Un proceso de divorcio nunca es fácil de llevar, mucho menos cuando tienes dos hijos y una reputación de la qué cuidar. Los recuerdos no cesan, hasta que te das cuenta de que es demasiado tarde para rescatar todo.

Sakura Haruno es casada por conveniencia con uno de los herederos de la empresa Uchiha, ella se rehúsa, pero todo cambiará al enamorarse de él. Sasuke cae ante la ambición al ver que Itachi, su hermano mayor se apoderará de la mayoría de las acciones de la empresa, y decide divorciarse para alcanzar sus objetivos. Más sin embargo, ambos se recordarán hasta que ya es demasiado tarde.


Capítulo I

Sakura

Del Amor al Odio

Él había llegado a la habitación. La inminente sensación de escalofrío que me recorrió el cuerpo, acompañado del candor de mis mejillas me lo había avisado. Giré mi cabeza en su búsqueda, la reunión se había alargado poco más de lo prometido, y él me había dejado con la promesa de regresar pronto, pero se había demorado más de lo normal. En cuanto me vio, me sonrió, de esa forma arrogante y sensual que me hacía flaquear las piernas, tenía el cabello rebelde más alborotado que de costumbre, su camisa de rigor desabrochada y algo arrugada, estaba con un aspecto desarreglado que nada cubriría, sabía lo que había ocurrido en tanto él pidió disculpas y su secretaria salió junto con él, yo sabía, lo sabía, pero me esforcé en dar una de mis más cálidas sonrisas al hombre que adoraba.

-Lamento la demora-su voz de galán me confirmó que no podía evitar sonreírle, a pesar de que tenía el tufo de otros besos en sus palabras enredadas-…Algo surgió de camino. Vamos a casa.

-Está bien-Mi voz parecía premeditada, quería llorar pero no pude hacerlo, quería reclamarle pero nada salía de mis labios-Lo entiendo, esta reunión no dejará de ser abrumadoramente aburrida.

De pronto, alguien me empujó con levedad desde atrás, su cabello rojo chillón me avisó de quién se trataba, su sonrisa coqueta y su escultural cuerpo se agazapaba en mi mente como recordatorio de permanecer callada.

-Buenas noches, Uchiha-sama, lamento la tardanza-Karin, la secretaria de mi esposo, no tenía mejor aspecto que Sasuke, su impecable vestido de gala estaba desordenado, y su elegante recogido parecía demasiado desarreglado a comparación de el inicio de la noche. Intenté sonreír pero nada más me salió una mueca. Yo seguiría siendo la tonta madre de los hijos de Sasuke, y ella su amante, su favorita.

Sasuke me tomó de la muñeca con algo de fuerza mientras me empujaba en medio de la multitud, hacíamos profundas reverencias de vez en cuando, la velada de caridad había estado, como de costumbre, aburrida y llena de máscaras falsas que luchaban por una mejor posición dentro de la sociedad japonesa. Viré mis ojos, mis obligaciones como esposa eran seguir los pasos de mi marido, pero en realidad, yo ya había perdido esa concesión hace mucho, ahora Karin era su sombra, era el aroma de patchoulí intenso que se pegaba como el más puro pegamento en la piel de el hombre que yo amaba.

En cuanto subimos al auto, el silencio sepulcral se instaló entre nosotros, él entrecerró los ojos un rato más mientras se recostaba confortantemente en las sillas de cuero. Tomé su mano, fría y distante, pero como si quemara, la quitó de inmediato mientras me daba una mirada fulminante.

-Estoy cansado ahora, Sakura-su voz gélida hizo darme un vuelco en el estómago, mordí mi labio para sostener las lágrimas que esta vez si amenazaban con salir de mis ojos.

-Lo siento-Musité, una vez más, derrotada. No debía protestar, si lo hiciera, Sasuke me habría abandonado hace mucho ya. Apreté mi vestido con mis manos de pensarlo, me abandonaría por Karin, o por otra.

