Quítame la respiración

Capitulo 1.- Etiqueta.

"Shaoran"

El Enterprises Li Coffee estaba doblando la esquina, la pronunciada calle llena de charcos por la lluvia, sorprendentemente no hacía mucho frió como para tener una chaqueta extra. Suspire.

Me gustaba cuando no tenía nada que hacer aquí, era más divertido cuando de niño venia jugar en la silla ejecutiva de mi padre.

A mis veintitrés años y con la carrera que tenía todo esto era una mierda. Estacione el auto en aquel lugar exclusivo para el dueño y director ejecutivo del lugar, subir aquel elevador en compañía de mi hermana menor Fanren, ella apenas tiene veintiún años, por las edades somos los únicos que tienen el privilegio de estar aquí. Eso de tener cierto privilegio con el porcentaje de las acciones de la empresa más aparte eso de ser los socios mayoritarios.

Para como están las cosas a saber si tenemos aún el fideicomiso. Bueno yo lo tengo gracias al cielo, no lo he invertido en nada, aun espero tener la oportunidad de poder salvar la compañía de mi padre.

La sala de juntas impecable como siempre, de hecho, más llena y fría que de costumbre. El café aun estaba en las tazas de todos, sin un sorbo por ninguno. Las dos sillas a cada costado de mi padre estaban vacías, destinada a Fanren y a mí.

—Primero que nada, gracias a todos por estar aquí— dice mi padre, Hien Li, un hombre de más de cuarenta años que últimamente tiene más canas en su barba junto a la tez más morena a diferencia mía.

Dicen que nos parecemos, yo lo dudo mucho. Soy más bien pálido, ojos como el chocolate y cabello castaño. Y si físicamente no nos parecíamos mucho menos en la forma de pensar y en todo caso, mejor no hablar de los ideales.

—Como saben ya, la situación crítica de nuestra compañía cada día está cayendo más y más, la oportunidad para salvar a Li Enterprises Coffee es a menos de seis meses, al hacer esta inversión con nuestras acciones de por lo menos un cinco por ciento de cada uno de nosotros podríamos seguir a flote hasta estabilizarnos pero…

—Kinomoto se ha negado— interrumpe mi hermana quien al tener el carácter de mi padre servía mucho más que yo. Es algo así como el alter ego.

—Su idea es absorber y vender en partes— digo para no quedarme atrás con mi hermana, esa idea de ser la cabeza de la familia por ser el hombre es meramente machista pero así son las cosas.

Esto iba y tenía que ser mío.

A como de lugar.

Todos suspiran, murmuran, hacen gestos.

—Todos a favor del dialogo— dice mi padre más bien afirmado.

¿En qué parte me perdí?

La jodida junta ya había terminado y yo ni cuenta me di.

—Todos regresen a trabajar— ordena Hien Li como si fueran casi sus últimas palabras, como si fuera su último suspiro —, todos menos ustedes dos.

Nos dice mirándonos y señalándonos a mi hermana y a mí. Me molesta cuando hace eso. Lo ha hecho desde que soy un niño, desde el momento en que decidió hacer las cosas que hizo con mi madre, tomando esas malas decisiones y si lo ha hecho desde que soy pequeño lo seguirá haciendo ahora de grande hasta el día de su muerte.

O la mía.

El día había pasado tan rápido que apenas puedo recordar la rápida junta, la plática superflua sobre que Kinomoto iría a cenar y que era un hijo de puta que tendríamos que alabar a cualquier situación y de cualquier manera.

Eso de humillarme por alguien no es lo mío así que no estaría de más llegar tarde.

—Está desesperado — me dice Eriol quien bebía su cerveza como si fuera agua.

Entonces nuevamente mire al exterior, analice el lugar en el que estaba: un perfecto bar, la alfombra roja, personas con sus amistades degustado de un buen vino, escuchando a la chica de cabellos negros, piel blanca como la leche, ojos azules, hermosa como ninguna. Su voz, vaya, un total estilo de Jessie J.

