Aquí les traigo otra historia corta, esta tendrá 3 capítulos.

Pronto subiré el capítulo 2.

Ojalá disfruten la lectura.


SIN RESTRICCIONES

CAPÍTULO 1

-Estamos siendo unas hijas de puta-. La dueña de esa voz era una mujer de cabello cobalto y mirada cual esmeralda, que estaba sentada en un sillón de cuero, con sus pies subidos sobre la mesita frente a ella.

-Ara, siempre lo hemos sido-. Otra mujer, un poco más alta y de melena castaña, entró a la sala, con una cerveza y una copa de vino, le dio la primera a su invitada. -¿Cuándo has comenzado a preocuparte por eso?-. Lo dijo con seriedad, pero sus ojos rojizos tenían el reflejo de la burla en ellos.

Le respondieron con una cínica sonrisa. -Nunca dije que me preocupara-. Tomó su cerveza y le dio un trago. -Sé que lo fuimos, lo somos y lo seremos-. La otra se sentó junto a ella, cruzando sus piernas con elegancia.

-Entonces, ¿a qué viene ese recordatorio?-. Bebió un poco de vino.

-A que encuentro graciosa la situación-. Le pasó el brazo por los hombros, en un gesto que tenía lugar entre un par de amantes y la camaradería más íntima. -Estoy aquí, en tu departamento-. Sonrió con sorna. -Cuando mañana es el día de tu boda, con ese idiota que realmente cree que lo amas-.

-Realmente debe ser idiota si cree que lo amo-. Comentó restándole importancia. Ese matrimonio era un simple arreglo entre familias, que había aceptado, únicamente porque le resultaba conveniente. Si su prometido se había tragado ese acto, había sobrestimado su inteligencia, por mucho, no hacía falta ser un genio para saber que la castaña no tenía nada de hetero en ella, además… -Nunca he sentido amor, lo más cercano a eso…

-Lo has sentido conmigo-. La oji verde se terminó su cerveza.

-Así es-. Confirmó. -Y sé que te pasa lo mismo-. Sus labios poseían una sonrisa arrebatadora. -¿Cierto, Natsuki?-.

-Tienes toda la razón, Shizuru-. Dejó que la castaña le quitara su chaqueta. -Lo nuestro no es amor-. Le besó con pasión. -Entre tú y yo, solo hay diversión y placer-.

Así había sido su juego desde que se conocieron.


5 AÑOS ANTES

La música del momento resonaba en los altavoces y las luces parpadeaban mostrando colores diferentes a cada segundo. Todos bebían, aunque algunos se embriagaban a morir y otros, pese a que no paraban de beber, lograban mantenerse sobrios.

Ese era el ambiente del antro Fukka, uno de los centros nocturnos más concurridos por aquellas fechas.

Y aunque el lugar resultaba atrayente por su cuenta, lo que realmente le hacía tan popular, era sin lugar a dudas, que ahí nadie se andaba con tonterías y todos sabían a lo que iban.

Como de costumbre, Natsuki Kuga entró por la puerta principal sin hacer fila, siempre contaba con pases V.I.P. y los solía aprovechar al máximo. Se paseó por el lugar como si este fuese su reino, caminando con andar seguro mientras coqueteaba con toda aquella chica que le despertará el interés suficiente. Aunque su presencia por si sola era aplastante, no iba sola, le acompañaba su mejor amigo, llamado Takeda, un mujeriego por excelencia que aprendió a ligar gracias a la propia Kuga.

Ambos se sentaron en una mesa al fondo, allá donde las luces parpadeantes les daban un toque misterioso, pidieron la primera ronda de bebidas, y se dedicaron a analizar las opciones de esa noche. Él conocía sus límites, sabía con quien acercarse y con quien era mejor ni siquiera intentarlo. En cambio, ella creía firmemente que no había límite alguno, al menos no para ella.

Lo que quería lo conseguía.

