Obligándote a amarme

Recuerdo como empezó, fue amor a primera vista la vi y el resto fue inevitable, fuimos amigos, mejores amigos, hermanos. Ahora yo había cruzado la línea, ese dulce trazo que separa el sentimiento de amistad o en nuestro caso hermandad y el sentimiento de amor.

Ella fue mi todo, siempre que necesitaba algo ella estaba ahí, incluso cuando estaba en una relación con alguien ella no sentía celos, no se sentía abandonada. Creo que tampoco hubiera sentido algo si le hubiera dicho que todas esas relaciones eran solo para llamar su atención ¡Quería que me viera más que solo su mejor amigo y casi hermano!

Pero fue inevitable, ella nunca me vería como algo mas, pero no pasaría , mi vida con ella de esa forma, quiero besarla amarla, ser su todo.

—¿Estás seguro Ed?—La voz de mi padre me saco de mis pensamientos, lo mire serio, no había vuelta atrás, después de todo era su única opción.

—Nunca eh estado tan seguro en mi vida—Dije con honestidad.

Me levante de la silla, y con mis manos en mis pantalones camine hasta la ventana de su oficina ahí estaba el lago del pueblo, el único rio, del otro lado de él estaba la casa de ella, su familia disfrutaba del único territorio donde el sol caía con intensidad, allí estaba ella, con su bote pintado lleno de flores.

Ella giro su mirada hacia mí y me sonrió, al tiempo que seguía remando, imposibilitándome la vista de su rostro por el sombrero que tenía en su cabeza. Sonreí levemente, y estaba seguro que mi padre me veía bien de cerca.

—Vas a alejarla por completo de ti—Dijo Carlisle apoyando su mano en mi hombro.

—No lo entiendes—Dije enfrentándolo—Soy yo o que se case con un completo desconocido, porque no querrá que su familia lo pierda todo.

Carlisle y Charlie iniciaron un negocio, apenas tenían 17 ambos, pobres y sin nada ,empezó como un pequeño negocio, invertían su poco dinero en empresas pequeñas, pero la suerte se puso de su lado. Ganaron millones con solo 19 años, pero se mantuvieron aquí en forks.

—¡Edward!—Bella entro a la habitación gritando mi nombre, tenia puestos sus típicos jeans y una camisa azul, el sombrero que estaba seguro era de Charlie colgaba de su brazo dejando suelta su melena algo ondulada.

—Tú le dirás, si dice que si hablare con Charlie.

Carlisle salió de la habitación no sin antes saludar a Bella y mover su mano sobre su cabello como hacia siempre, a veces pienso que la ve como su propia hija.

—¿Qué paso?—Dijo ella sin dejar de mirar el camino por el que Carlisle se había ido, negué con la cabeza y gire su rostro delicadamente con mi mano, gesto que no era extraño para nosotros, siempre éramos así.

—¿Por qué no vamos a caminar?—Dije, ella asintió pero me miro de arriba abajo, analizándome con sus ojos.

—¿Pantalones de vestir?¿Chaleco?¿Saco? Un placer conocerlo señor Cullen.

—Bella, tenemos que hablar, quisiera hablarte como el señor Cullen y no como Edward—No podía evitarlo, cuando la vi quería ser Edward su amigo, pero el señor Cullen amaba a Bella quería decirle que solo era suya de ahora en adelante, porque esa parte de mi sabía que no diría que no.

—Está bien—Dijo ella sin comprender, empecé a caminar y ella me siguió, antes de que saliéramos por la puerta, note como Esme y Carlisle nos miraban, con preocupación.

Inevitablemente tomamos nuestras manos, ella riendo puso el sombrero sobre mi cabeza y se sentó en el banco de piedra, ella estaba sentada en posición de indio y me miraba con cuidado, sabía lo que eso significaba, podría decirle que su papá tenía cáncer pero ella estaría sin llorar, preparada para enfrentar la situación.

—Sabes lo que está pasando—Dije mirándola directo a los ojos—Nuestras familias separadas y por su lado no llegaran a nada…

—Pero juntas si lograran algo ¡lose yo se lo dije a mi padre!—Dijo dándome la razón, si tan solo supiera a donde quería llegar.

—La mejor forma para oficializarlo es que nos casemos…los bienes se repartirán de forma correcta.

—Quieres decir que…—Su rostro se había desviado, mirando mi casa como si fuera lo más interesante del mundo.

—Sí.

—¡No!—Dijo al tiempo que se paraba, y daba vueltas con sus manos en u cintura.

—Bella soy yo o algún tipo con dinero que no te mirara.

—¡Somos amigos!

—¡Por eso es mejor!—Dije parándome y tomando sus manos obligándola a que me mirara, si tan solo pudiera decirle…

—¡Es peor! ¡Jacob! ¡Me invito a salir hoy!—Unas lagrimas de impotencia cruzaron su rostro, haciendo que mi furia explotara por completo.

—¿Y si yo te amo? ¿Cambia tu idea?—Dije serio al tiempo que la atraía hacia mí y sus labios conocían los míos.

Esa fue la única vez en los siguientes meses que Bella me miro sin odio, si hubiera sabido que esa sería la última vez en mucho tiempo que ella no me vería como su enemigo, le hubiera dicho muchas cosas más.