El silencio regresó nuevamente a nosotros, pero fue interrumpido de abrupto al llegar a nuestra casa. El distrito Uchiha era de los más exclusivos de Japón, y nosotros habíamos tomado la mansión más grande para los dos y nuestros niños. Bajé con la cabeza gacha, intentando levantarla, pero la humillación hacía que bajara mi mirada de inmediato. La ternura que había sentido por Sasuke, el amor que le guardaba, cada día iba cayendo en algo peor, en un odio profundo que no podría evitar al momento que me llegara de golpe.

Revisé el cuarto de los niños, Sarada dormía profundamente, mientras que Daisuke aún jugueteaba con su osito de peluche. Preocupada por la hora en la que permanecía despierto, entré con la cara algo rabiada, pero el ver su expresión de temor, hizo que me relajara de inmediato.

-Vamos, cariño, ¿por qué no te haz dormido aún?.

Daisuke se removió incómodo entre las cobijas mientras apretaba su oso de peluche contra sí. Su rostro hermoso, sus profundos ojos verdes me recordaron mis miradas compasivas.

-Mami, te extrañé.

Le abracé levemente mientras acariciaba su cabeza. Mis hijos eran mi vida, mi familia era mi vida, pero ya todo estaba perdido. Ellos odiaban a Sasuke, y parecía que yo pronto también lo haría.

-Está bien, ya estoy aquí-Le sonreí suavemente para tranquilizarlo, el asintió mientras yo lo arropaba mejor entre sus cobijas.

Sentimos una sombra provenir del pasillo iluminado, sus ojos asustados miraron a la puerta. Sasuke tenía los brazos cruzados mientras nos miraba pasivamente a ambos. Fruncí el ceño sin pensarlo. Su presencia, en la mayoría de los casos, atemorizaba a los niños.

-Duerme, Daisuke.

Su voz profunda hizo entrar en pánico a Daisuke, quien se giró para intentar dormir de inmediato. Yo me quedé callada, mientras acariciaba su cabecita y le plantaba un beso en la mejilla antes de salir.

En tanto cerramos la puerta, me encontré con esos ojos oscuros de frente, me miraban sin ninguna expresión, indescifrables, sin nada de lo que yo algún día había visto para enamorarme perdidamente de él.

-Tenemos que hablar, Sakura.

Yo mordí mi labio, nerviosa, mis manos empezaron a sudar frío.

-Ahora no, Sasuke-kun, estoy algo cansada.

Giré sobre mis talones y él detuvo mi paso rudamente con su mano.

-Ahora.

Volteé a verlo, su ceño estaba profundamente arrugado, dí un leve brinco al encontrarlo de ese modo, pero recobré la compostura y asentí algo indecisa.

Entramos a su estudio, la mansión era un gran hoyo de silencio, él se sentó en su imponente sillón de cuero, yo me paré frente a él mientras sus ojos seguían clavados en mi rostro, estupefacto aún por la decisión con la que me había hablado hace un momento. Su rostro se dirigió hacia la ventana.

-Sasuke yo…

-No-Sasuke me detuvo abruptamente-Sabes que esto pasaría tarde o temprano.

Mi cuerpo temblaba ante cada sentencia, y pronto había dejado de escuchar, mientras que las finas lágrimas bajaban una tras otra en mis mejillas. Soy una mujer débil, débil por amor.

Sasuke abandonó la habitación, dejándome sola. Esta vez, ya todo había ocurrido, el golpe que evitaba con tanto esfuerzo todos los días se subió rápidamente a mi corazón, dándome un sabor agrio en el paladar, le odiaba, le odiaba con todo lo que podía hacer mi alma. Miré el papel que Sasuke había abandonado sobre su escritorio, el mismo escritorio sucio y asqueroso en el que el que lo había visto haciéndolo con Karin una y otra vez y casi rasgando el papel, y con todo el asco que más pude imprimir en mi letra, firmé por fin la libertad que yo y mis hijos merecíamos, dejando algunas contrapropuestas en que no aceptaría, por supuesto, nada de su sucio dinero. Lo dejé en frente, perfectamente acomodado, tal y como a él le gustaba, para que lo leyera a la mañana como correspondía.

