Sakura y Tomoyo decidieron ir a comer algo al salir del cine, aún era temprano y el clima era perfecto.

— ¡Me ha encantado la película! Tengo que escribirle a Shaoran-kun para que la vea.

— ¿Os escribís muy a menudo? – preguntó divertida Tomoyo.

— Cada dos o tres días, supongo. Depende de lo ocupado que esté.

— Es una pena que no podamos pasar las vacaciones juntos. Seguro que así serían más divertidas.

— ¿Verdad? Si Shaoran-kun estuviera aquí podríamos hacer muchas cosas divertidas juntos. – Dijo Sakura convencida.

Shaoran pasaba los periodos de vacaciones en Hong Kong con su familia. Después de que los sucesos con las cartas terminaran y las cosas quedaran resueltas con la reencación de Clow Reed, Eriol Hiragizawa, Shaoran había pedido permiso para quedarse en Japón. No había sido capaz de transmitirle sus sentimientos a Sakura y pensaba que permaneciendo a su lado un poco más reuniría el coraje para confesarse.

Se sorprendió cuando su madre le dio el visto bueno, pensó que tendría que luchar y buscar argumentos convincentes pero simplemente preguntó y obtuvo confirmación. Yelan sabía las razones de su hijo para hacer aquella petición, sabía de las intenciones de su hijo desde que volvió de Japón y lo había consultado con los ancianos del clan. Todos habían llegado a la misma conclusión que ella: que el heredero del clan Li acabara unido a la maestra de las antiguas cartas Clow era más que conveniente. De esa forma las cartas volverían a formar parte de la familia y se formaría una línea mágica poderosa de la unión de aquellos dos magos. Por supuesto que aquella no era la única razón, Yelan había arrebatado parte de la infancia a su hijo presionándole para que creciera antes de lo que debía, permitirle encontrar su propia felicidad era lo menos que podía hacer por su hijo pequeño. Retenerlo allí no lo causaría más que dolor a todos, era mejor que regresara a donde su corazón pertenecía.

Por supuesto que hubo condiciones, no esperaba de él menos que notas excelentes y que continuara su entrenamiento. Los periodos vacacionales los pasaría en su tierra natal y si su madre juzgaba su desarrollo como menos que perfecto volvería a casa. Li Xiao Lang era el próximo heredero del clan Li y si quería que se le permitiera vivir la vida a su manera debía demostrar que no descuidaría sus obligaciones.

Aquel verano de primer curso de secundaria no era distinto, había vuelto a casa la misma tarde en que terminaron las clases y su vuelta no estaba prevista hasta la noche antes de volver a la escuela. Le gustaba pasar tiempo con su familia, pero también ansiaba pasar unos días como un estudiante de 13 años normal y poder hacer planes divertidos con sus amigos.

Los correos de Sakura hacían de su día a día algo más soportable. Habían empezado a escribirse las vacaciones de primavera de sexto de primaria. Sakura estaba nerviosa por la entrada secundaria así que le había pedido su correo para que la ayudara a aclarar algunos conceptos de algunas asignaturas antes de empezar el curso. Después de eso se hizo normal que se escribieran en vacaciones para ver cómo estabas hasta ser casi diario el intercambio de mensajes.

A esas alturas había renunciado a ser capaz de decirle lo que sentía. Había sido frustrante buscar mil maneras de decirlo y que al final ningún sonido saliera de su garganta cuando estaba solo frente a ella. Era un chico tímido y muy formal, plantarse frente a Sakura y decirle que la quería era algo casi imposible. Menos mal que Tomoyo había salido a su rescate, como siempre. La mejor amiga de Sakura había sabido animarlo, todos notaban que el chico estaba pasando un mal momento pero ni siquiera Sakura había conseguido hacerle sentir mejor. Tomoyo había adivinado el porqué de su actitud y había conseguido hacerle ver el camino de nuevo: si no era capaz de decirle a Sakura lo que sentía con palabras podía intentar hacérselo ver con gestos. Y aquello le volvió a sentir esperanza. Quizá tardara más tiempo que diciéndoselo directamente, pero podría demostrarle cada día sus sentimientos hasta que la alcanzaran.

