Disclaimer:
Los siguientes personajes de esta historia no me pertenecen sin embargo, la trama y el desarrollo de esta obra son propiedad mía por lo que se prohíbe adaptación, recopilación o copia de la misma sin previa autorización.
Espero que la lectura sea de su agrado y me regalen un comentario.
Les mando mil saludos y muchas gracias por leer.
.
.
.
Capítulo I — Karin & Sasuke
"Dicen que los celos matan y ahora entiendo que no es ninguna metáfora, por eso, por algún milagro divino sigo viva; porque debí saberlo, debí saber que nunca dejaste de amarla.
(******)
─¡¿En dónde diablos te has metido toda la maldita tarde?! ─te pregunto furiosa o mejor dicho celosa al no saber nada de ti desde esta mañana.
─Que te importa ─tu tono de voz es agresivo.
Frunzo mi ceño y te miro─. Estás ebrio ─digo con un tono asqueado.
─¿Y...? ¿Es que acaso no puedo estarlo? ─murmuras mientras te acercas a mí.
Me acorralas contra la pared y devoras sin cuidado mis labios hasta abrirlos. Siento el desagradable sabor de la sangre en mi boca pero eso no es algo que me importe, al menos no en estos momentos sino que, es hasta cuando tus caricias dejan de ser suaves y delicadas para transformarse en lo más frío que jamás pude llegar a sentir. Me lastimas con dolor y parece no importarte.
─Espera... ─murmuro pero tú no te detienes─. Sasuke, espera ─digo una vez más intentando quitarte de encima mí pero, creo que no me escuchas o al menos eso es lo que pienso─. Espera por favor.
Levanto mis manos a la altura de mis hombros y con lágrimas en los ojos te empujo con todas mis fuerzas.
─¡¿Y ahora que mierda te pasa?! ─me hablas duramente y mi corazón tiembla.
Nunca desde que te conocí me habías hablado así.
─Es sólo que... No quiero ─digo bajando la vista para que comprendas la razón de mí porque sin embargo, no es como si me entendieras.
─¿Cómo que no quieres?
─No... Lo siento. Pero hoy no puedo, no tengo ganas.
─Hmp, ¿no tienes ganas? ─dices─. Eso no lo decides tú ─tus ojos están cargados de algo que no puedo reconocer. Me miras aún más y continúas con el mismo tono de voz, autoritario y entrecortado que hace que mi corazón se rompa con cada una de tus palabras─. Me querías para ti sola, ¿no? Pues ya me tienes. ¡Ahora cúmpleme!
─No Sasuke, por favor no. Ya te dije que no quiero ─te suplico mil y un veces pero no quieres escucharme.
Me tomas del brazo y me halas.
─Querías que ella se fuera de nuestras vidas, ¿no es así? ¡Pues ya está! Sakura se ha ido.
Me arrojas sobre la cama y te posicionas sobre mi tambaleante. Intento zafarme pero es inútil, cualquier cosa que hago sólo empeora las cosas. Te desnudas y arrancas mi ropa. No me estas mirando como antes, tus ojos oscuros están clavados en la parte baja de nuestros cuerpos. Me penetras con fuerza y yo sólo puedo quejarme. Eres vil y brusco al tomarme.
─Sasuke, me lastimas ─digo al borde del llanto.
─Pues entonces abre más las piernas ─reiteras agrio y frío mientras me abres sin piedad.
Me quejo con fuerza, intentando estúpidamente poder conmoverte para que dejes de hacerlo. Tus embestidas lastiman, me hieren. Tú peso completo esta sobre mis pechos los cuales presionas una y otra vez con cada uno de tus movimientos. Mis lágrimas se intensifican y, te detienes al verlas.
Frunces tu ceño y me miras.
─¡Maldición Karin!
Te levantas furioso y estrellas tu puño contra lo primero que encuentras, la pared es algo dura sin embargo, no te quejas al sentir tus nudillos rotos.
─No debí dejarla ir ─susurras─. Nunca debí cambiarla por ti.
Mi corazón se quiebra al escucharte, odio que siempre que puedes la mencionas. Te miro y te maldigo.