Así había sido siempre y le encantaba poder decir eso.

Entonces, tras darle el segundo trago a su whisky, le vio, una mujer en específico, que justamente iba entrando, con la misma actitud que ella, esa de que el mundo podría estar a sus pies si así lo deseaba.

Sonrió.

Le pareció interesante y observó a la distancia.

Sus ojos estaban tan acostumbrados a ese entorno que aun entre las luces parpadeantes era capaz de distinguir sus rasgos, dio un asentimiento de aprobación, era una castaña que rondaba los 22 años, un año más o uno menos posiblemente, y sin lugar a dudas, era un belleza, un deleite a la vista se le viese por donde se le viese, no obstante, no era eso lo que lograba mantener su interés fijo en ella, era el contraste que ofrecía consigo misma.

Entre ella y Kuga la diferencia era obvia, la primera vestía de un modo, por decirlo de alguna manera, elegante, no era que fuese de saco ni nada por el estilo, pero incluso con una simple playera habría desprendido esa aura de finura y distinción tan característica de ella; mientras que por su parte, Natsuki tenía una apariencia más salvaje, llevaba el cabello despeinado, siempre usaba botas de motociclista y no salía de casa sin una de sus tantas chaquetas de cuero. Y aún así, aunque sus apariencias no podían distar más entre sí, entre ellas había una similitud por demás impactante.

Ambas tenían un atractivo arrollador, y expiraban un aire de libertad y libertinaje que no podrían haber ocultado aunque lo intentaran, algo que no les preocupaba, ya que ninguna de las dos tenía problemas con gritarle a los cuatro vientos que nada ni nadie podría mandarles, y podía confirmarse con una sola mirada, un vistazo era más que suficiente para entender que las dos hacían lo que les venía en gana.

Por eso, a primera vista, en caso de ser homosexual, esa mujer representaba su competencia en el antro Fukka.

Pero no le estaba viendo con esos ojos.

Se terminó su whisky y bebió un par de cervezas con Takeda, antes de que él, con una sonrisa, se levantará de la mesa. -Aquí nos separamos Kuga-. Le sonrió de regreso a su amigo, con ese matiz cómplice que compartían, había visto como él veía a una morena a dos mesas de distancia.

No duró mucho tiempo sola en la mesa, casi de inmediato, dos chicas se acercaron, decían conocerla pero ella no les recordaba, dio por hecho que o en verdad su memoria era un convenenciera de la peor calaña, o que quizá le estaban mintiendo para pasar un rato con ella, sin embargo, eran un regalo a la vista, y mantuvo una sonrisa seductora mientras les invitaba a sentarse.

Durante el transcurso de la charla, mantenía un oído en lo que le decían, consciente de que en cualquier momento, una de ellas, la más rápida, intentaría besarla, pero sus ojos tenían un solo objetivo, y no era ese par en su mesa.

En ningún momento había dejado de ver a la castaña.

A esas alturas, ya se había percatado de que la susodicha mostraba un evidente rechazo hacia todos los hombres, mientras que a ciertas mujeres les sonreía con coquetería.

Perfecto.

Le miró con mayor interés.

Era consciente del poder de su mirada, sus ojos esmeralda eran capaces de hacerse sentir a la distancia, ejerciendo una presión prácticamente imposible de pasar por alto. Esta era una cualidad de la cual echaba mano tan seguido que a veces ya ni lo notaba, claro, en ese momento, sí que sabía lo que hacía.

Sabía que la otra se sabía observada.

Era cuestión de tiempo para que le regresaran la mirada.

Esperó, paciente, no tenía prisa alguna, sobre todo si pensaba que hace mucho nadie llamaba su atención de esa manera. Mientras hacía tiempo, pasó lo previsto, una de sus acompañantes le besó, poco después la otra también lo hizo, le pareció que la segunda besaba mejor.

