Disclaimer: Los personajes pertenecen a la señora Suzanne Collins y al universo de The Hunger Games. La historia sucede luego del último capitulo de Sinsajo pero antes del epílogo. Espero lo disfruten!
Peeta duerme plácidamente a mi lado, desde que empezamos a dormir juntos nuevamente, las pesadillas de ambos habían menguado. Pero en mi caso volvieron cuando confirmaron mi embarazo, mi primer embarazo. Y de ese modo han vuelto.
Es un sueño repetitivo que empieza feliz, estoy en el hospital, la ventana está abierta y el sol aporta una brisa veraniega. Frente mio está una enfermera que trae a mi bebé en sus brazos y me lo entrega , una de sus pequeñas manitas toma mi dedo con fuerza y yo busco la mirada de mi esposos para compartir la felicidad y el alivio queme produce ver que está sana y salva. Pero al mirar sus ojos azules y encontrar su afable mirada, me encuentro con una nublada y confundida.
Antes de que pueda reaccionar mi beba ya no está en mis manos y yace muerta en las manos de Peeta quien ya ha vuelto a ser el mismo de siempre y lanza el más desgarrador de los lamentos y cuando sus ojos por fin me encuentran, su mirada está ausente y yo entiendo que los he perdido. Y segundos antes de recuperar la consciencia escucho:
"Vi tu cara en ella y no pude parar."
Es entonces cuando despierto, Peeta no se ha percatado dado a que he aprendido a no gritar ni siquiera en sueños dado que en la época de los juegos y de la rebelión no solía entender cuando se trataba de una pesadilla y cuando de la realidad, por lo tanto, gritar podía terminar con tu vida.
A medida que los meses pasaron y mi panza creció también lo hizo mi desesperación, pero hoy el miedo ha sido tan fuerte que ni siquiera he llegado a dormir.
Esta semana es LA semana y hoy la bebé ha estado muy inquieta, tanto, que presiento que hoy será la noche.
Sostengo mi respiración a medida que las primeras contracciones llegan. No sé como actuar, hace años que a Peeta no se le produce un ataque pero también es cierto que logramos mantener una vida libre de emociones fuertes.
Pero al llegar la primera contracción fuerte, no puedo evitar emitir un débil quejido que es suficiente para despertar a mi marido, justo a tiempo para cuando mi fuente se rompe. De manera mecánica salta de la cama, se viste y toma el ya preparado bolso para el tan esperado y en mi caso temido día.
Me ayuda a abrigarme y ayuda a bajar las escaleras, una vez queme asegura dentro del transporte que nos llevará al hospital cruza y sale con un resacoso Haymitch que protesta sin entender porque lo arrastran en medio de la noche. Pero como todo sobreviviente de los juegos no reacciona, porque un paso en falso puede acabar con tu esperanza de vida y para nosotros las pesadillas nunca terminan.
Ya estamos en viaje y mi cuerpo tan acostumbrado al dolor me permite abstraerme dentro de mi mente. Siento como si mi mente se hubiera despegado de mi cuerpo y veo a Haymitch despotricar sin sentido y a Peeta, con la mirada fija en el camino respirando de forma profunda.
Recuerdo esa ocasión en la que Haymitch me dijo en resumidas palabras que no merecía a Peeta y basicamente que no importa lo que hiciera no lo merecería nunca. Y si bien sigo pensando así, el problema con los mutos lo hizo más humano para mi, más imperfecto como yo. Y es entonces cuando me doy cuenta lo injusta que he sido todo este tiempo, temiendo la reacción de Peeta, del amoroso y sensible Peeta, por un problema que se podría decir que ya no existe, mientras que yo, soy la fría, la dura, la perturbada, la que no pudo mantener a Prim a salvo.
De golpe recupero la sensación de mi cuerpo y mi dolor emocional se una a la horrible sensación de desgarro que estoy experimentando. Pero mi bebé se merece algo mejor , lo mejor para ella es que yo no sobreviva a este parto. Yo ya tuve una madre ausente y no es algo que desee para mi hija.
Cuando por fin llegamos al hospital tengo los nudillos blancos de hacer fuerza. Una enfermera espera en la puerta con una silla de ruedas y Peeta cambio su mirada preocupada por una de ansiedad y esperanza. Caminamos los 3 en silencio con Haymitch detrás caminado más lentamente hasta llegar a la que sería mi habitación donde debía esperar a tener la correcta dilatación.
Haymitch salió para llamar a Effie y avisarle que la bebé estaba en camino y Peeta acariciaba y susurraba a mi vientre, estoy segura de que sospecha en que estoy pensando y por eso se mantiene en silencio. Tras decirle a mi panza que espere, besa mi frente y sale de la habitación. Me preparo para una nueva contracción y esta vez me permito gritar dado que estoy sola. Mi tutor y vecino de enfrente entra ya despierto a mi habitación y se sienta a mi lado.
-"Sé lo que estás pensando preciosa y estás equivocada."
-"No sé a que te refieres y estoy segura que piensas que seré una horrible madre."
-"No solo lo pienso, sé que seras una madre horrible. Por lo menos al principio y tiene sentido, tu madre es una horrible madre pero te he visto con Prim y sé que lo necesario esta ahí dentro escondido en algún lado. Pero incluso aunque fueras la peor de las madres Peeta si está preparado, él si será un padre genial, él nació listo para esto. Pero si algo te sucede a ti, algo dentro de él se terminará de romper. Lo que diferencia a Peeta de nosotros es que él a pesar de todo se mantiene en una pieza, incluso habiendo pasado por el tema de los mutos en el Capitolio, encontró un método para volver a ser él mismo. Nosotros dejamos que nos rompieran y dejamos pedazos de nosotros atrás hasta no saber quienes somos. Si tu mueres estarías dejando que las grietas de Peeta se terminen de romper, y ahí si, serías la peor madre. Pelea preciosa, ellos necesitan su sinsajo."-Al decir esto, sacó su petaca de su campera y se recostó en el sillón cama que estaba al otro lado de la habitación y comenzó a beber nuevamente.
Sé que Haymitch ya ha dicho todo lo que tenía por decir y nuevamente se había comportado como aquel borracho mentor que se las había ingeniado para mantenerlos a ambos con vida. Cuando el nudo en su garganta bajo y quiso responder, vio que él ya se había quedado dormido.
En el ínterin de tiempo que Peeta tardo en regresar, pasó una joven enfermera rubia que debía controlar mi dilatación, dijo que ya estaba lista y que iba a buscar a mi doctora. Y cuando se fue mis ojos se llenaron de lagrimas al pensar que esa podría haber sido Prim.
El momento del parto ya estaba acá y Peeta todavía no habia llegado.
Hasta acá llego por hoy, espero les guste.
Besos!
Daf
