Disclaimer aplicado.

Un Naruto/Sakura. La primera vez que emparejo a Sakura con alguien que no es Sasuke. Sean piadosas/os.

Una idea loca, que pasó rápidamente por mi mente cuando intentaba escribir de ellos. Algo realmente tonto, pero que me gustó ;D

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Ramen

— No te atrevas —pronuncias con sumo cuidado, con cada palabra cargada de amenaza, y con las manos alzadas, como si te dirigieras a alguien armado, o como si fueras a saltar sobre ella.

— ¿Y qué si lo hago? —se atreve a preguntar, y para reforzar su amenaza, agita lo que tiene en manos, suspendido por la ventana.

— Lo lamentarás —te acercas a ella, pero al hacerlo, ella hace amago de tirar aquella bolsa por la ventana. Aquella bolsa que literalmente era tu vida.

— Pide perdón por haber roto el piano que me costó el salario de un año.

— Es culpa del perro.

— ¿Y quién soltó al perro? —te pregunta audazmente.

Mierda. Te había atrapado.

— Ehm... este... yo... ¡Dame mi Ramen, Sakura! —ya estás al borde de la desesperación.

— Cómprame un piano —murmura con los dientes apretados.

Tú suspiras, sin saber cómo salvar la provisión de todo un mes de Ramen, en blanco.

Pero, Oh milagro del cielo, una idea cruza tu mente. Una magnífica idea. Bueno, magnífica para ti.

— De acuerdo —accedes con un fingido suspiro de derrota—, te compraré otro piano, lo prometo.

La ves flaquear en su defensa. Es el momento justo, el debate se puede ver en sus ojos, entre confiar o no hacerlo.

— ¿Lo harás?

— Claro —te acercas lentamente, con cuidado.

— ¿Negro, como el que rompió tu perro?

— Negro como el que rompió el perro.

Logras abrazarla por la cintura, y en seguida comienzas a besarle el cuello, su punto débil.

— ¿Qué tal —dices entre beso y beso— si dejas esa bolsa con Ramen en un lugar seguro?

— Mhn... sí, Ramen, lugar seguro, eso.

Pasas a morderle levemente el lóbulo de su oreja, trayéndola hacia ti y caminando en reversa, lejos de la ventana, y tomando el Ramen una vez que ella lo suelta para tomar tu rostro.

Llegan a la cama, no sin antes haber dejado tu preciado Ramen seguro en el suelo.

Todo va bien; tus manos van a su cintura, recorriendo su cuerpo por debajo de la blusa, hasta que ella deja de besarte repentinamente.

— ¿Qué ocurre? —le miras ceñudo.

Sus ojos verdes te demuestran que la verdad le está cayendo como un balde de agua fría. Aquellos ojos asesinos no te agradan para nada, y cuando abre la boca, sabes que todo está perdido.

— Tú —enfatizó la palabra, haciéndote temblar—, no me comprarás ningún piano, claro que no. ¿Intentaste llevarme a la cama para salvar tu estúpido Ramen y que yo lo olvidara? ¿Que tan idiota crees que soy?

Sus ojos revolotearon a la bolsa que era tu vida, y te la viste venir.

— Sakura, no —advertiste, pero ella ya había saltado de la cama para llegar a ella.

Una vez la tuvo, salió disparada hacia la ventana.

— ¡Sakura, mi Ramen no!

Para cuando te le acercaste, la bolsa había resbalado de sus dedos.

Lamentaste mucho el vivir en un sexto piso.

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