Bueno, esta es una adaptación a los personajes de FT del libro Flirting With Maybe de Wendy Higgins. Es un libro corto así que no serán demasiados capítulos.

Como el summary estaba incompleto, abajo se los dejo todo:

Él tenía quince y ella tenía diecisiete. Cuando Natsu "El Chico" Dragneel entra en el equipo de béisbol de los estudiantes de último año, se encuentra sumergido en una vida de adultos, y se enamora de Lucy Heartfilia. Para Natsu, ella es la chica de sus sueños, perfecta. Quizás para el resto del mundo la diferencia de dos años no importa, pero sí en el instituto. Todo importa. Natsu pronto descubre que la vida de Lucy no es tan perfecta. Se convierte en su mejor amigo, su lugar seguro a donde ir cuando necesita un escape. Natsu parece ser enviado a la banca de la "friend zone" sin oportunidad de batear.

El tiempo es tanto una maldición como una bendición. Lucy se marcha a la universidad, y Natsu tiene su primera novia. Pero Natsu pasa de ser un chico a un recién graduado del instituto, listo para aventurarse a la universidad. Pero cuando Natsu ve a Lucy otra vez, descubre que hay cosas que ni siquiera el tiempo puede cambiar.

Aunque mucho ha cambiado, una pregunta sigue en el aire. ¿Las cosas que importaban en el instituto seguirán siempre estado entre ellos?

Una última cosita, no me molestarían que dejen reviews para saber qué les parece, si ya leyeron el libro o no y que les parece o si les gustaría que sean más largos (la idea es cada capítulo del libro lo subo o si no, dos del libro y lo subo como uno, ustedes me entienden). Ya dejo de molestarlos, nos leemos abajo:


Él tenía quince y ella diecisiete. Él conocía su risa estridente y cómo, cuándo se emocionaba, hablaba con rapidez. Sabía, por su caminado en el pasillo, cuándo estaba feliz o perdida en sus pensamientos. Sabía que podía enviar un mensaje de texto y deslizar su teléfono de vuelta a su bolsa antes de que él pudiera parpadear. Conocía el aspecto de sus tonificadas piernas en una falda de tenis, y de su cuerpo tonificado en general. Sabía bastante sobre una chica que probablemente ni siquiera sabía que él existía.

Las chicas de último año en el instituto de Natsu no salían con chicos de menor grado. Era inaudito, así que sabía que no tenía ninguna oportunidad. Los chicos mayores eran más altos, más fuertes y más seguros de sí mismos. A veces salían con chicas más jóvenes, pero nunca pasaba al revés. Era considerado poco genial para las chicas. Natsu lo sabía, pero aun así…

Contenía el aliento cada día entre el cuarto y quinto periodo hasta que ella pasaba frente a él en el pasillo. Si estaba solo, probablemente se atrevería a voltear y ver su rubia coleta columpiarse de un lado a otro o llegar a mirar su trenza suelta, colgando en su espalda.

Lucy tenía un aspecto natural. No usaba mucho maquillaje como las demás chicas. En ese día de octubre, cuando ella llegó a su casillero abrazando su libro de biología contra su pecho, él finalmente tuvo la excusa para ver cada detalle de ella.

—Natsu Dragneel, ¿verdad?

Reconoció su voz y levantó la mirada, sorprendido de que supiera su nombre. Era más caliente de cerca, parada ahí con esa sonrisa en sus suaves labios. Al principio, todo lo que pudo hacer fue oler su aroma, y juró que olía a panqueques. Natsu sintió su cara enrojecer, así que bajó su cabeza solo lo suficiente para que su gorra sirviera de escudo. Sabía que su liso cabello rosa necesitaba un corte y que, probablemente, se le estaba pegando bajo su gorra, viéndose descuidado. Había previsto de muchas maneras la forma en que la iba a conocer, pero nunca se imaginó siendo tímido.

—Sí —dijo Natsu.

—Soy Lucy Heartfilia. Escuché que estás jugando bola rápida en el equipo de béisbol de la escuela.

Esperó pacientemente a que él contestará. Finalmente, abrió su boca y dijo—: Uh… sí.

Natsu nunca había querido tanto una segunda oportunidad en su vida.