Y desde aquel día, poco a poco, fue ganándose un sitio especial en la vida de Sakura. Se había convertido en su profesor particular, su amigo, su aliado y su confidente. Tomoyo estaba segura de que Sakura había comenzado a sentir algo por su amigo, pero era demasiado despistada para notarlo, y aquello hacía las delicias de Tomoyo, que aprovechaba cada oportunidad para ponerlos en un aprieto.

Aquellas vacaciones iban a ser diferentes, su madre había recibido una llamada desde Corea del Sur donde iba a celebrarse una reunión corporativa. El clan Li no era solo un clan mágico, poseía empresas por todo el mundo y en aquella ocasión debían discutir un asunto urgente. Yelan estuvo tentada de llevar a Shaoran con ella, pero aún era demasiado joven, en cuanto comenzara la educación superior a los 15 años pensaba hacerle partícipe poco a poco de los asuntos familiares, pero quería permitirle disfrutar unos años más.

Shaoran fue llamado al despacho de su madre, Yelan partiría al día siguiente y no estaría hasta después de que su hijo volviera a Japón.

— Aún falta para que vuelvas a clase en Japón. Me apena no poder pasar las vacaciones contigo, Xiao Lang.

— A mí también me apena, madre. Pero tiene responsabilidades que atender.

— Algún día esas responsabilidades serán tuya, Xiao Lang.

— Lo sé, madre.

— Pero por ahora estás libre de ellas y creo que sería un desperdicio que estuvieras aquí solo hasta tu vuelta. ¿Deseas volver a Japón y disfrutar de las vacaciones?

— ¿Me está dando permiso para volver, madre?

— Sólo si de verdad lo quieres, hijo.

— Me alegraría volver a Japón y pasar tiempo con mis compañeros, madre.

— Que así sea.

Shaoran no podía creer la suerte que tenía, podría pasar unos días con sus amigos antes de empezar las clases. Fue a su habitación a hacer las maletas, no sin antes mandar un correo.

En ese mismo instante Sakura recibía un mensaje mientras seguía conversando con Tomoyo después de la película.

— ¿Un mensaje nuevo? – preguntó Tomoyo suspicaz.

— Sí, es de Shaoran. – Terminó de leer el correo. - ¡Vuelve a Japón!

— ¿De verdad? ¡Es maravilloso!

En el mensaje solo dice que un par de horas sale el vuelo y que esta noche estará en Japón. ¡Estoy muy contenta! – Tomoyo podía ver el cambio en Sakura. Era imposible no ver lo que había entre aquellos dos.

— ¿Por qué no le dices que venga al festival de mañana?

— ¡Es verdad! Voy a escribirle ahora mismo.

— ¿Aún no tienes listo el kimono, verdad? ¿Por qué no vienes a mi casa? Tengo algunos diseños nuevos.

— ¿En serio? ¡Genial!

Tomoyo sabía que de no haber sido por Shaoran Sakura habría declinado su oferta y se habría puesto el mismo kimono del año pasado. No iba a ser ella la que se quejara de la predisposición de su prima para llevar sus diseños.

Shaoran vio el mensaje cuando ya estaba en el aeropuerto, Sakura lo citaba a las 4:30 en el templo Tsukimine para ir a un festival con Tomoyo y los demás. Sonrió. No esperaba volver a verla tan pronto.

Sakura no paraba quieta. Tôya la seguía con la mirada por toda la casa mientras limpiaba y ordenaba tarareando.

— ¿Se puede saber qué te pasa, monstruo?

— ¡No me llames monstruo! Y no me pasa nada. Sólo estoy feliz.

— Demasiado, diría yo. ¿Ha pasado algo interesante?

— Nada, por la tarde iré al festival con unos amigos y estoy feliz. Eso es todo. – Tôya iba a protestar cuando fue cortado.

— Deja a Sakura-chan en paz, Tôya. No está haciendo nada malo.

— Tú siempre la defiendes, Yuki.

— Solo porque tú eres demasiado malo con ella.

— ¿Verdad, Yukito-san? Siempre me está molestando. – Sakura agradecía que el novio de su hermano la defendiera.

