ONLY MISS THE SUN WHEN STARTS TO SNOW

Este es un regalo desde el foro I am SHER locked para DarkAme! por su cumpleaños.

-¿De verdad? –preguntó Greg sin poderlo creer. Era una pregunta muy floja, lo peor que podía preguntar o acaso parecía que estaba bromeando, qué de repente le iba a decir que todo estaba bien y que podían retomar el curso de sus vidas como si nada hubiera pasado.

-Espera –dijo sin poder agregar nada más, ¿qué podía decir para cambiar lo que estaba pasando? Así que no dijo nada, estaba al borde las lágrimas y tampoco sentía que podía llorar. Se quedó quieto, dejó caer los brazos a los lados de su cuerpo y desvió la mirada.

Pasaron horas y estaba todavía en el mismo lugar. Había algo que no lo dejaba siquiera moverse. Estaba tratando de analizar todo el asunto, el cómo su vida se caía a pedazos y él no era capaz de hacer otra cosa más que permanecer en silencio. No era la primera vez. Tenía una larga colección de desastres amorosos empezando en la adolescencia, pero aquellos romances eran eso, romances. No relaciones estables a las que se hubiera acostumbrado para luego ser plantado en su realidad. En la realidad donde sus relaciones estables tendían a romperle el corazón.

Casi se casa a los veinte años, pero ella lo abandonó a la primera señal de que él quería una casa y los más hijos posibles, un trabajo normal y tener libres los fines de semana. ¿Acaso era tan iluso? Finalmente se casó, con una mujer que parecía perfecta. Era apariencia, ella nunca lo quiso tanto, pero a pesar de eso pasaron por el ritual completo. Una boda con la familia, los amigos, una luna de miel y estrenar una casa hipotecada la cual estaría pagando los próximos treinta años. Tuvieron dos hijas y él tuvo mucho éxito en el trabajo y cada día las veía menos, pero creía que ellas apreciarían el hecho de que se comprometiera a tal grado con la seguridad de todos.

No lo hicieron por supuesto, su esposa le pidió el divorcio después de 10 años de matrimonio y sus hijas no lo querían ver porque la mitad de las veces les cancelaba las citas importantes. Se perdió como veinte viajes al zoológico y multitud de obras escolares. Ahora su hija mayor tenía quince años y no había hablado con ella en dos años. Así que si le hubieran preguntado si estaba listo para lanzarse a otra relación importante la respuesta sería no. Por supuesto que no. Su vida era un soberano relajo, sus horas de trabajo eran tan erráticas que no había tenido un día libre en meses y no quería tenerlo, porque si se sumergía en los casos, se podía olvidar de lo demás.

El que Mycroft Holmes apareciera en su vida no fue algo planeado y había pasado sus buenos años conociendo a Sherlock sin conocer a Mycroft. Además creía que no necesitaba conocer a otro Holmes cuando de puro milagro no había enloquecido con el menor. Pero fueron dos años, terribles y extraños, donde acostumbrara visitar diferentes bares después de terminar días que eran de 38 horas y en lugar de ir a su casa, prefería beber hasta adormecer un poco sus pensamientos.

Cuando finalmente enfilaba a su departamento en soledad, había alguien que lo miraba con lo que podría ser preocupación. Greg no se dio cuenta al principio, hasta que comenzó a observar el mismo auto negro una y otra vez aunque saliera de bares diferentes y alejados entre sí. Le interesaba, quería saber la razón de que alguien pudiera tener para seguirlo. Porque no la había, era alguien sin importancia por muy detective inspector de Scotland Yard.

Staring at the bottom of your glass
Hoping one day you'll make a dream last
But dreams come slow and they go so fast

Recordaba sus primeras palabras que le dedicó. Entró en uno de esos bares cuando el dueño se peleaba con él tratando de sacar al borracho necio que además de todo no pagaba la cuenta.

-¿Necesito llevarlo al hospital Detective Inspector?

Después de eso arregló las cosas y lo sacó del bar en calidad de bulto. Después no tenía ningún recuerdo, todo se convirtió en un gran espacio en blanco. Abrió los ojos y se encontró con que no podía reconocer el techo, ni las paredes, ni las ventanas y definitivamente no reconocía la cama. Había tocado fondo, se sentía deshecho por completo. No tenía una familia, no tenía amigos verdaderos y simplemente estaba harto de esa vida en la que parecía no existía la felicidad.

Se levantó y con un poco de extrañeza se dio cuenta de que vestía una pijama gris que no era suya, claro, ¿cómo podía ser suya si estaba en un lugar desconocido? Sus pies sin calcetines se posaron en la alfombra blanca y fue una sensación inesperada, era tan suave que le dieron ganas de acostarse en ella. Ambas cosas, el colchón del que se había levantada y la alfombra, era mil veces más cómodos que su propia cama.

Aunque era una habitación sencilla, todo el mobiliario era agradable, muy fino. Los grandes libreros, el escritorio, la mesa de noche. Si lo pensaba bien creía que la mitad de su departamento cabía en esa habitación. Se dirigió a las ventanas, corrió las cortinas, pesadas y oscuros que no dejaban pasar el más mínimo indicio de luz. Afuera había un gran jardín rematado con lo que parecía un pequeño bosque. Era impensable, ¿estaba en Londres?

Escuchó unos ladridos y un en su campo visual apareció un labrador de color miel de pelo corto seguido por una persona que no pensaba ver en pants negros. Parecía haber terminado una rutina de ejercicio y estaba relajándose dejando que el perro corriera libre en el jardín. Era algo fuera de la realidad, pero se contentó con mirar a Mycroft lanzar una simple rama de árbol para que el can se la regresara. Sonrió. Greg nunca había tenido un perro, sus padres nunca lo permitieron, luego no tuvo tiempo para tenerlo y luego, aunque sus hijas lo querían, no había espacio en su pequeña casa suburbana para uno.

Cuando el mayor de los Holmes se dio cuenta de que él estaba en la ventana lo saludó con la mano. Volvió a sonreír. Era inesperado y fuera de la realidad, pero era bueno, lo sabía por ese sentimiento que se estaba generando en alguna parte que podría llamarse corazón. La realización de eso podría causar un shock, una reacción inesperada, algo entre miedo, nervios y ¿felicidad? Greg se aferraba a la felicidad, porque era lo más raro en su vida, y quería sentirla más tiempo. Así que siguió sonriendo aunque Mycroft ya no estaba en el jardín y en cierta manera esperaba que en cualquier momento entrara a esa habitación donde él estaba.

Cuando la perilla de la puerta giró, no sabía qué esperar.

You see him when you close your eyes
Maybe one day you'll understand why
Everything you touch surely dies