—Eso es genial. —Desplazó su libro hacia su sexy cadera, y Natsu tuvo que tragar—. El entrenador usualmente no acepta a los de primero. Si estás en bola rápida, entonces probablemente estés dentro de la temporada de primavera. Debes ser bueno.

Los elogios lo hicieron sentir incómodo. Cuando no contestó, Lucy alcanzó la visera de su gorra y la levantó para hacer que la mirará. Todas las señales de inteligencia huyeron de él.

—Estoy dirigiendo al equipo este año —dijo ella. Lo sabía. Asintió en respuesta, sin confiar en él al hablar—. Eres muy tímido. —Sus palabras hicieron que se maldijera a sí mismo.

Con el divertido tono de su voz, él echó un vistazo, solo para sentirse estúpido bajo su firme y curiosa mirada. Su adorable cabeza se inclinó. Natsu gruñó y se encogió de hombros, sabiendo que era muy tarde para impresionarla.

—Está bien —dijo—, es lindo.

Lindo. Natsu se quería morir. En una dolorosa, sangrienta y no-linda manera.

—Bueno, creo que te veré por ahí… adiós, Nat.

Se aclaró la garganta y dijo—: Adiós. —Pero ella ya estaba caminando lejos.

A pesar de haber estado enojado consigo mismo, fue a clase ese día sin poder controlar su sonrisa. Lucy Haerfilia había hablado con él. En la vida real. Lo llamó Nat. Nunca dejó que nadie lo llamara así porque sonaba infantil, pero cuando Lucy lo dijo, sonó como un término cariñoso. Como si fueran muy cercanos.

Sus ojos, valientemente, contactaron con los de ella en el pasillo desde ese día. Ella interrumpía sus conversaciones para sonreírle y saludarlo. Sus amigos lo miraban con admiración. Tuvo la valentía de pasar de asentimientos a sonrisas, a holas y a golpearse con los hombros juguetonamente cuando pasaban muy cerca. Si Natsu tenía un gran día, incluso la tocaba en la cintura cuando pasaba, haciéndola chillar frente a sus amigas. Ella siempre olía como vainilla, galletas o pastel o algo así, y el aroma subía directamente a su cabeza.

Dibujar una simple sonrisa en ella era suficiente como para hacerlo volar todo el día.

Natsu cumplió dieciséis en febrero y su mamá le dio sus ahorros para comprarle un pequeño y usado carro cuadrado. No se había sentido avergonzado por el color verde turquesa brillante hasta que sus amigos empezaron a llamar al auto "La caja de juguete." Pero eso terminaba rápido cuando necesitaban un aventón.

Una tarde helada, Lucy caminó hacia él en el estacionamiento de la escuela. Él vio el rastro de su exhalación en nubes blancas. Sus mejillas eran de un rosa brillante y vestía una bufanda roja. Natsu tuvo la urgencia de acercarla a él y calentarla.

—Guau. ¡Tienes un auto! —dijo, tocando "La caja de juguete"—. ¡Es muy lindo!

Lindo. Comenzaba a odiar esa palabra.

—Creo que la palabra que estás buscando es masculino —dijo.

—¡Bueno, por supuesto que es masculino! ¡Es el símbolo de tu libertad! —Palmeo el capó con su mano enguantada, viéndolo con una sonrisa. A veces, sus sonrisas causaban un corto circuito en sus habilidades de comunicación. Ella echó un vistazo alrededor del estacionamiento—. ¿Llevarás a los chicos el día de hoy?

—No, ¿necesitas un aventón? —Se preparó para el rechazo, sabiendo que ella siempre se iba con sus amigos de último año.

—¿En serio? —Sus ojos brillaron—. Eso sería genial. —Se paró de puntillas y grito hacia el otro lado—. ¡Oye, Levy! ¡Hoy me iré con Nat!

Su grito atrajo la atención de todos. Levy, la mejor amiga de Lucy, saludo con la mano en respuesta. Natsu escuchó algunos de los chicos más grandes de su equipo gritar—: ¡Suertudo, Nat!—Se sonrojo, aunque no pudo importarle menos los abucheos. Estaba incrédulo. Ella entraría a su auto y no le importaba si los demás lo sabían.