Pidió otra cerveza, le dio un largo trago, su resistencia al alcohol era considerablemente alta. Ambas chicas se pegaron más a ella y acariciaron sus brazos, hacían ademanes de que meterían las manos bajo su chaqueta, para después seguir con la playera, sin llegar a hacerlo, estaban tanteando hasta donde querría llegar la chica que según habían escuchado, no tenía limite alguno. Esa noche no iban a poder averiguarlo.

Finalmente, notó que la castaña miró en su dirección, fijando sus carmines ojos en ella, con una expresión tan explicita que no dejaba cabida a dudas.

No necesitó más.

Se levantó de la mesa, las chicas no protestaron en modo alguno, todas las que frecuentaban ese sitio sabían que Kuga no le dedicaba mucho tiempo a ninguna, eso no iba con ella. Les dedicó su típica sonrisa seductora y les dijo que la próxima ves quizá si se diese ese trío que le estaban insinuando, ese quizá no era muy alentador, pero era más que lo que la mayoría, generalmente, recibía de Natsuki Kuga.

Con paso seguro fue acercándose a la castaña, esta no le quitaba la mirada de encima. Los ojos carmines le habían visto poco después de entrar al antro, le vio en aquella mesa del fondo, y aunque no había podido apreciar bien su rostro, había deducido que era una chica atractiva, lo confirmó al verle caminando hacia ella.

La palabra atractiva se quedaba corta.

Al igual que a Natsuki, le fue muy obvio el contraste entre ambas, pero también se percató de eso que notaron los ojos esmeralda, vio que compartían un aura que parecía repeler cualquier tipo de compromiso. Eso, mesclado con la seductora apariencia de la oji verde, fue motivo suficiente para quererle cerca.

Kuga llegó hasta ella, su sonrisa hablaba por sí sola, acción que recompensaba el hecho de que jamás había sido de lanzar halagos o piropos, ya que prefería usar su atracción natural para atrapar a quienes estuviesen cerca de ella, una jugada que nunca le había fallado. Le hizo un gesto con la mano, invitándole a bailar, la castaña aceptó.

Les fue fácil coordinarse, el baile que llevaban a cabo estaba cargado de sus intenciones, un rocé por aquí, otro por allá, cada vez más cerca, cada vez más directas.

Hasta que la atracción que ejercían la una sobre la otra dio puerta a lo inevitable, se besaron, y como ambas estaban acostumbradas a llevar las riendas en todo, su beso fue como una lucha entre sus labios, cosa que no le disgustó a ninguna.

-Kuga Natsuki-. Se presentó con su nombre completo, un detalle poco usual, ya que por lo general, solo daba su apellido.

La castaña solía hacer lo mismo, entre menos supieran de ella, mejor para todas. Al igual que Kuga, creía que los nombres daban poder, y eso no se le daba a cualquiera. Miró a los expectantes ojos esmeralda, y sonrió con complicidad, esa noche iba a ser realmente interesante. -Fujino Shizuru-. Volvieron besarse, sus bocas compartían un sabor adictivo que les hacía querer más de la otra.

Siguieron bailando durante unos cinco minutos, habrían sido más, si cierta interrupción no se hubiese hecho presente.

Una mujer, mediante violentos empujones, se abrió paso entre la gente, se veía considerablemente enojada. -¡FUJINO!-. La aludida, de modo automático, volteó al escuchar su apellido, tras hacerlo, una potente bofetada impactó contra su mejilla izquierda. -¡MALDITA MUJERIEGA!-. Se fue, dejando a Shizuru con una marca palpitante en el rostro.

-¡TÚ!-. Casi de inmediato, desde el lado opuesto, apareció otra mujer igual de enojada, la castaña se preparó para la siguiente bofetada. -¡KUGA!-. Pero esa iba para la oji verde, el golpe le dio de lleno en la mejilla derecha, fue tan fuerte que le volteó el rostro. -¡CABRONA DE MIERDA!-. Y así como apareció, se fue sin mayores explicaciones.