─Si no querías dejarla ir entonces, ¿por qué estás conmigo? ─digo parándome frente a ti─. Ella también te mintió. Es una maldita zorra que te engaño con tu hermano. ¡Con tu propio hermano! ─reitero con fuerza sin embargo, no puedo continuar hablando.
Una maldita lágrima corre por mi rostro al sentir como un hilo de sangre desciende de mis labios. No soy consciente de lo que ha pasado, sólo sé que estoy tirada en el suelo, mirándote desde abajo. Toco mi rostro y duele. Por primera vez me has golpeado.
Te miro con odio pero aquel sentimiento desaparece cuando te veo acercarte. Caminas a paso lento y mi mentón tiembla. Tengo miedo. Mi respiración se hace dificultosa, me tomas de los cabellos y me levantas.
─Vuelve a decir eso una vez más y...
─¿Y qué, Sasuke? ¿Qué harás?
Las palabras fluyen por si solas de mi boca. Espero tu respuesta pero tú sólo te quedas callado. Chasqueas los dientes y me sueltas mientras das la media vuelta. Te veo tomar tus cosas, te cambias rápidamente y sales sin volver mirarme.
La puerta por la que has salido se ha quedado medio abierta. Aprieto los puños y me maldigo mientras me repito una y otra vez desde la base de la cama en la cual estoy recargada que sólo ha sido un sueño, que no ha sido tu intensión golpearme, mucho menos lastimarme.
Estas ebrio y, eso fue lo que te hizo marcarme.
(******)
─Hola, Sasuke ─pronuncio en un tono casi audible al verte bajar por las escaleras pero tú no respondes.
No es extraño que no lo hagas, desde hace un par de días que lo vienes haciendo, precisamente desde aquella noche, en la que por primera vez me golpeaste.
─¿Quieres algo de desayunar? Puedo prepararte algo, si quieres ─digo rápidamente.
Doy la media vuelta en dirección hacia la cocina pero tu agarre en mi muñeca derecha me detiene.
"Hmp" Eso es lo que siempre expresas, un frío y corto pero desgastado monosílabo arrogante que suena perfecto dentro de tus labios.
Suspiro, porque sé que después de ello casi siempre te marchas. Sé que eres un hombre ocupado y que lo que haces detrás de esa puerta no es de mi incumbencia. Tuerzo una mueca y de inmediato siento como me jalas. Me llevas a tu boca y me besas. Me sorprendo. Pocas veces tienes este tipo de reacciones conmigo. Me confundes pero, no me quejo. Me estas besando aunque, poco a poco comienzas a olvidarlo. Olvidas muchas de las veces que estas tratando conmigo y que lo que haces me duele, me lastima. Tomas mi rostro y lo estrujas con fuerza. En tus ojos ya no existe ese mismo brillo de antes.
Aprieto los puños. Estoy molesta. Tu beso no sólo ha sido amargo sino que me ha dejado un muy mal sabor de boca y aunque es el primero que recibo desde hace días, no me ha gustado, sin embargo; lo tomo como una clase de disculpa, así me ha sabido pero, para ser sincera yo no lo esperaba. Supongo que tu nueva faceta, si es que podemos llamarla así ─porque tienes muchas─ se debe a tu arrepentimiento de haberme golpeado aunque, yo hubiera preferido una palabra, una verdadera disculpa y no esto. Una palabra corta y seca acompañada de un forzado beso no tiene sentido. Hubiera sido más creíble un: "Lo siento Karin" o, tal vez un: "Discúlpame mi amor, no volverá a pasar", pero no. En vez de eso sólo recibo un beso que me lastima.
─Regreso más tarde. No me esperes despierta ─mencionas frío y sin ningún tipo de sentimiento de amor hacia mi persona.
Mi corazón se quiebra al escucharte mientras me pregunto, ¿qué es lo que nos está pasando? ¿Acaso tanto la extrañas? Cierro los ojos y me contengo. Ella no debe ser motivo de mi llanto porque ahora tú estás conmigo sin embargo, parece que lo es. Casi siempre llegas ebrio a casa, las cosas han cambiado, ya no eres el mismo, ya no eres el Sasuke que conocía. Dejaste de ser ese hombre que me acompañaba, cuidaba y protegía y, aunque casi nunca sonreías al menos hacías el intento por regalarme una sonrisa.
