Es el tercer día desde lo ocurrido con Sanctus y su orden de lunáticos. Fortuna se encuentra serena, silenciosa y en buenas manos…por el momento. Dante, Trish y Lady ponen manos a la obra cuando reciben la noticia de un encuentro de alguien "especial". Las campanas suenan y la multitud de gente se desparrama en toda la calle principal cubiertas de telas carcomidas y parchadas con la habilidad de un sastre experto. Caminaban a paso lento y arrastrando los pies hasta que unos engendros aparecieron para atormentarlos despiadadamente con sus cuchillas y apariencia aterradora. Inmediatamente las personas vociferaban del miedo y huían espantadas. Algunos acorralaban niños y mujeres con el fin de hacerlos sufrir lentamente en las llamas del infierno. Un estruendo a la lejanía dejó a los espantapájaros demoníacos pasmados, con la mirada fija en aquellas siluetas que se dibujaban en lo alto de algunas construcciones. Un disparo más entre ojo y ojo al engendro que atacaba a una mujer, convirtiéndolo en polvo y basura, liberándola así de aquél horror con una mujer rubia acompañándolo con varias gatilladas a diestra y siniestra. Regalando balas a todos los demonios presentes. Como la cereza del postre, un misil entre medio de todos para acabar con la pesadilla que atormenta a Fortuna.
–Creo que la fiesta comenzó sin nosotros –Acotó el peliblanco recargando al arma de marfil sobre su hombro.
–Já, a esto le falta rock– Agregó la humana a lo ante dicho por el cazador demoníaco– Los invitados se fueron, es decir, los hicimos que se fueran–Comentó, posando su brazo sobre la punta de su bazuca erguida sobre el s
Trish delineaba sus labios con lápiz labial rojo carmesí, brillante y bastante notorio. Alguien los miraba desde abajo, expectante y sin gesticular ninguna palabra. Sólo los miraba bajo la sombra de un telar grisáceo. Dante suponía que ese ser no era ninguna persona normal, tenía algo que lo incomodaba. Apretaba los puños, nervioso en un intento en vano de adivinar de quién se trataba pero aquél hombre sólo bajó la mirada y caminó hacia donde había estado la Orden de la Espada. El caza demonios lo siguió a las espaldas. Presentía que ese hombre ya lo conocía desde hace tiempo o aún más, formaba parte de sus conocidos desde que nació.
Ambas mujeres sonrieron y se dejaron caer a las calles, golpeando fuerte y en seco con sus botas y zapatos entaconados pero manteniendo la sutileza al reincorporarse nuevamente. Fijaron la mirada en el demonio con el cual trabajaban, se hallaban curiosas por desenmascarar aquél sujeto. Dante, insistente con saber cuál era su identidad, trotó sonriente y en estado de alerta hacia él. Posó su mano sobre el hombro ajeno, logrando que el sujeto volteara con lentitud. Las palabras de su boca quedaron calladas al observar que poseía algo que resultaba familiar: la espada de su padre, Force Edge. La misma con la que el sujeto golpeó el estómago del albino para luego propinarle un puñetazo en el rostro que lo mandó a volar lejos y con una caída arrasadora contra el pavimento. Lady, enmudecida por aquella acción, dedujo que ese sujeto se trataba nada más ni nada menos que Vergil, el hermano gemelo de Dante.
–Nos volvemos a encontrar, Dante– Mencionó quitándose de encima ese molesto telar que opacaba su visión y reacomodando sus cabellos hacia atrás– Qué inesperada visita, ¿No crees?
–Já, claro, hermano. Si hubiese sido otra persona hubiese estado mejor– Respondió, sentándose en el pavimento con los brazos sobre sus rodillas y la cabeza en alto. El gesto ajeno demostraba desprecio por lo antes dicho, y la sensación de acabar con su vida era tan intensa que casi se le vuelve imposible de controlar pero se limitó a burlarse por igual.
