Hola. He vuelto después de mucho tiempo, lo sé. He estado escribiendo mi propia historia y he tardado casi todo el verano, además estoy de finales en la universidad y tras escribir una historia para una amiga y corregir mi libro, he decidido relatar esto.
Espero que les guste. Siempre me entro curiosidad de cómo sería este momento entre ellos y bueno surgió y ahora lo plasmo con mucho respeto y cariño.
Harry Potter pertenece a J.K. Rowling, uno de los ídolos que me hace creer en un sueño. Sus personajes son magníficos y sobre todo amo con locura estos dos.
Espero que disfruten.
1-1
Hacía frío y apenas podía sentir mis manos. Aun llevando guantes, sentía como la sangre tenía dificultades para circular.
Me frotaba con fuerza mientras paseaba por las calles de Hogsmeade. Había venido para comprarle a Ron unas cajas de dulces. Todos los años me había estado diciendo lo mucho que le gustan eses tipo de cajitas de chocolate. Por lo visto es noruego y uno de los más exquisitos. Al ser tan específico era bastante más caro que los chocolates corrientes y siempre que Harry se había ofrecido a comprarlos, Ron se había negado.
Volvía de la tienda y me pensaba regresar ya al castillo. Los chicos tenían entrenamiento de Aurores y aunque fuese mi fin de semana libre para venir Hogsmeade, si no estaba con ellos, no era lo mismo y Ginny estaba ocupada con trabajos atrasados.
Le regalaría a Ron los chocolates como presente en navidad. Me gustaría que fuera ese día ya que justamente hacíamos tres meses juntos, pero hay veces que en la vida no se puede tener todo.
Las tabernas estaba repletas de alumnos, desde tercero hasta séptimo y las tiendas no hacían más que vender, ya que las navidades estaban cada vez más cerca.
Aceleré mi ritmo para poder llegar pronto ante la chimenea y empezar a leer un libro nuevo que había cogido de la biblioteca, cuando me fijé en una figura a lo lejos, cerca de la vaya que separaba la cuidad con el terreno de La Casa de los Gritos.
Tenía el pelo rojo y una tez blanquecina y miraba con la mirada perdida hacia el hogar anteriormente nombrado.
Me acerqué deprisa hasta él y lo abracé por la espalda. Es más grande que yo en lo que se refiere a la altura y solo pude abrazarlo por los antebrazos, pero tampoco importó ya que en cuanto sintió mi contacto se dio la vuelta con una enorme sonrisa y un brillo especial en los ojos. Me agarró fuerte introduciéndome dentro de sus brazos. Enseguida apoyó su frente sobre la mía y me dio un beso tierno, suave y cargado de sentimientos.
Te separas de mis labios y siento como si el aire me faltara. Lo hacía de verdad, ya que se iba agotando en la profundidad de nuestro beso, pero sentir de nuevo el frío atravesar mi boca me hacía sentir vacía.
-¿Pensaba que tenías entrenamiento hoy? —subo mis manos torpemente por tu ropa y las coloco sobre tu cuello—. Pensé que no podría verte este día —rocé mi nariz con la tuya y le di un suave beso en la punta. Me encantaba tu nariz.
—Han cancelado el entrenamiento por la falta del entrenador y yo lo prefiero —me sujeta más fuerte y me mira a los ojos-. Así podré pasar el día contigo. Sabes que hoy hacemos tres meses juntos y quiero celebrar este día con la chica a la que amo.
Me sonrojo y te miro, para poder perderme en la intensidad de tus azules ojos. Eran de un color fuerte y se podían observar motitas de un color turquesa. Era como mirar a las aguas del océano. Me encantaría poder ahogarme en ellos.
—Hoy es un día especial para nosotros —paso mi dedo índice por tu labio inferior para acariciarlo—. Yo también te amo. Te amo más de lo que pudieras imaginar y estoy emocionada porque hayas podido venir. De repente te encuentro aquí y seguramente estabas esperándome. Pero, ¿cómo sabías que estaba aquí?
