¡Hola! Hace algunos días decidimos unir fuerzas e ideas para escribir una historia juntas, y ésto es lo que logramos. Hasta ahora ha sido muy divertido, y tenemos muchas ganas de seguirlo. Esperamos que les guste este primer capítulo, y que nos dejen sus opiniones para continuar con los próximos. ¿Nos ayudan? Ok, aquí vamos...
DISCLAIMER: Ni Glee ni sus personajes nos pertenecen, sólo los usamos para entretenernos escribiendo :)
CAPÍTULO I - Compromiso.
Kurt esperaba con inevitable ansiedad a su amiga Rachel mientras ésta se encontraba en los vestidores. Era el gran momento...el más esperado para él. Verla vestida de novia le emocionaba de la misma manera que cuando estuvo a punto de ver a Kate Middleton llegando al altar. Había trabajado días enteros en ese vestido, y ahora estaba a punto de verlo en el escenario donde estaba nacido para estar: el cuerpo de su mejor amiga. Sin embargo, no era el hecho de que él lo había diseñado lo que lo satisfacía más de la cuenta. Rachel se iba a casar, e iba a tener una boda de ensueño - a pesar de que se celebrara en un pequeño pueblo como Lima - con el amor de su vida. Por fin su tan querida amiga había encontrado el amor, y estaba a no más de un paso de transformar su relación en una de por vida. Estarían juntos para siempre, lo habían prometido hace sólo unos meses, aunque ya lo habían deseado desde hace tiempo atrás, cuando sus corazones se entregaron el uno al otro. El nombre del afortunado era Finn, un joven alto y guapo - sí, hasta a Kurt mismo le había gustado un poco alguna vez - que la había conquistado con su carisma, humildad, y caballerosidad para con la morocha.
Finalmente, la muchacha hizo su aparición al salir del vestidor, e inmediatamente, su amigo corrió a ayudarla. Rachel modeló con perfecta delicadeza y alegría aquella creación de su amigo, y al ver su rostro complacido, fue a mirarse al espejo.
- Esto es increíble, Kurt - musitó, emocionada - Eres extremadamente talentoso.
- Y tú eres la chica más bella que he visto - agregó, dirigiéndole una sonrisa - Es un honor para mí diseñar el vestido con el que llegarás al altar...
- ¿Puedes creer que me voy a casar? Es decir... parece que hubiese sido ayer el día en que Finn me propuso casamiento. - recordó, emotiva.
- Lo sé,sin embargo, no soy tan rápido a la hora de crear algo como esto, debo admitirlo, me dio gusto que esperaran.
Ella soltó una risita, y se contempló nuevamente cubierta por aquellas telas blancas y vaporosas.
¿En realidad había pasado tanto tiempo...?
Como casi todas las mañanas, Rachel llegó de su clase de ballet dispuesta a darse una ducha antes de volver a salir para asistir a su ensayo. Esa era su rutina. Ballet, teatro, ballet, teatro... y le encantaba, aunque era un poco pesada, no iba a negarlo. De todos modos... nada era perfecto, ¿verdad? De alguna forma, sin embargo, ella sentía que no podía pedir más.
Tenía todo aquello que siempre había querido. Aún recordaba ser esa "perdedora" que sobrevivía a diario las burlas de sus compañeros de la secundaria. Por supuesto, aún recordaba los refrescos en la cara que los "populares" le arrojaban, congelando cada centímetro de su anatomía. Y sobre todas las cosas, aún recordaba no haberse rendido nunca. Incluso sufriendo de esa manera, jamás había dejado de creer en que algún día sería apreciada como se lo merecía. Y finalmente, allí en Nueva York, su sueño se había cumplido.
Por fin era una estrella, por fin el término "perdedora" había quedado en el olvido. Ahora se sentía victoriosa, orgullosa de sí misma... feliz. Claro, había una persona en particular que tampoco había dejado de creer en ella nunca. Una persona a la que agradecía no haber perdido a pesar de la distancia que los separó. Una persona a la que ella había deseado siempre de un modo diferente que la fama. Una persona de la que, nada más y nada menos, estaba enamorada: Finn.
Rachel se dirigió al armario para tomar prendas limpias, y una vez que estuvo lista para su ducha, tuvo que volverse cuando le pareció ver algo extraño en su cama. No, era algo todo menos extraño...