Los dos se subieron al auto, y Natsu estuvo muy consiente de cualquier posible fallo. Él mantenía el carro brillando de limpio, pero el dueño anterior fumaba. ¿Qué pasaría si olía mal? Pronto, la esencia de vainilla de Lucy evaporó cualquier posible mal olor y lo hizo sentirse mareado.

—¡Está haciendo mucho frío! —dijo Lucy.

Natsu arrancó "La caja de juguete" y encendió la calefacción. —Probablemente nevará.

—Puff. Ojalá. Necesitamos un día nevado. El invierno aquí apesta. Un año tuvimos casi un metro de nieve, y el siguiente año, nada.

Él no podía creer que ella estuviera justo ahí, a centímetros de él, hablando sobre el clima del norte de Virginia y sin una pista de cómo lograba que su estómago se sintiera en una montaña rusa. Ella parecía tan contenta, y sus grandes ojos marrones brillaban como si estar dentro del auto con él fuera una especie de aventura.

—¿Te importa si toco tus cosas? —preguntó.

—¿Eh? —Los pensamientos de Natsu se fueron en picada.

Lucy rió nerviosamente y apuntó a la radio. —Sé que algunos chicos se ponen protectores acerca de sus cosas.

Natsu forzó una sonrisa, sintiéndose muy cálido. —Sí, por supuesto. Mis cosas son, uh, tuyas para tocar.

Mierda… no acababa de decir eso. Esperó a que ella no pensara que era un pervertido.

Lucy solo agitó su cabeza y se río de nuevo. Se quitó sus guantes y alcanzó la radio, ajustándola en una mala estación de pop. Incluso sus manos con sus cortas y despintadas uñas eran adorables cuando tocaban sus cosas. Natsu forzó su mirada a mantenerse en el camino. Manejó por el estacionamiento y Lucy subió el volumen, inclinándose hacia la bocina y haciéndola sonar. Otros autos empezaron a sonar sus bocinas, también. Natsu se rió. Ella era tan viva y segura de sí misma. Quiso ser así de vivo, no el tipo de chico que se apagaba ante la presencia de cualquier chica linda.

Cuando estuvo a punto de pasar a su amiga Levy, Lucy bajó la ventana para saludar y gritar—: ¡Adiós! —El aire frío golpeó la cara de Natsu, un alivio después de ese agitado momento. Las amigas de ella rieron, bajando sus ventanas para gritar de vuelta mientras Natsu desaceleraba, empapado de sudor. Amó cómo Lucy se hizo sentir en su hogar en su espacio.

Cuando estuvieron en la calle principal, Lucy subió la ventana, volteando a ver a Natsu.

—¿Ya tienes que ir a tu casa?

Su pulso brincó. —No, pero tengo que regresar a la escuela a las cinco para la práctica de bateo.

En la primavera, tenían práctica justo después de la escuela, pero durante el invierno, el entrenador no quería usar el campo congelado, así que tenían que esperar hasta que los jugadores de baloncesto terminaran con el gimnasio.

—¿Podemos dar la vuelta? —preguntó Lucy—. Aun no quiero ir a casa.

—De acuerdo. —Parecía una respuesta más segura que "¡diablos, sí!"

Manejó alrededor y terminaron en el parque del estado, a tres kilómetros de su casa. Aparcó en el estacionamiento vacío con vista al río Potomac, y se sentaron ahí, rodeados de árboles desnudos. Natsu se movió nerviosamente. Palmeo sus muslos, puso sus manos en el volante, luego apoyó sus codos en el reposabrazos. Lucy se sentó quieta, mirando fijamente por su ventana por mucho tiempo antes de hablar.

—Háblame de ti.

Se preguntó qué era lo que ella quería saber, así que se decidió por lo básico. —Yo, um, vivo con mi mamá…

—¿Sólo tu mamá? —interrumpió Lucy.

—Sí.

—Guau, qué afortunado. Desearía poder vivir sólo con mi mamá. Mis papas se divorciaron y mi mamá se casó de nuevo con un hombre llamado Rufus —dijo su nombre con asco—. Rufus el estafador. Actúo muy dulce al principio, hasta que se casaron.

Natsu se preguntó por qué la historia salió. Él tuvo una madrastra, pero era genial. —¿Qué hay de malo con él?

Ella siguió mirando por la ventana. —Me odia.

—No hay forma de que te pueda odiar.