Salí con un aire medio digno, medio rabioso del estudio, dando potentes taconazos en la fina madera del piso. En cuanto llegué al cuarto, las maletas de Sasuke ya estaban hechas, y él salía del baño despreocupadamente. Le sonreí algo arrogante, él me miró frivolamente. Yo quería reírme, pero no pude hacer nada más que mantenerme frente a él.

-La casa será de ustedes-Tersó abruptamente, mientras que me desvestía frente a él de el incómodo traje de noche que llevaba-Si leíste los términos, visitaré a los niños una vez al mes. No quiero estorbos.

Yo volví a sonreír, con cada palabra que daba, mi odio por él se acrecentaba de modos demasiado intensos, como oleadas apasionadas que antes de convertirse en la más pura amargura habían sido del amor más sincero. Lo miré, él aún me miraba fijamente mientras me desabrochaba el sostén y lo dejaba caer al suelo. Estaba desnuda para él, el único hombre que había recorrido mi cuerpo en toda mi vida, dejé que mirara, algo sorprendido por el acto que había cometido. Pero no me importaba. Su sonrisa burlona me confirmó mis sospechas, él lo creyó el último recurso para detenerlo, pero ambos estábamos firmes en la decisión, me desnudé frente a él para demostrarle mi nueva decisión, Sasuke Uchiha caería, y de la manera más burda que jamás hubiera creído. Me contorneé sobre mis tacones de quince centímetros en su dirección mientras lo miraba decidida. Sasuke se tensó de inmediato, viéndome algo confuso, pero de nuevo regresó a su mirada fría.

-Sasuke…-Susurré. Si algo tenía claro, era el poder de mi cuerpo sobre los hombres, era considerada de las mujeres más bellas de la alta sociedad, y al conocer a Sasuke como la palma de mi mano sabía que él también caería-…Qué mal que al final te hayas decidido por ella.

Él sonrió, burlonamente por supuesto.

-Siempre lo supiste-Me miró fijamente, mientras buscaba descaradamente mis senos descubiertos-No sé por qué no terminaste todo antes.

-Tenía miedo-Dije arrogante-Pero ya no-Sasuke llevó sus manos hacia mi cintura, dibujándola con la punta de sus dedos. Yo me acerqué a él, suavemente, mientras que tocaba también su cuello. Él me miraba entre divertido y algo sorprendido. Estaba acostumbrado a tener todo lo que quisiera, me había tenido a mi, la hija de uno de los magnates de talla internacional más reconocidos, y la había tenido a ella, una de las modelos más cotizadas de Japón. Pero eso cambiaría. Yo me acerqué ronroneante, mientras sentía el estupor de mi ahora ex marido, mi olor penetró en sus fosas nasales, el más cándido y dulce olor de cerezos que yo sabía lo enloquecía, puesto que entrecerró sus ojos de placer al recibirlo.

Lo abracé transmitiéndole todo mi rencor, mientras mi cara aún sonreía con arrogancia y el más puro odio. No podría detenerse ahora. En cuanto me empujó a la cama, yo lo sabía. Yo era su más pura debilidad. La flaqueza que quería evitar, el amor que se le fue negado, yo era todo eso.

Me acariciaba con salvajismo, mientras se desabrochaba la camisa con rapidez y se deshacía de sus pantalones, yo seguía sonriente ante sus actos, Sasuke me deseaba aún, aunque lo evitara, aunque fuera reticente, él me deseaba.

La noche continuó, escuchaba sus roncos gemidos, escuchaba como susurraba mi nombre, como llegaba al éxtasis total al hundir su rostro entre mi cuello, como recorría mi cuerpo cada vez lo hacía perder más los estribos. Era un cerdo. Un asqueroso y repulsivo cerdo.

En cuanto amaneció, él seguía preciosamente dormido envuelto entre las sábanas, debía de estar exprimido. Sonreí divertida ante mis sucios pensamientos. Satisfacerse con dos mujeres en una noche pudo haber sido demasiado para él.