- ¿Finn? - preguntó, sorprendida - ¿Qué rayos haces aquí?
No era que no le gustase tenerlo allí, le encantaba, mas en este momento estaba bastante apurada y lo último que necesitaba era una distracción.
-Vengo a ver a mi novia.- respondió, atormentándola con su sonrisa torcida que nunca fallaba - ¿Estás ocupada?
- Ojalá pudiera decir que no... tengo cosas que hacer, Finn.
Bajó la vista. Ya no tenía caso quejarse, pero ese día no estaba de humor para soportar lo indudablemente pesado que era su trabajo. Tenerlo ahí era como ser invitada a una fiesta en días de escuela. La diversión no podía durar demasiado.
- Estoy seguro que esas cosas pueden esperar... pero lo que necesito decirte, no.
- ¿De qué hablas? - inquirió, confundida.
El muchacho se acercó más a ella, tomando sus manos, y le sonrió con un brillo especial en los ojos. Estaba listo, este era el momento.
- Me estás asustando. En serio tengo que bañarme.
-Entonces nos bañamos juntos, lo que te tengo que decir no puede esperar más...
-Finn, por favor, tengo prisa...te prometo que al salir del ensayo te llamo y hablamos todo lo que quieras...
-Es que...quiero que vayas al ensayo con algo que voy a darte...
Rachel suspiró con resignación.
-De acuerdo, si me vas a dar algo, no puedes tardar mucho tiempo...
- Hecho. - bromeó, ansioso por decírselo de una vez .
Sacó una pequeña caja de su bolsillo, que aunque parecía inofensiva, era muy significativa. No por el hecho de que la llevaba desde hace tiempo guardada consigo, o porque fuera de la joyería Tiffany´s. Era porque...precisamente en esa pequeña caja...estaba un anillo de compromiso, que, con suerte, sería de Rachel en cuestión de segundos.
- Ya han pasado diez años desde que apareciste en mi vida. Sólo diez años desde que el destino eligió al club Glee para unirnos. Y, aun así, siento como que te conozco desde siempre. Como si antes de ti… yo no era nadie. Como si no tenía una vida… o no había una verdadera para mí hasta que apareciste en ella, y por fin me despertaste. Sé que hemos pasado por mucho, y que nos hemos lastimado el uno al otro y esas cosas… pero realmente pienso que los buenos momentos que hemos compartido son los que en verdad importan. Los mejores recuerdos de mi vida. ¿Pero sabes qué? Quiero agregarle un "hasta ahora" a esa oración. Porque me doy cuenta hoy, aunque creo que de alguna manera lo he sabido desde el primer instante en que me enamoré de ti, que éste es sólo el comienzo. Que todavía tenemos tanto para vivir…. Para vivir juntos. Quiero que seas mi compañera de vida, Rachel. Quiero tener una familia contigo, envejecer contigo. Así que la primera cosa que tengo que hacer… es hacerte mi esposa.
La joven parpadeó, cual si quisiera comprobar que no estaba soñando. ¿En serio Finn se le estaba proponiendo? No sabía que decir, y abrió la boca para intentarlo mas él la interrumpió.
- Rach, yo… sé que somos jóvenes. - continuó - Pero estoy seguro que ésto es lo que quiero. Te quiero a TI, para siempre. Nos quiero a NOSOTROS, fielmente. Te amo de un modo que nunca pensé podría amar a nadie, y del que nunca amaré a nadie más. Soy tuyo, todo tuyo. Amo cada cosa de ti, especialmente aquellas que más odias de ti misma. A mis ojos, eres perfecta. Me hechizaste… Rachel. Me salvaste de esa cosa que solía llamar una vida donde todo lo que parecía importar era la popularidad. Me hiciste feliz. Muy feliz. Por eso te prometo devolverte ese favor, y hacerte la mujer más feliz en la Tierra por el resto de mi existencia tal como te mereces ser. Te lo mereces todo, y prometo no parar hasta alcanzar ese objetivo. Tú eres mi objetivo. Tú eres mi sueño. Tú eres todo lo que quiero. Me siento tan afortunado de tener una chica tan hermosa, talentosa, apasionada, e increíble a mi lado… y no quiero dejarte ir jamás. No al menos que tú lo quieras, claro. Nunca dejaré a nadie herirte, Rachel. Siempre estaré ahí para ti. Siempre. Te lo juro, amor, digo en serio cada una de las palabras que te estoy diciendo. Nunca he sido más honesto y abierto acerca de mis sentimientos que lo que estoy siendo ahora mismo. Y tienes que saber que estas lágrimas que ves en mis ojos no son nada más que lágrimas de felicidad. De esperanza, también. De esperanza en que digas que sí y me dejes hacerte igual de feliz que lo que tú me haces a mí todos los días.