Eso la trajo a la vida. Volteó y sus ojos parecían más oscuros.

—Es como si estuviéramos compitiendo por la atención de mamá. Ella siempre está inventando pretextos por lo controlador que es. Creo que cuando se casaron, él pagó casi todas las deudas que ella tenía de cuando estaba con mi papá, y eso apesta, pero él no deja de echárselo en cara. Mi mamá me daba permiso para usar su viejo auto, pero él dijo que no, porque su seguro se dispararía. Se pone furioso si tiene que gastar dinero en mí.

—¿Tu papá no te puede ayudar?

Lucy lució avergonzada por primera vez. O tal vez triste. Se desplomó un poco y hecho un vistazo a sus brazos cruzados. —No da, ya sabes, manutención desde hace mucho tiempo.

Natsu estaba sorprendido de que compartiera tanto con él. Se sintió especialmente extraño. Se sentaron en un silencio expectante por un momento.

—Lo siento —dijo—, no quise explotar así. Cuéntame sobre tu papá.

—Está bien. No hay mucho que decir. Se mudó a Michigan con su nueva esposa cuando yo iba en quinto grado. Voy a visitarlo cada verano. Se hace cada vez más difícil con beisbol todo el año.

—¿Te agradan tus padres?

Natsu asintió. Todavía no podía creer que Lucy le estaba hablando de esa manera. Contándole cosas y preguntando acerca de él. Como si necesitara alguien con quien hablar, lo cual no tenía sentido porque ella tenía toneladas de amigos.

—Mi papá era genial —dijo ella—. Nunca fue triste o malo. Él hacía todo divertido. ¿Sabías que jugó con las ligas menores de béisbol?

—¿En serio? —Eso explicaba cómo sabía tanto del béisbol.

—Sí, solía ir a sus juegos y quedarme en la cabina de su equipo con los otros jugadores, así podía escuchar todo. Pero lo dejaron ir porque tuvo un… —Se aclaró la garganta—, un problema con la bebida. No podía ser responsable con nada. De cualquier manera… Rayos. Esa es mi deprimida historia. Usualmente no comparto eso. Mis amigos ni siquiera lo saben.

Se sonrojó y su cuerpo se endureció. Natsu se sentó ahí, disfrutando del increíble sentimiento de que sabía algo acerca de ella que otras personas desconocían. Luego se dio cuenta que había estado demasiado callado.

—Está bien —dijo Natsu. Se sintió un poco desesperado por hacerle saber que no la estaba juzgando o a su familia—. ¿En qué posición jugó?

Su pregunta la hizo relajarse, y sus ojos volvieron a la vida.

—Era campo-corto. Era asombroso, Nat. Los Orioles hablaron de ascenderlo…

Su voz se fue perdiendo y el estómago de Natsu se contrajo, porque, hombre… su papá estaba viviendo el sueño y lo dejó ir. Luego perdió a su esposa e hija, también. Natsu no podría comprender una vida como esa fuera de control.

—¿Has hablado con él? —preguntó.

—Nos hemos enviado correos electrónicos un par de veces a través de los años. Él siempre finge como si todo fuera genial y como si su vida fuera interesante, pero luego pasaron meses sin oír de él de nuevo. Ha pasado un año desde que escribió. A veces pienso que se olvida de que existo.

Ella miró hacia el río por el parabrisas, y Natsu quiso tocar su cara, algo para hacer que su ceño fruncido desapareciera.

—No sé por qué te estoy contando todo esto —susurró, mirando todavía fijamente hacia el frente.

—Probablemente necesitas sacarlo de tu pecho —propuso Natsu.

Lo miró con tanta franqueza que lo hizo sentir desnudo por un segundo, como si estuvieran compartiendo un loco momento de descubrimiento de alma, y él tuvo que tragar saliva. Nunca sintió algo tan intenso con nadie, como si un entendimiento mutuo hubiera sido forjado sin la necesidad de palabras.

—Puedo contarte lo que sea, ¿eh? —susurró.

—Puedes contarme lo que quieras. —"Puedes contarme todo, y voy a querer escucharlo".

—Y tú nunca divulgarías una palabra.

—No.

