Hola a todos y bienvenidos a mi fic número treinta. En definitiva estoy desquiciada por comenzar esto, pero bueno, es una promesa que hice y por tal debo cumplirla. Este es un dramione que cuenta con unos cuantos capitulos y que se desarrollaran en aproximadamente tres dían en el mundo de Harry Potter. Tal vez vean algunas cosas completamente incoherentes, pero todo tiene una explicación lógica, debido a diferentes factores bajo los cuales estaran los personajes de esta historia. n.n Así que espero que lo disfruten. Emma.Zunz aquí te dejo la primera parte del fic, no logré alargarla más por culpa de mi universidad, estoy en Renal y debo estudiar para mi segundo parcial q es este martes!! así que por favor perdonenme por dejarlas con la intriga. Pronto verán como se desarrolla la historia y como bonus estara el segundo capitulo de mi otro Dramione "Me fui perdiendo en ti".

Sin mas que decir, me despido de ustedes.

Atentamente,

Andreaeb182


Efecto de los Extasis.

Capitulo 1


-Y la iguana tomaba café, tomaba café a la hora del té-canturreteó mientras caminaba tambaleándose por el pasillo. Eran pasadas las tres de la mañana y él estaba vagando por los corredores, sin importar si lo pillaban fuera de la cama y lo castigaban hasta el día de la graduación. No estaba plenamente conciente de lo que hacia, y su rostro sonrojado mostraba una expresión de felicidad no muy acorde a la situación.

Sus pasos resonaban en el suelo de roca, rompiendo el silencio sepulcral que llenaba el lugar, para luego tropezarse con sus propios pies y reír tontamente por ello. Dio otro paso y se apoyó a la pared de piedra, mientras intentaba parar de reír, y se dejó caer en el suelo. Se llevó la mano a la frente y se la sintió caliente. Volvió a reír por esto, y sacó de entre sus ropas una botella, la abrió y se la llevo inmediatamente a la boca, para luego simplemente tomársela casi toda de un solo trago. Tosió bruscamente entre risas, para guardar lo poco que quedaba nuevamente en el interior de su túnica. Se apoyó en la pared y comenzó a colocarse de pie, dándose contra el muro con la cabeza.

-Auch. Eso dolió.- se quejó mientras llevaba una mano a su adolorida frente. –Pero es tu culpa, estupida pared, por estar moviéndote de un lado para el otro. Aunque no se como lo haces para menear todos tus ladrillos.- masculló incongruente mientras intentaba nuevamente colocarse de pie. Luego de otros cuatro intentos fallidos y un sin fin de maldiciones, consiguió estar erguido, o al menos, estar lo más cercano a esto, según lo que su estado le permitía.

-Llegó un perezoso caminando en pijama y bostezando, le dio un empujón a doña iguana y la lanzó de cabeza al agua.- continuó cantando, soltando esporádicas risas, mientras pensaba en las pobres circunstancias de la iguana, imaginándose a más de uno en su situación.

-Y el Perezoso se toma el café, se toma el café a la hora del té.- continuó entonando a todo pulmón y con extraña alegría. Se sentía eufórico, no sabía si se debía a su temperatura que iba en aumento o a los cinco litros de whiskey de fuego que llevaba encima. Tropezó con una armadura y se la llevó por delante, rodando escaleras abajo. Pataleó con la armadura, mientras intentaba nuevamente colocarse de pie, y varias veces se vio besando el suelo, porque una de sus manos se apoya en el escurridizo metal. Cuando por fin logró su cometido, notó alegre que había llegado a su destino, "sano" y salvo, a pesar de todos los contratiempos que tuvo. Observó la entrada de su sala común y rápidamente entró por la puerta de piedra que aparecía en el muro luego de recitar la contraseña.

Encontró la sala común vacía y en una de las mesas, se podía ver multitud de libros y pergaminos esparcidos de un lado para el otro, plumas y botes con tinta. Se encontraban extrañamente ordenados, y organizados, como esperando a que alguien los tomará. Se acercó a ese lugar y encendió una de las lámparas del lugar, para luego sentarse en la cómoda silla de cuero negro, con mucho esfuerzo por supuesto, y tomar el primer pergamino que estuviera a su alcance.