–Me hubiese gustado quedarme a cenar pero tengo planes que llevar a cabo como para perder tiempo con un infante– Se le dibujó una media sonrisa pero al instante se borró. Lentamente volteó, sin quitarle la mirada de encima a su hermano tan odiado. Éste tomó carrera empuñado la espada y dando un corte ligero y letal. Vergil no dejaría vencerse tan fácilmente, por lo que dobló su cuerpo pasando la hoja mortal por sus narices y con un tajo por parte de su espada logró apartarla bruscamente. Lady quiso cooperar pero Dante la detuvo, eso era entre ellos dos.
–Acabemos con esto de una buena vez por todas, Vergil. ¿Qué es lo que andas buscando ahora?– Le apuntaba agresivo, molesto y masticando rabia con su espada en mano, rozando el suelo.
–Vine a por alguien, una persona que dejé atrás hace mucho–Contestó, serio, frío y distante. Ni siquiera lo trataba de hermano, era alguien ajeno. Una molestia como cuando una piedra irrumpe en tus zapatos– Son mis asuntos. Mantente al margen de todo, Dante. Esto no te incumbe en lo absoluto.
– ¿Tan importante es? ¡Vamos! De seguro vienes a molestar con tu locura de obtener más poder. Ya te lo he dicho…–En ese instante, el semi demonio de azul canalizó sus poderes en la espada de su padre que portaba en su izquierda. Con un rápido movimiento de brazos dio dos sablazos al aire que quedaron concretados en potentes cortes. El contrario pudo evadirlos fácilmente con un salto en giro donde pasaría por entre medio de ambos ataques sin sufrir daño alguno. Al finalizar con su danza aérea, cayó entrecruzando sus pies y aplaudiendo como si fuese un baile. Esto molestó al contrario, tanto que no tuvo más opción que atacarle con otro sablazo que inmediatamente fue bloqueado por Dante con su respectiva espada y en ese contacto mínimo con los ojos ajenos continuó con sus palabras–…nunca serás como nuestro padre.
–Pierdes tu tiempo tratando de convencerme, hermano– En ese momento un silbido junto a una explosión capta la atención de ambos. A toda velocidad llegaba un misil para separarlos a la fuerza. Un corte vertical por parte del caza demonios y uno horizontal de su hermano bastó para partir en cuatro partes a la bala, repartiéndola como baraja de cartas sobre el pavimento. De repente Vergil propinó un corte diagonal desde abajo el cual Dante inmovilizó con su arma y de contra ataque azotó al peliblanco de azul con un salto y un tajo en picada. Él no se quedó de brazos cruzados y mucho menos dejarse matar por un débil según su ideología. Absorbió ese ataque con el filo de su espada, la cual estalló en chispazos al contacto con la ajena. El odio entre ambas miradas reflejadas en las hojas de las armas, intensificando su fuerza con tal de acabar con el otro aunque eso signifique la muerte. Lady frunció el entre cejo mascando rabia por lo que disparó dos misiles que iban directo a los cuerpos de los semidemonios. Estos dos empujaron sus cuerpos con las espadas saliendo deslizados por el pavimento con los misiles tras ellos. Cuando finalmente los alcanzaron, Vergil cortó en miles de pedazos al misil mientras que su gemelo sólo se montó en él para salir patinando por los aires y luego lanzarlo al vacío, el cual acabaría con una explosión como fuegos artificiales. Estancado, mirando silencioso y con total cuidado cada movimiento de los hijos de Sparda, se hallaba una silueta en la cruz de la iglesia. Era bastante alta y estaba oculta de pies a cabeza con un sobretodo negro oscuro como las noches en Fortuna. Sólo se hallaba allí, sin moverse, sin hacer ni el más pequeño movimiento y en silencio total. Alzó la vista para mirar a las dos mujeres que, en vano, intentaban apaciguar a ambos demonios.
–Qué agradable reunión familiar– Murmuró luego de exhalar con pesadez el aire denso que inundaba su pulmones–Sólo falto yo…–Con una voltereta en reversa bajó del lugar y escapó corriendo de tejado en tejado.