Había verdad en los ojos de ella, y su deseo de saber todo acerca de ella de repente se convirtió en una necesidad. ¿Por qué estaba está chica afectándolo de esta manera? Ella tomó una respiración profunda y alcanzó la palanca del asiento, inclinando su asiento todo hacia abajo. Él sintió sus ojos agrandarse. "Oh, Dios, se está acostando en mi auto". Poniéndose cómoda. ¿Por qué se está acostando? ¿Debería hacer algo? Él no sabía qué hacer con sus manos, y no quería que ella supiera que se estaba volviendo loco, así que frotó la palma de sus manos arriba y abajo por sus muslos. Lucy miró hacia Natsu y dejó salir una dulce risa.

—Siempre estas nervioso a mi alrededor.

Se sentó derecha y se inclinó sobre su regazo, haciendo que el corazón de Natsu bombeara sangre a toda velocidad a lugares que no prefería. Con una mano, ella agarró la palanca del asiento junto a su puerta y con la otra mano empujó el asiento hacia atrás hasta que él estuvo acostado. Se puso rígido mientras la miraba fijamente.

—Relájate, Nat. —Palmeo su mejilla, luego se acostó en su propio asiento—. No te voy a morder.

Él balbuceo una risa nerviosa. Le tomó unos cuantos minutos tranquilizarse. Natsu miró hacia el desgastado techo. Podía decir que ella sólo quería relajarse y platicar. Podía manejar eso, ¿cierto?

—¿Por qué siempre hueles como a pastel? —preguntó, sintiéndose inmediatamente estúpido.

Ella soltó una risita. —Es mi crema.

¿Había una crema que olía comestible? La gente era un genio. Él notó que lo estaba mirando atentamente, así que trato de pensar en algo para decir.

—Eres hija única, ¿verdad? —preguntó.

—Sí, siempre quise tener un hermano mayor.

—Yo también —dijo—. Hijo único. Quise un hermano mayor.

—Apesta para nosotros. —Lucy le quitó importancia golpeándolo.

Natsu se preguntó si ella alguna vez se sentía sola como él. Él la pasaba increíble con su mamá, pero trabajaba por largas horas como enfermera. Siempre deseo una casa llena de gente ruidosa como algunas de las de sus amigos.

—¿Ya aplicaste para la universidad? —preguntó.

—Sip, apliqué en la Universidad de Carolina. Mi abuelo fue ahí. Jugó béisbol, también.

—Guau, Universidad de Carolina del Norte.

—Eso estaba un poco lejos, como a seis horas.

—Me encantará estar lejos. Rufus el estafador quería que aplicara en escuelas del estado, pero este es mi sueño.

De repente, Lucy jadeó y palmeó el brazo de Natsu, señalando fuera de la ventana. Una cierva y su cervatillo estaban caminando por el camino, a unos metros del auto. Natsu echó un vistazo hacia ucy y vio ternura en su cara mientras observaba.

—Lucen felices —susurró. Ella miró anhelante, y se preguntó qué pasaba por su cabeza—. ¿Por qué no tienes novia? —pregunto Lucy.

—¿Eh? —Se encogió de hombros.

—Conozco a dos chicas lindas de primer año que les gustas. Su nombre es Juvia y esa chica baja con cabello blanco, Lissana. Las escuché hablando de ti en el baño. —Lucy alzó sus cejas.

—Ah, ¿Lissana Strauss y Juvia Loxar? No, sólo son mis amigas.

—Mmm… ¿Es esto parte de tu timidez? —Sonrió, haciéndolo retorcerse un poco.

—Nah —dijo—, es en serio.

Se le quedó viendo a sus labios, preguntándose qué haría si él se inclinara y la besará.

Se la imaginó abriendo su boca para él y volverse loca por su toque, aunque él sabía, realmente, que ella lo abofetearía. Trato de concentrarse mientras seguían hablando. —Estar soltera apesta. Estoy segura de que ya sabias esto, pero salí con Gajeel por un tiempo. Lo conozco desde siempre, debí haber sabido que lo mejor era no salir con él. ¿Conoces a Gajeel?

Natsu asintió, paralizado. Todos conocían a la estrella pitcher, Gajeel Redfox. ¿Tenía Lucy alguna idea de qué tipo de basura hablaba ese chico en los vestidores? Si alguna chica pudiera oírlo, nunca saldría con él. O tal vez no. Las chicas son un poco raras sobre eso. Lucy debió ser capaz de leer la repulsión en su cara.

