Título: Guadian del Fundador (Inglés: Founder's Keeper)
Autor: trillium248

Idioma: Español, Rating: M
Traducción de Inglés
Traductor: Liotte (Gracias Liotte, mi español es horrible.)

Publicado: 08-19-08

Resumen: Harry regresa a Hogwarts luego de derrotar a Lord Voldemort. Nadie sabe los detalles exactos de la caída del Señor Oscuro o que le sucedió a Harry durante los dos meses que estuvo capturado por los Mortífagos. Sin embargo el resultado fue la inhabilidad de Harry para controlar su magia. Dumbledore, creyendo que hacía lo correcto, encierra la magia de Harry, y por causa de esa traición, Harry escapa a la Cámara de los Secretos donde sin saberlo es arrojado a un pasado distante. Harry/Salazar

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Capítulo 1: Desaparición

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Las vajillas traqueteaban contra las mesas de madera, y las velas amenazaban con apagarse. Respiré profundamente, tratando arduamente de mantenerme calmo. Después de todo, ellos solo estaban curiosos… a cada hora, minuto, segundo, de cada día, tratando de extraer cada maldito detalle de mí. Todo lo que quería era que me dejaran solo. ¿Por qué no podían entender eso? ¿Qué no podían ver que era lo que me estaba pasando? ¿Qué podría estallar en cualquier minuto?

Mi habilidad para controlar mi magia ha estado decayendo. Cuando estoy irritado o enojado las cosas se queman, hierven, quiebran, vuelan, explotan… Se me ha prohibido la entrada al salón de pociones, la enfermería, la biblioteca, el campo de Quidditch, y los invernaderos. Probablemente luego se me prohibirá la entrada a las inmediaciones. Aunque la graduación sería en algunos días y eso no importaría más.

Justo ahora parecía que la vajilla tendría que ser reemplazada de nuevo.

Un plato se agrietó por la mitad y un pote de salsa saltó fuera de la mesa, derramando salsa marrón-grisácea y piezas de porcelana en el suelo de piedra. Una chica gritó cuando su vaso de jugo de calabaza se volcó y manchó su falda, a pesar de que eso podría haber sido obra suya.

"¡Harry!" me retó Hermione, como si fuera mi culpa, como si pudiera controlar lo que pasó. Algunas veces odiaba su constante actitud de madre gallina; como si ella pudiera comportarse mejor en mi situación.

"No más preguntas," Murmuré, casi rogando.

Seamus arrugó su nariz demostrando su molestia. El me ha estado fastidiando día y noche toda la semana pasada sobre la muerte de Voldemort. Incluso pensar sobre ese monstruo me hacía rechinar los dientes de ira, y por supuesto, cuando me enojaba, cosas malas pasaban. Me paré de mi asiento, sabiendo que mi cena tendría que ser interrumpida antes que invitara un Apocalipsis dentro del Gran Salón.

Me decidí por un desvío, pensé que sería agradable pasar por el Cuarto de los Requerimientos. Era un lugar ideal para ir cuando estaba estresado y necesitaba calmarme. Mis pensamientos estaban tan centrados en lograr llegar al cuarto que no noté a Ron seguirme desde el Gran Salón. Por lo tanto, me tomó por sorpresa el que una gran mano me tomara del hombro y me girara tan rápido que pensé que caería. Su rostro estaba enrojecido, por lo que supe que estaba frustrado conmigo. Esa frustración se había estado acumulando desde mi regreso a Hogwarts.

"¿Ron?"

"¿Cuál es tu problema?" el pelirrojo me gruño, y yo lo miré con una expresión aburrida.

"Solo quiero que me dejen solo"

"Oh, entonces quieres que te dejen solo," Su tono era uno de falsa incredulidad, "desapareces por dos meses sin decir nada a nadie, ¿luego regresas y el Señor Oscuro está muerto? No respondes ninguna pregunta, y cada vez que alguien dice algo, ¡tú terminas casi quemándolos hasta morir!"

"¡No es mi culpa! No puedo-,"

"Mira, amigo," Interrumpió Ron, "Se que no lo puedes controlar, pero tienes que hablar con alguien. Debes dejar de distanciarte de los demás."

"No quiero gente al rededor de mi, siempre fastidiándome sobre como derroté a ese monstruo." Hablé con tanto odio que Ron dio un paso atrás. "Él ya no está, y se acabó" Todas las pinturas fueron arrancadas de sus paredes y se oyeron sus enfurecidos gritos cuando los cuadros cayeron estrepitosamente al suelo.

Y escapé de allí.

XXXX

En la lechuzería, me sentía a salvo, en calma. No había nadie que me hiciera preguntas y nadie que esperara respuestas. Hedwig se balanceaba en mi rodilla mientras le daba algunas piezas de comida para lechuza. Algunas veces a ella le encantaba darme regalos, como ratones muertos y cosas así. Era una extraña experiencia encontrar algunos de sus "regalos" en mi almohada o en mi zapato. Nunca tuve el corazón para decirle que yo no comía ratones muertos.

"Mi querido niño, estoy muy contento de haberte encontrado" Una ligera y anciana voz se oyó firme pero suavemente sobre el tranquilo ulular de las lechuzas. Miré hacia arriba y como esperaba, Dumbledore estaba parado frente a mí en su túnica con patrones de estrellas, barba blanca, ojos titilantes y todo.

"¿Quería algo, señor?" Mi tono era desagradecido, ciertamente, pero sabía que él no tomaría ofensa. O al menos no lo mostraría.

"Creo que he encontrado algo que ayudará con tu magia accidental." Mis ojos se ampliaron ante sus palabras, y un sentimiento de esperanza entro en mí como no había sentido en meses.