Finn se tomó un momento para observar a su novia antes de terminar. Allí, justo frente a sus ojos, yacía la chica que tanto amaba. Ni las lágrimas en su rostro podían hacerle dudar que era la mujer más hermosa que conocía, y la única con la que quería pasar el resto de su vida. Ella era la correcta, no podía estar más seguro al respecto.
- Rachel Berry, ¿me darías el honor de casarte conmigo? - preguntó al fin.
Rachel sonrió. De veras se veía hermosa, lo tenía que aceptar. No podía esperar a que Finn la viera así. No podía esperar a caminar por ese altar y tenerlo esperándola al final, vestido de traje y corbata, con una adorable sonrisa. No podía esperar a dejarse de llamar "Rachel Berry", y comenzar a ser "Rachel Hudson". Simplemente, no veía la hora de ser su esposa.
Una noche antes del gran día todos los amigos cercanos y familiares de Rachel y Finn se reunieron con ellos en Breadstix para la cena de ensayo.
A la mayoría de los presentes, sinceramente, les importaba un comino el coordinarse para la boda; Rachel y Kurt parecían ser los únicos que realmente lo tomaban enserio, aparte de Finn, que llegó de la mano de su futura esposa y luciendo su sonrisa característica que mostraba con más frecuencia desde que comenzó su compromiso.
-De acuerdo, Finn, dejame verte de nuevo-pidió Rachel, por milesima vez, mientras entraban al restaurante.
Finn tomó su mano y se acercó para besar su frente antes de darle el gusto de revisarlo.
-Te ves increíble-admitió ella.
-Y tú estás perfecta como siempre, amor-agregó Finn-No puedo esperar para verte mañana vestida de blanco...
-Tiene que ser paciente, señor Hudson-bromeó-Mañana seré toda tuya, por lo pronto...vamos a ensayar...
- Como usted diga, casi señora Hudson.
Así, ambos aparecieron en el lugar y todos les aplaudieron y brindaron una cálida y estusiástica bienvenida. Tomaron asiento en los lugares arreglados, al lado de sus padres, y por supuesto, madrina y padrino de bodas: Kurt Hummel y Noah Puckerman respectivamente.
El mozo se acercó a llenar sus copas con champaña para el brindis popular, y el primero en ponerse de pié para darlo por comenzado fue Kurt.
El chico se aclaró la garganta y alzó su copa con delicadeza.
- Para empezar...quisiera decir que me encuentro muy agradecido por ser el mejor amigo de Rachel, por tener el privilegio de ser su dama de honor, y porque...¡ha aceptado el vestido de novia que yo diseñé para presumirlo en el altar!
Rachel soltó una carcajada al escuchar eso, ya que prácticamente, desde que le anunció su compromiso, Kurt le había rogado para que le diera una oportunidad a él y a sus diseños.
-Ahora...mi propósito con este discurso no es poner en ridículo a mi amiga, así que no te preocupes, Rachel, tus secretos y momentos de idiotez están a salvo conmigo. En algún momento, sé que tuve algunas dudas acerca de la relación de mis queridos Finn y Rachel, pero...¡sólo véanlos, por favor! Son felices, y estoy seguro de que continuarán así toda la vida...¡les deseo el mejor matrimonio de todos!
Rachel le mandó un beso volador, agradeciéndole, y cuando estuvo a punto de hacer una ovación debido a la aceptación que había tenido su discurso, Noah Puckerman- el padrino- se puso de pie y tomó otra copa de una bandeja que estaba sosteniendo un mozo que iba pasando cerca de él.
-Muy bien, ahora que el discurso de señoritas ha terminado, quisiera, como es mi deber, avergonzar al novio de la manera tradicional.
Finn suspiró, mirando a Rachel.
-Este idiota ya va a comenzar...
-Está bien, Finn, es tu amigo...
-Desgraciadamente...
-¡Silencio al fondo, por favor!-pidió Puckerman.
