allí y además ya estaba apunto de terminar la escuela, tendría que pensar rápido y conseguir trabajo para subsistir, y aunque su abuelo era quien la mantenía, ella también quería ayudar con las cuentas y este trabajo de medio tiempo le venía como anillo al dedo, pero era solo un comienzo, ella tenía grandes metas, entre esas conseguir una beca para estudiar derecho, ese era su gran sueño.

Según su tía, la esposa del magnate de la industria textil, estaba embarazada, pero ya había transcurrido más o menos 6 meses trabajando allí y nunca la había visto, eso era un gran misterio.

Le trato de preguntar a su tía sobre el asunto y ella solo respondió-la señora kikyo pasa encerrada en su habitación porque esta muy deprimida- que tal? Y como no estarlo, la compadecía, como que el esposo la abandonó mientras esta embarazada, ella misma se pondría de igual manera, es un insensible, pensó para si.

-KAGOME¡¡- ese grito la espanto hasta los huesos, era su tía parecía angustiada- llama a una ambulancia¡¡

Kagome salió disparada hacia el teléfono y marco 911.

En menos de nada ya la ambulancia estaba parqueada al frente de aquel esplendoroso jardín

-ayúdenla- pedía la anciana al ver entrar a los paramédicos

-que sucede?- pregunto preocupada

-es la señora, la señora ha tratado de suicidarse con un tarro de pastillas para dormir-. Kagome abrió los ojos asustada y conmocionada esa mujer realmente estaba muy deprimida- lo mejor será que me vaya con ella en la ambulancia, por favor llama a este numero y dile a inuyasha que se venga ahora mismo, que su bebe esta en peligro- entregándole un papel. Todo fue tan rápido que solo pudo ver de perfil a aquella mujer blanca como la leche, con un notorio bulto en su vientre. Permanecía dormida tranquilamente a causa de las pastillas, la llevaban en una camilla portátil hacia la salida

-esta bien como tu digas- dijo mientras observaba aquel papel

La ambulancia se fue a toda prisa con las sirenas encendidas

Entró a la casa y tomo el teléfono más cercano y marcó

-ring…ring….ring…

-hola si diga- contestaron en la otra línea, era una voz muy profunda

-ehh bueno yo soy kagome higurashi, sobrina de la señora kaede

-sucede algo?

-usted es el señor Taisho?

-si dígame-dijo con tono impaciente

-es, es su esposa- de verdad que no le gustaba para nada dar malas noticias- la señora kikyo esta en el hospital…ella, ella trató de suicidarse- no se escucho respuesta- hola?? Hol…-se corto la llamada

Kagome quedó con la bocina del teléfono en su mano. De pronto reaccionó, lo mejor sería ir al hospital

Puso la bocina del teléfono en su lugar y salió rápidamente

EN EL HOSPITAL

Kagome subió rápidamente a emergencias en el segundo piso, en la sala de espera se encontraba su tía con un vaso desechable lleno de café

-tía que ha sucedido, la señora esta bien?- pregunto sentándose a su lado?

-ella esta bien le hicieron un lavado estomacal,… pero al tener tanta droga aun en su sangre puede ser peligroso para el bebe, le están haciendo una cesárea ahora mismo para salvarlo -dijo agachando su mirada- que dijo inuyasha?

-pues en realidad no mucho, pero creo que ya viene en camino

-me alegro

-voy por un poco de agua- se puso de pie pero por un momento sus piernas no reaccionaron y se tubo que sentar nuevamente

-mi niña te pasa algo?- dijo preocupada al ver lo sucedido

-si es solo que…-poniéndose una mano en la frente- me siento débil no es más que eso

-lo mejor será que vayas a descansar, luego te llamo

-si- trago duro se estaba sintiendo aun peor

Camino hacia el ascensor, la cabeza le daba vueltas, oprimió el botón y se arrecosto levemente en una de las columnas que estaban a lado y lado del ascensor, comenzó a respirar rápidamente, se toco la frente. Ya era oficial estaba enferma y solo faltaban 3 días para su graduación ¡¡que suerte tan amarga¡¡

DING

Con esfuerzo se irguió y puso su liviano y débil cuerpo al frente de las puertas metálicas esperando que abrieran. Lo que no esperaba era que alguien viniera a toda prisa y la tirara al piso con una fuerza descomunal. Si hubiese estado bien tal vez hubiese metido las manos para no caer mal y por supuesto hubiese insultado al imbecíl que la tiro; pero ahora era diferente, nada amortiguo la caída, se golpeo la cabeza fuertemente contra el piso.

Las imágenes venían y se iban, todo era borroso, como una película de los cincuenta, era como imágenes a medias, que iban y venían como un flash de discoteca.

La punzada en su cabeza se agudizo, llevó su mano temblorosa a aquel lugar tan doloroso, se sorprendió mucho al sentir algo liquido en sus dedos, miro asustada aquella mano con sangre. Aquel ordinario se agacho a su lado, veía como movía los labios pero le era imposible escuchar, se acerco más a ella y la tomo en brazos, se sentía tan bien, tan protegida, sus ojos se clavaron en ella, eran de color dorado quemado, luego todo se volvió negro, todo se convirtió en tinieblas

Continuara…