Capitulo 1


Sentada en su cama, Hermione releía con mirada sagaz una carta de Ron que le había llegado el día anterior.

Con la felicidad de haber podido derrotar a Voldemort, y con la tristeza de haber perdido a seres queridos como habían sido Lupin, Tonks, Ojoloco, Dobby, Fred, y demás leyó por enésima vez la carta.

Esta rezaba:

"Querida Hermione:

Te escribo para invitarte a la Madriguera, Harry ya ha llegado y se la pasa todo el día con Ginny, de modo que estoy solo y me aburro. Mis padres están encantados de que vengas a pasar un tiempo aquí.

Espero tu respuesta,

Saludos.

Ron"

Se moría de ganas de ir, pero sentía tanta vergüenza a la vez.

No pudo olvidar aquel momento, en el que tiró los colmillos del basilisco al piso y se abalanzó sobre Ron besándolo en la boca. Había sido casi un impulso, ni siquiera lo pensó en aquel momento, aunque debía admitirlo: había tenido ganas de hacerlo hacía años.

Lo bueno era que, su beso fue correspondido y pensó que quizá, podría empezar a salir con Ron.

Con todo eso de la lucha casi ni habían hablado, Hermione había vuelto a su casa y Ron a la suya, pero ahora el la estaba invitando a la Madriguera y no sabía que podría llegar a pasar.

Ni siquiera se sentía capaz de mirarlo a la cara. ¿Y si el ya había olvidado aquel beso?

Negó con la cabeza, y miró por la ventana. No podía decir que no.

Tomó un pergamino gastado y una pluma, la mojó de tinta y con letra prolija escribió.

"Querido Ron:

Me encantaría pasar unos días allí con ustedes. Prepararé mis cosas y mañana temprano estaré por allí,

Muchos besos.

Hermione"

Sin pensarlo dos veces, ató la carta a la pata de la lechuza de Ron que no paraba de dar volteretas y la dejó caer por la ventana, mientras la seguía con la mirada hasta que se perdió de vista pensó que sería de ambos cuando se volvieran a ver.

Esa noche no pudo dormir muy bien, estaba ansiosa, quería que ya amaneciera así podría ir a la Madriguera.

No paraba de pensar en Ron y tenía muchísimas ganas de verlo, y con un dejo de tristesa pensó que ojala el sienta lo mismo. Se llevaría una gran desilusión si su beso había sido solo un error.

Los débiles rayos del sol que se filtraban por la ventana le dieron de lleno en la cara y la hicieron despertarse.

Se incorporó y miró el reloj que tenía en el escritorio. Eran las siete en punto, decidió levantarse, cambiarse y bajar a desayunar. En cuanto sus padres se despertaran para ir a trabajar les anunciaría que se marchaba por unos días, meses tal vez. ¿Quién sabe?

Y así fue, se preparó el desayuno con un movimiento leve de su varita y se sentó en la cocina.

Escasos minutos más tardes entraron sus padres y se sorprendieron al verla ahí tan temprano, cambiada, peinada y hasta maquillada y con una maleta a sus pies.

-¿Qué haces querida? -preguntó la madre besándola en la frente.

-Me invitaron a la Madriguera, allí esta Harry también. ¿Puedo ir, verdad? -dijo Hermione poniéndose de pie y arreglándose la falda rosa que llevaba.

-Claro que sí, mándale saludos a Ron y a sus padres -dijo el señor Granger mientras se sentaba en el lugar que había dejado su hija.

-Perfecto, les enviaré cartas. No sé cuanto tiempo me quedaré pero no se preocupen, no saldré de la casa de Ron. ¡Adiós!

No dejó ni que sus padres la despidieran, sacudió su varita apuntando a su baúl que desapareció al instante. Se metió dentro de la chimenea y tirando los polvos flu al suelo gritó:

-¡A la madriguera!

Giró por largos segundos hasta que la velocidad empezó a cesar y reconoció la cocina de los Weasley tan limpia como siempre y con ese olor hogareño que la caracterizaba.

Salió y se sacó el polvo que llevaba en el cabello y en su ropa.

-¡Querida! ¿Cómo estas? -preguntó la señora Weasley abrazándola.

-Muy bien señora Weasley. ¿Cómo esta usted? -dijo Hermione sentándose a la mesa.

-Bien, querida. Un poco cansada, pero bien.

Hermione le sonrió, nerviosa, preguntándose si la madre de Ron se había enterado del episodio del año anterior. Reinó el silencio en la cocina por largos e incesantes minutos. La señora weasley limpiaba unos platos con su varita mientras que Hermione observaba todo con el ceño fruncido.

-Los chicos duermen aún, tesoro. ¿Quieres ir a despertarlos? -preguntó dándose vuelta y mirando a la chica-. Ya es hora de desayunar -repuso al ver la cara de Hermione.

-Oh, pues... allí voy -dijo dubitativa.

Subió las escaleras despacio, apoyando sus manos en las barandas.

La panza le hacía un ruido extraño, que no era precisamente de hambre, y le temblaban ligeramente las piernas.

No podía entrar a la habitación de Ron y verlo allí durmiendo, con el torso desnudo. Sentía tanta vergüenza que por un momento deseó estar en su casa, en su cama, durmiendo y que todo aquello fuera un sueño.

Se paró frente a la puerta del cuarto de Ron y puso su delicada mano sobre la manija.

-Algún día tendrás que verlo -se dijo en voz alta.

Abrió la puerta y entró en puntillas de pies para no despertarlo.

Esperaba ver a Harry a su lado pero sin embargo, Harry no estaba. Estaba Ron en su cama, tapado hasta la cintura y con la cabeza apoyada en la almohada como un bebé.

Cerró la puerta tras ella y aún guardando silencio se acercó a la cama. Se arrodilló junto a el y con una mano le acarició el pelo rojizo de siempre.

Ron abrió los ojos, como si no hubiese estado durmiendo, la miró y esbozó una enorme sonrisa.

-Buenos días -dijo mirandola.

Hermione se dio cuenta que aún tenía su mano derecha sobre el cabello de Ron asi que la retiró deprisa y se puso de pie.

-Oh...Buenos días, tu mamá me dijo... que yo venga... ya esta el desayuno -dijo tartamudeando.

Ron se sentó en la cama, y se echó a reír.

-Muy bien, ya bajo, aunque no tenías porque sacar tu mano -dijo Ron-. Me gusta que me despierten así.

Hermione se ruborizó y le devolvió la sonrisa. Salió por la puerta y la cerró tras ella, bajó las escaleras hacia la cocina, ahora más rápido y sin ese ruido extraño en su panza.

Entro y se dejó caer en una silla con la sonrisa aún en su rostro.

-¿Qué te pasa querida? -dijo la señora Weasley mirándola extrañada.

-Nada, Molly. Es solo que... estoy encantada de estar aquí -repuso sonriendo.