El esperado sorbete de limón fue ofrecido, y como esperado, lo rechacé. Mis dedos tiraban nerviosamente de las mangas de mi túnica. No podía explicar por qué sentí un pesado y denso temor descendió sobre mí.

"Señor, ¿realmente encontró una manera de detener estas explosiones de magia?" Mi voz vaciló, y mentalmente me pateé por sonar tan patético.

"Hay solo una forma," Dumbledore sacó del cajón de su escritorio una pequeña caja plateada, sus nudosos dedos acariciaban los bordes como si fuera una gran reliquia. No pude evitar temblar mientras veía esas viejas manos cuidadosamente levantar la tapa y ponerla a un lado.

Adentro estaba una oscurecida banda plateada, su superficie bastante suave sin adornos o diseños; gruesa y densa; pesada y fría. Vi como Dumbledore la levantó del interior de la caja solo tocándola por las orillas con sus pulgares e índices. "Esto ayudará a controlar la magia accidental. La mano con la que usas tu varita, Harry." Vacilante, ofrecí mi mano. Confiaba en Dumbledore, pero algo en sus claros ojos azules me hacia dudar. ¿Por qué haría algo para dañarme?

Por supuesto estaba totalmente equivocado. Ingenuo, era un verdadero idiota por pensar que Dumbledore nunca me haría daño. Todos me dañan. Debí haber previsto esto Cualquiera podría pensar que yo ya habría aprendido mi propósito a la edad de cuatro años creciendo con los Dursleys. Harry Potter es solo un instrumento, algo para tener cerca cuando es útil. El momento en que el aro de plata cerró alrededor de mi muñeca, comprendí los fríos ojos azules, y una onda de hielo pasó sobre mí.

Ya había sobrepasado mi utilidad, y era tiempo de arrojarme lejos.

"¿Qué…?" Jadeé, en pesadumbre y dolor, "¿Qué ha hecho?" Arranqué mi mano, y de alguna manera en la constante sorpresa y desesperación, sabía que era muy tarde.

"Es por el bien del mundo mágico, Harry," Los intentos de Dumbledore por calmarme fallaban miserablemente, "El ministro ha dado su aprobación, y tu deberías-,"

"¡No!, ¡Devuélvala!" Demandé, "¡Mi magia!, ¡Regrésela!"

"Silencio." El director movió su varita, y abruptamente mi sonido fue cortado. Traté de gritar, y cuando eso no funcionó, me paré preparado para arrancar su piel y matar al

bastardo. ¡Él la tomó! Y no estaba. Con otro movimiento de su varita me tenía atado a la silla con gruesos cilindros de cuerda. La banda plateada estaba quemando mi piel. "Harry, cálmate."

Desapareció.

"El ministerio aprobó que tu magia debía ser bloqueada. Esto protegerá a los estudiantes y te mantendrá lejos de causar aún mas daño"

Desapareció.

"You should be grateful that you will no longer need to fear harming those close to you. Harry you have to understand…" He trailed off, probably realizing that his words were doing little to help the situation.

"Deberías estar agradecido que ya no tienes que temer de hacerle daño a aquellos cercanos a ti. Harry, tienes que comprender…" Se detuvo, probablemente al darse cuenta que sus palabras ayudaban muy poco en esta situación.

Todo desapareció.

"He decidido trasladarte a una locación segura mientras te recuperas…" Trató nuevamente, pero era inútil.

Ya no escuchaba lo que decía. Su traición… este robo… Creo que debe haber notado mi carencia de preocupación a lo que estaba diciendo, eso o podía sentir el odio ardiendo debajo de mi piel. Deshizo los hechizos con un simple finite incantatem y me acompañó hasta la puerta. Todavía estaba impactado; la pérdida de mi magia había sido como cortar una extremidad, como cortarlas todas. Me sentía inútil y herido.

"Te mataré, Albus." Dije quedamente. Pero su única respuesta fue una ligera palmada en mi hombro y mandarme afuera. De alguna manera, tenía que irme. De ninguna manera me iría a alguna parte con alguien del Ministerio. Ellos estaban espantados de su elegido ahora que no estaba peleando Señores Oscuros o Mortífagos. Luego se me ocurrió que Dumbledore también debía de estar asustado.

Merlín, ten piedad de ellos, porque si algún día encontraba una manera, los castigaría a todos. Ahora sorpresivamente sentí una estocada de simpatía hacía Tom Riddle, el hombre que había sido antes de volverse loco. Si no hubiera sido un sociópata inclinado en matar cada persona en el planeta, pensé que quizás hubiera sido capaz de simpatizar con él.

Necesitaba irme de Hogwarts, y mientras estaba en eso, el mundo mágico por completo. Más o menos, me habían rebajado al estatus de un squib, y hasta que encontrara una manera de remover esta banda de plata, tendría que esconderme.

Traté de sacar mi varita de mi túnica, pero encontré que mi mano no podía tocarla, era como si fuera repelida por un imán. Maldije en voz alta, y caminé hasta el segundo piso.

Bien, pensé, déjenlos intentar. Todos se pueden perder y volverse locos tratando de encontrarme. No serán capaces de atraparme, incluso si saben donde estoy. Frustrado, enjugué las lágrimas de mis mejillas y arranqué la puerta al lavatorio de niñas. Necesitaba un lugar para pesar, un lugar para planear, y un lugar para esconderse. Un lugar para gritar, rabiar, llorar, herirse y…

Dios, quería morir. ¿Cómo podia?

"Ábrete" Siseé y la entrada apareció. Sin voltear a mirar a Myrtle, la llorona, salté dentro de la cañería hacia la oscura y húmeda cámara.