Lo hago por el bien de los dos.

Eso es lo que se repite Remus segundo tras segundo, minuto tras minuto, hora tras horas, día tras día, por dos días. Pero no le aguanta, es que NO-LE-AGUANTA. Sabía que sería un suplicio, pero no tanto, cuando decidió hacerlo no pensó, de verdad de la buena, que sería tan extenuante.

Vale, es cierto, a lo mejor quitarle el tabaco, la posibilidad total y absolutamente remota de conseguirlo por otro lado, ha sido demasiado cruel. Pero es que no para de fumar y él de empalmarse. Fumar mata. Y empalmarse avergüenza. Sin tabaco no hay muerte y no hay empalme y no hay Sirius sexy (aunque siempre sea jodidamente sexy).

Hay personas que sustituyen el tabaco por la comida, engordan, se nivelan y adelgazan y luego vuelven a engordar. Sirius come. Pero no le basta. No le basta con meterse cuatro tostadas, ocho bollitos, una manzana, dos cafés y un zumo de naranja, que va. Sirius sustituye el tabaco por comer y por follar y según él, el hecho de que ahora mismo este contra la pared con las piernas en su cadera con la piel dentro y todo lo demás fuera es culpa suya. Por quitarle el tabaco. Menos mal que era para no empalmarse.

La cuestión es que mientras Sirius se desliza dentro de él y él le lame el cuello por no gemir demasiado alto (porque es tan estúpido que aun le da vergüenza) piensa en que si llega a saber que Sirius intentaría sobornarle con sexo lo habría hecho antes, muchísimo antes.

Cuando terminan, Sirius no sale de él, no le gusta el postorgasmo sin un cigarro así que se queda sobre él, respirando rápido aún, lamiéndole la oreja. Y eso que dice. ESO QUE DICE, le dan ganas de volver a empezar y no parar hasta las cinco de la mañana. Es tu culpa que yo siga dentro, cariño, a menos tabaco más ejercicio.