DEMASIADOS PLANES DE BODA

``No sabía si en algún momento mi vida podría cambiar más de lo que ya lo había hecho. Sin duda alguna la persona que se reflejaba en el espejo mientras se cepillaba el pelo era diferente de la que había llegado antes a Forks.´´

Muchas cosas habían cambiado: había reído, llorado y experimentado algunas de las sensaciones más fuertes que un ser humano puede llegar a vivir jamás .De eso estoy totalmente segura. El amor que sentía no iba a cambiar nunca; pero el sufrimiento que conllevaba tampoco iba a hacerlo. Había decidido que ya no podía sufrir más.

Existía una persona a la que mi conciencia no podía dejar sufrir .Me había apoyado en los momentos más difíciles de mi vida, en los momentos en los que incluso yo sabía que estaba patéticamente destrozada: me daba pena mirarme al espejo pero él, con su mirada, me recordaba la razón de toda aquella vorágine. El amor.

Quizás por eso, tras obligarme a vestirme y sacarme a cenar no pude negarme al verle con la rodilla en el suelo y un anillo del tamaño de una almendra .En aquel momento deseaba que otro hombre estuviese en esa posición, que fuese otro el que estuviese allí prometiéndome amor eterno. Me sentía culpable y no podía evitarlo.

``Sí´´ Dije con voz temblorosa.

``Me haces el hombre más feliz del mundo. Lo sabes, ¿verdad?´´

``Bueno lo de hombre es poco exacto en realidad´´. Dije con voz más segura, intentando que no se notara mi debililidad.

``Habrá que ir preparando la boda. Quiero que sea oficial cuanto antes. Me ha costado mucho tiempo y esfuerzo llevarte al altar´´.

Estaba radiante, feliz y se le notaba. Por los cuatro costados irradiaba felicidad. Incluso cuando salimos del restaurante su forma de agarrarme era diferente: mucho más posesiva, como si no pudiese evitar el pensar que yo y él ya estábamos unidos para siempre.

Cuando llegamos a casa, mientras aparcaba, no dejaba de sonreír. Vivíamos juntos desde hacía ya un tiempo en una casa comprada para nosotros. No queríamos vivir con nuestras familias. Ni él ni yo podríamos imaginar una situación más incómoda.

Me acosté pronto, aunque él pretendía que tuviésemos una noche romántica. Excusas que, para ser sincera, nunca había puesto.

Esa noche, mientras dormía ocurrió lo único que pedí a mi subconsciente que no intentara: soñar con la persona que más daño me había hecho en la vida. Me había traicionado y hecho sufrir como nunca nadie antes.