—Hablé con Ginny para preguntarle, en donde te encontrabas. No sabía bien si buscar en la biblioteca o la Sala Común. Le envié un patronus ya que quería darte una sorpresa, mi vida y me dijo que estabas aquí. ¿Qué haces por aquí sola y sin mí?—me hablas casi en un ronroneo acariciando mi pelo con una de tus manos. La otra la tenías posada en mi espalda. Podía sentir el calor de tu palma expandirse por toda mi caja torácica.
—Vine a comprar una cosa para navidad. Ya sabes, los regalos y esas cosas —me sonrojo un levemente al notar tu sonrisa torcida.
—¿Algo es para mí? Si es así, quiero abrirlo ya —me atraes más contra ti. Estaba pegada literalmente a tu pecho y cuerpo.
—No te lo voy a decir y si lo fuera, no te lo daría tan pronto. No es navidad y lo sabes —te señalo con el dedo y lo atrapas con tus labios. Siento como pasas de largo tu lengua por mi uña y se sonrojo mucho más. ¿Por qué me torturabas de esta forma? Me sueltas y te acercas a mí para besarme de nuevo. Ahora me atrapas más firmemente y con mayor decisión. Mueves tus labios sobre los míos y me siento guiada a abrir mi boca para darle acceso a tu juguetona lengua, que sin miedo se introduce en mi boca. No estaba muy acostumbrada a besarte así pero poco a poco iría aprendiendo. Aprenderíamos juntos.
El oxígeno se estaba agotando en nuestros pulmones y necesitaba soltarte para respirar para no morir de asfixia y era bastante fastidioso, dado que yo no quería separarme de ti jamás. ¿Por qué tenemos que vivir a expensas del oxígeno? Me despego y cojo aire con fuerza. Lo necesitaba. Estaba bastante colorada y el propio rubor, me había proporcionado calor en mi rostro, y no solo era la vergüenza, si no la propia pasión que desprendías con un solo roce tuyo.
—Hace frío aquí y estamos en medio de un camino nevado. ¿Quieres ir a algún lugar en especial? Puedes elegir el que más desees. Eres mi princesa y por tu felicidad hago lo que sea.
Me decías cosas que me dejaban sin palabras. ¿Dónde estaba el Ron que se reía de mi e imitaba cada vez que respondía en clase? Eras otro, o al menos cuando estabas a solas conmigo me tratabas como exactamente has dicho, una princesa de porcelana. Eras atento y me preguntabas como estaba, que sentía y si me encontraba a gusto entre nosotros. Si ese era el Ron que tenía que nacer, después de haber pasado casi un año perdidos en la montaña, buscando horrocruxes, estaría encantada de recibirlo.
—Pensaba volver a la Torre de Gryffindor, para leer un libro, pero estando tú aquí, no quiero hacer nada que no sea estar a tu lado. No me importa el sitio, si la compañía eres tú.
Me mira y sonríe con esa sonrisa perfecta que me había estado enamorando desde siempre.
—Entonces buscaré un lugar especial y único para hacerlo nuestro —se gira y mira hacia La Casa de los Gritos y me vuelves a mirar—. ¿Qué te parece La Casa de los Gritos, mi niña?
Te miro atónita y pienso porqué ese lugar. Que yo supiera estaba abandonado y destruido por dentro, además no se nos estaba permitido ir allí por precaución.
—¿Pero ese lugar por qué, Ron?
—Porque nadie lo quiere. Sería el único sitio que puede ser nuestro, solo nuestro —coloca su frente sobre la mía y me besa en la mejilla—. Cualquier lugar es un paraíso, si tú estás a mi lado.
Una lágrima surca mi rostro, cruzando un camino hasta morir en el suelo. No pude retenerla ya que me estabas quitando el aliento con tan solo decirme esas cosas. Eras único y no me creía que lo fueras conmigo. Me encanta sentir tus besos, ese tacto era tan especial como cualquier sentimiento puro.
—Entonces, me encantará pasar cada segundo en esa casa con el chico que me hace palpitar, con tan solo mirarme.
Parece que te sonrojas y es una imagen muy bella. Pocas veces te he visto sonrojado en cambio tu a mí, podías visualizarme constantemente.
—Entonces vamos. Nos transportaremos. Quiero estar cuanto más tiempo mejor. Ya sabes que nos vemos poco, por tu último año y mi curso.