Últimamente estábamos aquí cada semana por capricho de Eriol quien juraba y perjuraba que en algún momento le hablaría y seria su "felices para siempre".

Love letter—dijo en susurro —, pedí esa canción esta mañana antes de pasar por ti — suspira mientras ve partir a la joven chica quien agradecida por los aplausos se sienta en una mesa de al parecer sus amigos, normalmente nunca canta para nadie en especial pero esta vez siempre estuvo mirando a ese grupo en especifico, seguramente estaría su novio.

Eriol se negaría a creer eso.

—Quiere que conozcamos a la familia de Kinomoto, obligarlo a que no compre…

—Su legado— me repite Eriol quien como por sexta vez hace el pedido de otra cerveza, tal vez por su sangre británica, ellos la toman como si fuera jugo.

Asiento torciendo los labios, la simple idea me parecía repulsiva, de igual manera el hombre lo haría y no le importaría dejarnos en la calle.

—Yo entro— dice —, siempre y cuando sea sólo el cinco por ciento.

—En ese caso vamos— digo dejando un par de billetes en la mesa pagando la cuenta —, de todas formas jamás le hablas.

Entre risas y chistes al bajar de la limusina Eriol parecía distraído, después del bar hicimos una pequeña parada para ver a las jóvenes golfas que se pasean en las calles, tal vez la canción de fondo como película de terror, la opera del Ave María más fuerte y más viva de lo que jamás la habíamos podido escuchar.

No habían más de la cuenta, mi familia completa, la familia de Kinomoto y bueno, por supuesto la misma chica que canta en aquel Bar "Pink Palace" en la sala principal al lado del piano con un vestido blanco entallado cantando a todo pulmón el Ave María.

¿Eriol?

Él ni siquiera cerraba la boca.

El hombre vestido de pingüino me ofrece una copa de vino blanco como a todos y veo de reojo a mi padre, quién con orgullo miraba al mismo Fujitaka Kinomoto, el hijo de puta que quería dejarnos en la ruina.

— ¡Perfecto!— aplaude mi padre seguido de aplausos de los demás, por supuesto Eriol fue el segundo que los siguió y yo apenas si moví las manos por la copa de vino que tenía.

—Gracias— dice la joven quien tímidamente, tomando una copa de vino, se coloca al lado de la familia, más especifico de una joven de cabellos que le llegan a los hombros de color arenoso y ojos verdes, bonita no lo puedo negar pero no comparada con la belleza de la cantante.

Tomoyo Daidouji, cada miércoles y sábado veo su nombre anunciado en el estante de la entrada del Pink Palace. Una chica de aspecto dramático, bohemio, una mentirosa seguramente.

Nada es lo que parece con personas salidas de ese lugar de muerte.

—Kinomoto, tu sobrina tiene una voz increíble— elogia mi padre.

Más hipócrita, sí aun puede serlo.

—Li, no puedo estar más de acuerdo contigo, aunque apenas es una novata, sé que puede con un reto aun mayor.

¿Una cantante profesional?

¿Mundo del espectáculo?

El show debe continuar.

Reí.

Hien Li no tiene buenos ojos para los paparazzi de la gente poderosa empresaria, mucho menos a los que viven del show, el hombre se aferra a la vida antes que ver a uno de sus hijos en el mundo raro ese.

—Los cantantes buscan dormir en buenos hoteles y eso es lo que yo le puedo ofrecer a cualquier parte del mundo que ella quiera ir. — me dice Eriol al mismo tiempo que le da un sorbo a su copa.

—Le puedes dar eso y más— digo tratando de aguantarme una carcajada.

—Quisiera presentarte a mi hijo mayor, Kinomoto— dice Hien levantando su mano para que acercara a él. Menos mal y no nos habían escuchado.

A veces mi padre me avergüenza tanto.

