NOTA ACLARATORIA:
Lamento los inconvenientes que mis palabras pudieran causarles. Como algunos de ustedes se darán cuenta, existe otro fic en fanfiction y otros sitios en la red con demasiadas similitudes con este fic, comenzando con el inicio en Año Nuevo, continuando con algunos diálogos entre los protagonistas, escenas de rescate y persecución, y rematando con una crisis de salud, todo con la misma fecha de ubicación en la cual sitúo mi fic. Ese otro fic todavía continúa en proceso.
Si bien es cierto que en el candymundo la cantidad de fics es tan elevada que pudieran ocurrir casualidades de escenas que se repiten entre uno u otro trabajo, las semejanzas entre ese fic y el que leerán a continuación ocurren en el mismo marco de tiempo y con demasiada frecuencia para ser pura coincidencia. Lamentablemente, no puedo acusar a la escritora de plagio pues se las ha ingeniado para redactar las escenas obtenidas de mi trabajo con sus propias palabras y asignando otro nombre a los personajes, dando la impresión de que estuviera dándoles un toque personal, y es notable que también se está basando en algunos instantes de REEV(por ejemplo, las escenas con los médicos en los hospitales, y los bailes entre los protagonistas), y de igual modo reestructura esta historia y la mía para armar su historia.
Sin ánimo de quitarle fanáticas, ni de crear una absurda competencia, es mi deber aclarar que mi historia no constituye una adaptación de otros fics, y el contenido, basado en Candy Candy, es original de mi autoría. Comencé a escribir el mismo el 5 de noviembre de 2009, lo publiqué como trabajo inédito el 1ro de abril de 2010(algo que la otra escritora pretendió hacer con el suyo en el mismo foro un año después), y terminé de escribirlo el 28 de enero de 2011. Días después de que yo hubiera publicado mi fic como trabajo inédito, esta persona comenzó por primera vez a publicar su fic en el foro que frecuenta, de ahí mi comentario de que su trabajo no era inédito cuando intentó publicarlo como tal en el 2011.
Mi mayor desilusión es saber que esta chica sí cuenta con el talento y elementos necesarios para presentar trabajos de altura, por lo que no tiene que recurrir a algo tan deshonesto como remendar varios fics en uno y alterarlos para publicarlos como un trabajo original. Repito, no es mi intención restarle admiradoras pues cada quién decide qué quiere leer y qué no, pero también defiendo la pureza de mi trabajo que tanto esfuerzo y tiempo me ha costado, y que he realizado con mucho cariño.
Sin más preámbulos, les presento mi historia. El prólogo es desalentador, pero mantengan la fe ya que me gusta dar sorpresas, y muy agradables… el final será feliz. ¡Gracias por su apoyo! Saludos…
¡Hola a todos! El siguiente es un terryfic para adultos. No lo considero un trabajo hentai aunque incluye escenas de amor y entrega, situaciones de guerra, y una muerte por causas naturales. Les anticipo que el prólogo y el último capítulo les causará una fuerte impresión, pero confíen en mí, me gusta dar sorpresas, ¡así que no dejen de leer, pase lo que pase, hasta la última palabra del epílogo! Saludos, y espero que les guste… gracias por leer
DECIR ADIOS
Una historia de Candy White y Terry Granchester
Por
Astrid Ortiz
(Eiffel)
CANDY CANDY es una historia original de Kyoko Mizuki y Yumiko Igarashi, 1976, y producida para televisión por TOEI ANIMATION, 1977. Este fic ha sido creado sin fines de lucro y sólo para fines de entretenimiento.
PROLOGO
Estaba muerta. Muchos de sus pacientes alegaban haber regresado del más allá, y aunque en un principio no había creído a ninguno de ellos, ahora se aferraba a cada una de esas anécdotas como si fueran parte de un libro sagrado. Pero ya era tarde: unos segundos atrás la joven enfermera había dado un último suspiro, y a su lado se encontraba alguien que sin remedio se había convertido en una de las personas más importantes de su ya culminada vida. Ahora batallaba contra una nube de luz que la cegaba y le impedía continuar… ¿adelante? ¿Qué se suponía que hiciera en estos casos? Rió como nunca antes, deseando haberlo hecho hace mucho tiempo. Después de todo, una misma persona no muere todos los días… rió más fuerte ante el absurdo de permanecer en ese limbo que debiera aterrorizarla en lugar de hacerla bromear. '¿Cuándo fue la última vez que me burlé de mí misma sin exigirme demasiado?', cuestionó en su interior, '¿O es que acaso esto sucede a todos cuando les llega su hora… sentirse más felices cuando mueren?'
