Advertencias.-La siguiente viñeta es un SasuSaku unilateral. No se hace mención de otras parejas. Posible OoC y A.U.
Naruto no me pertenece.
Palabras.- 403 sin contar nada de lo anterior.
Suficiente
A simple vista su matrimonio podría ser otro más del montón. Ella lo sabía y sin embargo no le importaba, pues el simple y sencillo hecho de que aquello a lo que llamaban matrimonio en realidad fuera un mero arreglo familiar lo hacía poco común, una acción irregular en la época actual.
Ambos de provenientes de diferentes familias, uno criado para ser alguien ejemplar desde niño, viviendo entre falsos halagos por los demás, otro criado entre falsas historias clichés donde se decía que el amor siempre era mutuo.
Desde el inicio no fueron más que simples roces causales. Tomarse de las manos como dos simples enamorados, ella con las mejillas rojas y él con una mirada seca hacia enfrente. El simple roce de sus dedos le causaba nervios, temerosa de incomodarle o tropezar con sus propios pies por no prestar atención. Ejercía más fuerza sobre la unión de sus manos, llamando la atención de él, quien la miraba unos segundos y ella se disculpaba con torpeza antes de seguir caminando.
El casi inexistente roce de sus labios cuando se despedían por las mañanas. Ella se acercaba a él, deteniéndose a escasos milímetros de sus labios, buscando que fuera él quien se acercara y la besara con avidez. Sin embargo solo recibía un pequeño roce inexistente a los ojos de los demás y sin embargo ella sentía una repentina calidez en su pecho, donde estaba su corazón. Ella sonreía por tal escaso acto, se separaba de él y le sonreía antes de agitar su mano en forma de despedida.
Solía visitarle en medio del trabajo, encontrándolo solo en su oficina, leyendo y releyendo los documentos en su escritorio. Lo miraba con anhelo unos segundos y se acercaba con sigilo, lo abrazaba por detrás sintiendo cómo se tensaba por su simple roce. Él levantaba la mirada de los documentos y ella deseaba ver un simple amago de sonrisa en sus labios, más nunca lo veía, pero ella le sonreía de igual manera.
– ¿Me quieres? – le preguntó una noche de repente. Mirándolo fijamente.
– Si – respondió sin siquiera mirarla.
– ¿Me amas?
– Si – mintió.
– Te amo – le abrazó por la espalda, esperando una respuesta que claramente sería una mentira.
– Yo también, Sakura.
Sonrío y se acercó a él. Beso su cuello, sintiéndose peor que si la hubieran golpeado mil y un veces. Por qué para ella siempre era suficiente con el escaso cariño (falso) que le profesaba Sasuke.
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