El hombre no se veía malo, todo lo contrario; su semblante era demasiado tierno, noble, eso me hacía dudar, realmente no puedo conocer a todas las personas, debo admitir que lo odio, odio no tener y poder ejercer el control en todo lo que yo quiero.

Estoy mal acostumbrado pero para eso me educaron, son emociones que no me enseñaron a controlar.

—Li Shaoran —digo haciendo una pequeña reverencia digna de la educación oriental.

—El joven heredero— dice Fujitaka haciendo la misma reverencia que yo, sin dejar de mirarme a los ojos, sin dejar de sonreírme.

Nadie es tan bueno.

—Futuro, futuro heredero— dice mi padre quien trataba de recalcar que la empresa no se vende ya sea entera o en pedazos.

—Tenemos que hablar de eso Li, la decisión puede cambiar no tengo duda de eso, incluso podemos unir, fusionar nuestras empresas pero tampoco te obligare dado que es tu legado y te gustaría mantenerla tal cual, hay que hablar estoy de acuerdo.

—No estoy muy seguro de eso— dice mi padre sin dejar de apretarme el hombro, la cosa se estaba poniendo más tensa, es más ni siquiera recuerdo mi nombre.

¡Carajo!

—La decisión no es para esta noche, hoy no es para negocios mi querido Li— suspiró Kinomoto atreviéndose a tocar, apenas con las yemas de los dedos el hombro izquierdo de mi padre —, disfrutemos de la cena que tu familia ha preparado, el lunes hablaremos tranquilamente en la junta a primera hora y ahí veremos todas y cada una de las oportunidades de poder vender, mantener o dividir.

—Claro, por supuesto. No hablemos de negocios.

¡Fuck!

La cena estuvo, cómo decirlo, demasiado rápida, sin la platica de negocios realmente no teníamos nada de qué hablar, de hecho ellos fueron los que estaban vivos en esa mesa, de hecho, supimos de varias anécdotas de sus costumbres; en su mayoría graciosos, viajes en familia, chistes entre ellos y la idea de que la servidumbre no determina tu posición social sino la familia que tienes esperando cada noche y con la mujer que duermes y despiertas cada día.

Esa idea de que la familia como tal debía de integrarse a cada deber de la casa.

Tal vez por eso habían triunfado en los negocios, no debo avergonzarme pero tal vez ese pequeño detalle familiar hizo que nosotros malgastáramos hasta llegar aquí.

Malas decisiones. Negocios turbios. Lavado de dinero. Crímenes realizados detrás de una cortina de apariencias. Estos eran los Li.

Palabras tales como: "Fue una hermosa velada", "tu sobrina debería volver a cantar para nosotros", "deberíamos repetirlo".

Mi recamara estaba sucia, los pantalones en el suelo, las camisas fuera de los cajones, la cama desarreglada.

Alguien lo hará después.

"Toc-toc"

—Adelante— digo mientras comienzo a doblar las camisas para nuevamente acomodarlas en los cajones, no es tan difícil, no entiendo por qué no me enseñaron a hacerlo desde pequeño, no me hubiera molestado, aquí hay playeras que yo creí perdidas o que realmente jamás han sido ocupadas.

Algunas, por qué no, bien podría donarlas, están tan en buen estado que pueden pasar por nuevas.

—Joven Li, el señor lo espera en el estudio — dice el mayordomo, Wey.

Un hombre que, desde que tengo memoria ha cuidado de mí y de mis hermanas mejor que mi propio padre.

—Claro— digo dejando mis pantalones en la cama para luego acomodarlos en su respectivo sitio.

El largo pasillo con alfombras verdes, las paredes color hueso siendo adornadas por fotografías de nosotros, de la familia, no juntos por supuesto, cada quien con su cada cual, o sea con familia o personas de los negocios. Pero a fin de cuenta familiares.

Mi madre, ella nunca estaba en ninguna.

El estudio estaba bajando las escaleras al lado de la sala principal, un lugar lúgubre, oscuro, lleno de caoba en las paredes, sillones de piel negro, reconocimientos estudiantiles, títulos universitarios, documentos empresariales.