—Y es una pena porque te extraño, te extraño mucho, Ron —te abrazo fuerte por el cuello y coloco mi cabeza en tu hombro—. Ojalá pudiera verte todos los días como lo hacíamos antes. Es horrible levantarme y bajar al comedor y que vosotros dos, no estéis allí.
Me abrazas y sujetas con tus grandes manos. Noto como besas mi pelo y lo inhalas.
—Ven, vamos. Aprovechemos el tiempo que tenemos para estar juntos —me miras y dándome un beso corto nos transportas hasta la entrada de nuestro objetivo. Noto como mis pies tocan el suelo y estamos perfectamente estables. Habías pasado muy bien tu examen para aparecerse y lo hacías bastante bien.
Me coges de la mano y entramos con cuidado dentro de la casa. Había un recibidor abajo y había que subir unas escaleras y llegabas hasta la planta de arriba. Estaba bastante destrozada, oscura y había un frío aterrador, pero estaba contigo y tu mano me daba la confianza suficiente para seguir adelante.
Llegamos hasta el salón y había un sillón roto lleno de arañazos y la espuma de los cojines estaba por fuera de sus fundas. Había una chimenea rota con un montón de leña a su derecha. Solo se visualizaba una ventana en todo el cuarto y las lámparas estaban destrozadas.
—Esto es un desastre. No sé cómo Sirius pudo vivir aquí por tanto tiempo —Ron se movía por la habitación y levantaba escombros que había por el suelo.
—Reparo maximo —con mi varita empecé a reparar todos los mueble que había por la habitación. Como si fueran nuevos se arreglaron y la chimenea quedó completamente estable y en perfecto estado.
Al verlo Ron, lanzó un hechizo para hacer fuego y se sentó en el sillón habiendo dejado antes su abrigo en un perchero que estaba cerca de la puerta. Al verlo lo imité y quitándome el mío me dirigí hasta su lado para sentarme y abrazarle. Quería sentir sus brazos sobre los míos.
Al verme muy cerca, tiras de mi brazo y me caigo encima de ti. Con un sonrojo te miro y empiezo a reírme por la tensión del momento.
—¿Cómo se puede ser tan hermosa? Tengo miedo de que te me escapes por un chico más guapo y más listo que yo. Eres un joya para los demás —me abraza por encima y me acerca a su pecho.
—¿Por qué iba a irme con otro si con quien quiero estar es contigo? Y eres muy bello y listo aunque no lo quieras reconocer.
—Tú sí que eres la más bella y lista de todo Londres —me besas en la cabeza y puedo escuchar el latir de tu corazón. Era como una dulce melodía que causaba un equilibrio en mi interior que me podía llevar al confort.
—Ron, eres perverso. Diciéndome estas cosas no puedo evitar premiarte y por eso te voy a dar tu regalo de navidad. Realmente no es tu regalo, es solo un detalle que quise regalarte —me separo de ti a regañadientes, porque se estaba bastante a gusto entre tus brazos y me levanto para acercarme a mi bolso. Lo abro y saco la caja de bombones que te iba a dar antes de la cena de navidad.
Me acerco y tus ojos brillan al ver el paquete envuelto con un papel azul oscuro. Me siento a tu lado y te miro sonrojada.
—Te lo iba a dar antes de la cena de navidad para que los disfrutases cuando quisieras —te ofrezco el paquete y lo coges con gusto y una sonrisa entre dientes.
—No hace falta, Hermione. Si quieres esperar al veinticuatro, por mí está bien.
—Bueno, ahora que lo pienso, podrías disfrutarlo ahora. Al menos empezarlo.
Me miras con el ceño fruncido y con brío abres el paquete, rompiendo el papel de regalo. Al ver lo que es, me vuelves a mirar con cara de interrogación y me acercas más a ti cogiéndome de la cintura.
—¿Por qué lo hiciste, mi amor? Estos chocolates con muy caros y lo sabes —abres la caja y miras los bombones de diferentes tipos de chocolate que hay bien colocados—. Es una maravilla solo olerlos. Toma quiero que los pruebes tú primero. Yo los comí una vez.
Me ofreces un bombón de chocolate blanco. Te miro con una negativa pero insisten tanto que tengo que acéptalo y sonriendo me lo llevo a la boca. Realmente era un chocolate delicioso. Te veo coger uno y comértelo. El tuyo era de chocolate negro. Se notaba que lo preferías más.