Shizuru y Natsuki se vieron con un poco de sorpresa, y al entender lo sucedido, ambas estallaron en carcajadas.

-Al parecer, fuimos cortadas con la misma tijera-. Dijo Kuga, con una sonrisa burlona en labios.

-Así parece-. Respondió Fujino. Obviamente, ni ella ni la otra sentían vergüenza alguna. -Aunque para ser honesta, no recuerdo quien demonios era-.

-Ohhh nena, entonces, también compartimos nuestra memoria selectiva-. Se amplió su sonrisa. -Porque yo tampoco recuerdo quien carajos era esa-. Volvieron a reírse.

Se sentaron en la barra y pidieron un trago para cada una, los dos con mucho hielo, cuando se los dieron, ambas se lo pusieron en la mejilla que les palpitaba. Bastaron unos minutos para que dejara de dolerles y las marcas desaparecieran, no lo dijeron en voz alta, sin embargo, mediante miradas comprendieron que las dos ya le tenían practica a eso de recibir bofetadas.

-Creo que tú y yo podemos tratar el asunto abiertamente-. Mencionó la castaña, le dio el último trago a su bebida.

-Somos de la misma liga y sabemos de que va el juego, así que concuerdo contigo-. Kuga dejo su vaso en la barra.

-Quiero acostarme contigo-. Dijeron al mismo tiempo. Se sonrieron, habían confirmado que en efecto, jugaban el mismo juego.

Regresaron a la pista de baile. -Pero hay un detalle-. Lo dijo la oji verde, pero ambas estaban pensando en lo mismo. -Tengo la sospecha…

-De que ambas estamos acostumbradas a mandar en la cama-. Completó Shizuru. -Ara, vaya dilema-. Otras personas no tenían problema alguno con experimentar en ambos roles sexuales o cambiar durante el acto, no tenía nada de malo y era de lo más común y mundano, solo que tanto Shizuru como Natsuki habían sido activas desde que comenzaron su vida sexual.

Intercambiaron miradas cómplices, se analizaron mutuamente. -A decir verdad-. Kuga acarició la cintura de la otra. -Cuando han llegado a insinuarme que sea la pasiva, he perdido el interés de inmediato-. Sintió la mano de la castaña en su espalda baja. -Pero joder-. Vio los ojos carmines, ese reflejo de deseo en su mirada le podía. -Contigo no ha pasado eso, sigo queriendo llevarte a la cama-.

La forma en que Shizuru sonrió iba cargada de seducción. -Me pasa algo similar, imaginarme siendo la pasiva me parece un mal chiste-. Acortó distancias para hablarle al oído. -Pero contigo, la idea no suena tan disparatada-.

Kuga lo meditó cinco segundos, una sonrisa torcida se dibujó en su rostro. -Te propongo un juego, para decidir los roles-.

-Soy toda oídos-. Al escuchar la idea, sonrió con un toque de malicia, pero de esa malicia que mostraban los niños después de hacer una travesura. En definitiva, Kuga era una persona interesante.

Quien ganara sería la activa esa noche, y la que perdiera, aceptaría de buena gana ser la pasiva. El juego en cuestión era simple, consistía en una pequeña competencia, en la cual ambas besarían a tres chicas, mismas que tendrían que decidir si Natsuki o Shizuru era mejor besando, ganaría quien tuviera más votos.

-Veo que no temes jugar con la gente-. Dijo Shizuru, en un tono juguetón, para ver que le respondían.

La única reacción fue un leve encogimiento de hombros. -Si saben que todo es un juego, no le veo el problema a jugar con ellas-. Siempre dejaba claro que no iba por nada serio, si ellas estaban de acuerdo, entonces seguía adelante.

-Comencemos-. A la castaña le gustaba la sensación de sentirse desafiada en ese arte que dominaba con tanta maestría.