Certificados de algún tipo de estupidez de la cafetalera.

El escritorio estaba al frente de las enormes ventanas más bien vitrales con el escudo familiar, al lado; un libreto y en el centro una Televisión. Mi padre estaba ahí, sentado en la cabeza, esperando a que yo me sentara en cualquiera de esas dos sillas que tenía enfrente.

Estaba escuchando "Clair de lune" de "Debussy", más tranquilo que momentos atrás.

— ¿Viste a la hija de Kinomoto?— pregunta al mismo tiempo que suspira.

¿Su hija?

¿La llevó?

¿Quién?, ¿Tomoyo Daidouji?

— ¿La cantante?— pregunto mirando al cielo como si con eso se me fuera a venir la respuesta al cielo —, creí que era su sobrina.

—La otra chica, la de ojos verdes, cabello claro, bonita sonrisa.

Suspiro… creo... vagamente.

—No la recuerdo.

Digo sinceramente al mismo tiempo que niego con la cabeza.

—Sakura Kinomoto — dice mi padre mostrándome una fotografía de una chica de cabello castaño claro, algo corto hasta los hombros, ojos verdes grandes y brillosos, piel blanca, delgada por supuesto, en efecto bonita sonrisa. Disfrutando de un helado.

—Es bonita— digo regresando la fotografía.

—Quédatela— me dice al mismo tiempo que la canción Every breath you take comienza a sonar.

Esa canción del hombre que observa siempre me ha gustado mucho, me deja sin respiración, algún día la debería de aplicar mientras estoy en la cama con alguien, algo reveladora y excitante.

Sí, por qué no.

— ¿Qué?— pregunto de repente, me perdí en el hilo de pensamientos que por supuesto estaba ignorando al gran patriarca.

Eso me pasaba muy seguido, un problema de mi pasado aseguraban los psicólogos escolares.

—Quiere estudiar historia del arte en la universidad de Tokio o arte dramaturgo, tiene diecisiete años, cumplirá los dieciocho en un mes.

Asiento aun sin entender, bien por ella, como todos, cada año cumplimos años, eso no es novedad.

—Kinomoto se niega al plazo y sólo accederá si uno de sus hijos cede sus acciones que tiene, si ellos invierten significaría que hay potencial con nosotros y bien podríamos unir.

—Invertir con nosotros— repito a lo que mi padre asiente sin titubear.

—Su hijo mayor está comprometido, él no lo hará pero Sakura puede hacer…

—Bien— digo en suspiro —, convéncela.

Para hacer eso no necesitaba de mi apoyo ni que yo estuviera consciente de ello ni mucho menos necesitaría de mi aprobación.

—Tú lo harás— dice así, sin más —, eres la única carta de la compañía, no hay plan B, tú eres el plan y todos lo hablamos mucho en la semana, si tu hermana fuera lesbiana y la chica lo fuera también no te estaría pidiendo ayuda.

Reí, era tan estúpido lo que decía.

—Por favor, si mi hermana no fuera lesbiana pero la chica esta sí no le importaría dejar a su novio de toda la vida por salvar tu legado.

Y como siempre, para mí él no tenía su atención a lo que yo fuera a decir.

—No te entiendo— digo por fin sonando un poco preocupado, creo que hasta me sudan las manos.

—Eres bien parecido querido hijo, siempre lo has sido, eres rico hasta ahora, un buen partido, una carrera, de buena familia.

— ¿Enamorarla?— pregunto al fin.

—Hacer que seda, que muera por ti, que viva por ti y no para su familia, que sea capaz de cambiar su apellido por ti. Ella recibirá su porcentaje dos día antes de su cumpleaños, para ese momento en cuanto le digas lo que quieras ella ya nos habrá cedido sus acciones sin nada más que tu a cambio de eso.