Poco a poco su vista se iba aclarando, y al abrir los ojos cuan grandes eran, alcanzó a ver una silueta masculina situada justo de espaldas a la incandescente luz, y le pareció ver que extendía uno de sus fornidos brazos en dirección a ella, en señal de invitación. La chica no estaba segura de querer caminar hacia él, y trató lo más que pudo en reconocer las varoniles facciones, y de inmediato observó unos enormes y oscuros anteojos bajo un espeso cabello color azabache. Ella caminó hacia él sin percatarse que lo hacía a tal punto que casi estaba corriendo. '¿Por qué no tengo miedo?', se preguntaba una y otra vez. '¿Será posible, Padre Celestial, que me encuentre a un paso de Ti? Si es así, nunca antes había estado mejor; ¡voy hacia Ti!'
Se encontró frente a frente con el sonriente chico de los anteojos, quien sólo se hizo a un lado, instándola a continuar su marcha hacia la luz que cada vez se hacía más brillante. Sin pensarlo dos veces, ella prosiguió su camino, y cuando ya creía haber llegado al final del mismo no hubo nada; sólo luz y más luz. Volteó para pedir una explicación al moreno de los anteojos, pero éste se había marchado. '¿Dónde habrá ido?', pensó. 'Sólo hay un camino recto, y es el que he seguido hacia la luz. ¿Qué está pasando?'
Dio un brinco al sentir el contacto de una mano sobre uno de sus hombros. Al girarse, otro chico mostraba una blanca sonrisa que sólo era opacada por unos cabellos dorados como el sol y unos resplandecientes ojos azules… y debajo de él, un sendero de rosas blancas se extendía hasta llegar a lo que parecía ser un portal, también de rosas, que permanecía oculto bajo los rayos luminosos. La joven comenzó a temblar de emoción como preludio al nuevo plano al cual habría de pasar… y fue entonces cuando el angelical muchacho de los ojos azules como el cielo apuntó hacia el portal, mientras que con el otro brazo casi la empujaba para hacerla avanzar. Sin titubeos, ella se detuvo frente al umbral de rosas, y un último pensamiento atravesó su mente. Terry… la mejor sorpresa de su vida… y también la más triste. Decir adiós a Terry Granchester había sido lo más doloroso de su partida, pero otros brazos lo esperaban para cobijarlo, y sólo era cuestión de tiempo antes que Terry alcanzara la felicidad en esos brazos. Para su alivio, su rival le había prometido buscar la manera de hacerlo feliz, y ése era su mayor consuelo.
Atravesó el portal, esperando con ello recibir la bienvenida de otros ángeles, mas nada ocurrió; y antes que pudiera darse cuenta, sus pies habían dejado de tocar tierra y se encontraba flotando en el aire. Escuchó risas provenientes de abajo, así como muchas lágrimas, casi todas conocidas, y sintió un nudo en la garganta al verse impotente para ayudarlas y servirles de apoyo; pero en el fondo, estaba segura que todos sus seres queridos estarían bien tarde o temprano, y no estaba en sus manos cambiar el curso de sus destinos. Sin saber qué hacer, quedó inmóvil en el aire, conteniendo el impulso de mover las piernas de un lado a otro por temor a caer.
Escuchó un silbido a sus espaldas, y al darse la vuelta los dos ángeles la contemplaban con toda naturalidad; y sin proferir palabra alguna, ambos transmitieron lo que ella necesitaba escuchar: 'Déjate caer…sólo así podrás unirte a nosotros.'
'¿Dejarme caer?', preguntó la estupefacta chica, también con la mente. '¿Y eso para qué?' Sintió temor ante el abismo que se abría debajo de ella, y por un instante pensó que todo era una locura, que no podía ser cierto que debía caer al vacío para llegar al Ser Supremo. Entonces recordó las voces, alegres y desoladas, de aquéllos a quienes más quería, y concluyó que los planes de Dios eran irrevocables, y que no le quedaba más que ser testigo de cómo El orquestaba el orden del mundo. 'Adiós a todos', dijo, y mientras extendía los brazos hacia adelante, dejándose caer al fondo de lo desconocido, se despidió una última vez: 'Adiós, Terry.'