—Es una delicia, mi amor. Muchas gracias. Sabes que no tenías que haberlo hecho —acerca su nariz hasta la mía y me acaricia con ella. Me sonrojo y noto su corazón palpitar junto con el mío.
—Lo hice porque quise y ha sido mi decisión. Solo espero que te guste. Realmente es solo un detalle —te echas para atrás y coges otro bombón. Lo acercas con cuidado a mi boca y esperas a que muerda. Al ver tus ojos, asiento y le doy un bocado al chocolate, el cual retiras y lo llevas a tu boca. Era de chocolate con leche y estaba también delicioso—. Creo que ya es suficiente. Voy a guardar el resto y me comeré uno a diario, pensando en lo mucho que te amo —con eso cierras la caja y la dejas en una mesa que había junto a nuestro sitio. Acto seguido me agarras con las dos manos y me acercas lo más posible hasta ti para besarme. Un dulce beso, literalmente porque aún mantenía el sabor del chocolate en mi boca.
Mis manos actúan por sí solas y se dirigen sin pensarlo hasta tu cuello rodeándolo y entrelazando mis dedos en tu cabello. En tu pelirrojo pelo que tan exótico y sexy me parecía. Era fino como la seda y no se enredaba fácilmente como el mío. Daba gusto poder tocarlo y se puede decir que sentía un leve fetiche por él.
No era la única que me movía, tus manos pasaron de mi cintura a mi espalda, surcando círculos por encima de mi jersey. Acariciabas toda y cada parte de ella y bajaste las manos los suficiente como para introducirlas por dentro de la ropa con cuidado y delicadeza. Sentí el frío en mi caliente piel y me ericé de repente sintiendo un escalofrío surcar mi espina dorsal. Con eso intensifiqué más mi beso. Estaba empezando a sentir los nervios nacer en mi estómago ya que tus manos me acariciaban y cada vez subían más por mi cálida piel.
Te dejaste caer encima de mí, apoyando mi espalda en el cojín siguiente. Tus labios se movían cada vez más intensamente sobre los míos y tu lengua pedía permiso con respeto para poder introducirse dentro de mí boca. Con gusto accedí y me aferré con mis dedos, más fuerte sobre tu pelo. El calor estaba subiendo y dentro de poco no haría falta que el fuego nos acompañase. Tus manos eran juguetonas y con cuidado empezaste a subir mi jersey. Levanté mis brazos para ayudarte y cuando lo tuviste cogido, lo echaste a un lado para que no molestase. Estaba con una camiseta fina oscura de tirantes. Notaba el frío en mis extremidades superiores y mi pecho subía y bajaba a causa de mis principiantes nervios.
Solo puedo fijarme en tus ojos y ellos me brindan la seguridad que necesito para sentirme bien conmigo misma y confiar en lo que pudiera pasar. Estaba a tu lado y siempre había creído en ti. No tendría miedo siempre que tú me protegerías.
Coges mis manos sonriéndome y las colocas sobre tu chaqueta color vino. Movías mis dedos porque yo no era capaz de actuar por mí sola. A decir verdad era la primera vez que te iba a ver semidesnudo, sin estar a punto de morir o escapando de algún problema y no lo podía creer. Me era difícil mantenerme consciente ante tu mirada serena y tu sonrisa que aunque pícara, era la más hermosa que jamás había visto.
Te agachas y me besas de nuevo, ahora más tiernamente y con bastante cariño. Te correspondo con gusto y sitúo mis manos sobre tu pecho. Puedo sentir tu corazón latir. Estaba alterado y se escuchaba si te concentrabas lo suficiente. Con cuidado muerdo tu labio y sin darme cuenta hago un pequeño corte en un lago, provocando que un hilo de sangre se mezcle con nuestra saliva. Con remordimiento paso mi lengua por tu herida y recorro todo tu labio inferior. Era como un dulce que te engancha con su sabor adictivo. Más bien una droga que causaba la mayor dependencia en mí, porque era eso lo que me pasaba contigo. Estaba enganchada a tu presencia, a tu cariño, a tu sabor y sobre todo a tus besos. Besos que cada vez me eran más necesarios para subsistir. Desde el primero, no he podido parar de robártelos, de perdírtelos y de rogártelos cuando mi necesidad era máxima.