Tôya aceptó su derrota y sonrió, no iba a mentir diciendo que no le gustaba ver a su hermana tan feliz, sólo le molestaba el motivo.

A las 4:15 llegó Shaoran al sitio de encuentro, estaba tan nervioso que decidió salir antes. Poco a poco fue llegando gente, compañeros de clase y compañeros del equipo de fútbol. Llegó Chiharu junto a Yamazaki y un minuto después Tomoyo, sólo faltaba Sakura.

Sakura llegó corriendo cuando faltaban dos minutos para la hora acordada, a lo lejos distinguió la figura de Shaoran y sintió todo su cuerpo ligero, sentía tanta felicidad que podría echarse a volar. Shaoran la vio unos metros antes de que llegara y le sonrió, Sakura no pudo evitar el impulso cuando vio la sonrisa y se le echó a los brazos. Shaoran consiguió reaccionar a tiempo y agarrarla, sorprendido. La abrazó por la cintura torpemente, muerto de vergüenza y con la mirada de Chiharu, Yamazaki y Tomoyo sobre ellos. Afortunadamente el abrazo sólo duró unos segundos y nadie comentó nada al respecto.

— Me alegro mucho de que estés aquí. – Dijo sinceramente Sakura.

— Shaoran solo atinó a asentir y a emitir un sonido de afirmación, no estaba seguro de poder hacer nada más. Aún notaba el aroma de Sakura en su nariz y no podía pensar con claridad.

— Por suerte el grupo comenzó a moverse y Sakura quedó ocupada con las preguntas y comentarios de las chicas sobre su Yukata. Shaoran no se había recuperado aún del primer golpe cuando llegó el segundo.

— … No te parece, Li-Kun? – preguntó Tomoyo.

— ¿Qué?

— Te preguntaba si te parece que Sakura está encantadora con este kimono. – Dijo Tomoyo. Se divertía sobre manera con aquellos dos.

— Oh… Sí… Sí que lo está. – Dijo tartamudeando y mirando al suelo.

— ¿Lo ves, Sakura-chan? Te dije que Li-kun apreciaría este kimono.

No le dio tiempo a dar las gracias al comentario del chico cuando este desapareció y entabló conversación con un compañero del club de fútbol. Sakura se quedó algo sorprendida y avergonzada, Tomoyo solo sonrió con entendimiento y decidió que ya había sido más que suficiente por ahora con aquellos dos.

Todos los chicos estaban disfrutando mucho del festival, habían comido, habían jugado y comprado dulces, ahora simplemente buscaban un lugar tranquilo donde ver los fuegos artificiales. Cada vez había más gente en el festival y Sakura acabó separada del grupo.

Buscó como pudo, pero el río de gente le impedía ir en la dirección que quería. Estaba desesperada por moverse pero la muralla de gente se iba haciendo más grande y su desesperación crecía. Estaba a punto de echar a llorar cuando sintió una mano en el hombro.

— ¿Shaoran-kun?

— ¿Estás bien? - dijo preocupado.

Por respuesta recibió un abrazo, el segundo que Sakura le daba aquel día. Esta vez pudo actuar sin tener las miradas de todos sobre él, pudo devolver el abrazo con tantas ganas como sentía. Rodeó la cintura de su amiga con las manos y la atrajo hacia sí. Sakura le rodeó el cuello con los brazos y escondió la cara en su cuello. Esta vez duró más que el anterior porque Shaoran se negaba a debilitar el agarre. No fue hasta que un señor tropezó con ellos que no volvieron a la realidad.

— Gracias por venir a por mí. – dijo Sakura.

— Bueno, era más fácil así. Yo puedo sentir tu aura. – Dijo avergonzado. - ¿Volvemos con el resto? – Iba a empezar a andar cuando Sakura le agarró la muñeca.

— ¿Puedo cogerte de la mano? No quiero volver a perderme.

— Cla…Claro.

Shaoran la cogió por la muñeca, por encima de la tela del kimono, y comenzó a andar. No creía estar preparado para ir de la mano con Sakura sin ponerse cardíaco, pero su amiga tenía otra idea. Sakura tiró un poco de su brazo haciendo que su mano se escurriera hasta quedar entre los dedos de Shaoran. Cuando el chico lo notó volvió la mirada.

