¡Hola a todos! ¿Me extrañábais? ¿Sí? ¿No? ¿Actualiza Enfermo? ¿Muérete fiker que no actualiza sus historias y que se dedica a crear otras con todo el descaro del mundo?
Centrándonos, vengo a anunciar que este fic es un fic (bravo por mi verborrea) hermano del que está escribiendo Miss Mantequilla, titulado Vita. En otras palabras, Penitence & Vita son dos fics, Dramione y que narrarán la postguerra desde los dos bandos, el ganador y el perdedor, que relatarán la misma historia pero desde puntos de vistas diferentes.
Osea, Penitence se centrará en Draco y todos los demás vencidos y Vita Herms y los que triunfaron.
Aviso que va a haber muchos cameos de muchos personajes, no os esperéis que todo va a ser fluff y arcoiris y diabetes, NO, estos fics tratarán de narrar sobretodo la angustia, el miedo, el horror, la esperanza... Que vivieron TODOS los supervivientes de la Segunda Guerra Mágica. Con el Dramione como protagonista principal, obvio.
Intentaremos hacer una subida quincenal. Porque yo estoy en mi último año de Universidad y a Makinetis a veces se le va la olla y las desgracias pasan.
JK Rowling y la Warner tienen los derechos de Harry Potter y mía sólo son la trama y la idea del fic.
Juro solemnemente que esto es una travesura.
Prólogo.
I'm prepared for this…
I never shoot to miss,
But I feel like a storm is coming
If I'm gonna make it through the day.
Then there's no more use in running,
This is something I gotta face.
Writing's on the wall- Sam Smith.
Londres, 1 de Agosto de 1998.
Kingsley suspira agotado y se masajea las sienes. Está cansado, muy, muy cansado. Se recuesta contra el respaldo de su butaca y mira el techo de su despacho intentando despejar su mente.
Ojalá pudiera dimitir y dedicarse a ser auror otra vez y no Ministro de Magia.
Porque sí, desde que acabó la guerra él lleva, provisionalmente, ocupando el puesto de Primer Ministro.
No es que le desagrade la comúnmente conocida faena de despacho. No, al contrario de lo que todos piensan, que un auror llegue a agobiarse al estar mucho tiempo en un espacio cerrado es muy poco común, es entre cuatro paredes donde se desarrolla mayormente la jornada laboral de éstos.
Kingsley siempre le decía a los nuevos que si odiabas estar mucho tiempo encerrado en un cubículo, ser auror no era lo tuyo.
Así que el nuevo Ministro no odiaba hacer el papeleo. Lo que odiaba, lo que le llevaba cada día sin piedad hasta la extenuación física era lo que contenían dichos papeles.
Vidas rotas, decisiones duras, llantos, y muerte, sobretodo muerte.
Muerte… Mortífagos.
Es una palabra que no para de repetirse en casi todos los documentos que se apilan interminablemente encima de su escritorio. Juicios, testamentos, acusaciones, más juicios…
Esa Segunda Guerra Mágica ha sido peor que la primera. Los números lo enseñan, los supervivientes lo chillan en silencio. El nuevo Ministro está horrorizado al ver la cantidad de jóvenes que perdieron su vida en la batalla de Hogwarts.
¿Qué humano puede ir a masacrar sin ni siquiera inmutarse a unos pobres niños indefensos?
La mayoría de los que lucharon en esa guerra eran unos simples niños. Niños muertos, niños destrozados, niños sin familia, niños sin vida ¿Cómo podía él enviarlos a un hospicio mágico o a Azkabán?
Porque Kingsley sabía que en el bando del Señor Tenebroso también había niños, había criaturas inocentes que se les había obligado a obtener la marca, obligados a matar, obligados a morir debido a un odio y a un rencor que no entendían.
Como ese chico. Por Merlín, tenía la misma edad que Potter y en ese corto año que había durado la guerra había sido obligado a hacer infinidades de cosas. Había sido obligado a torturar, a matar, a masacrar, a servir al Lord.
Y el niño lo había confesado todo.
Horrorizado había asistido al juicio al ver que a ese pobre niño iban a juzgarlo como si fuera un adulto más. Como si en sus grises orbes no hubiera un chiquillo chillando asustado.
Kingsley sólo había visto a un pobre niño ahí de pie siendo juzgado por el Wizengamot.
El tribunal ni siquiera se molestó en dejar que el chico se explicara o que el abogado lo defendiera. Él era culpable, culpable como su padre, culpable, culpable como todos los mortífagos que habían pasado por su casa.
Y ahora el pobre niño estaba en Azkabán. Muriendo un poco más cada día, pasando un día más perdido, asustado, sin saber lo que es vivir.
Pobre niño.
Pobre niña.
Kingsley odia enfrentarse cada día a la cantidad de víctimas que la guerra les ha destrozado la vida.
Y esa pobre niña está tan perdida, sola y asustada como él.
Los dos solos y rotos en un mundo que ya no los quiere.
En un mundo que los niega.
Kingsley se maldice, se maldice y se odia porque a pesar de tener todo el poder del mundo mágico en sus manos, de una forma democrática, no es capaz de ayudar a esos pobres niños.
No es capaz de salvarlos de su miseria.
Ojalá fuera todo más fácil. Más fácil para ellos. Ojalá pudiera hacer que Draco Malfoy dejara Azkabán y que aprendiera de nuevo los valores esenciales de la vida. Ojalá pudiera hacer que Hermione Granger volviera a vivir otra vez.
Ojalá él tuviera el poder para hacer algo.
Ojalá el pudiera cambiar la desesperada situación en la que se encontraban esos pobres niños.
Ojalá la vida les diera una segunda oportunidad.
Ojalá.
§¤§
En un lugar dónde no existe el tiempo.