Pasaron la mirada por el lugar, en búsqueda de chicas que creyeran accederían, algo que siendo sinceras, no creían fuese a resultar complicado, ambas tenían plena confianza en su atractivo y el poder que este podía brindarles.

Vieron a la primera, se acercaron a ella como cazadores a su presa.

En ese momento, caminando a la par entre risas, Shizuru y Natsuki tenían pinta de ser conocidas de toda la vida, como si esa noche fuese solo otra de las tantas que salían juntas, pero pese a que resaltaba la química entre ellas, no se veían como una pareja, daban la imagen de ser camaradas que a todas luces, se dedicaban a conquistar mujeres por mero pasatiempo, por el mero placer de poder hacerlo.

Abordaron a la chica número 1, sus presencias por separado tendían a impactar de lleno, causando una impresión bastante efectiva, pero estando juntas… a la pobre le costó que sus piernas y voz no le temblaran, tanto Kuga como Fujino se percataron de eso, y no pudieron evitar sonreír ampliamente, con el pensamiento de que una al lado de la otra, en verdad podrían divertirse.

Le dijeron que ambas eran competitivas y que querían saber quien besaba mejor.

-¿Nos ayudar a saberlo?-. Preguntó Kuga.

Tal como esperaban obtuvieron una respuesta positiva. Le pidieron que cerrara los ojos, y que no le dirían cual de las dos iba primero.

Shizuru fue primero, acto seguido, Natsuki lo hizo. Ambas le pusieron empeño a la acción, después de todo, se estaban jugando su rol en ese beso. -¿Y bien?-. Esa vez, preguntó la castaña.

La chica pareció meditarlo con profunda reflexión. -Por muy poco, la segunda-. Natsuki puso una expresión victoriosa, pero no se confiaba, quedaban dos rondas.

Hicieron algo similar con la chica número dos, entre miradas cómplices y sonrisas coquetas, le explicaron la situación. De nuevo, les dieron un sí. En esa ocasión, fue primero Natsuki, cuando fue el turno de Shizuru, quiso asegurarse de ganar, a sabiendas de que esa ronda inclinaría la balanza a su favor o en su contra. La oji verde se dio cuenta, sabía quien había sido elegida antes de escucharlo. -Por cosita de nada, la segunda-. Shizuru sonrió con diversión.

Para las dos, era algo completamente nuevo tener contra quien competir en igualdad de condiciones, por irónico que fuese, su respectiva competidora les gustaba mucho.

La tercera ronda sería la decisiva.

Repitieron el acto con la chica número tres, primero Shizuru y luego Natsuki, las anteriores rondas las habían ganado, respectivamente, por cosa de nada, así que cuando vieron dubitativa a la chica, su confianza tuvo un atisbo de duda. Al final, les vio a ambas con un asentimiento de cabeza. -Lo siento chicas, es un empate, ambas besan como diosas-. Con ese comentario y una sonrisa, se marchó sin mayores detalles.

-Ara-.

-Lo que tú dices, signifique lo que signifique-. Estaba segura de que expresaba un desconcierto igual al que ella misma sentía.

Con el dilema aun abierto, regresaron a la barra de bebidas, Natsuki pidió otro whisky. -Fue divertido, pero quedamos en las mismas-.

-Pues…

-¡JODIDA MUJERIEGA!-. Por costumbre a ser llamadas así, las dos voltearon, casi de modo sincronizado, y de hecho, ahí había dos mujeres enojadas, y tanto Shizuru como Natsuki se llevaron la segunda bofetada de la noche.

Fujino se llevó la mano al rostro, pero no le concedió importancia.

Por su parte, Kuga solo le dio otro trago a su bebida. -Sabes, tampoco recuerdo a esa-. Le veía el lado gracioso a ese tipo de cosas, era más fácil que enojarse.