— Así es más cómodo. – Obtuvo como respuesta.

Así aparecieron ante el resto, cogidos de las manos. Shaoran miraba a cualquier punto lejano de sus dos manos entrelazadas intentando ocultar el sonrojo y Sakura parecía algo perturbada, pero en cuanto vio a Tomoyo se lanzó a sus brazos.

El grupo había encontrado un buen punto donde ver los fuegos artificiales y se prepararon para verlos. Sakura estaba al lado de Tomoyo y Naoko y Shaoran estaba más alejado junto a Yamazaki y otros dos compañeros de clase. Por alguna razón los fuegos artificiales no atraían su atención lo suficiente y desviaba su mirada hacia Shaoran de vez en cuando.

Estaba muy contenta de tener allí a su amigo, ahora podría disfrutar plenamente de las vacaciones de verano. Durante el curso pasaban tiempo juntos y algunos fines de semana hacían planes todos juntos, pero siempre que llegaban las vacaciones se entristecía al pensar que su amigo estaría lejos una temporada, debía admitir que cuando empezó a escribirle correos lo hizo para que su amigo no se olvidara de ella durante las vacaciones y quizá con un poco de miedo de que si no lo hacía Shaoran no volvería a Japón. Pero su amigo siempre le respondía y volvía a Japón al empezar las clases.

No entendía por qué se sentía tan nerviosa aquel día, estaba siendo más impulsiva de lo normal. No era la primera vez que abrazaba a Shaoran, claro, incluso se había quedado dormida en sus brazos más de una vez. Seguramente sería la alegría de saber que iba a pasar unas vacaciones de verano muy divertidas.

Justo cuando los fuegos estaban por acabar la mirada de Shaoran encontró la suya que lo había estado mirando los últimos minutos. En cuanto hicieron contacto Sakura desvió la mirada avergonzada. ¿Por qué se avergonzaba? No era tan raro, solo debía haberle sonreído, no apartar la mirada. La gente empezó a moverse y Sakura decidió ignorar lo que acababa de pasar.

Por suerte Shaoran no comentó nada al respecto y siguieron la velada sin problema. Antes de volver a casa Chiharu sugirió montar en la noria y todos aceptaron. El encargado les advirtió que debían subir por parejas, Chiharu y Yamazaki subirían juntos, Tomoyo miró suspicazmente a Naoko y esta le preguntó si quería que subieran juntas, lo que dejaba a Sakura y Shaoran como última pareja.

Sakura intentó sonar lo más normal posible cuando vio a Shaoran parado ante el banco, lo cogió de la mano y le animó a subir con ella. Casi agradecía que se hubiera presentado la oportunidad de volver a coger la mano de su amigo, aunque la soltó cuando la noria se puso en marcha. Quizá el gesto no era cómodo para su amigo.

Shaoran era una persona de pocas palabras, así que muchas veces se quedaban en silencio cuando Sakura no entablaba conversación. En aquella ocasión Sakura sentía que tenía que decir algo, cualquier cosa, para romper la tensión, tensión que solo ella notaba. Cuando la noria estaba subiendo el ruido del viento y del matsuri hacía difícil escuchar la respuesta que Shaoran le daba a la pregunta que acababa de hacerle. El chico intentó hablar más alto pero aun así era difícil escuchar nada. Sakura intentó acercarse más a su amigo pero la tela de su yukata resbaló en el asiento de metal y acabó pegada al cuerpo del chico.

Shaoran no pudo esconder el sonrojo, ¿qué le pasaba hoy a Sakura? Primero lo abrazaba no una, sino en dos ocasiones; lo había tomado de las manos otras dos y ahora se pegaba a su cuerpo. No iba a quejarse, eso seguro, pero estaba empezando a hacerse ilusiones y no quería hacer nada innecesario que acabara con su amistad solo por una suposición.