Me levanté aún pegajosa por el sudor, buscando la ducha con desesperación, había evitado oler el asqueroso olor de patchoulí que Sasuke casi siempre llevaba impregnado en su piel, como una segunda capa que se embadurnaba con su olor de hombre. Al sentir el agua fría corriendo sobre mí, pude suspirar con profundidad. Sasuke siempre vería este encuentro como un triunfo de él, pero esta vez, el triunfo había sido mío, yo seguía haciéndolo flaquear, Karin podría ser hermosa, pero no había convivido desde los quince años con él, no había dormido con él durante diez años cada noche. Yo lo conocía y él también lo sabía. Yo lo podría hundir en cuanto quisiera, por eso me había hundido a mí en el olvido.

En cuanto salí, Sasuke aún dormitaba profundamente, faltaban pocos minutos para las seis de la mañana. Tomé mi cartera, ya bien vestida y arreglada, y me dirigí en silencio hacia el cuarto de mis hijos. Daisuke dormía tranquilamente. En el cuarto de al lado, Sarada se removía, avisando el estar a punto de levantarse. La removí un poco más. Sus ojos negros, punzantes como los de su padre, me miraron curiosamente. Acaricié sus negros cabellos con amor.

-Levántate, amor mío-Susurré con amor, mis hijos eran ahora completamente mi mundo-Tenemos cosas que hacer.

Ella me miró confusa.

-¿Y Sasuke?.

-Es tú padre, Sarada-Le dije con reproche, puesto que a pesar de abandonarnos, él seguía siéndolo-Dale el respeto que se merece.

-Un nulo respeto, madre-Sarada, de casi 9 años, era quien más detestaba a Sasuke, Daisuke, de apenas 5 años, le guardaba un indescriptible temor y rencor.-¿Qué haremos hoy?.

-Tenemos un viaje que hacer, linda.

Yo estaba a punto de cumplir los 29 años, pero mis facciones continuaban impolutas a pesar del tiempo. Sarada, mi hija mayor, había heredado mis facciones, pero su color de pelo y ojos eran los mismos de su padre. Daisuke, por el contrario, tenía el pelo y las facciones de Sasuke, mientras que en sus ojos brillaban los míos inocentemente.

Sarada se levantó de inmediato, empacando la ropa, y musitando cosas como "al fin" o "eras una ciega, madre". La reprendí con suavidad, por que si algo había heredado Sarada de su padre, era su irrefutable oratoria. Todo lo que ella decía, era la determinante verdad.

Me levanté y me dirigí hacia el cuarto de Daisuke. Aún dormía, sonreí con algo de quebranto, era como ver a su padre con los ojos cerrados. Le acaricié la cálida frente con dulzura, y él poco a poco abrió sus verdes ojos. Me sonrió algo adormilado, mientras se sentaba para verme con más claridad.

-Mami…

-Está bien, amor-Susurré-Ve a bañarte rápido ¿Si?.

-¿A dónde vamos mami?

-A donde tú quieras, mi niño.

Él sonrió cálidamente, mientras corría a su cuarto de baño con rapidez.

Bajé rápidamente, las mujeres de servicio ya revoloteaban por la planta baja con rapidez, al verme me sonrieron mientras me hacían una profunda reverencia. Chiyo, mi ama de llaves, acudió a mi de inmediato.

-Señora Uchiha, debería estar descansando.

-Lo sé, Chiyo-Le sonreí tranquilizadoramente a ella-Quiero que tengas cuatro desayunos listos y un auto antes de media hora. Por favor.

Chiyo me hizo una profunda reverencia antes de irse. Caminé decidida hacia la sala de mi ahora, antigua casa. Intentando despedirme de todo lo que una vez albergó esta casa. Los mejores y más felices momentos estaban tatuados en cada sillón, en cada rincón, descansando en la alfombra, en los sillines del patio. Miré la pared encima de la chimenea, en el que descansaba el retrato de la familia. Sasuke miraba cálidamente, sus ojos no eran las rocas vacías que ahora tenía por ojos. Yo miraba tranquila, mientras en mis manos envolvía a un aún bebé Daisuke. Sarada, parada entre los dos, miraba orgullosa. Sonreí ante la visión, Sarada era muy parecida a su padre.