Shizuru rio. -Ni yo, a veces pienso que ni me acosté con ellas, y que me abofetean solo por el gusto de hacerlo-. Al menos, esa vez no les habían dejado las manos marcadas en las mejillas. -Volviendo al tema de antes, ¿alguna otra idea?-.

-Solo una-. Sacó una moneda de su bolsillo. -¿Cara o cruz?-. Era un método tan sencillo que tenía que funcionarles.

La castaña se llevó la mano al mentón, pensando en cual opción podría darle más suerte, aunque siendo realista, era un azar con un 50% a 50% en probabilidades. -Cruz-. Y en ese instante, creía que perder no sería tan malo, si de todas maneras terminaría en la cama con Kuga.

Natsuki lanzó la moneda, dio diez giros en el aire, y al caer en la barra, siguió girando, le observaron atentamente, hasta que por fin se detuvo.

-Ara-.

-¿Puedes decirme que significa "Ara"?-.

-En este caso, sorpresa-.

La moneda había quedado parada, ni cruz ni cara.

La oji verde silbó. -Vaya, otro empate-. No veía venir eso. -Entonces…-. Miró de reojo a la otra, su expresión le hizo pensar que esa noche no se irían juntas.

-Entonces, lo decidiremos durante la marcha-. Tomó su mano. -No pienso dejarte ir sin acostarme contigo-.

Eso provocó una carcajada de parte de Kuga, le gustaba esa iniciativa, esa actitud, toda esa mujer en general, aun riendo, se dejó guiar entre la multitud.

Salieron del antro Fukka, Shizuru había llegado al lugar en el auto de una amiga, pero sospechaba que la oji verde sí había ido ahí por su cuenta. -No le temes a las motocicletas, ¿cierto?-. Y había acertado con su sospecha.

-Veamos que tan bien manejas-. Recibió el casco que le ofrecieron, al ponérselo, el olor de su dueña le llegó de lleno. -¿Qué perfume usas?-. Cuestionó mientras subía al vehículo.

Se percató de que Natsuki tenía muchas maneras de sonreír, en esa ocasión, sus labios se curvearon con diversión. -¿Te gusta?-. Le hizo señas de que se sostuviera a su cintura, eso si no quería salir volando cuando arrancara.

-Bastante-. Metió las manos bajo la chaqueta, sosteniéndose con firmeza, la confianza en ese agarre le agradaba a Natsuki.

-Es bueno saberlo-. Encendió el motor. -Yo no uso perfumes, te gusto yo-. Le guiñó un ojo, luego puso la atención en el frente y arrancó.

Las dos eran unas cazadoras que jamás se llevaban sus presas a casa, por eso acordaron ir a un hotel que ambas conocían de sobra. Al verles llegar, el recepcionista no pudo ocultar su sorpresa, les conocía, rayos que sí, Kuga y Fujino eran el par de mujeres que había vitos más veces entrando por esa puerta, siempre con una acompañante distinta, verles juntas fue desconcertante, pues… ¿desde cuándo las cazadoras se cazaban entre ellas?

Les dio la tarjeta de un cuarto en el último piso, y al verles desaparecer en el ascensor, se preguntó que demonios le pasaría a la cama de esa habitación, además, pensó que probablemente los demás inquilinos habrían presentado quejas por el ruido, si no les hubiera mandado a una planta donde serían las únicas aquella noche.

Pasaron la tarjeta por la ranura electrónica, entraron sin encender las luces, lo habían pasado por alto, toda su concentración estaba puramente dedicada a besarse.

Una leve mordida por ahí, otra por allá.

Lo primero que cayó al suelo fue la chaqueta de Natsuki.

Le siguió la blusa de Shizuru.

-Muéstrame de que eres capaz-. Dijo la castaña.

-¿Es un reto?-. Kuga le aprisionó contra la pared más cercana.

-Quizá-. Pero Fujino, con un rápido movimiento, cambió sus lugares. -Averígualo-.