A Sakura no se le ocurrieron más temas de conversación, se quedó en blanco. Miró a Shaoran, pero su barbilla estaba apoyada sobre la mano mientras miraba hacia el lado contrario. Sentía los músculos tensos en las zonas donde ella estaba apoyada, ¿Le pasaría algo? Quizá le dieran miedo las alturas… No, imposible. Habían estado en sitios más altos mientras cazaban las cartas clow y nunca había notado nada al respecto. Quizá tuviera frío… No, era pleno agosto y las temperaturas eran altas aún por la noche. Otra opción es que estuviera incómodo, sería mejor volviera a su sitio. Intentó moverse, pero no era fácil en un sitio como aquel, Shaoran respondió a su movimiento acomodándose mejor para que el cuerpo de Sakura quedara acomodado al suyo. Si Shaoran estuviese incómodo no se movería para que estuvieran más cómodos, ¿Verdad? Sakura decidió dejarse ir. No parecía que su amigo estuviese incómodo, quizá algo avergonzado, pero le estaba señalando con su lenguaje corporal que a él también le gustaba aquella posición.

Sakura no era de las que pensaban las cosas demasiado, más bien era impulsiva y algo despistada. Si Shaoran le había dejado ver que no le molestaba la cercanía no tenía ninguna razón para volver a su lugar. Se dejó llevar, cerró los ojos y apoyó la cabeza en el hombro de su amigo. Se sentía increíblemente bien, sentía un calor en el corazón difícil de explicar pero muy agradable. Era incluso más intenso de lo que había sentido cuando Yukito le sonreía, el cariño que sentía por su amigo era sincero y fuerte. Tomoyo y Shaoran eran las personas más importantes de su vida fuera de su familia, sentía por ellos dos un afecto sincero, aunque no podría decir que sentía lo mismo por ambos.

Tomoyo había sido su pilar desde que la conoció en primaria, su mejor amiga, aún se maravillaba al ver que una chica tan inteligente, talentosa y bondadosa fuera su amiga. Haría cualquier cosa por verla feliz, y sabía que pasara lo que pasara siempre serían las buenas amigas que eran en ese momento. Pero nunca había sentido aquella calidez cuando su amiga la abrazada, o paseaba con ella de la mano, ni siquiera cuando dormían abrazadas en primaria.

Pero no sentía que aquello significara que el cariño que sentía por Shaoran fuera más fuerte que el que sentía por Tomoyo, los quería por igual, aunque no de la misma forma. Parecía comenzar a intuir que el elemento diferenciador que había entre ambos era que lo que sentía por su amigo era más similar a lo que sintió por Yukito que a lo que sentía por Tomoyo. Estaba a punto de hacer la última conexión entre aquellos pensamientos cuando la voz de Shaoran la sacó del trance.

— Sakura…

— Aha… - Dijo sin abrir los ojos.

— Tenemos que bajarnos.

— ¡¿Hoe?! – Esta vez sí abrió los ojos.

Enfrente suya estaba el encargado de la atracción mirándolos con impaciencia, además de Tomoyo grabando la escena mientras miraba pícaramente.

Sakura se bajó de un salto de la atracción, sentía la cara arder y el corazón a mil por hora. Se acercó torpemente a Tomoyo para intentar disimular.

Es genial ver todo desde arriba, ¿Eh? Lo ves todo: los árboles, la escuela… - así comenzó la retahíla de Sakura para intentar disimular su nerviosismo.

Tomoyo la dejó hacer, le gustaba poner en aprietos a aquellos dos, pero nunca presionaba más de lo que creía necesario, y esta ocasión era una que pedía que se pretendiera no haberse dado cuenta de nada. Por otro lado Shaoran estaba a punto de cortociruitar, había pasado diez minutos con Sakura apoyada en su pecho, y todo por la iniciativa de ella. Aún sentía el calor del cuerpo de la chica en su costado. Sería afortunado si conseguía terminar el día sin un ataque al corazón.

El grupo caminó junto de vuelta a casa hasta el parque pingüino, comenzaron a despedirse unos de otros sin mucha prisa, charlaban de cualquier cosa cuando Naoko preguntó a Sakura:

— No falta mucho para volver a la escuela, ¿Has hecho los deberes, Sakura? – Todos sus amigos sabían de la actitud despistada de la chica.

— ¿Deberes? ¡Hoe! No, aún no los he hecho. ¿Son muchos? ¿Me dará tiempo a hacerlos?