Ya no me besas y acaricias como antes y, hacer el amor se ha convertido en algo sin sentido. No entiendo que fue lo que nos pasó, si hasta antes de mudarme contigo todo era tal cual lo habíamos decidido, habíamos planeado ser felices sin que ella interviniera; fue por eso me encargue de que ella desapareciera y, de que te engañara con él, con Itachi, con tu propio hermano.
(******)
─¿Ahora qué es lo quieres? ─menciona Itachi igual de frío que tú mientras me ve ponerle seguro a la puerta.
─Vine a proponerte algo ─digo y sonrió de lado mientras me acerco más a él y lo excito con los movimientos de mis caderas.
Él sonríe confundido. Eleva una de sus cejas y se recarga en su asiento esperando a ver qué es lo que hago. Es la primera vez que estoy a solas con Itachi en su oficina usando una falda corta y sin bragas sin embargo, él sólo me mira. Sus ojos me recorren pero no hace nada más que eso. Menea la cabeza y regresa a los documentos que está organizando.
─Estoy ocupado ─dice─, que no te lo dijo mi secretaria vuelve a hablarme de la misma manera en la que últimamente tú lo haces. Claro, tenías que ser su hermano y de seguro tú aprendiste esa actitud de él.
Chasqueo lo dientes y me maldigo, aun así continuó porque no estoy dispuesta a perder.
─Sí, pero me escabullí. Fue muy fácil engañar a esa tonta ─musito mientras rodeo su escritorio y llego frente a él.
Me cuelo entre el mueble y sus piernas. No es difícil lograr seducirlo. Su respiración se acelera y se pone nervioso. Sin dejar de mirarme a los ojos me siento sobre su regazo, sintiendo como su miembro cada vez más se aprisiona contra sus pantalones, es entonces que sonrió.
Bajo a su oído y expreso un corto gemido gozoso al estarme moviendo, lento, pausado. Toma mis caderas y las aprietas forzándome a ir más rápido sin embargo, yo no lo hago, continuo moviéndome lento. Frunce su ceño y me mira. Parece algo enojado pero, el roce de mis labios sobre los suyos lo calma. Acaricio su pecho por sobre su ropa, sintiendo lo fuerte que es y maldición, sino estuviera contigo juro que él sería el hombre que estaría en mi cama pero, no es un hombre que me interese. Para mí, Itachi tiene un sólo objetivo aunque, el que este contigo no me impide estar con él.
Con cuidado aflojo el nudo de su corbata, desabotono su camisa y me acerco despacio a su cuello para besarlo.
Escucho su respiración acelerada, sé que ha caído en mis manos y es ahora que sé que por mí él podría hacer cualquier cosa. Sus manos nuevamente se posicionan en mis caderas, ayudándome a hacer más frenéticos mis movimientos sobre su miembro. Empiezo a moverme más rápido y a quitarle la camisa más a prisa; su pecho desnudo es perfecto.
Bajo mis manos al inicio de su cintura pero en eso él me detiene.
Me asusto porque pienso que eh fracasado sin embargo, su sonrisa me dice que eh mejorado.
─Olvídalo. No serás tú la que inicie.
Sonrió de lado al verlo levantarse y quitar todo lo que hay en su escritorio.
Me toma por la cintura y me carga para sentarme, abre mis piernas y se posiciona en medio de ellas. Quita con desesperación mi ropa, algunos botones de mi blusa se revientan pero eso no es algo que a estas alturas me importe. Me mira un poco más y se deshace del resto de ella, dejando expuestos mis pechos.
Sonríe arrogante y baja a besarlos.
Mis quejidos se intensifican mientras succiona con rudeza, mis pezones se endurecen y un fuerte y prolongado orgasmo me atraviesa. Es extraño porque a pesar de que no estoy acostumbrada a ese tipo sexo, me gusta y lo disfruto.
Sube mi falta y carcajea al darse cuenta de que no llevo nada de bajo de ella, me das la vuelta y me acomoda. No espero que sea "lindo" con sus embestidas sin embargo, al menos debió haberme avisado. Abre mis piernas y siento su miembro listo para penetrarme; es entonces que me aferro a lo que encuentro.