Es una consentida de toda la vida, la familia aceptara lo que ella diga siempre y cuando vean que tus intenciones serán buenas. Nosotros sabremos la verdad. Hay muchos matrimonios y relaciones arreglados hasta la fecha, al menos para la cultura oriental lo cual no debe preocuparte, vivirás bien y feliz, a lo mejor a la larga te enamoras de ella.

— ¿Y si no?

—Tendrás tanto dinero de nuevo que no te preocuparas por el amor, que mis nietos y los hijos de ellos y así sucesivamente no carezcan de nada, no para un Li.

—Es una niña— digo riéndome apenado, avergonzado; mentir, engañar, robar a alguien de mi edad sí, mayor todavía pero ella era inocente, ni su padre me caía tan mal.

—Más a mi favor— dice mi padre suspirando, dando por sentado que la conversación había terminado.

Suspire.

—Cierra la puerta al salir, mañana temprano te entregare su itinerario. Mejor no lo pienses, es ella o nosotros: así de simple.

Suspiro, quedándome, sin respiración.

"Sakura"

Escuchando la música de siempre, caminando por los mismos lugares casi viendo los mismos rostros, apenas una sonrisa, a veces agachando la mirada, a veces fingiendo un mensaje en el celular con tal de no tener que dar un saludo.

Los charcos que la lluvia ya había provocado la noche anterior eran evitados ágilmente por mi destreza para llegar impecable al instituto que si por mi fuera ya estaría brincando en ellos cual niña pequeña como si no hubiera disfrutado de mi niñez o juventud.

Por así decirlo.

Suspire nuevamente al ver los barrotes negros como alguna especie de cárcel personal para mí, todos uniformados, exactamente los mismos abrigos que la preparatoria tiene asignados para todos nosotros, cosas de que debemos poner en alto el nombre de la escuela, tal vez porque son mis últimos meses que ni siquiera me puedo poner a pensar en eso de poner el nombre en lo mejor que hay, como si fuera mi alma mater y ese tipo de tonterías.

Ni siquiera estaba bien consciente de mi futuro o algo así.

¿Ser actriz?

Y que mi familia muera momentáneamente de un infarto o probablemente de decepción mientras yo desearía morir de hambre como los buenos.

¿Historia del arte?

Y no vivir más que de museos como dice mi madre, no vivir más que de las limosnas de la gente cuando me llegase a pedir ayuda para algún momento. Y yo estaría feliz de recibir una moneda a cambio de eso.

¿Ser una gran empresaria como dicta mi legado?

Y ser tan estúpida como a todos los que conozco.

La familia está primero, el lema que mi abuelo dejo en el legado familiar, que le dejo su padre y su padre a él y así hasta los siglos de los siglos.

Eso no se sentía tan bien.

Si la familia estaba primero, ¿Por qué nos hacíamos daño entre nosotros?

¿Por qué habían tantas mentiras de por medio?

¿Por qué existían los secretos entre nosotros?

Podíamos aparentar con gran facilidad cuando estábamos en alguna cena de negocios, esa gran mentira patológica ya estaba escrita en nuestra mente, tatuada en el corazón y no parecía que alguien se arrepintiera.

Al menos yo no tenía problema con eso hasta que sucedió aquella vez, hace dos años, cuando la vi…

Cuando mi mundo de cayó. Cuando todo lo que yo creí, cuando los valores que se me habían inculcado no eran más que grandes y no simples mierdas de mentiras, de mitomanía en la sangre de todos nosotros.

La decepción me costó mucho… una buena dosis de Gorillaz como Melancholly hill y las pastillas de mi madre para controlar los nervios. Un buen lavado de estomago y por la mañana un montón de flores que no eran para nada mis favoritas, cartas de disculpas y montón y montón de caprichos que tuve que usar para conseguir algo que no necesitaba.

Con mochila al hombro, los audífonos guardados cuidadosamente en el abrigo y las pocas ganas de estar aquí me adentre al plantel blanco con fuera negro por dentro fingiendo que me alegraba ver a mis amigas, que me daba gusto ver a mi prima y quien fuera mi mejor amiga y bueno, tomar las estúpidas clases que no necesitaba.