— Son más que en primaria, deberías ponerte a ello. – Comentó divertida Chiharu.

— ¿Por qué no lo hacemos juntas? – pidió casi suplicante Sakura.

— Los terminé al principio de las vacaciones, lo siento – dijo Naoko.

— Iba a hacerlos con Takashi en su casa estos días. – Ante la mirada decepcionada de su amiga añadió – pero puedes venir, si quieres.

— No, no. No quiero entrometerme, los haré con Tomoyo, ¿Verdad? – preguntó dirigiéndose a su amiga.

— ¿No te acuerdas? Mañana me voy de vacaciones con mi madre.

— ¡Es cierto! Los haré sola. – Dijo algo desanimada.

— ¿Por qué no le preguntas a Li-kun? – dijo perspicaz Naoko.

— ¿Shaoran-kun?

— ¿Pasa algo? – Respondió el chico, que estaba conversando con Yamazaki unos metros más allá.

— ¿Has hecho los deberes de verano? – preguntó Tomoyo.

— He empezado algunos, pero no he terminado aún.

— ¿Me ayudarás? – preguntó enérgica Sakura.

— ¿Con los deberes? Está bien.

— ¿Quedamos mañana? – Preguntó Sakura con más énfasis de lo normal.

— Mañana tenía pensado limpiar el apartamento y deshacer las maletas – La mirada triste de Sakura no se hizo esperar – Pero podemos hacerlos pasado mañana, ¿Te parece bien? – No podía negarle nada a esos ojos.

— ¡Genial! Puedes venir a mi casa, prepararé un pastel para agradecerte la ayuda.

— No hace falta – respondió sonrojado.

— Pero quiero hacerlo.

Después de dejar todo cerrado se despidieron. Yamazaki, Chiharu y Sakura iban en una dirección y los demás en otra.

Tomoyo aprovechó que Naoko estaba unos pasos por detrás hablando por teléfono para acercarse a Shaoran.

— ¿Has disfrutado del día? – Preguntó.

— Mucho. – Shaoran siempre respondía con una sola palabra si podía hacerlo.

— Es comprensible, cuando Sakura es tan atenta es imposible pasarlo mal. – Dijo entre risas. Por respuesta solo obtuvo un sonrojo y un gruñido. – Creo que es el momento de que cambies de estrategia.

— ¿A qué te refieres?

— Hasta ahora has limitado a demostrarle a Sakura lo que sientes con gestos, y parece que ha funcionado. Creo que Sakura está empezando a darse cuenta de sus sentimientos, y quizá sea el momento de ser más directo con lo que sientes.

— ¿Directo? Sigo sin ser capaz de declararme. – Dijo apenado.

— No tiene por qué ser una declaración, quizá comentarios más directos sobre lo especial que es para ti. Algo intermedio entre no decir nada y declararte. – Shaoran pareció pensárselo.

— ¿Crees que servirá de algo?

— Claro que lo creo, si no no te lo diría. Sakura es muy despistada, aunque se esté dando cuenta de que lo que siente por ti no es solo amistad va a necesitar mucho tiempo para entender sus sentimientos. Sin embargo, si tú la fuerzas a enfrentarse a esos sentimientos será más rápido.

— ¿Por qué estás tan segura de que siente algo por mí? – Llevaba haciéndose esa pregunta desde que habían comenzado a hablar.

— Porque la conozco. Es mi mejor amiga y la conozco mejor de lo que ella piensa. Desde que supo que volvías ha vuelto a ser la misma Sakura de siempre.

— Quizá no le guste tanto como le gustaba Yukito-san y por eso no se da cuenta. – Aún le dolía recordar lo que Sakura sentía por el ahora novio de su hermano.

— Al contrario, Li-kun. Estoy segura de lo que Sakura siente por ti es mucho más fuerte de lo que sintió por Tsukishiro y por eso le cuesta tanto entenderlo.

Gracias por apoyarme.

— Haría cualquier cosa por ver a Sakura feliz. Además, tú también eres un buen amigo, Li-kun, y nada me hace más feliz que saber lo felices que seréis juntos.