Estoy excitada, mojada. Clava sus dedos en mi interior y juega conmigo, entrando y saliendo con fuerza. Se detiene y... sé que está a punto de hacerlo pero, antes de siquiera llegar a tocarme su maldita secretaria toca la puerta.
Joven Itachi, ¿se encuentra bien?
Levanto la vista y lo miro por sobre mi hombro. Su rostro esta fijo y serio en la puerta, aclara su garganta y responde.
Sí dice mientras observas como ella intenta abrir la puerta pero es imposible, así que se rinde. Estoy algo ocupado. Que nadie me moleste.
Escucho como ella quita la mano de la perilla y se aleja, quizá retirándose a su escritorio, es entonces que sonrió para mis adentros, pensando en que debo de ser más cuidadosa si es que no quiero que nos descubran pero, no puedo quedarme callada porque un fuerte dolor me invade cuando él me penetra. Ha sido una estocada profunda, dolorosa.
Intento gritar pero su mano en mi boca me lo impide. Un par de lágrimas descienden por mi rostro, su intromisión es perversa, austera.
─Shhh ─me susurra al oído pero, no es como si al hacerlo lo hiciera─. Guarda silencio ─ordena sin dejar de lado el tono frío de su voz.
Comienza a moverse y el dolor cede aunque tarda en hacerlo. No siento placer hasta que finalmente se viene, es ahí cuando su esencia fría y densa me llena, causándome un ligero cosquilleo que por varios minutos me deja sin aliento.
Sale de mí y me mira.
─¿Y bien, cuál es tu propuesta? ─pregunta y yo, sólo sonrió.
(******)
Dejo de pensar en aquellos recuerdos y miro el reloj en la pared. Sé que dijiste que no te esperara despierta pero, estoy preocupada. Son más de las dos de la mañana y aún pienso que ya no has de tardar.
Mis ojos pesan, se sienten cansados. Estoy a punto de quedarme dormida sobre la mesa en la cual estúpidamente te estoy esperando con la cena puesta, precisamente hoy hice tu comida favorita, la eh preparado con tanto amor pero, ya no tiene sentido esperarte.
Mi mentón tiembla. No puedo más. Golpeo la mesa y me levanto. Estoy harta, cansada de que me hagas esperar, de que me sienta "la otra" porque así es ahora como me siento, como una sucia y miserable amante, indigna de tu amor. Me maldigo furiosa. Soy tan estúpida.
Estoy por salir de la cocina cuando de pronto escucho el rugido del motor de tu auto.
Inconscientemente miró el reloj, ha pasado cerca de otra hora sin embargo pienso que es mejor decir: "más tarde que nunca", ¿o no? ".
Corro hacia la puerta a recibirte con una nueva clase de sonrisa. Pongo mis brazos alrededor de tu cuello pero inmediatamente tú te los quitas. Otra vez vienes ebrio y para el colmo traes contigo a tus tontos amigos escandalosos que, me caen en la punta del hígado. Los detesto, los aborrezco, sobre todo a aquel estúpido rubio de ojos azules que siempre que puede se mofa de mí. Maldito bastardo. Sólo porque tiene "clase y dinero" cree que puede humillarme cada vez que me mira y tú, como siempre prefieres quedarte callado cada vez que él o algún otro de tus tantos" amigos" me insulta.
Bufó irritada porque los has traído precisamente esta noche, "la noche" en la que se supone seríamos solo los dos para poder disfrutar de nuestro triunfo, de nuestro primer día, juntos.
─Trae unas cervezas ─me ordenas al pasar por mi lado.
Apenas si puedes moverte. Mi ceño se frunce. Gimo en un tono irónico y te miro más que enfadada.
─¿Te das cuenta de la hora que es, Sasuke? ─te pregunto furiosa.
Ellos se ríen, se mofan, se jactan de ti.
─Si Sasuke. Te das cuenta de la hora que es ─dice uno de ellos.
Inmediatamente mi vista se va hacia él, a ese otro tampoco lo soporto. Su mirada es lasciva, sucia y asquerosa. Intento cubrirme un poco más pero es imposible, mi diminuto vestido ceñido a mi cuerpo no tiene mucho con lo que pueda taparme. Aprieto mis puños y no hago otra cosa más que ignorarlo. Me siento sucia, observada, asustada. Todos están ebrios, hablan y dicen cosas sin sentido.
