Disclaimer: El equipo francés, Quiberon Quafflepunchers, no me pertenece. Los personajes ya sí, aunque el rosa chillón no.
Este fic participa en el minireto de noviembre para El Torneo de los Tres Magos del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"
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Filiph Gausset odiaba estas fechas tan emotivas, cuando su casa silenciosa se llenaba de voces y gritos.
— ¡Abuelito!
Él torció la mirada, enfocando a la causante de tanto escándalo, su pequeña nieta Rosselin, de tan sólo seis años. Suspiró, acomodándose en su butaca.
— ¿Qué quieres, pequeña?
— ¿Por qué siempre estás aquí solo? —inquirió.
Filiph frunció el ceño, inspeccionándola. Sí, estaba creciendo y, por tanto, ya no aceptaba las vagas explicaciones de sus padres.
—Me gusta estar cerca de mis amigos —gruñó en respuesta.
La niña miró a su alrededor, allí donde las paredes estaban repletas de fotografías de quidditch, en las cuales siempre destacaba el mismo tono rosa chillón.
— ¿Por qué rosa? —preguntó esta vez.
Una tímida sonrisa se coló entre los labios arrugados del viejo anciano, cientos de recuerdos le asolaron y un cierto calor se acomodó de su pecho. Miró a su nieta y, preso de una extraña dulzura, palpó sus rodillas indicándole que tomara asiento. Rosselin asintió y ocupó las rodillas de su abuelo.
—Joanne Midas eligió el color rosa —comentó, señalando la foto de una mujer, montada en escoba, cuyo cabello moreno flotaba al viento—. Dijo que, si vestíamos así, nuestros adversarios se distraerían con el color y podríamos despistarlos… Era una buena guardiana.
— ¿Y éstos? —inquirió, indicando esta vez la imagen de una chica y un chico, ambos de cabello platino y ojos vivaces.
—Los hermanos Rubeau, los mejores golpeadores al oeste de Francia —susurró—. A veces hasta era difícil diferenciarlos.
— ¡Mira! ¡Eres tú! —exclamó la pequeña, sonriendo con satisfacción al reconocerlo.
—Así es —concedió entre risas—. Tu abuelo era cazador y los que están a mi izquierda y derecha son Emmanuel Piste y Francois Minet. Unos verdaderos canallas.
— ¿Y ella, abuelo? ¿Es…?
Él asintió débilmente ante su indicación, centrándose en la nueva imagen. En ella destacaba una mujer, de cabello castaño y ojos oscuros, que sujetaba en su mano derecha, orgullosa, una snitch dorada.
—Tu abuela, Mina, ¿te acuerdas de ella?
La niña asintió, arrebujándose entre los brazos de su abuelo.
— ¿Abuelito?
— ¿Sí?
— ¿Los echas de menos? —susurró.
—Cada día… Pero algún día me reuniré con ellos y, hasta entonces, no puedo permitirme olvidarlos.
— ¿Por eso te quedas aquí sentado? —él asintió—. ¿Puedo quedarme contigo?
Filiph sonrió, deslizando su vieja manta de cuadros para taparlos a los dos y, juntos, pasaron la tarde entre historias, anécdotas y recuerdos.
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NA: De los Quiberon Quafflepunchers se decía muy poco: que eran franceses y vestían de rosa... La inspiración me ha dado esto y esto es lo que hay.
Supongo que tengo debilidad por los abuelitos gruñones.