-Y ahora el perezoso se va a estudiar, se va estudiar luego de la hora del té.- improvisó alegre, mientras intentaba enfocar y leer las palabras que graciosamente danzaban en el pergamino al son de una samba.


-¿Por qué demora tanto?- preguntó Ron impaciente mientras caminaba de un lado para el otro en la sala común. Harry simplemente suspiraba y permanecía sentado en uno de los sillones, observando a su mejor amigo halarse sus pelirrojos cabellos, por la impaciencia.

-Tranquilízate Ron, aún falta mucho.- dijo el ojiverde, haciendo que el ojiazul se detuviera y girara su rostro para fulminarlo con la mirada.

-¿cómo quieres que me tranquilice si aún no ha bajado, y no he podido ir a desayunar? Necesito todas las energías posibles para afrontar el día de hoy.- respondió el pelirrojo mientras volvía a ponerse en movimiento, haciendo suspirar al pelinegro.

-Y la mejor manera para lograr que el color baje su tonalidad es dándole tres vueltas en sentido contra las manecillas del reloj para luego agregarle…- se escuchó una voz que murmuraba ensimismada, mientras hacia la mímica de lo que explicaba. Harry se puso de pie y se acercó apresurado a donde aparecía Hermione, antes de que Ron lo hiciera.

-Mione, deja eso. Ya es momento de ir a desayunar.- susurró el ojiverde, interrumpiendo a su amiga. –Además, tú estas completamente preparada.- completó Harry, haciendo que Hermione lo mirara escandalizada.

-¿Preparada?- chilló incrédula y con los ojos bien abiertos. –pero si he olvidado todo lo que he estudiado en los últimos siete años.- dijo con desespero, mientras apretaba sus manos y miraba al ojiverde con miedo.

-No seas ridícula Hermione, si tú te sabes todos los libros desde la portada hasta la bibliografía, así que deja las tonterías y vamonos a desayunar que tengo hambre.- gruñó enojado Ron, mientras halaba a la castaña fuera de la sala común.

-Déjame Ron, no ves que tengo que terminar de prepararme. No recuerdo el último hechizo que nos enseñó McGonagall y la última poción que Slughorn nos ha mostrado.- chilló la castaña mientras trataba de regresar a la sala común.

-Eso no Hermione. Harry, tú y yo iremos al gran comedor a COMER, como personas normales, para luego afrontar el cruel destino que nos depara.- gruñó Ron simplemente llevándola a rastras por el hueco del retrato.

-Pero… ¿Y mis libros?- preguntó alarmada la castaña al verse afuera de la sala común de Gryffindor.

-No importan, luego los recogeremos si es que queremos comer lo suficiente antes de ir al aula de Transformaciones.- dijo Ron con un tono que no aceptaba replicas, lo cual no le importó en lo más mínimo a la castaña.

-No. Los necesito ahora. ¿Qué tal y se me olvida algo en el camino?- preguntó descontrolada, mientras observaba a todas partes, para ver si encontraba a alguien más que apareciera por el corredor y le podría ayudar.

-No te hacen falta Hermione, y si no dejas de poner pero, te juró que te tomo en brazos y te llevo al gran comedor así.- amenazó el pelirrojo, haciendo que la castaña cerrara la boca contrariada, para luego fulminarlo con la mirada y comenzar a caminar dignamente delante de ambos chicos, con la barbilla levantada y los puños cerrados a cada lado de su cuerpo. –Uff, hasta que se calló. Ya me tenía harto- soltó Ron, para luego soltar un suspiro de alivio.

-Yo que tu no diría eso en voz alta, amigo. Hermione esta descontrolada y no es sano para ti si te llega a escuchar.- aconsejó Harry, mientras caminaba junto al pelirrojo, observando la espalda recta, demasiado recta de su amiga.

