Veneno.
Parecía un reflejo perfecto y nítido, brillante através de la luz de la mañana. Todos los días sin falta acudía a verla, cuando el alba apenas iba despuntando en el horizonte. Era un secreto, un milagro. Saya quería pensar que sólo a ella pertenecía. Su piel nívea, los ojos azules, la sonrisa elegante y delicada. ¿Por qué yacía aquella princesa atrapada en la torre? Se estremecía de tan sólo pensar en tocarla. Aquél hermoso fantasma o lo que fuese seguramente era tan suave como el más delicado de los vinos.
Sin embargo, ella no podía alcanzarla. Una sólida puerta se interponía entre ambas mujeres y justo en medio de ella había un agujero, por el cual sólo se podía ver el rostro de la chica, afligido y expectante, siempre mirando hacia la lejanía cuando se encontraba sola. Esperando, siempre esperando.
Aquél día, no obstante, Saya tenía otros planes. Había cogido la espada del despacho de su padre y se había dirigido a toda velocidad a su encuentro. No podía soportar más noches de fría calidez al lado de aquella puerta, imaginando su tacto. Tenía que sacarla de ahí y después...
—¡Diva! —exclamó, cuando por fin estuvo frente a la puerta de la torre, que tenía un candado del tamaño de su puño. La muchacha pudo ver como Diva se levantaba del suelo y acudía a verla, arrastrando un bonito vestido azul—. Voy a sacarte de ahí —afirmó, empuñando la espada con bastante precisión—. Hazte a un lado.
Con agrado, vio que sus órdenes habían sido obedecidas y concentrándose en toda la alegría que tendrían una vez el candado fuese destruido, se abalanzó contra la puerta, no sin antes tomar vuelo, gritando como una guerrera. La espada atravesó la madera y se quedó ahí clavada. Saya abrió los ojos para darse cuenta de que su intento había sido en vano. Estaba por disculparse con Diva cuando lo que vio la dejó sin habla. Su Diva, su secreto yacía ensartada en la espada, que le había atravesado limpiamente el estómago, por el cual brotaba la sangre similar a una cascada.
Ella quería morir. Pero, ¿por qué? ¿Acaso su vida era tan miserable? ¡Pero si ya le había dicho que iba a liberarla! Con frenesí y miedo, logró sacar la espada de la madera, luchando y maldiciendo una y otra vez, pero ya era demasiado tarde. La poca luz que había en los ojos azules de Diva ya se había extinguido. Ya no había ningún reflejo perfecto, mucho menos nítido, sólo un cadáver.
Saya miró la espada con furia, oliendo la sangre impregnada en ella. El aroma era dulce, invitante. Y dado que ya no tendría nada más de Diva, dado que no sabría nunca cómo se sentiría tocarla, se decidió a probar lo único que quedaba. Sus labios rozaron la sangre y luego lamieron el filo, sintiendo su sabor metálico. Al mismo tiempo, cayó al suelo, retorciéndose.
Era el veneno más dulce que jamás habría imaginado.
Y eso la hizo alegrarse de morir por el.
FIN
Notas de la Autora: Bueno, éste es para un concurso de yuri (aunque el yuri no me gusta x'D) de estos dos personajes de Blood+, quise hacer algo implícito y sencillo. Debo decir que me gustó el resultado, es como mi propio final. Digamos que Saya sí descubre a Diva, pero ambas mueren antes de que empiecen las guerras por culpa de su sangre y de alguna manera, ambas mueren felices x3.
No estoy segura del fuera de carácter, así que cualquier comentario, crítica o sugerencia sobre cualquier cosa, como personalidades, ortografía, coherencia y etcétera, será bien recibido.
Gracias por leer y comentar :3.
Ja ne!