Las primeras cuatro horas tan monótonas como toda mi mañana, libros, tareas, revisiones, equipos, material de trabajo y por supuesto las platicas en la comida, almuerzo, como le quieran llamar para ponernos al día, para hablar de lo bien que canta mi prima, de lo bien que le fue en la cena con los Li, de que el chico británico estaba tan vuelto loco por ella que estaba a casi nada de fingir o lo que sea que ella le llamara para poder llevárselo a la cama o pretender hacerlo.

No por eso omití mis comentarios, ellos la alagaban y yo fingía que era lo mejor de lo mejor.

Ellos pedían una canción y yo demandaba la favorita de la familia.

Aquí funcionaban así las cosas.

Las cuatro de la tarde y el auto ya estaba estacionado frente a la puerta, esperando a que se le abordara, esperando a que Tomoyo dejara de despedirse y de recibir al menos unas cinco cartas de varios chicos que la pretenden.

De cambiar números y de apuntar el color y marca de condones favoritos.

Por lo menos eso me imaginaba.

—Esta noche iremos al Pink palace— me dijo como si ya fuera una afirmación, como si mi respuesta positiva ya no tuviera valor porque no tenía lugar en su conversación, porque teníamos que cuidar sus sentimientos, sus emociones.

Pero el espectáculo de las mentiras tenía que continuar.

—Claro— digo apenas mordiendo mi labio inferior antes de poder sacar la negativa que tanto estaba sintiendo arder en la garganta.

Quemaba tanto.

—Aunque no estoy segura— dice cual berrinche cuando no recibe lo que quiere —, el tal Eriol sigue insistiendo en canción tras canción y no siempre le voy a…

—Esta vuelto loco por ti — digo casi en automático mirando el camino de regreso a casa, viendo las pequeñas gotas chipi chipi caer del cielo, mojando las ventanas, escandalizando el aire que ahora estaba enfriando más pero me gustaba tener las ventanas abajo, me indicaban que estaba viva.

Que debía de estar aquí, a dónde si no.

—Eso lo sé— dice acurrucándose más al mullido asiento del auto mientras le hacia pequeñas caritas de ensoñación al mismo estúpido chofer que mi padre cambia cada quince días.

Probablemente para proteger sus intereses.

A su favor puedo decir que por lo menos estos siete días que llevamos con él he disfrutado de buen soundtrack como Gorillaz y un poco de música clásica en trayectos de vuelta a casa.

O algún otro sitio siempre y cuando estuviera conmigo o con Tomoyo.

—Por cierto— dice incorporándose como si fuera a soltar un gran chisme o como si se quisiera enterar de uno grande.

Con respecto a ella, es difícil no creerlo.

Todo el mundo la quiere, yo incluida no lo puedo negar.

Todo el mundo la idolatra, yo incluida.

Todo el mundo habla mal de ella, y aunque lo sienta no lo hago.

Todo el mundo creía conocerla, yo sabía lo que era.

Al igual que lo sabía con el resto de mi retorcida familia.

—Dime— digo apenas mirándola para ponerle toda la atención que ella necesita, viendo sus ojos azules tan brillosos y hermosamente delineados en negro.

—El tal Li esta a punto de perder su fortuna, no me lo puedo creer o me parece que es un chiste de mal gusto que escuche por ahí.

Incline los hombros restándole importancia, nunca me han interesado los negocios de mi familia, gracias al cielo solo está mi hermano para eso por ser el mayor y el hombre de la casa, el sucesor y futuro rey poderoso de todo.

—Lo dudo mucho— respondo mordiendo mi labio inferior tratando de volver a mirar el trayecto.

Una cosa era que no me interesara de los negocios pero otra era que me negara a no saberlo o esas cosas.