-Sigue el consejo de Harry, Ronald. Si no quieres que esos rojos cabellos que tienes en la cabeza desaparezcan dolorosamente uno por uno.- sentenció la castaña sin voltear y sin detenerse, haciendo que ambos chicos se tensaran por el comentario hecho por ella.


-Draco, Draco- se escuchó una voz susurrar con suavidad. El ojigris se dio la vuelta, intentando huir de esa voz que lo molestaba y le impedía seguir descansando. –Draco, levántate.- volvió a llamar la voz. Draco se movió incomodo entre sueños y soltó un gruñido que intentaba ser un "Déjenme". –Draco Lucius Malfoy, si no te levantas en este instante sufrirás un despertar no muy dulce.- amenazó la voz, y el ojigris ni siquiera se inmutó.

-Ahhh- gritó el ojigris, levantándose inmediatamente. De un momento a otro un chorro de agua estampó contra su rostro. Un chorro de agua helada que luego le mojó todo el cuerpo, empapándolo por completo. Tembló un instante, para luego levantar su rostro y alejar con una mano los mechones de pelo que le obstaculizaban la visión, encontrándose con el sonriente rostro de Pansy y Blaise, observando como la rubia movía su varita de un lado para el otro. -¿Qué pretendías, Pansy?- preguntó el rubio mirándola con creciente odio, lo cual solo hizo que la sonrisa se ensanchara en el rostro de la rubia.

-Levantarte, Draquito. ¿Qué más que eso?- respondió la joven, observando con placer como el rostro del rubio se contorsionaba de asco al escuchar su diminutivo. –¿O es que no te has dado cuenta que te quedaste dormido en la sala común?- preguntó la joven con esa sonrisa tan típica de los de su casa. Draco giró su rostro y se dio cuenta de lo que su amiga decía era verdad. Junto a él yacían los pergaminos y libros con los que había estado estudiando el día anterior, y también explicaba el dolor de espalda y cuello que lo aquejaba.

-Hermano, tienes una cara horrible y ni se diga de las ojeras que posees.- comentó Blaise observándolo con burla. –Y hueles a alcohol, se nota que tu noche de estudios fue bastante productiva.- completó con sorna.

-Cállense par de urracas, que me duele la cabeza.- demandó el rubio, mientras se llevaba sus pálidos dedos a la sien, intentando calmar el dolor. –Y díganme que hora es.- ordenó el ojigris.

-Son las 7 de la mañana, tienes tiempo suficiente para darte una ducha y cambiarte, para luego ir al gran comedor a desayunar. No querrás llegar a Transformaciones con el estomago vacío.- dijo Pansy con una sonrisa, mientras se sentaba en un sillón y cruzaba elegantemente las piernas, atrayendo la atención de ambos chicos.

-Toma Draco, mejor bébete esto. No será que McGonagall te vea en se deplorable estado y nos quite puntos por tu culpa.- dijo Blaise mientras le entregaba un envase con una poción, a lo que el rubio enarcó una ceja.

-Acéptalo Draco, estas enfermo, borracho y ojeroso. McGonagall no le gustará para nada verte en ese estado, sobretodo hoy.- apoyó Pansy que lo miraba fijamente.

-Y no quiero que luego digas que hice trampa al dejarte ir a transformaciones en ese estado. No quiero que se diga que Blaise Zabini no es justo en cuanto a apuestas se refiere.- dijo burlón mientras observaba con el rubio fruncía el ceño.

-Te comerás tus palabras Blaise, cuando yo saque igual o más extraordinarios que Granger.- gruñó Draco luego de beberse la poción de un trago.

-Si, lo que digas.- aceptó el morocho con burla. –Esa poción te quitara la resaca, pero el resfriado te tocará llevarlo el día de hoy. Se nos acabaron las reservas de pociones antiresfrios, así que te tocará aguantarte.- dijo Blaise encogiéndose de hombros con una sonrisa indulgente.

Draco simplemente los miró fijamente, dejando actuar a la poción, para luego simplemente sonreírles arrogantemente y girar elegantemente sobre sus pies.

-Nos vemos en veinte minutos.- sentenció el joven mientras caminaba directamente a su habitación.