Ellos son locura.
Ellos son desesperación.
Ellos son muerte.
Los dementores vagan por Azkabán heridos y derrotados por el resultado de la guerra.
Vagan, vagan por la prisión como si ellos fueran unos prisioneros más.
Esas… Cosas, esas cosas los han humillado una vez más. Esas cosas se empeñan en demostrarles que son inferiores.
Como castigo deben llevar esos grilletes que cuando son accionados les provocan un dolor terrible. Uno que hace que se doblen, que se detengan, que se sientan como esas cosas.
Ellos no conocen el dolor, el dolor en la propia carne. Ellos lo provocan en esas cosas inferiores que pretenden controlarlos.
Y provocarlo es…
Es tan…
Oh joder es tan extasiante.
Es tan placentero.
Es tan dulce.
Es tan adictivo…
Alimentarse de los recuerdos felices de esas criaturas los llena de vida. Es tan divertido dejarlos como cáscaras vacías, sin almas, sin vida.
Y los gritos… Ah los gritos…
Sus gritos son música.
Cuando lloran, cuando gritan pidiendo ayuda, cuando la mayor desesperación los invade, quedan tan complacidos que es como si experimentaran el más profundo y maravilloso éxtasis.
Pero ahora, ahora ya no pueden hacer eso.
No.
Ahora están atados, ahora son esclavos, ahora no son muerte.
Esas cosas los vigilan, y ni siquiera a los prisioneros de ese nivel pueden atormentarlos de esa manera.
Pero hay uno… Hay uno que la oscuridad lo ahoga y lo consume. Es tan joven y está tan, pero tan muerto, que ellos se sienten irremediablemente atraídos hacía él.
Y joder, es tan gratificante escuchar sus gritos, sus llantos, sus vanos intentos de golpearlos, que él se golpee.
Los dementores están hambrientos por el día en el que conseguirán matarlo.
Porque ellos siempre serán locura.
Siempre serán desesperación.
Siempre serán muerte.
§¤§
Él se llama Draco Malfoy. Tiene dieciocho años y es el preso más joven de Azkabán.
No sabe cuánto tiempo lleva encerrado en esa celda. Al principio se había molestado en contar los días, en llevar una cronología de los días que pasaban. Pero pronto se dio cuenta de que los días pasaban y él no podía contarlos.
¿Cómo cuentas el tiempo en un lugar en el que no existe?
Pronto su mente dejó de ser capaz de diferenciar el día de la noche. De poder decir con claridad que había pasado otro día de condena.
Ya no sabe en qué mes están, ni cuanto lleva encerrado. Tampoco es capaz de diferenciar si los gritos son suyos o de los otros condenados que llenan esa prisión.
Tampoco sabe si tiene voz o si son suyas las manos que arañan su piel intentando amortiguar el dolor.
Porque el dolor es de la única cosa que está seguro.
En ese lugar sólo hay dolor, frío y muerte.
Puede sentir como los dementores se pasean insaciables por los pasillos alimentándose de su sufrimiento. Puede sentir sus frías y ásperas manos arañándole el cuerpo buscando un poco más de alimento.
Su piel está marcada de sus uñas y de las piedras que guardan sus gritos.
Hace tiempo que dejó de preocuparse por comer o ejercitarse. Antes paseaba por su celda, hacía ejercicios físicos básicos, y se comía toda la comida por muy asquerosa o podrida que estuviera.
Ahora hace días que no come.
Días que lleva tumbado en el suelo en la misma posición fetal.
Días que lleva muriendo sin morir.
El único alivio que encuentra en ese lugar es en su marca. Ya no le duele, incluso puede jurar que la tinta se está desvaneciendo.
Si él está ahí encerrado es porque él ya no está.
Y eso es lo que verdaderamente le alivia.
A veces tiene miedo, tiene miedo de despertarse y ver que aún está en su cama, que él se pasea por su casa, que el silencio de su madre lo ahoga, que los ojos hundidos de su padre se clavan en él esperando que solucione todo aquello, que las uñas de su tía Bellatrix se hundan en su carne, que él lo apunte con la varita.
Pero siempre, siempre, se despierta y ve que sigue ahí encerrado, la marca no le duele, las piedras se le clavan en los huesos y los dementores se pasean ávidos de su locura.
Y él…
Él se consume.
Deja que esas cosas, que esas paredes, lo consuman porque cree que esa es la única forma de escapar, de liberarse.
Y Draco Malfoy lo que desea fervientemente es liberarse de todo lo que lo oprime.
De todo lo que le consume.
Sin embargo, en las horas más oscuras, cuando los gritos y el dolor se hacen insoportables, cuando siente que su alma se quiebra como su cuerpo, desea y reza, reza e implora, porque alguien, quién sea, se apiade de él y lo libere.
Porque él sabe que está ahí porque está condenado.
Y los condenados como él nunca pueden ser perdonados.
§¤§
Londres, un día como cualquier otro después de la guerra.
Oscuridad, para Hermione Granger, ha adquirido un nuevo significado.
Ya no es la falta de luz.
Ya no es que no haya nada que ilumine ni su camino ni su vida.
Oscuridad...
Es miedo. Es no separarse de su varita ni cuando tiene que ducharse. Oscuridad es lo que la rodea a todas horas. Es el olor de los traumas reptando por sus brazos hasta rodear su cuello y apretar para asfixiarla.
Pesadillas que la devoran cuando sigue despierta. Sonidos comunes como una carcajada que le ponen los pelos de punta. Paredes nuevas en un castillo que tiene milenios. Hechizos sencillos que se convierten en una amenaza.
Es comida sin sabor, flores sin olor, libertad en una jaula de barrotes transparentes.
Hermione vive en la más flagrante e inquietante oscuridad.