Finn se resignó, y se cruzó de brazos con la misma expresión que tendría un niño pequeño.
-De acuerdo. no voy a empezar con una introducción aburrida que les haga pensar que soy el perdedor número uno de Lima-continuó Puck-Quiero a mi amigo Finn, cierto, es como mi hermano,pero tampoco hemos formado un lazo de fraternidad como para que mis palabras hacia él los hagan llorar...
-Tienes razón, es algo idiota-observó Rachel...
-Aún viene lo peor-le informó Finn.
-Lo que sí recuerdo es aquella vez en la que prometimos que nos tiraríamos mínimo a diez chicas por año. Mi amigo no cumplió su promesa, estuvo con Rachel en todo momento...
-Fue una promesa estúpida, Rach...- dijo Finn, mirándola nervioso.-Y es cierto...siempre preferí estar a tu lado.
Rachel sonrió, y ambos volvieron a dirigir toda su atención a Puckerman.
-Y lo admiro por eso - admitió el judío - El muchacho se fue por el buen camino. En cambio si me preguntan a mí, yo ya voy en la octava chica...¡y solo estamos en abril!
-Oh por Dios, Puck, no empieces- pidió Finn.
-Tranquilo - le dijo Rachel - Es mejor que se ponga en ridículo él a que te ponga en ridículo a ti...
-Y ahora, para poner en rídículo a mi amigo...
-Gracias, Rach. - suspiró Finn.
La chica soltó una risita.
-Debo comentar que una vez que Finninútil se quedó a dormir en mi casa, por que sí, tengo que admitir que nosotros también solíamos hacer pijamadas...
-Oh, no, eso no...-Finn se sentía en el infierno.
Para su mala suerte, Rachel estaba poniendo mucha atención a la historia de Puck.
-Se asustó tanto con una película de terror que habíamos visto que a mitad de la noche, mientras yo dormía placenteramente, se le ocurrió mojar la cama, gritando "¡Rachel!".
-¡Solo ocurrió una vez!-gritó Finn, e inmediatamente se tapó la boca con las manos.
Rachel lo miró desconcertada, y su madre, Carole, lo contempló preocupada.
-Cariño, ¿te encuentras bien?-le preguntó.
Finn resopló.
Para colmo, escuchó a su mejor amigo soltando una descarada risotada.
-Creo que mejor termino con esto antes de que a mi amigo le de un paro cardiaco, no quiero arruinar su condición una noche antes de atarse, digo, de casarse, con Rachel.
-Al grano, Puckerman - pidió Rachel, sin importar sonar grosera a esas alturas.
- Sólo quiero desearles...¡toda la paz, armonía,y felicidad del mundo!-exclamó-De acuerdo...¡brindemos!
Apenas cerró la boca, le dio un trago a su copa, y nuevamente, le robó otra a uno de los mozos que se encontraba cerca para finalmente, sentarse.
Al cabo de un par de horas, varios de los invitados empezaron a retirarse dado que la cena había llegado a su fin. Sin embargo, algunos otros - los amigos de Finn, precisamente - se quedaron pues para ellos la noche recién comenzaba.
- Escucha, Finn. - le advirtió su novia - Entiendo que te merezcas una despedida de soltero como cualquier otro hombre, pero más te vale no terminar en la cama con alguna chica rubia y alta, por no decir todo lo contrario a mí, porque te arrepentirás. - Finn asintió, como un soldado recibiendo las órdenes de su coronel - Y otra cosa, acerca del alcohol... Confío en que te sabrás controlar, en el que no confío es en tu querido amiguito. ¡Míralo cómo está y aún ni siquiera han salido!
- No te preocupes, futura señora de Hudson- dijo el mismo Puckerman, uniéndose a ellos, y prácticamente, sosténiendose de ellos - Si Finn toma un poco de alcohol, yo mismo, personalmente, me encargaré de que se lo tome completo, así comete el crimen en toda su totalidad...¿Qué más da?
Rachel regresó su mirada a Finn, buscando que éste dijera algo.
- Tranquila, no tienes de qué preocuparte. No me siento con ganas de emborracharme esta noche, mañana quizás sí. - bromeó - Ahora ven aquí y dale un beso de despedida a tu futuro esposo, pues a partir de ahora no te volveré a ver hasta que aparezcas en ese altar.