—Lo sé —dijo suspirando—. Es un idiota, ¿verdad? Pensé que sería más amable dado que éramos amigos de tanto tiempo.

—¿Qué sucedió?

Lucy dudó, separando sus labios y luego cerrándolos de nuevo antes de que sus nervios aumentaran.

—No le puedes decir a nadie sobre esto, ¿de acuerdo? —Le lanzó una mirada seria y suplicante—. Porque odio cuando la gente se mete en mis asuntos, y todos alaban a Gajeel.

Natsu sabía eso. Gajeel era uno de esos chicos populares con una gran boca que se podía salir con la suya. Un idiota un minuto, luego el payaso de la clase, luego un tipo encantador, y de vuelta a idiota. Gajeel podría ser genial con Natsu, apodándolo "El Chico", pero no le gustaba la idea de él saliendo con Lucy.

—Sí —dijo él—. Es decir, no le diré a nadie.

Ella miró hacia sus dedos. —Se enojó conmigo porque no lo quise hacer con él. Dijo que era la virgen más mojigata que había conocido.

El estómago de Natsu dio un giro de celos, lo cual sabía que era estúpido. La mirada de Lucy decayó y sus hombros se desplomaron como si estuviera avergonzada.

Lo que sea que ella pasó, seguía siendo increíble para él. Dejó que un idiota como Gajeel la hiciera sentir mal y usar su pasado para manipularla.

—Es un imbécil —dijo Natsu, sabiendo muy bien que nunca podría tener las agallas para decirlo en la cara de Gajeel. Pero, al menos, hizo que Lucy se relajara un poco.

—Tuve un novio en todo mi décimo grado —explicó lUCY—. Él era algo así como problemático. Lo transfirieron a otra escuela porque tenía muchos problemas. Peleas y drogas.

—Oh… —Natsu no pudo imaginarla con alguien así. Aparentemente, Lucy era una de esas chicas que iban por los idiotas. Teniendo otra señal de que estaba loco por sentirse de esa manera hacia ella.

Parecía como si pudiera leer sus pensamientos, y empezó a explicar su pasado.

—Él no siempre fue malo. Cuando estábamos juntos, me hacía reír. Pensé que maduraría. Luego me enteré que me estaba engañando. Creo que yo no era suficiente para él.

Tomó un hilo del final de su blusa, había dolor en su voz. Ambos estaban recostados, sus rostros frente a frente. Natsu estaba sorprendido de lo cómodo que se sentía, a pesar del tema.

—Bueno, entonces, estoy contento de que estés soltera. —Hombre, Natsu, cállate—. Es decir, no porque… Yo…

La risita de Lucy lo interrumpió. Ella se inclinó hacia él y posó sus dedos en su manga. Su piel hormigueo bajo el algodón.

—Sí, hay peores cosas que estar soltera. —Lucy miró hacia el reloj y suspiro—. Creo que nos debemos ir.

Rayos. Tenía razón, pero no quería irse. Quería que todo fuera del auto desapareciera. Por un segundo, Natsu se sintió imprudente.

—¿Quieres enderezar el asiento por mí? —preguntó—. Ya que eres muy buena en eso y todo lo demás.

Ella rió y le dio a su brazo un empujoncito. —Buen intento, Nat.

Natsu se sintió un poco más como él mismo ahora que había tenido el valor para coquetear, ganándose otra hermosa sonrisa. Cuando manejó hacia su casa, ella se quedó sentada por un minuto, mirando hacia su casa estilo de campo y ladrillos, la cual ponía a la casa de Natsu y su mamá en vergüenza.

—Gracias por traerme. Fue amable. ¿Quizá puedas traerme a casa de nuevo otro día?

Él asintió. —Sí. Definitivamente. Cualquier día.

Lucy apartó unos mechones de cabello. —Y… gracias por escucharme balbucear.

Ella besó las yemas de sus dedos y lo tocó en la mejilla antes de desaparecer dentro de su casa.


Y aquí termina el primer cap, los iré subiendo cada tanto y recuerden: si les gusto dejen comentarios, un autor no es nada sin sus seguidores.

Nos leemos.

Nick Reus.