Hubo otro beso, de esos que parecían más un combate que una caricia de labios, ambas querían imponerse, y chocaban entre sí, detalle que solo servía para aumentar su excitación.

Se despidieron de la playera de Natsuki.

Sus torsos desnudos se rozaron, el contacto era placentero pero insuficiente, faltaba más piel.

Sus sostenes dejaron de estorbar.

Natsuki le tomó por los muslos, le alzó pegándole a ella, en respuesta, Shizuru mordió juguetonamente entre su hombro y su cuello. -Así que eres de las que muerden-. Su voz vibró producto de la excitación.

Supo que los ojos carmines le vieron con determinación y deseo. -Solo cuando la chica me gusta lo suficiente-. En otro movimiento repentino, antes de que la susodicha pudiera reaccionar, le arrojó a la cama.

La oji verde sonrió divertida, a sabiendas de que querían dominarla. -No será tan fácil-. Alzó el torso para besar a la mujer que ya se subía a horcajadas sobre ella, colocó la mano en su espalda baja.

-Anda, intenta darme la vuelta-. Shizuru también se divertía, no era solo el sexo, era el ambiente, la conducta de su acompañante, Natsuki le hacía sentir el momento.

-¿Quién dijo que necesitaba ir arriba, para hacerte mía?-. Tenía más de un as bajo la manga, no por nada las mujeres le añoraban en su cama.

Se quitaron mutuamente la poca ropa que les quedaba.

-Ara-. Ese ara fue acompañado de un gemido.

-Repítelo-. El triunfo no le duró nada, también gimió. -Bien… jugado-. Volvió a gemir, mezclándolo con una especie de gruñido que le encantó a la castaña.

A partir de ahí, su noche fue un constante cambio de roles, una pelea por el dominio, donde las dos se jugaban sus mejores cartas intentando salir airosas de ese encuentro.

No había ternura ni cursilerías, nada de eso que a veces necesitaban usar con otras mujeres. Entre sí, podían ir directo a lo que querían, si una sugería algo que prometiera hacerles gozar, lo llevaban a cabo, sin vergüenza, ni prejuicios.

El suyo era sexo duro y salvaje, el placer carnal en su máxima expresión.

Les fue un descubrimiento magnifico comprender que su lucha por el dominio nunca terminaría, y eso en sí mismo, era lo mejor del asunto.

Terminaron ya muy entrada la madrugada, prácticamente cuando estaba amaneciendo. Tomaron una ducha y comenzaron a vestirse.

Levantó su chaqueta del suelo. -Un gusto habernos acostado-. Esa sonrisa, que mezclaba sensualidad con toques de cinismo, volvía loca a Shizuru.

-Sin duda, te llevas el premio al acoston del año-. Se arregló el cabello frente al espejo.

-Me indignaría sino-. Le siguió el juego.

-Hay un poco de Natsuki en tu ego-. Le sonrió a través del reflejo, luego volteó a verle. -Sabes, lo segundo mejor de esto, es saber que no llegaras a plantarme una bofetada-.

Una fuerte carcajada resonó en el cuarto. -Sería como morderme la lengua-. Le dio un último beso. -Aquí no hubo límites ni compromisos, solo placer-.

-Más mujeres como tú-. Bromeó la castaña.

-Nena, lo más similar a mí, eres tú, y a la vez eres tan opuesta que no entiendo como es posible-. Salieron de la habitación.

-Eres todo un caso, Kuga Natsuki-. No habían intercambiado números, mucho menos direcciones, como bien dijeron, ahí no hubo ni rastros de futuros compromisos.

-Lo sé-. Se encogió de hombros. -Pero si este caso te apetece de nuevo-. Sonrió con sarcasmo, consciente de que mujeres como ellas no repetían plato prácticamente nunca. -Ya sabes donde encontrarme-.

Cada una tomó su rumbo.