Apoyas tu frente sobre la mía y me miras directamente a los ojos. Tus manos están sobre mis costillas y mi respiración está agitada, muy agitada.
Debías de sentir mi aliento al igual que yo percibía el tuyo. Eran cálidos suspiros que sabía que estaban hechos a causa de mi presencia. Eso me hacía sentirme única para ti, porque era lo que deseaba. Ser toda tuya y que tú solo fueras mío. Porque para eso te entregaría todo lo que tengo, lo que soy y a lo que aspiro. Te daría mi corazón incondicionalmente.
—Hermione… -tu respiración también estaba alterada y te costaba tanto como a mí articular las palabras—. Quiero que esta noche sea especial, pero no solo hoy, cada noche, cada segundo a mi lado, quiero que sea el mejor para ti. Por eso quiero tenerte, quiero que seas mía porque te deseo, te venero y te amo —tu nariz rozaba la mía con cautela y cuidado—. Eres la mujer, al fin y al cabo ya casi lo eres, que quiero. Solo puedo amarte a ti. Llevo haciéndolo desde que te vi entrar aquel uno de septiembre de 1991 —posas tus labios sobre los míos con cuidado como si te quemaran, pero aguantarías el dolor solo para poder probarlos —Se todo para mí.
Ya no estaba solo alterada, ahora mi pecho subía y bajaba de manera brusca. Tus palabras llegan a mi cerebro y se clavan con alfileres causándome un sentimiento desconocido. Siento como mi cuerpo se deshace, como mis músculos me piden con fuerza abrazarte para sentirte más y más y mi mente, no piensa en otra cosa que no sea besarte, besarte fuerte y no soltarte jamás. No podías ser más perfecto para mí. Siempre sabías como hacer que mis sentidos se debilitaran y mis fuerzas decayeran pero no me importaba porque una felicidad nata que estaba surgiendo en mi interior, era tan eterno y puro que solo deseaba entregarme a ti, al hombre que había considerado mi amigo, porque ya eras un hombre maduro, al que amaba. Por el que daría todo. Sin dudarlo, entregaría mi vida si con eso salvaba una pequeña parte de tu ser.
Te miro a los ojos cuando te alejas suficiente de mí, para que nuestro contacto visual sea pleno. Puedo ver tu brillo, esa característica luz que emanas de tu iris, de ese color azul profundo que tanto adoraba.
Hay momentos donde las palabras sobran y un acto es más que suficiente para responder a una petición o simple premisa. Solo deseaba tenerte y sentirme tuya, debajo de tus fuertes brazos, sintiendo el calor que tu cuerpo transmite. Unirnos para siempre, porque jamás querré separarme de ti.
—Ron. Quiero ser todo para ti y quiero que tú lo seas todo para mí. Mi amigo, mi confidente, mi amante y la persona más importante de mi vida. Quiero que seas mi mundo —te acerco hasta mi boca, cogiéndote de las mejillas. Fundo mis labios con los tuyos y te expreso en ese pequeño contacto todo el amor que siento hacia ti—. Quiero ser tuya, ahora y en este lugar. Estoy a tu disposición —mis últimas palabras había ido a impactar directamente a tu oído, ya que como un silbido lo había dejado junto a tu oreja, para después besar tu suave cuello.
1-1
Continuara…..
¿Lo he dejado en una mala parte? No sé eso tendrán que decírmelo ustedes. Si quieren que continúe, pedírmelo, aunque lo haré de todas formas. Es un gusto para mí escribir sobre esta adorable pareja.
Por cierto, debo decir que esto era un rol que empecé a hacer con un Ron en un Rol de Harry Potter y como no se pueden escribir este tipo de escenas, aquellas que pasen de la edad suficiente como para considerarte adulto, pues he decidido hacerlo un fanfic para terminarlo.
Por lo tanto esta historia está compartida con ese chico, aunque como siempre le meto mi toque personal ;).
Muchas gracias por leer y espero verlos de nuevo por aquí. Es un placer que disfruto a diario el escribir y más si gusta a las personas que lo leen.
Un saludo. Nos vemos. ^-^.