En el mundo del dinero todo se sabe. Aunque no lo quiera estoy en cenas, en juntas y futuramente tendré el fideicomiso que mi abuelo ha dejado así con facilidad tengo acceso a ese tipo de información.

—Es una de las familias más viejas en el negocio — digo suspirando —, de lo más antiguo y hasta donde sé ellos jamás han perdido su fortuna ni por tan poco.

—Se me ha hecho raro que hayan invitado a la familia a la cena esa y que de pronto Li quisiera con gran urgencia que fuesen tú y tu hermano a la dichosa cena esa en la empresa de él para discutir algo de sus negocios.

Hizo una pausa tragando saliva, acomodándose su cabello largo y negro apenas mojado por las puntas.

—En lo que a mí respecta y lo poco que me dijo mi madre mucho antes del accidente es que ellos nunca, nunca, nunca pero nunca habían querido unirse con alguien o vender acciones, además eso lo hacen para cuando quieren salvar una parte de la empresa y bueno, en la actualización de Forbes Tsubasa Chronicle de la Realeza moderna no los han mencionado con la próxima familia a ser parte de su portada como cada año.

Pude reír pero no lo hice, esa estupidez de las revistas y de temas como realeza moderna se me hacían de lo más estúpido, ya había suficiente monarquía en la casa de cada quien siendo ricos o pobres como para aumentarle un titulo estúpido no bien merecido.

—Creo que respetan a mi padre— digo tratando de dar una explicación más razonable al hecho pero ni yo misma me había creído.

No lo respetarían si lo conocieran.

—Puede que sea eso, los Kinomoto ya han llegado mucho más de lo que el bisabuelo Masaki podía esperar y no es más que bien merecido aquel gran negocio que han emprendido.

Suspire asintiendo, viendo la casa a lo lejos, viendo al fabuloso Kero asomado en la ventana de mi habitación cual peluche sin parpadear, sin moverse, sin hacer gesto alguno.

Cual buen minino tan tierno fijo en la ventana esperando que yo llegara a darle de comer, un plato de leche, acostarme con él y tal vez dormir unas mil horas como teníamos acostumbrado.

No últimamente y seguramente lo extrañaba tanto como yo.

—Bienvenidas a casa señoritas— nos dice el hombre de piel más morena que yo, ojos tan rasgados y que yo insistía que era de Corea pero él siempre lo negaba.

—Gracias Baek— digo saliendo del auto sin la necesidad de su ayuda para luego subir escaleras y llegar al gran pórtico, de reojo espiar que aquel columpio lleno de almohadas donde yo me recostaba para leer o escuchar música estaba igual de impecable de cómo lo había dejado hacia apenas dos meses. Cuando fue la última vez que había tomado el libro de El Perfume y me había negado a terminarlo vaya uno a saber por qué razón.

Puedo retomarlo siempre que quiera pero mi mente se negaba a concentrarse y solo en la música me podía imaginar una vida diferente o recordar buenos tiempos, cerrar los ojos y ser yo quien estaba cantando, quien estaba actuando, quien estaba pintando aquella musa que para mí era la música.

Esperando perder la respiración antes de la cena esta noche nuevamente en la empresa de mi padre donde el señor Li estaría ahí frente a nosotros fingiendo una sonrisa que no sentía y pretendía gran simpatía por nosotros.

Tal vez era eso lo que le hacía falta a mi padre, algo de traición en la sangre para que tal vez pierda todo.

The Melancholly Coffee Shop: no sé de qué manera empezar puesto que bueno, no es mi primer fic, quisiera mantenerme por el momento en el exilio dado que había abandonado esta pagina después de una gran tragedia familiar. Me parece que esto es la mejor medicina.

Quiera agregar que soy mucho de temas erótidramaticamente serios así que espero ser aceptada.

Estoy muy entusiasmada con la historia y de verdad agradecería muchos comentarios, tanto positivos como negativos, sus opiniones todo, todo lo quiero saber lo anhelo T.T

Gracias y nos vemos en la próxima.