Contengo mi sentimiento y regreso a ti.
─¿Y...? ─espetas disgustado─. Que con que sean las tres, cuatro o cinco de la mañana. Esta es mi casa y tú eres mi amante así que, que importa la hora en que llegue ─dices y yo sólo sigo mirándote.
No puedo reconocerte.
─Ve por ellas y trae algo de comer. Tengo hambre.
¿Quién eres? Eso es lo que me pregunto mientras te veo llegar a la mesa, sentarte y regodearte con tus amigos que han llegado a tu lado. Cierro los ojos y niego. Esto es una maldita pesadilla. Estoy soñando.
─No ─digo con fuerza y tú me miras─. No voy a hacer eso. No traeré tus malditas cervezas para que sigas embriagándote con estos idiotas. Sácalos de aquí y luego ve a darte una ducha que apestas. Das asco.
Es la primera vez que te hablo de esta manera porque estoy harta, cansada; sin embargo, tu mirada llena de ira me hace pensar en que no ha sido buena idea hablarte de esta manera.
Te levantas y te acercas a mí.
─¿Qué fue lo que dijiste? ─tu tono de voz es duro y mis ojos tiemblan.
─Nada ─musito─. Ahora, las traigo.
Maldición. Sí, soy tan estúpida. Estoy ciega, soy una tonta. Eso es lo que me digo una y otra vez mientras te veo jugar con tus amigos en la sala, sus carcajadas son fuertes, engorrosas. Entre los tres siguen burlándose, mofándose de cada estupidez que dicen y tú cada vez más te enojas al ver que estás perdiendo.
─¿Qué es lo que te pasa, Sasuke? Haz estado perdiendo toda la noche ─dice Naruto, el chico de los ojos azules.
Lo miras y bufas mientras dejas caer las cartas sobre la mesa, otra vez haz perdido. Gruñes por lo bajo y bebes un poco más de tu cerveza. Te estas quedando sin fichas sin embargo, eso parece no importarte al colocar el resto de ellas. Lo apuestas todo.
─Por favor, Sasuke. Con esa miseria puesta sobre la mesa das pena. Mejor retírate. Ya no tienes nada que apostar.
Ahora es Suigetsu quien habla pero tú te resistes. No estás acostumbrado a perder. Te levantas y todos te vemos, no dices nada pero no es necesario que lo hagas, tus ojos hablan por sí solos. De tu bolsillo sacas las llaves de tu auto, las arrojas sobre la mesa y la mirada de Naruto se enciende.
─¿Enserio vas a apostarlo?
─¿Y por qué no? Es más, porque no lo hacemos más interesante ─dices y por alguna razón mi pecho tiembla.
Comienzo a tener un muy mal presentimiento cuando tus ojos me miran. Niego en silencio. No creo que seas capaz de hacerlo sin embargo, lo haces. Estoy aterrada, es por eso que no quizá no digo nada.
─¿Y bien? ¿Qué dicen? ─te escucho aunque aún no puedo creerlo.
─De acuerdo ─oigo a Suigetsu aceptar tu trato y creo que me eh quedado sin aliento.
─Está bien ─murmura Naruto─, aunque te aseguro que no perderé.
─Bien, entonces aquí están las llaves de mi auto y en cuanto a ella ─dices sin parar de mirarme─, pueden tomarla cuando quieran. Eso si es que me ganan.
Estoy atónita, sin embargo tu risa, la primera que eh visto desde hace días me da un poco de esperanza. Sé que no perderás porque odias hacerlo así que, espero que no lo hagas.
Veo a Naruto y a Suigetsu poner el resto de sus fichas y al igual que tu sonríen hasta que se termina el juego, es entonces que, me doy cuenta de lo tonta que eh sido.
─¿Estás seguro de que...? ─dice Suigetsu pero tú lo interrumpes.
─Somos amigos, ¿no? Además perdí. Soy un hombre de palabra. Pueden tomarla cuando quieran.
¿Pueden? ¿Acaso eh oído bien? Mis ojos se cristalizan. Tus palabras siguen siendo frías y duras mientras me miras pero, como temo a perderte no tengo otra opción más que cerrar los ojos y aceptar tu maldito y estúpido trato mientras me miras.
.
.
.
Continuará…