-Aún nos iremos ¿Verdad?-Sarada apareció con una pequeña maleta en su mano, que fue arrebatada por Miu de inmediato y dirigida hacia el auto.

-Sí… Cariño yo…-No sabía cómo hablar, pero tenía que decirlo-Yo intenté proteger esto, pero ya no podré más.

-Madre, deja de decir tonterías-Dijo ella acercándose-Sasuke es un idiota.

Chasqueé la lengua como reprensión, tenía nueve años y hablaba groseramente, pero ella seguiría pensándolo a pesar de todo.

-Mami-Daisuke apareció tras de Sarada antes de que le reclamara su mal vocabulario, ambos se habían alistado demasiado rápido. Una punzada de dolor me sacudió el corazón. Todos habíamos querido huir de ahí hace mucho.

-Mis niños-Mi voz se quebró un poco mientras corría hacia ellos y los estrujaba en un abrazo-Lo siento. Fui tan débil.

-Te amamos, mami-Dijo Daisuke, mientras Sarada y él correspondían con sinceridad a mi abrazo.

Desayunamos con rapidez, el tiempo antes de que Sasuke se levantara y empezara la inminente discusión se nos agotaba, faltaba poco para que fueran las siete. Hora en la que puntualmente él se levantaba todos los días. Agradecí, y los niños corrieron hacia el auto, Killer Bee nos esperaba con su traje impoluto. La señora Chiyo me miró entre triste y feliz al tiempo.

-Se ve mejor de lo que la he visto en mucho tiempo, Uchiha-sama.

Yo la miré y sonreí, la abracé como agradecimiento.

-Regresaremos pronto-mi voz, pausada, se empecinaba en no abandonar la casa, en donde trabajaban personas tan maravillosas.-Cuida de Sasuke, sabes cómo se pondrá.

-Mikoto-san estaría triste por la noticia.

Mikoto, la madre de Sasuke, había fallecido hace dos años. Yo adoraba a esa mujer, lo mismo que a mi fallecido suegro, Fugaku. Ellos habían sido los mayores defensores de mi matrimonio, los que podían reprender al cabezota de Sasuke.

-Él tendrá una nueva señora Uchiha pronto. Yo ya dejé de serlo.

Los golpes en las escaleras me avisaron que el tiempo se había agotado. Vi su varonil cuerpo bajando las escaleras, mirándome confundido, luego regresando al más puro odio. Parecía que los sentimientos eran ahora mutuos.

Yo le sonreí algo arrogante, pero con lástima también. Lo había perdido casi todo, yo me encargaría de que lo perdiera todo.

-Me abandonas.

-No sé qué reclamas.

Su mirada arrogante se tornó agresiva.

-Esta es tu casa.

-Nunca más.

Giré, agradecí nuevamente a las chicas y mayordomos que me habían ofrecido sus servicios durante tanto tiempo, y les sonreí como despedida. En cuanto subí al auto sentí un basto alivio. Mis hijos me miraban algo atemorizados, luego hacia atrás.

-Al aeropuerto, Killer Bee.

El gran hombre asintió con solemnidad desde el frente, mientras arrancaba el auto.

Regresé mi rostro cuando salíamos por las grandes compuertas de la mansión. Sasuke estaba parado en la puerta, viendo como el auto se alejaba.


Está bien, este es el primer capítulo, haré los mismos pero en dos perspectivas. Espero que eso sea cómodo para todos, en caso de que no les guste el formato puedo dividir la historia y tener dos para que se acomoden mejor. Díganme qué les pareció. ¿Tomatazos? ¿Les gustó? ¿No tanto? ¿Algo debería cambiar?. Estoy atemorizada porque no sé precisamente lo que pensarán. Estaré actualizando de nueva cuenta dentro de una semana. Los sábados. Muchas gracias a todos los que me leyeron.

Un Fav y un Follow son muy significativos para mí.

Abrazos. Nos vemos en el próximo capítulo.

Luna de Clío.