Ella sonrió, satisfecha con esas palabras, y se inclinó en puntas de pié para hacerle caso.
- Cuídate. - pronunció antes de dejarlo ir.
- Lo haré... lo prometo.
Y así, él y su manada de amigotes abandonaron el restaurante dirigiéndose a su próximo destino: la taberna de Lima.
-Chicos, ésto es una estupidez, en este momento debería estar en casa, repasando mis votos...-se quejó Finn.
-¿Para qué?-preguntó Sam-Solo tienes que leer, no hay necesidad de memorizártelos...
-Sam tiene razón-agregó Mike.
-Puede ser...pero...en realidad, quiero estar mirando a Rachel a los ojos cuando los pronuncie...-admitió, mientras sonreía.
Puckerman puso los ojos en blanco.
-Amigo, ya estarás con ella mañana y el resto de tu vida - le recordó - ¡Lo mejor ahora sería disfrutar tu último noche de soltero!
Al final, los que la habían disfrutado habían sido Puck, Sam, y Mike, pero no Finn.
Él se encontraba demasiado emocionado, y ansioso, pensando en el amor de su vida como para seguirles la fiesta a sus amigos, porque estaba casi seguro de que ellos festejaban únicamente porque había un motivo con el que no tendrían que sacar excusas, no precisamente porque quisieran compartir con Finn su última noche de soltero como debía de ser.
Mientras los chicos se encontraban haciendo tonterías a lo lejos, se sentó en la barra y negó con la cabeza cuando el cantinero le ofreció bebida. Lo quisiera o no, él sería el conductor designado. Lo irónico es que se trataba de su celebración. Rachel estaría indignada.
- ¿Finn? - lo llamó una voz familiar, y él por instinto se volteó hacia donde venía - Wow, años sin verte y te vengo a encontrar en este bar. El mundo es un pañuelo. - bromeó Quinn, su ex novia, sentada a su lado en la misma barra.
Quinn. Quinn. ¿Qué demonios hacía ella ahí? Oh, claro, el mundo era un pañuelo, y Lima era el lugar más pequeño dentro de él. No debería de sorprenderse...
- Creo que... tienes razón - dijo, un poco confundido, ya que no se esperaba ese reencuentro.
Quinn se acercó intencionalmente a él, y tocó su mano, pero él la apartó inmediatamente.
- Y bien... ¿qué te trae por aquí? - inquirió la rubia, con interés.
-Pues... los chicos y yo estamos celebrando - respondió, incómodo.
En realidad, solo ellos se estaban divirtiendo.
- Oh... - pronunció ella, encontrando a los tres otros chicos en plena borrachera - ¿Y cuál es el motivo de la celebración, si se puede saber?
De acuerdo, para empezar, la situación ya era embarazosa. ¿Acaso tendría que compartirle sus planes a su ex novia? Ya no había otra salida...
-Ehh...Rachel y yo...nos vamos a casar mañana...-soltó, sin esperar la reacción de ella.
Bajó la vista, y trató de liberarse de su mirada, aunque sabía que no era posible.
- ¿Bromeas? - exclamó - Menuda coincidencia, ¿sabes? Pues hoy mismo, acabo de terminar con mis papeles de divorcio. ¿Puedo serte honesta?
Finn asintió, más que sorprendido. ¿Quinn Fabray se había casado y luego divorciado? Rayos, el mundo no solo era pequeño, si no que también daba muchas vueltas...
- El matrimonio no sirve para nada, Finn. Es sólo una forma de asegurarte que no vas a perder a tu pareja... pero terminas perdiéndola igual. Solía pensar que el hombre con el que me casé era el indicado, que íbamos a estar juntos para siempre y esas tonterías. ¡Y ahora mírame! Divorciada. - se burló, riéndose de si misma - Al tiempo la persona que creías amar y juraste hacerlo "hasta que la muerte los separe", se cansará de ti o tú de ella.
-He estado con Rachel cinco años, Quinn.
- Entiendo, entiendo. Pero, dime, ¿con cuántas mujeres has estado para estar tan seguro de que ella es la correcta? Apuesto a que sólo fuimos nosotras dos.
-¿Y si fuera así...qué?-preguntó Finn, comenzando a enfadarse-Para empezar, no tienes por qué meterte en mi vida, por algo saliste de ella...
- Bueno, relájate, sólo te estoy aconsejando para que no cometas el mismo error que yo. Después de todo, la cuestión es, ¿en verdad crees que ella es la mujer de tu vida?
Finn suspiró con frustración, temiendo que aquello se convertiría en una discusión con Quinn, y después decidió pensarlo...Un momento...¿porqué tendría que pensarlo siquiera?
- Créeme, lo que estás a punto de hacer es sólo un gasto de dinero del que te arrepentirás por el resto de tu vida. - continuó - Al final... la vida de soltera es lo que realmente me hace feliz. Ahora soy libre de hacer lo que quiera, no tengo que vivir con culpa, ni con el anillo en mi dedo anular mirándome como si se tratara de mi propia conciencia. Por fin soy independiente, ¿comprendes?
-Te entiendo, Quinn, y me alegro por ti... - admitió él - Pero lo que verdaderamente me hace feliz...es Rachel... así qué ...
- ¿Y no tienes ni una mínima duda de que pueda haber algo más que te haga feliz más adelante? Es decir, ahora lo crees así... pero nunca sabes qué pasará después. Y si te digo ésto, es por experiencia, no por arruinar tu matrimonio. Eso ya no me interesa.
-Gracias por...aconsejarme, creo que Rachel y yo ya tenemos una vida maravillosa, y así será hasta el final, no tengo... dudas-musitó, de pronto sin tener idea de que estuviera completamente seguro.
- Está bien, como quieras. Sólo te diré una última cosa. - avisó, poniéndose más seria en esta ocasión - ¿Qué pasaría si tú y yo siguiéramos juntos? ¿Si nunca hubieras conocido a Rachel? ¿No pensarías algo similar acerca de mí? Finn, no te das cuenta porque aún eres muy ingenuo, pero hay un mundo aparte de ella. Millones de otras mujeres. Algunas, incluso, que podrían hacerte mucho más feliz que ella. ¿No crees que quizás debas esperar un poco más, sólo por si acaso?
-Esto ya me está cansando - dijo él, sin importarle el hecho de que probablemente la ofendería con su rostro, furioso a más no poder. - Tal vez soy un ingenuo, tal vez me estoy precipitando, apartando del mundo, pero con Rachel...estoy en algo más divino que el paraíso, no hay manera de que pueda seguir viviendo sin ella. Y en cuanto a ti...tú sabes por qué las cosas no funcionaron, y en caso de que lo hubieran hech0, no lo sé. No sé como hacía antes de que la conociera, pero afortunadamente la encontré, y no puedo volver a pensar en ti de una manera en la que solía pensar en el pasado. No me hagas esto, Quinn, por favor, mañana es mi boda...
- Tú ganas, me largo. Aunque sea, eso sí, date el lujo de pasar tu despedida de soltero como se debe. Das lástima, Finn. Adiós, espero que tú y Rachel duren un poco más que cuando Kim Kardashian se intentó casar. ¡Y espero que sigan siendo muy felices juntos!
La chica se levantó, dejó unos billetes sobre la barra, y desapareció de la vista de Finn.
¿Lástima? ¡Lástima le tenía él a ella! ¿Como era posible que después de tanto tiempo quisiera seguir haciéndoles la vida miserable? Tal vez su divorcio la había afectado a ella, claro, pero...¿por qué tenía que arruinarle su felicidad a él?
Sin embargo...en algo tenía razón...es decir, a veces el matrimonio cambia a las personas...
Rachel no ha cambiado y nunca lo hará, pensó. Lo nuestro es diferente, lo nuestro es real...
Pero...¿qué sucedería sí las circunstancias evolucionaban? Rachel era el amor de su vida, cierto, pero...¿como es que se encontraba completamente seguro de que el matrimonio era su destino? Tal vez solo podían estar juntos y ya...todo sería menos comprometedor, menos dramático...
-Maldita sea-murmuró.
Estaba furioso, confundido...y lo peor era darse cuenta de que Quinn lo había dejado pensando... más de lo que incluso él había podido esperar.
¿Podrían estar él y Rachel dando el paso equivocado...?
Bueno, hasta aquí con el primer capítulo. ¿Qué les pareció? ¡Preparense para TODO! Tenemos muchas expectativas con la historia, así que si les interesa...¡por favor compartan su opinión!
¡Gracias por leer!
Faithfully,
Vale & Mari ;)
